Subsecretaría de Cultura
Museo
Provincial de Ciencias Naturales "Florentino Ameghino"
Primera
Junta 2859, Santa Fe, 3000 República Argentina
Comunicaciones
del Museo Provincial de Ciencias Naturales
"Florentino Ameghino"
Nueva Serie – ISSN 0325 – 3856
Volumen IX, Número 1, pp. 1-18 (2004)
por Julio R. Piva y Carlos
Virasoro*
·
Correo electrónico:
ameghino[--at-]ceride.gov.ar
Julio Rubén
Piva (1934) es Jefe
Honorario del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital "J. B.
Iturraspe", Santa Fe. Autor, entre otras obras, de Aportes a la Neurohistología y artículos de investigación en su
especialidad.
Carlos Alberto Virasoro (1948), Licenciado en Ciencias
Naturales, es el Director del Museo Provincial de Ciencias Naturales
"Florentino Ameghino", Santa Fe, República Argentina.
Agotado
como filosofía, el positivismo en la Argentina – señalaba Risieri Frondizi – se
caracteriza por perdurar en otros campos del saber (1). Aunque en este momento ninguna
persona informada repetiría la precaria leyenda que hace sólo unas décadas,
para abrir paso localmente al modelo globalizado del quehacer científico, intentaba
absorber en el positivismo las contribuciones científicas de Christofredo Jakob
(1866 - 1956), la obra jakobiana de seguro prolonga algunos aspectos del
sistema científico positivo. En parte de esa fuente tomó Jakob como obvia la
tarea de sintetizar lo cósmico con lo moral (2), Leitmotiv de nuestro
título. Pudo haberla tomado de otros enfoques. La vigorosa herencia neurobiológica
en que Jakob se insertó y que no estudiaremos en este trabajo, llamada escuela
neurobiológica argentina o, precisamente por y desde los cincuenta y siete años
durante los que Jakob fue su eje y heraldo, la escuela neurobiológica argentino-germana, jamás perdió esa unidad
de vista. Desde sus inicios en el siglo XVIII y en sus desarrollos tras la
muerte de Jakob fue consolidando cada hallazgo concreto de investigación con la
atención a sus alcances extrabiológicos más generales, en química y física y en
antropología filosófica y ontología. Sus publicaciones electrofisiológicas de
los años de 1790 en el Virreynato y de 2006 en Massachusetts coinciden en esto.
Claro que ello implicó esfuerzo y renuncias poco comprensibles para el técnico
integrado a sistemas conceptuales donde precisamente debe evitarlo si desea
procurarse fondos para su investigación. Pero amputando contexto y significado
¿queda realmente investigación en estos temas? Hacia 1993 un biólogo europeo,
Aldo-Pier Solari, se admiraba de la "amplitud renacentista" que
prolifera en la tradición académica de Jakob. ¿Podía haber menos? Esa amplitud,
¿es evitable para alguna investigación que seriamente se zambulle a esclarecer
las relaciones mente-cerebro?
Cosmovisión y programa de
acción son capaces de borrar los límites disciplinarios. No asombrará, por
tanto, que médicos positivistas como Ramos Mejía o Ingenieros (colaborador alumno
de Jakob en el actual Hospital Borda, cuando estudiante) desbordasen el
compartimiento de su profesión y creasen puntos de vista originales, capaces de
superar y englobar su saber médico psiquiátrico (4,5,6); o que acusen su influencia
hombres del derecho y la justicia social, utilizando la acumulación
experimental-observacional de arcanos datos científicos para fundamentar algunas
de sus ideas jurídicas (3,7).
Como se volverá a mencionar,
la obra de Jakob encuadra en un hecho que Ingenieros consideraba natural: que
el florecimiento de ideas generales, preludio de toda filosofía original, se inicie
entre los cultores de las disciplinas científicas más desarrolladas en el
momento. Ingenieros señalaba que el naturalismo biológico produjo un verdadero
filósofo en Ameghino, que los estudios biológicos sociales se afirmaron con
José M. Ramos Mejía y las tendencias ético-pedagógicas toman forma propia en
Agustín Álvarez (8,9). No es necesario que ese hecho surja del positivismo, ni
que carezca de excepciones o sólo pueda constatarse describiéndolo desde el
modelo comtiano, ni este agota toda manifestación de amplitud
transdisciplinaria que pasme – u ofenda – al laboratorista preciado de su papel
en la vida.
El objetivo de esta primera
parte del trabajo es recordar la participación de la neurociencia argentina en
la solidificación del positivismo evolucionista nacional a través de la obra de
Christofredo Jakob. Esto no ocurrió porque esa obra se agotara en el
positivismo sino porque este fue un elemento cultural ubicuo y ubicante, rótulo
y esquema útil al que se solía recurrir para afiliar trabajos y así infamarlos
o bien ponderarlos, según a quien se
dirigiera la lección; y porque la obra de Jakob es de las más extensas, con un
gigantesco aporte de trabajos de laboratorio que enorgullece a la ciencia
experimental y a la clínica; y por la profundidad y amplitud de sus reflexiones,
coherentes con sus hallazgos en embriología y en anatomía normal y patológica.
No se trata de una obra
solitaria. Numerosas figuras locales preceden a Jakob, otros son contemporáneos
y no pocos lo suceden; no comentaremos a ninguno en este artículo. Ingenieros
señala ilustres antecedentes en la anátomo-fisiología del sistema nervioso y
cita a Borda, Valle, Pérez, Corbellini, Bondemari, Roveda, Blotti y otros. Pero
quede aclarado de antemano que no es la neurociencia local la que forma a
Jakob, quien llegó al país en 1899 a los treinta y tres años (11), con un
notable caudal científico y siendo autor de un atlas del sistema nervioso importante
y muy acreditado, dedicado al estado
normal y patológico.
Jakob, natural de Baviera,
fue contratado por Amancio Alcorta (quien hoy da su nombre a la avenida en que
se halla el Laboratorio construído para Jakob, en nuestros días también monumento
histórico nacional) a instancias de Domingo Cabred, después que von Strümpell,
maestro de Jakob en cuyo Laboratorio este trabajaba, declinara venir a la
Argentina (12). Entre las motivaciones para aceptar que citan Buzzi y Pérgola,
estaba el tentador ofrecimiento de poder estudiar trescientos cerebros anuales,
obvia diferencia con los no más de tres encéfalos en el mismo período que Jakob
disponía en su país (13).
Christfried Jakob nació en
Wërnitz-Ostheim en la Navidad de 1866; de ahí su indefectible nombre de pila.
Se graduó como médico en la Universidad de Erlangen, en 1890. Había recibido su
formación de von Strümpell y también de Joseph von Gerlach (14), el verdadero
fundador de la tinción histológica (15), así como de Friedrich Gudden.
Llegó al país en 1899, más
precisamente el 17 de julio, fecha que en la Argentina por disposición oficial
se conmemora como Día del Investigador Neurocientífico. Desembarcó a una edad
que por entonces se pretendía académicamente inmadura, aunque Jakob ya era
autor de textos neuroanatómicos internacionalmente reconocidos. Contratado como
Jefe del Laboratorio de Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Ciencias Médicas
de Buenos Aires, de inmediato fue alojado en la residencia médica del Hospicio
de las Mercedes. Las carencias en materiales de laboratorio eran inicialmente notables
y no contaba con ayudantes idóneos, aunque es erróneo que la sala de autopsias
fuera un baño, como exagera cierta referencia (16). En realidad se le había
construído un sólido laboratorio -- un magnífico Instituto, diría Ingenieros
en "La locura en la Argentina" VI, 2 – y allí inició su labor con
dedicación y actividad asombrosas, aunque no únicas en su tradición: con un
solo ayudante, el primer año produjo 180 autopsias, 40.000 preparados
microscópicos para fibras y para células, estudios e informes de cada caso
clínico, y a su lado formó un selecto núcleo de discípulos atraídos desde sus cursos
para alumnos y conferencias para graduados.
Desde la primera de estas
conferencias, en 1899, había exhibido sus conocimientos a la manera habitual en
Alemania, con ingenuidad o escasa cautela que, generando envidias, le ocasionó
no pocas oposiciones. No contribuyó a disiparlas el que algunos jóvenes alumnos
lo admirasen, luego entre ellos ciertos "liberales" como el mismo Ingenieros
o Alicia Moreau. Pese a ello en 1902 fue designado jefe del laboratorio de
neurología; se casó viviendo en el Hospicio y allí nacieron sus hijos; entre
1910 y 1912 realizó un viaje de regreso a Europa. Influyeron en el mismo
algunos disensos que había tenido con Cabred y las envidias mencionadas. Pero
habas se cuecen en todas partes y su inesperado retorno causó otro impacto.
En Munich, revelando una
documentación observacional de increíble magnitud que en sus aspectos
faunísticos era, además, inalcanzable en Europa, dio a las prensas dos
importantísimos volúmenes en folio – Vom Tierhirn zum Menschenhirn y Das
Menschenhirn –; brindó conferencias como la del 26 de septiembre de
1911 en Munich, "Ueber die Ubiquität der senso-motorischen Doppelfunktion
der Hirnrinde als Grundlage einer neuen biologischen Auffassung des kortikalen
Seelenorgans" ("Sobre la ubicuidad de la doble función
sensomotriz de la corteza cerebral como fundamento de una nueva perspectiva
biológica del órgano cortical del psiquismo") y publicó artículos como el
del Münchener
Medizinische Wochenschriff 9, 1912 aportando descubrimientos fundamentales
como el descubrimiento de la Doppelrinde: el hallazgo de que la
amplia corteza cerebral de función ni motriz ni sensorial sino sólo asociativa,
cuyos bordes con ahinco muchos investigadores trataban de delimitar y de la
que, por ello, tanto se hablaba (y en ciertos países aún se habla), no existe nirgends:
en ninguna parte. Y lo fundamentó publicando observaciones humanas y comparadas
aplastantes por su caudal, ejecución, variedad y minucioso análisis.
Todo esto, inesperado y
comunicado sin anestesia, determinó que se lo percibiese como un rival
académico de la más alta peligrosidad, al que era mejor mantener bien lejos,
trabajando silencioso en el fondo del manicomio sudamericano. Debido al
ambiente inicialmente hostil que, de tal modo, la posible reinserción encontraba
también en Alemania, al requerimiento de su nueva familia, que prevaleció sobre
los pedidos de su extensa familia de origen; y a la simultánea gestión del Dr.
José Antonio Estévez sucesor de Ramos Mejía en la cátedra de Neurología, regresó
a la Argentina (16). Aquí, al negarse a ser "tropa propia" de ninguna
ideología mayoritaria, su tradición fue obstaculizada desde sectores opuestos
entre sí. Algunos de sus denostadores sostenían humanismos ateos, otros
piadosos; otros aspiraban a una administración de la ciencia que produzca
ciencia "pura", o bien "ciencia como producto social", o
bien "ciencia con participación empresaria". Algunos de estos últimos
buscaron ignorar en todo punto a Jakob mientras atribuían a sus lectores de
habla inglesa los descubrimientos publicados por este décadas antes (por
ejemplo el "circuito de Papez", que Jakob publicó en alemán en 1911 y
enseñaba desde 1907, mientras Papez lo publicó en 1937) y Mario Bunge, acorde
por lo menos con tres psicoanalistas, llegó al extremo de afirmar que Jakob
trabajaba en su laboratorio de neurobiología desde principios de siglo, pero
que desde mediados de la década del '20 estaba rodeado del más profundo
desprecio por parte de sus colegas filósofos de la Facultad de Filosofía y
Letras (23). Inapercibidos de ese supuesto rol histórico todos sin embargo lo
leían, aunque poquísimos comprendieron qué valoraba Jakob – y que por ello
Jakob eligió el "lugar" social de su producción ya sin ignorar los
citados estorbos: optando por no perder tiempo con ellos ni procurar los
"lugares" sociales que aquellos pretendían hacer tener por valiosos. Vinieron
sin embargo numerosas distinciones, como lo fue el Premio Holmberg de la
Academia de Ciencias, y el aprecio y admiración de sus logros le garantizó un
altísimo liderazgo científico. Formó cerca de cinco mil discípulos o
estudiantes, no pocos de los cuales para producir descubrimientos científicos
de primera magnitud continuaron con su política de "perfil bajísimo"
y enseñando desde la tradición normalista o discipularmente en los hospitales,
o en la Morgue Judicial como fue el caso de Honorio Piacentino.
Desde 1912 Jakob dirigió el
Laboratorio de Neurología del Hospital Nacional de Alienadas, que para
re-atraerlo fue construído en forma de copia del de su Universidad, Erlangen (foto:
el nieto de Friedrich Gudden, electroneurobiólogo, se embargó de emoción al
saberlo en 1990: el original en Erlangen había sido destruído por los
bombardeos ingleses); y como "mentor y referente" orientó la mayoría
de las investigaciones argentinas en neurobiología. A partir de 1913 Jakob
asumió como profesor titular de la cátedra de Biología de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y desde 1922, por pedido
de Joaquín V. González, pasó a ser también profesor titular de Biología y Sistema
Nervioso de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de La Plata.
Cercano a esta época, Mario Bunge señala a 1925 como fecha de defunción del
"positivismo" argentino y, dice, quizá también la fecha de nacimiento
de la "reacción idealista" en el país (24). Jakob desde 1922 y hasta
1933 asumió también como profesor de Anatomía Patológica de la Escuela de
Medicina de dicha ciudad.
Destaca Drut que parte de su
increíble actividad científica en La Plata queda reflejada en los siguientes
trabajos: "El despertar de
la inteligencia en el niño", "La técnica moderna en la autopsia del cerebro", "Elementos de fisiopatología de la respiración"
y "Elementos del bioquimismo patológico,
1º y 2º parte" (17).
Se retiró oficialmente de la
docencia en 1944, pero bien pasados los ochenta años continuó realizando
investigaciones y publicando obras de marcada evolución conceptual. Igualmente
prosiguió su labor en la Cátedra de Anatomía Patológica del Hospital de
Alienadas hasta 1949 (no 1954, como consigna la ref. 18).
Como plantea Limmer, a partir
de Ulrico Schmidl – el cronista de la expedición de Pedro de Mendoza – la
presencia alemana en la Argentina se debe desentrañar de un complejo trasfondo
compuesto por la evangelización, la emigración por causas políticas, raciales,
las persecuciones religiosas o la falta de perspectivas científicas que el
rigorismo académico alemán impuso a algunos de sus científicos en determinados
períodos de su historia (20). Un conocido ejemplo es la interpretación de la
derivación matemática de Planck que utilizaba el cuanto de acción. Dicha interpretación,
aportada por los jóvenes Ehrenfest, Einstein y von Laue (este último, ayudante
del propio Planck), debió esperar cinco o más años hasta que los líderes académicos (Lorentz,
Wien y el mismo Planck) se
persuadieron y sólo con su anuencia la física cuántica pudo comenzar a desarrollarse.
En nuestro medio, no escasos
científicos inmigrantes precedieron a Jakob. Cabe, como ejemplo, recordar al
naturalista Germán Burmeister que llegó en 1850 para desarrollar una de las
obras más fecundas e iniciales que conoce el país, y que en 1897 vino el polifacético
antropólogo Lehmann-Nitsche, para incorporarse al Museo de La Plata (21). Como
señala Bauer, Jakob pertenece al grupo de especialistas de variados campos que
jerarquizaron a la ciencia y técnica argentina, como el citado Burmeister, el
químico Reichert, los ingenieros Krause y Schickendantz, el fisiólogo Neuschloss
y el militar Korn, padre del filósofo e historiador positivista (12).
Este autor ubica a Jakob como
un evolucionista darwiniano, firme creyente en que el medio ambiente determina
las propiedades de las especies, materialista, progresista (vocero del mito del
progreso histórico lineal) y polifacético. De tales rótulos, todos los
anteriores al último son incorrectos por esquemáticos: Jakob moduló muchísimo
esas nociones, en particular hacia el fin de su vida, como se advierte no sólo
en sus confidencias y sus trabajos poéticos y filosóficos sino incluso en las
conferencias y textos. Con relación a su polimatía se relatan especialmente sus
estudios de la región cordillerana, la fauna, la flora, los minerales, el
origen de las nieves penitentes, el desaprovechamiento de los ríos argentinos
que se vuelcan al Pacífico, los problemas de la falta de riego en la Patagonia,
la creación de un sistema boscoso periurbano para Capital Federal, un plan
hídrico para la provincia de Buenos Aires. En la región cordillerana descubre
un hermoso lago de difícil acceso que lleva su nombre, el lago Jakob. Además de
las ciencias geológicas y paleontológicas Jakob cultivó la filosofía, la
literatura, la música, el dibujo y la poesía. Se citan sus conferencias sobre
Kant y acerca de la filosofía de la naturaleza, su estudio sobre Ibsen y una
conferencia sobre "Biodinamismo
musical" que ilustró con la ejecución al piano de obras de Wagner y
Grieg (12,16,17,19).
Escapa a la orientación de
este trabajo la enumeración de las obras de quienes reciben directamente o
indirectamente las enseñanzas del maestro Jakob, pudiéndose consultar por
ejemplo, el trabajo de Orlando (22). Entre los investigadores se citan a Julio
Hanon, Braulio Moyano, Roque Orlando, Andrés Copello, Roberto von Soubiron,
Julio Aranovich, Raúl Garabelli y otros, formadores de nuevas generaciones que
actualmente (2005) han llegado a su vez a la madurez.
Esto indica que, por lo
menos, ha crecido en el campo de la neurobiología un pequeño ambiente
receptivo, que recientemente y pese a nuevos obstáculos que se mencionarán se
ha desarrollado en Europa, Norteamérica,
Asia y Australia. Como las ideas de Jakob sobrepasan lo que a menudo se
entiende por ciencia, se hace referencia a su extensión filosófica; Jakob mismo
llamaba, a esta parte de su labor, "biofilosofía".
El contexto filosófico donde inscribe su
pensamiento "sin objeto no hay sujeto" es una inversión directa del
concepto de Schopenauer: tal es su planteo. Pero el objeto se construye por la
actividad del sujeto, tal como separadamente lo encuentra la investigación
empírica de la epistemología genética (escuela de Piaget y colaboradores). Esto
en los sucesores de Jakob ocasionó el
concepto de "objeto yo" o "yo objeto", que en tanto se
opone al sujeto (o "yo sujeto") permite hacerlo consciente (34). Pero
Jakob mismo subrayaba que los animales se hallan adaptados al ámbito circundante
por una serie de mecanismos innatos, de modo que todo cuanto han de realizar
incluso organismos de notable complejidad son apenas adaptaciones complementarias,
logradas mediante la adquisición de hábitos; en cambio homínidos y otros
animales superiores deben adaptarse activamente al medio con frecuencia hostil
de cosas y congéneres, ya que en ningún caso los automatismos innatos y los
hábitos adquiridos alcanzan para realizar esa adaptación. Su semoviencia es epistemológicamente
decisiva: esa imprescindible actividad, al diferenciar y caracterizar los
objetos, hace lo mismo con dicho "objeto yo".
En "El Significado de la Obra de Ramón y Cajal en la Filosofía de lo Orgánico"
(25) Jakob ejemplifica su ideario previo a los últimos desarrollos. Critica a
la filosofía que se abstiene de colaborar con las tendencias científicas de su
tiempo. La pérdida de contacto ha de producir "obras que llenarán bibliotecas y que pasarán como lastre a la historia".
Pero no toma a la ciencia como actividad especializada, sino a su producto en
tanto ya distribuído y asequible a toda la sociedad, por medio de la enseñanza
desde la escuela elemental de las conclusiones provenientes de los trabajos
científicos más avanzados, evitando toda demora en la actualización curricular,
que debe ser continua. Es con esta ciencia socialmente compartida a través de
la educación común que la filosofía ha de interactuar y colaborar, so pena de
dialogar con espectros. En acción concreta, Jakob produjo numerosas obras para
la enseñanza elemental y media, el último grupo de las cuales, 18.000 gruesos
fascículos aún útiles y esperando ser distribuídos en escuelas del interior del
país, fue destruído a fines de milenio por la sociedad comercial que asumió la
gestión de cierta repartición estatal que los conservaba sin distribuir; vinculada
con la fauna, suprimió también el tradicional acceso de los sucesores de Jakob
a los encéfalos de los animales que allí fallecían. Con clarividencia Jakob
había descartado las tendencias asentadas en "la ficción subjetiva de la intuición y el pensar puro",
posición sostenida previamente en el terreno pedagógico en su trabajo "sobre la enseñanza de las ciencias biológicas"
(26). Nadie puede filosofar sobre cosmos y materia sin serios conocimientos de
física y química; tampoco sobre la vida se debe hacerlo sin conocer biología y
neurobiología, la que a su vez entraña el real comportamiento humano: la
"calle". Estas ideas tienen una profundidad de lejos mayor que la que
podría suponérseles en una formulación tan breve: se trata de la mutua
reciprocidad de uso de la evolución biológica por los individuos y de estos por
aquella, reciprocidad de la que han surgido desarrollos científicos y
filosóficos impensados.
Pero Jakob se opone a que cada ciencia
elabore su propia metafísica y acentúa que los objetos, reglas y leyes de cada
ciencia persisten sobre las interpretaciones supraempíricas. Estas referencias textuales o casi textuales
señalan que el pensar jakobiano, orientado "a la exaltación de los hechos contra las ideas, de las ciencias experimentales
contra las teóricas, y de las leyes físicas y biológicas contra las construcciones
filosóficas", puede interpretarse como el de un hombre proveniente
del positivismo, marco que no obstante resulta estrecho para su derrotero
intelectual.
Destaca acertadamente Faccio
(27) que casi toda la tarea de C. Jakob gira, de una manera u otra, sobre dos
puntos fundamentales:
1.
La
ubicación del hombre en el cosmos,
2.
Los
mecanismos de producción, a través de la filogenia, de las funciones mentales
superiores.
Exploró la ontogenia y la filogenia con
herramientas anatómicas y bellísimas preparaciones microscópicas, en especial
con las impregnaciones metálicas. Pero el examen de su obra demuestra que no
participó del atomismo neuronista ni del holismo, ni situó las memorias en engramas
o huellas cerebrales, ni se aferró en su madurez a valorar al individuo por su
rol biológico o por su develación de algún pequeño sector del lógos, ni estimó
que la mencionada actividad epistemológicamente decisiva permita encuadrar a
los organismos con psiquismo como meros transformadores de energía: la acción
eficiente de los procesos psíquicos en el mundo físico le hizo dudar que la ley
de la conservación de la energía se verifique plenamente en dichos organismos y
sus organizaciones. Muchas de sus dudas, afloradas con vehemencia en la obra poética,
fueron compartidas en el diálogo con sus discípulos y aunque en vida de Jakob
no alcanzaron solución generaron un conjunto bien caracterizado de problemas
irresueltos: una problemática altamente técnica desconocida en el entorno
hostil y transmitida internamente en el modo tradicional como bloque de
enigmas, que la tradición científica se ofrecía a su propio pensamiento maduro.
El repertorio de sus principales ideas, a
través de las cuales Jakob observaba los fenómenos dado que fue un hombre de
laboratorio (pero no un "inductivista ingenuo", ateorética quimera
que no existe), tiene entre sus componentes la certeza de que los fenómenos
nerviosos y las producciones de los contenidos psíquicos se hallan inseparablemente
emparentados y derivan de un sistema neuroplasmático originado en el
trofoplasma original. Estos "plasmopsiquismos" inexperienciados son
suficientes para la vida celular pero no para un organismo pluricelular. A
partir de esta idea original, que algunos han creído la más opinable de la
construcción jakobiana pero que originó en su tradición los decisivos
resultados de prolijas investigaciones acerca del cumplimiento antes del
sistema nervioso de las funciones que ahora desempeña el psiquismo, Jakob levantó
el edificio neurobiológico más completo de su tiempo y preparó las bases para
nuestra comprensión contemporánea de las relaciones entre contenidos del
psiquismo y cerebro. El importantísimo cuadro de la evolución del sistema
nervioso que Jakob logró elaborar contiene, sin duda, referencias a las cilias,
las que muchas veces dibuja con evidente cuidado y delectación; pero Jakob no
alcanzó a reconocerles la importancia que, merced a su trabajo conceptual
preparatorio y la continuación de sus estudios sobre nuevo materiales, su
tradición advertiría en ellas unos diez años tras su muerte (35). El crucial
elemento conceptual que le faltaba, la conexión de sus propios modelos de interferencia
de tipo holográfico-holofónico que Jakob presentara desde 1906 para describir
la actividad de los macro- y microcircutos del gris cerebral, máximamente
celularizado, con los mecanismos de control ciliar en acelulares, escapó a la
conceptualización jakobiana probablemente porque los plasmopsiquismos fueron
concebidos como poseedores de una estructuralidad ineludiblemente distante de
la de los filopsiquismos y ontopsiquismos, sus sucesores en organismos
celulados, que enseguida mencionaremos. Por tal motivo aquel concepto inicial,
teórico puro, ya que Jakob trabajó en los niveles histológico y macroscópico,
cobra renovada vigencia a partir de las demostraciones actuales de la biología
celular en otro nivel orgánico, el de la función de las stem cells, despistándose así respecto de la elaboración orgánica
de lo que aun más adelante en la evolución biológica serán los contenidos de la
experiencia. Pero la experienciación se añade en modo estable, o adquiere
función biológica, sólo cuando puede diferenciarse. La convicción de Jakob es
total: "lo consciente nace de lo pre- o inconsciente y los razonamientos filosóficos
más abstractos son elaboraciones de ese protoplasma ovular germinativo que fue
capaz de organizar en constante evolución la especie humana
fisicopsíquicamente" (28). Esto lo registra en 1941, pero se puede afirmar
que el señalamiento jakobiano de la capacidad protoplasmática de organizar es una idea constante de su
vida.
Lo esencial del pensamiento jakobiano se
capta no sólo en sus trabajos personales, sino en los realizados con sus
alumnos de la Universidad de la Plata (29, 30). A partir de los "plasmopsiquísmos"
describía en niveles de diferenciación ascendentes los mencionados
"filopsiquismos", a los que divide en "arquipsiquismos" y
"paleopsiquismos". La cúspide comprende a los "ontopsiquismos".
El concepto intrínseco de "--psiquismo", calcado en esto del de
Aristóteles, no discierne entidad existencial de exterioridad pura. Con ello se
imposibilitaba deliberadamente diferenciar un organismo con interioridad o
existencialidad (por ejemplo un humano, un chimpancé o un perro) de uno que
sólo consiste en pura exterioridad (por ejemplo una lombriz, una colonia de esponjas
o un vegetal) (36). Por tal motivo Jakob no lo utilizó para investigar los casos
del primer tipo sino para comparar neuroestructuras sin necesidad de que esa
comparación dependa de conocer ni los efectos de la actividad de esas
neuroestructuras sobre la subjetividad, ni menos sus mecanismos. Este concepto provee
muchas ventajas descriptivas (por ejemplo, localizabilidad y comparabilidad) y
una desventaja: genera un hueco conceptual que Jakob denomina el problema de
las entonaciones subjetivas (así lo hace, por ejemplo, en refs. 37 y 28) o de
la generación del tono afectivo de la neuroactividad.
Los "arquipsiquismos" se refieren
al sistema reflejo somático/simpático segmentario. Hereditarios, organizados en
metámeras, su función se limita al momento: no tienen acceso a ninguna
referencia sobre sus propios desempeños pasados. El mecanismo reflejo está
constituido por tres sistemas: el aferente (sensitivo), intercalar (multiplicador)
y eferente (motor).
Los "paleopsiquismos" ya
corresponden a especies de vida social (insectos, vertebrados). Constan de
reacciones más extensas e intensas en el espacio y el tiempo. También
hereditarios con funciones instintivas, automáticas, características de cada
especie. Cuando se integran experiencialmente implican un tono afectivo elemental:
positivo/negativo, adecuado/inadecuado, bienestar/malestar, agradable/desagradable.
Los paleopsiquismos residen totalmente en el encéfalo (ganglios subcorticales en
vertebrados) con un sector que funciona como centro motor primitivo, el cuerpo
estriado. Otras áreas se relacionan con las reacciones simpático/viscerales con
base microanatómica en la zona periependimaria del mesencéfalo, cerebelo, y
sectores del prosencéfalo como el diencéfalo.
Los vertebrados, incluido el hombre,
disponen de todas esas dependencias esenciales para la profilaxis del individuo
y la especie.
Alcanzó Jakob sus conclusiones estudiando
los hechos anatómicos y microscópicos con una clara sistematización
filo-ontogénica, producto de la minuciosa observación personal de más de veinte
mil cerebros humanos, a los que se les debe agregar muchísimos de otras
especies. Esto lo demuestra la Folia
Neurobiológica Argentina de la que pudo personalmente imprimir cinco volúmenes
de texto y tres tomos de Atlas, de los doce que había planificado (16), siendo
este el número que alcanza actualmente esa publicación periódica que Jakob
fundara.
En su Ontogenia del Sistema Nervioso Humano
(X), Jakob describe minuciosamente a los sistemas arquineurales operantes en
nuestra especie. Los divide en aferentes (sensitivos) que comprenden a los
originados en los axones olfatorios periféricos (I par); los de los axones
ópticos (II par); axones trigeminales (V par); del acústico: vestibular y
coclear (VIII par); del glosofaríngeo (IX par); y los del intermediario de
Wrisberg; del neumogástrico (X par) y los sistemas aferentes de los nervios y
raíces sensitivas cervicales, dorsales, lumbares, sacros y coccígeos. Los sistemas
periféricos eferentes (motores) nacen de células centrales espinales, bulbares,
etc. Sus células multipolares emiten sus axones llegando a los músculos donde
se ramifican. Integran este sistema: el óculomotor (III par) y el patético (IV
par); el V par motor nace del núcleo del trigémino. El VI par, óculomotor
externo; el VII par facial. Los IX y X pares motores, que nacen en el núcleo
somático ambiguo del bulbo; el XI espinal y el XII hipogloso. Los siguen
caudalmente las raíces anteriores de los nervios motores cervicales, hasta
sacrales. Además tienen gran importancia los sistemas intercalares que nacen
como axones de las células de los núcleos sensitivos formando sistemas cortos
(ascendentes y descendentes) que se dirigen hacia los respectivos núcleos
motores (reflejos segmentarios). Asimismo existen sistemas semilargos que
establecen reflejos complejos (especialmente bulbares, mesencefálicos y otros).
Con referencia a los sistemas
paleoneuronales, de formación más tardía, sus neuroblastos establecen por
axones largos el contacto con los centros reflejos por vías aferentes y
eferentes; sus sistemas cortos (capa de elementos de "acumulación"o
"remanencia") caracterizan los dinamismos instintivos y
normoquinésicos. La enumeración de las estructuras aferentes y eferentes
superaría el objeto de este relato.
A partir de estadíos filo- y ontogénicos más
primitivos aparecen estructuras en el pallium que merecen atención. Se trata de
un área para la primera metámera olfatoria, la región arquicortical. Pero
aparece otra con mayor jerarquía a la que Jakob llama "paleocortex".
Se trata del hipocampo, que forma el margen medial del manto cortical,
constituido por el girus dentatus (sensitivo) y el asta de Ammón (motora).
Su concepto acerca de los sistemas
arquineuronales, paleoneuronales y neoneuronales no significa un simple aumento
de complejidad. Desde abajo hacia arriba, en cada vesícula cerebral, se cumplen
las tres etapas filéticas.
"En
el hemisferio: abajo, olfato (arquineuronal); por encima, cuerpo estriado (paleoneuronal)
y en el techo la corteza (neoneuronal).
En el diencéfalo:
ganglio habenular y túbero-mamilar
(arquineuronal), hipotálamo (paleoneuronal) y ortotálamo (neoneuronal).
En el
mesencéfalo: nervios ópticos oculomotores (arquineuronal), cuerpos cuadrigéminos
y calota (paleoneuronal) y sistemas rubrales y pedúnculos cerebrales (neoneuronal).
En el rombencéfalo:
núcleos senso-motores bulbo-pontinos (arqui), vermis cerebeloso y sus vías
(paleo), y hemisferios cerebelosos, protuberancia y pirámide (neo)".
Especial importancia tiene el tercer y
último piso representado por el neoencéfalo, que consta de sistemas aferentes,
eferentes e intercalares que no solo multiplican y transforman la neuroenergía
permitiendo efectos biofísicos que interactúan con el experienciar (31), sino
que efectúan tareas de combinación; son por tanto sistemas asociativos.
Se trata de estructuras mas recientes desde
el punto de vista filogénico y ontogénico; de ellas emerge el neopsiquismo.
Para su dinamización es necesaria la experiencia del individuo portador y su
conservación. Tal conservación ocurre en modo que Jakob no llega a establecer,
pero sí a indicar que no depende de engramas o huellas mnésicas grabadas en el
cerebro. La posibilidad de formación de la memoria individual radica en la
función combinatoria asociativa, pero Jakob observa que su estructura de
"ondas estacionarias", aunque puede determinar facilitación de la neuroactividad
e incluso modificaciones subcelulares y así circuitales (Exner, 1885: esta noción es anterior incluso a Jakob pero suele ser absurdamente atribuída
a un lector canadiense de este, Hebb) no resuelve la cuestión de la remanencia
vivencial, sino sólo lo que Jakob llama "el frente matesomnémico de
registro" o de retención inmediata. Los ontopsiquismos así dinamizados por
la inexplicada conservación de la experiencia son de elaboración y aplicación
individual. Son los últimos en madurar.
Distinto a los reflejos, de duración
momentánea, y a los instintos que son temporarios, las producciones del
neoencéfalo son definitivas durante la vida normal del individuo, portador de
una vida psíquica superior y cuya base es la fijación del material
experienciado cuyo contenido forma la memoria. "Es entonces la función mnémica la que eleva el aparato cortical a su
poder creador, a su influencia y jerarquía dominante en la psique individual;
ella lo libra de las cadenas insalvables de la ley del reflejo y del instinto
elaborado; esa espera amplificada de acción que llamamos "libertad
volitiva" y que consiste en la posibilidad de prever el resultado de una situación
dada y elegir entre diferentes posibilidades la mejor adaptada a la constelación
momentánea y su aprovechamiento individualizado". Nada de esto,
reproducido en forma casi textual, contradice las adquisiciones de la
neurobiología actual (36).
Aunque no nos ocupamos aquí de los sucesores
de Jakob, ha de indicarse que las conclusiones jakobianas no permanecieron
conceptualmente aisladas. Al contrario, permitieron singulares desarrollos en
neurobiofísica al implicar ellas que la neuroactividad no solamente cumple
funciones hodológicas (de red) y sistémicas (globales) sino otras también
definidoras de los cambios atencionales, implicando en ello efectos relativísticos
en biofísica cerebral (31, 36), lo que tras el deceso del maestro Jakob
ocasionó una serie de nuevos trabajos prolongando y precisando sus conceptos
básicos en paleoneurobiología y neuropaleontología comparada. Esto fue posible
porque Jakob se situaba en aquellas conclusiones después de haber estudiado
prolijamente, especialmente con técnicas argénticas, a numerosos taxones de
acelulares e invertebrados y especialmente a los procordados y vertebrados,
desde los peces (Lepidosiren) en
adelante, con especiales referencias a las estructuras olfatorias primero y las
ópticas después.
Analizó asimismo a los vertebrados
superiores mostrando la histoarquitectura de los mamíferos y la potencialidad
de los primates; y refiere cómo el cerebro de los niños se correlaciona con una
dinámica eficiente pasados los dos o tres años.
Plantea conocer en primer término la
estructura del aparato cortical y después estudiar su funcionamiento y
dinamismo. Pero esto no debe ser interpretado con un sentido secuencial sin retorno.
Para el músico Jakob, "forma es
función estabilizada y función es cambio de forma, o, en otras palabras, la
energética vital de un organismo es una sola que se presentará en estado latente
como forma y en estado cinético como función" (Folia Neurobiológica Argentina, vol.
2).
En su descripción el desarrollo de los
centros superiores atraviesa tres etapas ontogénicas en forma similar a los
sistemas ya citados: neuroblastogénesis, axonogenia y mielinización. Como en
los centros subcorticales, distingue la corteza hemisférica, los sistemas
macrodinámicos "de carga y descarga", y entre ellos representando los
"intercalares" del sistema reflejo, los "microdinámicos"
encargados de acumular y asociar el material de los primeros sistemas. Como en
los sistemas anteriores, tampoco exponemos aquí ninguno de los
delicados detalles anatómicos que Jakob destaca con fina precisión y otorgan a
sus investigaciones el carácter que define su obra.
En cuanto a la histoarquitectura fina
neocortical y sus emergencias señalaba que los primeros producen el
"material", y los segundos los amalgaman en "creaciones".
Destacaba Jakob el enorme número de
elementos microdinámicos, las neuronas de los microcircuitos, y señala que son
las neuronas pequeñas de axón corto (tipo Golgi II) las esenciales para la
intelectualización, al prolongar la latencia del arco sensitivo-motor.
El ideal del histólogo es que los hallazgos
microscópicos tengan explicación y se puedan relacionar con la función. Esto lo
logra con la histología comparada evolutiva. Por ejemplo la víbora ciega, Amphisbaena darwinii, muestra el doble
origen de la neocorteza externa. Allí se describen los dos desprendimientos de
las regiones cerebrales medias que contribuyen a formarla. Tales resultados
fueron detalladamente comentados y reiteradamente citados por von Economo y
Koskinas en 1925 (38), quienes califican los aportes jakobianos como
"geniales". Las capas corticales I a IV vendrían del arquipalio
(función asociativa-receptiva), y las V y VI se originarían del núcleo caudado
del cuerpo estriado (función motora). Similar impacto causó en 1988 la
inesperada intervención desde Sudáfrica de un ilustre neurobiólogo, señalando
el aporte de Jakob del carácter fundamental de la rotación hemisférica en torno
al pivote silviano ("Hemispheric
rotation around the Sylvian pivot")
en un debate académico acerca de la morfología cerebral de los cetáceos, organizado
por el Behavioral and Brain Sciences mayormente entre
angloamericanos que desconocían por completo los aportes de Jakob y su remota
tradición (40), en un episodio que algunos han llamado "el largo brazo de
la morfología".
Estos hechos comparativos abonan la
comprensión de las estructuras morfológicas.
Teniendo en cuenta que la orientación de
esta investigación es destacar los trabajos morfológicos en relación con la
psicología y su proyección hacia la filosofía, no se pueden dejar de recordar
los conceptos de Orlando (32), resumidos por Thomson (33): "Jakob en 1913, al establecer que el hambre y el
amor residen en la corteza límbica, desde la comadreja hasta el hombre, y desde
allí envían sus imperativos categóricos que integraran el temperamento y la
afectividad del individuo, vincula
por primera vez, en forma concluyente, el rinencéfalo temporal con la conducta
emocional o afectiva. Este autor se adelanta pues, en varios años a Papez
cuando éste, en 1937, formula su teoría sobre los mecanismos de la
emoción, trabajo este en el que ni mencionara los aportes de Jakob. No sirve
como atenuante para Papez el hecho de haber sido publicado en castellano ya que
Jakob lo imprimió en alemán dos años antes (1911) en su obra "Vom
Tierhirn zum Menschenhirn" (editorial Lehmann, Munich)".
Lo expuesto no es la
totalidad de un análisis secuencial y ordenado de una obra tan extensa.
Pretende ser un eslabón para estimular a nuevos investigadores. Jakob lo dice
así: "Como se verá no se trata aquí
de conjeturas, sino de realidades heurísticamente interpretadas sin negar que
se necesitará al respecto una futura labor sistemática, que ampliará y
perfeccionará nuestros conocimientos, camino que está abierto en el comienzo".
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Profesor
Christofredo Jakob
Museo Provincial de Ciencias Naturales
"Florentino Ameghino"
Su
origen se remonta al año 1914; el 15 de mayo el Gobernador de esta provincia,
Dr. Manuel J. Menchaca, inauguró el Museo Escolar "Florentino
Ameghino". Su misión fue dotar a maestros y pedagogos de elementos de alto
interés didáctico, para formar e impulsar en los educandos
la conciencia del valor de la naturaleza y de su conservación. Las primeras
colecciones se fueron enriqueciendo, en el transcurso del tiempo, con materiales
de arqueología y etnografía; más adelante, en la década del treinta, su
patrimonio fue aumentando con piezas de Ciencias Naturales. En 1949,
cuando ya contaba con colecciones importantes, se decidió la creación de dos
instituciones: el Museo Didáctico "Rosario Vera Peñaloza", a la fecha
fusionado en otras instituciones, y el Museo
Provincial de Ciencias Naturales "Florentino Ameghino". Su servicio
editorial se halla hoy a cargo de la Biblioteca y Centro de Documentación “Dr.
J. Franguelli”, con publicaciones desde 1931. La series de los Anales (ISSN
0325-3848) y de las Comunicaciones (antigua Serie, ISSN 0325 – 3856) están actualmente
discontinuadas; se publican una serie de Guías Didácticas de temas monográficos,
Guías de Difusión, Catálogos, Guías Didácticas de Nivel Primaro y
Medio, y las Comunicaciones Nueva Serie ISSN 0325 –
3856.
1ra. Junta 2859
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