Gobierno de la ciudad de Buenos Aires
Hospital Neuropsiquiátrico
"Dr. José Tiburcio Borda"
Laboratorio de Investigaciones Electroneurobiológicas
y
Revista
Electroneurobiología
ISSN: ONLINE 1850-1826 - PRINT 0328-0446
La vida y
obra de Christofredo Jakob
por
Jacinto Carlos Orlando
Ex-Jefe del Servicio de Neurología del
Hospital Borda, ex-Jefe del Laboratorio que dirigiera el Prof. Jakob en el
Hospital Moyano, ex Profesor Titular (a cargo) de la Cátedra de Neurología
y ex-Profesor adjunto (postgrado) en la Cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos
Aires. Correo: postmaster[at-]neubio.gov.ar
Electroneurobiología vol. 2 (1), pp. 499-607, 30 junio 1995; URL http://electroneubio.secyt.gov.ar/Vida_y_obra_de_Christofredo_Jakob.htm
Copyright © Electroneurobiología, June
1995. Una
versión anterior de este artículo, costeada por el Dr. Walter Jakob, fue
publicada con el título Christofredo
Jakob:suvidayobra en 1966
(Editorial Mundi, Buenos Aires). Este archivo electrónico constituye un artículo de
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Índice
Proemio de José Babini
Prefacio
1.
Introducción
2.
Formación en Alemania
3.
Primera etapa en la
Argentina
4.
Regreso a Alemania
5.
De vuelta a la
Argentina
6.
Sus viajes de naturalista
7.
La "Folia Neurobiológica"
8.
El humanista y artista
9.
Resumen de una vida ejemplar
10.
Obras del profesor Ch. Jakob
ABSTRACT. The present piece summarizes
a larger monographic study, as yet unpublished, produced in the Chair of
History of Science at the University of Buenos Aires during
the years 1964 and 1965. The hereby presented material is a biography of Professor
Christfried Jakob (1866-1956), eminent neuroscientist with an outstanding performance,
still poorly known abroad as he chiefly worked in an argentine neurobiological
tradition started in the eighteenth century (toward 1760), which due to Jakob's
contribution became known as Argentine-German neurobiological school. The
present biography nudely narrates the course of Jakob's life, entering neither
into technical neurobiological topics nor into the ones referred to the
brain-psyche relationships ("brain-mind issues"). The history of the
argentine tradition previous to Jakob, and the evolution and development of
Jakob's ideas in philosophical anthropology along his prolonged activity in Argentina
(1899-1956), are not either studied in this biographical article. For this electronic
version, several figures have been added while some of the images in the 1966 printed
edition have been manufactured again from the original documents.
RESUMEN. Se resume aquí una
monografía mayor, impublicada, producida en el marco de la Cátedra de Historia
de la Ciencia
de la Universidad
de Buenos Aires (profesor titular, Ingº José Babini) durante 1964 y 1965. Su
contenido consiste en una biografía del profesor Dr. Christofredo Jakob
(1866-1956), señero neurobiólogo con aportes de la mayor importancia mundial,
que largamente permanecieron poco divulgados debido a que su descollante
actuación transcurrió, mayormente, en una tradición neurobiológica latinoamericana,
a la que la literatura central sólo hacía referencias dispersas. Se trata de la
tradición, iniciada en el siglo XVIII (hacia 1760), que su aporte hizo conocer
como escuela neurobiológica argentino-germana. La presente biografía ofrece el
relato del cursus vitae de
Christofredo Jakob, sin ingresar en cuestiones técnicas neurobiológicas o
referidas a la relación psiquismo-cerebro, ni a la previa historia de la
tradición argentina en estas investigaciones, ni a la evolución y desarrollo de
las ideas de Jakob en materia de antropología filosófica a lo largo de su
prologada actividad en la
Argentina (1899-1956). Para esta versión electrónica se añadieron
más imágenes y algunas de las figuras de la impresión de 1966 han sido manufacturadas
otra vez a partir de los documentos originales.
Proemio
Para los que, fuera de un fugaz
contacto personal, sólo conocíamos a Jakob a través de su prestigio y de su
fama, este libro nos pone en presencia de una figura humana, viva, de una dimensión
que trasciende la del científico especialista; de una figura en la que mano y
mente, saber y acción, se conjugan y armonizan, para quien el dibujo y la
música no tienen secretos, para quien los grandes biólogos y sus conquistas le
son tan afines como Goethe, Kant y Wagner.
No en vano el centro de sus
investigaciones científicas, la biología del sistema nervioso y en especial del
cerebro y del aparato cortical, aluden al órgano más específicamente humano.
Basta darle una ojeada a la bibliografía de Jakob de casi 200 títulos paciente
e inteligentemente compilada por Orlondo, para advertir la gama de intereses de
Jakob y la variedad de sus contribuciones científicas. Mi recuerdo personal es
precisamente de una conferencia acerca de la necesidad de fiscalizar las
reservas acuáticas andinas en la República Argentina, en la que Jakob puso en
evidencia su conocimiento directo de la región cordillerana, de la cual fue
descubridor y explorador y que recorrió con la pasión de un creyente en la
"religión de la naturaleza", entendida ésta en el sentido hipocrático
como índole y esencia de todas las cosas y del hombre.
Esta biografía de Jakob constituye
sin duda una valiosa contribución al conocimiento de un capítulo importante de
la historia de la ciencia en la
Argentina, que une a su valor documental el cálido aliento
de humano afecto con que el autor envuelve a la figura del sabio.
J. Babini
Prefacio
En
este volumen procuro ofrecer aspectos generales de la vida y obra de
Christofredo Jakob, figura cumbre en la neurobiología argentina, y en la más
extensa acepción del vocablo, biólogo insigne. Hago coincidir su publicación
con el año del centenario de su nacimiento intentando, a la par, que las
páginas que lo componen cobijen una evocación y un homenaje.
Poco
después de su fallecimiento en 1956 y asumiendo la forma de notas necrológicas,
fueron apareciendo una serie de artículos firmados por distinguidos
universitarios que habían sido discípulos del sabio, patentizándose, en cada
una, el afán de poner en relieve los rasgos singulares de su eminente personalidad
y de subrayar la importancia de sus ideas, doctrinas y trabajos, forjados a lo
largo de casi setenta años de inagotable y fecunda actividad.
Firmemente
convencido de que, en mérito a lo dicho, Jakob es merecedor de integrar la
nómina de los protagonistas de la
Historia de la
Ciencia, pedí al ingeniero José Babini, titular de esa materia
en la Universidad de Buenos Aires, la correspondiente autorización para redactar una monografía
en torno a la existencia de aquél. Sin reservas, Babini accedió a la demanda y
la citada monografía, aún inédita, es el fundamento, ampliado y actualizado del
presente aporte.
Concretarlo
insumió muchas horas de paciente búsqueda y de tramitación a veces farragosa.
Sin embargo, y a medida que ellas transcurrían, experimenté el estímulo y el
solaz que como algo misterioso va impregnando el ánimo de quien decide seguir
el curso de la vida de un hombre ejemplar y pone bajo su mirada atenta y sin
arrebatos la excelencia del esfuerzo.
Buena
cuota de información debí rastrearla en viejos "archivos",
"memorias", "boletines", "anales" y otros
repertorios de testimonio en dependencias universitarias de Buenos Aires, La Plata, Córdoba y Litoral. La
restante la recogí en otras instituciones oficiales y privadas del país o del
exterior, revisando antiguas colecciones de revistas dispersas en otras tantas
bibliotecas o bien apelando al recuerdo de sus familiares cuando no a la
clásica tradición oral, que circula en los ambientes donde un individuo
importante ejerció su faena.
Lo más
arduo de la tarea fincó en la confección de la lista completa de títulos de su
producción escrita y oral dirigida, como se verá, a los tópicos más diversos.
Puesto que Jakob nunca se preocupó demasiado por poner en orden y catalogar
los frutos de su trabajo articulados en la prensa científica y cultural o en
las salas de conferencia, es comprensible que hasta hoy se carezca del inventario
cabal de la nómina. Quien se interese por determinadas facetas personales de
Jakob disfrutará y aprenderá recurriendo a la lectura de la Revista Geográfica Americana, Anales de la Sociedad Científica
Argentina y del Instituto Popular de Conferencias, Riel y Fomento, Verbum y
otras.
La
intención que preside este trabajo apunta a mostrar a Jakob en su dimensión científica
y humanística total, soslayando – deliberadamente – el poner el acento sobre
vertiente alguna de su actividad en un cierto y particular ámbito. De esta
suerte queda anotado que apenas si se rozarán sus ideas a propósito de la
biología nerviosa.
Que el
empeño primigenio se haya materializado no es lícito, obviamente, que yo lo
juzgue; más lo honrado del impulso me da valor para solicitarle al ingeniero
Babini, conocedor profundo de la historia científica y universitario
relevante, los párrafos iniciales de este libro. Se los agradezco.
En la
cosecha de antecedentes, noticias, testimonios y compilación bibliográfica
conté con la ayuda eficiente y cordial de muchos. Ante la imposibilidad de
nombrar a todos debo limitarme a formular mi genuino reconocimiento al Sr.
Gietz, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas, mediante cuya intervención la Universidad de Erlangen suministró datos de interés; a la afabilidad, competencia y
constancia diariamente puesta a prueba por todo el personal de la Biblioteca de la Facultad de Medicina de Buenos
Aires, institución que durante un prolongado lapso fue para mí una especie de
campo de operaciones: su director, el Dr. Horacio H. Hernández, espíritu inquieto,
ilustrado y generoso y los Sres. Uzal, Fernández y Ribon y las Sras. de Sansat
y Galeano, así como el plantel de funcionarios de dicha dependencia obligan mi
particular gratitud.
En un
determinado momento creí en la imposibilidad de que este trabajo se publicara y
seguramente tal hubiese sido el caso de no mediar la intervención personal y
efectiva del Dr. Walter Jakob que solventó los gastos que hacerlo supone y que
conjuntamente con su hermano el Dr. Ricardo Jakob me brindaron apoyo y
confianza, gestos todos que exceden el mero agradecimiento verbal.
La
Srta. María Estela Cajigal
desinteresadamente me ayudó en la corrección de las pruebas de imprenta.
Introducción
El
intento, de poner en claro el origen y el curso ulterior de los estudios e
investigaciones neurobiológicas que en la
Argentina se registran, hace insoslayable una inmediata
referencia a la figura de Christofredo Jakob, a punto tal que ni se yerra ni se
exagera afirmando que no solamente es el representante más señero de esa
ciencia, sino que, en rigor de verdad, a lo largo del medio siglo de vida a
ella consagrado viene a resultar que en nuestro país Jakob y neurobiología
aparecen como palabras homólogas.
Que
otros hombres contribuyeran en la dura tarea de forjarla, y que en la inmensa
mayoría pertenecen a su escuela, no impide advertir que directa o
indirectamente lo esencial de tal obra es producto de su solitaria y formidable
faena personal a la cual concurrieron una inteligencia luminosa, cuantiosa suma
de información intelectual y capacidad de trabajo prodigiosa, virtudes y
atributos propios de los grandes hacedores.
Paulatinamente
comenzó a despertarse la curiosidad y el interés en un grupo de universitarios,
principiantes unos y prestigiosos otros, que atraídos por métodos de estudio y
enseñanza absolutamente nuevos para el medio se fueron acercando al joven sabio
alemán. Surgen así las primeras tesis doctorales y profesorales, cuidadosamente
prohijadas por Jakob, y otras publicaciones de aliento que, insensiblemente,
hacen del Laboratorio del Hospicio de las Mercedes un centro científico de gran
categoría y de trabajar a la vera de su Jefe, un timbre de orgullo.
Todo
empezó en el Laboratorio creado a instancias de Domingo Cabred, profesor titular
de Clínica Psiquiátrica de la Universidad
de Buenos Aires, materia que se dictaba (como hoy) en edificios del Hospicio de
las Mercedes. Posteriormente y ya desvinculado de la Facultad de Medicina, a
Jakob se lo contrataría como Director del Laboratorio del Hospital Nacional de Alienadas,
cargo que habría de desempeñar desde 1912 hasta 1945.
Fue además
el primer catedrático titular de Biología de la Facultad de Filosofía y
Letras de Buenos Aires y con rango igual se lo nombró en la de Biología y
Sistema Nervioso y Anatomía y Fisiología Patológica de la Universidad de La Plata, cátedras también
inauguradas por Jakob.
En las
páginas que siguen procuraré trazar un perfil de su vida y del significado de
su producción escrita, que incluye estudios neurobiológicos, zoológicos,
botánicos, paleontológicos, geográficos, hidrobiológicos, embriológicos, de
anatomía normal y patológica general y nerviosa, histofisiopatológicos, neurológicos
y psiquiátricos, psicológicos y filosóficos, entre otros. De la nómina se
desprende la influencia que la obra de Jakob ejerce en el inventario científico
nacional, en el cual y por espacio de alrededor de cincuenta años fue uno de
sus más selectos representantes. El futuro ratificará que Jakob y su obra
entera señalan por sí solos un jalón inconmovible en la historia de la ciencia
argentina y su nombre es símbolo de genio y
sabiduría.
Estimo
urgente una acotación substantiva: sesenta años de plena dedicación a escrutar
los aspectos más complejos del sistema nervioso del hombre y de los animales
razonablemente inducen a asignarle el calificativo, en la actualidad muy en
boga, de "especialista". El monto y la variedad de los tópicos acometidos
por Jakob y la actitud mental que presidió su labor en toda su vida lo hacen
inapelablemente ajeno a la peyorativa acepción que a ese término le propina Ortega
y Gasset, vocablo con el que alude, tan dura como cabalmente, a una limitada expresión
humana de no peregrino hallazgo en la ciencia contemporánea. Christofredo Jakob
es, con exactitud, todo lo contrario.
Durante
el transcurso de las últimas décadas del siglo anterior, quienes a cargo del
gobierno del país estaban procuraron llevar a cabo una política tendiente a
superar el estancamiento e inclusive hasta la ignorancia cultural y científica
en que la mayoría de sus instituciones se desenvolvían. Se hacía premioso no
tan sólo organizar los sistemas de enseñanza elemental y superior sino
también, a la par, ir levantando los cimientos en los que se apoyarían los
futuros estudios e investigaciones especializadas, con la finalidad de remediar
las insuficiencias que se padecían como paso previo e ineludible al logro de
las metas a que se aspiraba.
Tremendos
obstáculos se oponían al ambicioso y fecundo proyecto: posibilidades económicas
exiguas, ausencia de conciencia pública ante las demandas que el grado de
civilización imponía, y una franca penuria de individuos a cuya idoneidad y
sabiduría confiar la realización de tamaña empresa. Se contaba, es verdad, con
el aporte de un pequeño grupo de autodidactos eminentes, trabajadores
infatigables y auténticamente visionarios: Francisco Moreno, Muñiz y Ameghino
entre otros muy pocos. Pero la nómina terminaba allí.
Tal
vez a Sarmiento más que a nadie le corresponde haber iniciado la incorporación
de hombres de ciencia extranjeros a nuestra cultura. En este sentido y como
ejemplo, aparece el compromiso realizado con el sabio astrónomo norteamericano
Benjamín Gould: precisamente el día del aniversario de su advenimiento a la
presidencia de la
República, 12 de octubre de 1868, le escribe comunicándole
que promulgada ya la ley por la cual se crea el Observatorio de Córdoba,
aguarda su llegada para designarlo como primer director del mismo. La inauguración
tuvo lugar dos años más tarde: desde esa fecha hasta 1885 en que Gould se alejó
de la Argentina
se cumplió la magna tarea de extender y completar, de un golpe, los conocimientos
acerca del cielo austral.
De
esta suerte y en dimensión parecida a lo que ocurrió en astronomía, en el campo
de las ciencias naturales existía, al despuntar el siglo, una excelente
tradición a la que contribuían, trabajando al lado de ilustrados científicos
venidos de otras tierras, un discreto núcleo de estudiosos argentinos, todos
concurriendo al acrecentamiento del saber del país.
En la
misma España, la deslumbrante obra de Ramón y Cajal incitaba la labor de algunos
jóvenes discípulos, dedicados a la pesquisa de los secretos que el aparato
nervioso encierra. En Italia trabajaba el gran Camilo Golgi, en Francia la
escuela de Déjérine: la de Hughlings Jackson en Inglaterra conjuntamente con el
fisiólogo Sherrington. En Alemania los Flechsig, Kölliker, Nissl, Brodmann,
Vogt y otros sabios, paciente e incesantemente construían los cimientos de la
neurología y neurobiología contemporánea; y de laboratorios, institutos y cátedras
universitarias surgía enorme cantidad de conocimientos en torno de la
morfofisiología nerviosa normal y patológica, sin cuyo concurso la neurología,
psiquiatría y psicología no son otra cosa que meras formulaciones verbalistas.
Esta era, casualmente, la situación que a fines del siglo imperaba a veces
entre nosotros; en la Facultad
de Medicina, por ejemplo, la enseñanza de la patología nerviosa y mental estaba
circunstancialmente reducida a repetir, no muy puntualmente por cierto, las
observaciones de la clínica francesa. Ese tipo de instrucción, puramente
nosográfico y sin que se tuviera en cuenta el resultado del examen del enfermo
puesto que era producto de la especulación teórica, duró hasta que el sucesor
de Lucio Meléndez, el profesor Domingo Cabred, imprimió, a partir de 1893, un
nuevo rumbo al sistema didáctico: el que necesariamente emana del aprendizaje
y adiestramiento clínico, la ordenación y síntesis de los síntomas y signos
característicos de cada enfermo.
Domingo Cabred (1859-
1929)
La
genial intuición de un hombre, el profesor Cabred, realizó la hazaña; y si es
verdad que buena parte de lo que en neurobiología se hizo en el país es fruto
de la obra de Jakob, no lo es menos que sin Cabred, Jakob no hubiese trabajado
aquí y que con toda probabilidad muchos años transcurrirían antes que un
ejemplar de su estatura laborara entre nosotros. Conviene, entonces, hacer un
poco de historia a propósito de la manera como se gestó su contratación.
En
1896 Cabred decidió un viaje a Europa y particularmente se interesó por el
régimen y método con que la enseñanza de la psiquiatría se encaraba en Alemania. Le impresionó en
particular el estilo que en la
Universidad de Giessen imprimía el profesor Sommer a su
cátedra. Persuadido como estaba de necesitarse la impostergable corrección de las omisiones y defectos que en la enseñanza de
la materia la Universidad
incurría, y también convencido de que el progreso genuino solamente
fructificaría – tal como acontece en otras ramas de la medicina – apelando al
estudio exhaustivo de la organización anatómica de cuya indemnidad depende el
normal funcionamiento nervioso, sabía perfectamente que todo estaba por hacerse
en Buenos Aires: fundar un centro adecuado a las necesidades inmediatas y
simultáneamente tramitar la contratación de un hombre dispuesto a dirigirlo,
haciéndose responsable de una ingente función tal como sería la de ponerlo en marcha, proyectar los estudios,
colaborar en la instrucción de estudiantes y profesionales y demás detalles.
El 30
de octubre de 1896 se dirigió por escrito al decano de la Facultad, profesor Montes
de Oca, exponiendo sus ideas y preocupaciones, sugiriéndole se accediera a
contratar un especialista en neuroanatomía. Precaviéndose de alguna eventual
objeción de índole monetaria no trepidó en ofrecer su sueldo para allanar
dificultades, si ese fuere el caso. Como se verá, su insinuación tuvo éxito y
fue elegido para desempeñar el cargo de investigador un hombre que años
después alcanzó mundial nombradía: el profesor Max Bielchowsky.
A
pesar de la buena voluntad puesta de manifiesto, determinadas especificaciones
insertas en el pacto a firmarse, a las que Bielchowsky opuso reparos, hicieron
imposible el acuerdo. No por esto desistió Cabred en sus afanes y entonces
acudió al consejo de un clínico y profesor ya célebre, el Dr. von Leiden. Este
le señaló a un joven médico, a la sazón primer ayudante de otro grande,
catedrático en la
Universidad de Erlangen y figura cumbre de la medicina alemana.
En efecto: el profesor von Strümpell – puesto que de él se trata – tenía por
íntimo y dilecto colaborador al Dr. Christofredo Jakob, con quien había
publicado unos mapas murales neurológicos, ampliamente conocidos en toda Europa,
que generaciones enteras usaron para su mejor ilustración. Además, von Strümpell
había prologado el primero de los libros de Jakob, texto fundamental para la enseñanza,
editado en 1895, vale decir cuando todavía no había cumplido treinta años de
edad.
Digamos
al pasar que, de no ser Domingo Cabred acreedor del homenaje de reconocimiento
y gratitud que unánimemente la República le dispensa en mérito a su gigantesca
obra de planificador y realizador de todo un sistema asistencial hospitalario,
en el cual el correspondiente a la alienación mental marca una etapa de difícil
superación, el haber provocado una innovación en el sistema de enseñanza
neuropsiquiátrica y, al mismo tiempo, bregar por la incorporación de un hombre
como Jakob que influyó decisivamente en nuestro quehacer científico, constituirían
argumentos suficientes como para que y por sí solos suscitaran nuestra
admiración y respeto.
Delante
de la verdad los dioses pusieron el sudor
(Hesíodo)
Formación en Alemania
En el
hogar que en una pequeña aldea del sur de Alemania (Wërnitz-Ostheim) habían
fundado Godofredo Jakob y Babette Körber, el día de Navidad de 1866 nació un
niño a quien sus padres, homenajeando la fecha, pusieron el nombre de Christfried,
que después, al nacionalizarse argentino, devendría Christofredo.
De
acuerdo con la tradición debió seguir estudios teológicos, pero su padre,
maestro y hombre de gran cultura, respetuoso y comprensivo de la singular inclinación
que el hijo denotaba por los seres y cosas de la Naturaleza, no se opuso
e inclusive lo encaminó hacia la medicina. Contó para ello con la ayuda de un
cuñado, ya médico, años más tarde destinatario de la dedicatoria con que Christfried
encabezará su tesis doctoral.
En el
libro "Perfiles de Psicólogos Argentinos" su autor, Italo Foradori,
comete un error cuando afirma que Jakob abandonó la carrera sacerdotal: por
referencia familiar nos consta que eso no coincide con la verdad.
Si
grande era la afición por el mundo de lo natural, también lo era el apego que,
desde su niñez, demostró por la música y el dibujo. Aquella fue, tal como lo
veremos posteriormente, el íntimo refugio de su gran espíritu y la fuente de
regocijo mayor y de sereno sosiego. Cultivando el segundo llegó a ser casi un
profesional, puesto que así lo parecía cuando, empleando la tinta, el lápiz o
la tiza, ora en sus trabajos escritos, ora durante sus clases y conferencias,
los trazos, esquemas y bocetos alcanzaban poco menos que la perfección. No deja
de ser llamativa esta disposición por el dibujo que muy frecuentemente tienen
en común los anatomistas e histólogos más famosos, Ramón y Cajal y del Río Ortega
por ejemplo.
De lo
dicho surge como probable que esas propensiones, que desde su temprana juventud
evidenció Jakob, disimularan alguna desesperanza de la familia ante el
abandono del largamente acariciado proyecto teologal.
Un
certificado que data de los años del pasaje por el "gimnasio" y que
firma el Rector Fries (Augsburg, 1886) dice: "Distinguido por múltiples
dotes, no solamente satisfizo a sus maestros en todas las materias del plan
obligatorio con su trabajo, interés y espíritu de observación y superación,
sino que inclusive desarrolló sobresaliente actividad en campos afines. Es de desear
que sus estudios ulteriores sigan una norma directriz y no se malogre por
exceso de propósitos". No le faltó intuición al buen rector y a fe que el
alumno no lo defraudaría.
Algunos datos biográficos de Jakob enviados al
Sr. Gietz (CAICyT) desde la Biblioteca de la Universidad de Erlangen
El 13
de noviembre de ese mismo año se inscribió en la Facultad de Medicina de la Universidad de
Erlangen correspondiéndole la matrícula nº 67. El Decano de la Facultad era el Prof.
Heineke, cirujano famoso, y el claustro de docentes lo componían, entre otros:
von Gerlach (anatomía), von Zenker (anatomía patológica), Rosenthal
(fisiología), Everbusch (oftalmología), Penzoldt (farmacología), Zweifel
(ginecología y partos), Fleischer (clínica propedéutica), Kiesselbach
(otorrinolaringología), y von Strümpell (patología especial y terapéutica). El
gran zoólogo y embriólogo Selenka, catedrático de estas materias en la Facultad de Filosofía,
era simultáneamente decano de la misma y sabio al que Jakob dedicará un
emocionado recuerdo en uno de sus libros.
No
habían transcurrido aún cuatro años cuando el tribunal de calificaciones universitario,
reunido el 18 de junio de 1890, se integrado por los profesores von Strümpell,
von Heineke, Rosenthal y Penzoldt y con la Presidencia del ahora
decano Everbusch, otorga a Christofredo Jakob el título de médico, conceptuando
que el examen de promoción fue "sehr
gut" ("Muy bien"). Debo agregar que su maestro de Psiquiatría
fue el célebre Anton Bumm, a su vez discípulo del no menos famoso von Gudden,
de Munich, trágicamente desaparecido durante un episodio en el que intervino
un psicópata: el Rey Luis II de Bavaria.
De
inmediato procedió a escribir su Tesis Doctoral, que versa sobre Aortitis syphilitica y que dedicó a su
tío materno, el Dr. Körber, aquel que cooperó con el padre de Jakob durante sus
primeros pasos estudiantiles. El trabajo es meduloso, consta de treinta macizas
páginas y en una de las mismas recuerda con admiración y afecto a quien lo guiara
como padrino, el profesor von Zenker. Sin más trámite se incorporó a la Clínica Médica
y Policlínica Universitaria de Erlangen, dirigida por uno de los más conspicuos
médicos europeos, el profesor Adolfo von Strümpell, de profunda gravitación en
la carrera y obra inicial de Jakob. Es así que en el semestre de verano de 1892
fue segundo asistente del maestro Strümpell y en 1893 lo encontramos en calidad
de asistente primero. De la opinión que el Director tenía de su ayudante
principal es claro testimonio un escrito que, firmado por él, está fechado el 5
de junio de ese año: "El Dr. Jakob actúa desde marzo de 1892 en nuestra
Clínica. Ya durante sus estudios así como en el curso de un viaje de cuatro
meses que en calidad de becario realizara y, en fin, a lo largo de su actuación
como médico asistente, mostró siempre contracción al trabajo y dedicación
médica y científica, de modo tal que no solamente dispone de base amplia para
el examen del enfermo, sino también para toda investigación microscópica,
química y particularmente bacteriológica. Lo considero apto para tomar la Dirección de una
Clínica Municipal".
Página inicial de la tesis doctoral de Jakob
(1891)
Plantel profesional de la Clínica Universitaria
de Erlangen en 1893. Chr. Jakob figura como primer asistente de von Strümpell. Publicación
de la Universidad
de Erlangen.
No
cabe duda que apenas cumplidos los veintisiete años de edad Jakob era poseedor
de una formación científica solidísima y merecedor de la confianza de von
Strümpell quien, como en general sus grandes contemporáneos, no arriesgaban
elogios ni benevolencias sin que previo a ello estuvieran acreditadas muy
firmes seguridades. Pero, y tal como era previsible, la fe del profesor von
Strümpell recibió ratificación, como se manifiesta al aceptar la redacción del
prólogo para el primero de los libros de Jakob (Atlas der Gesunden und Kranken Nervensystems nebst Grundriss der Anatomie,
Pathologie und Therapie desselben) que editara Lehmann, de Munich, en 1895
y que, como lo adelantamos, fue acogido con beneplácito unánime en los
ambientes médicos y rápidamente traducido a varios idiomas. Uno de sus hijos
conserva los dibujos y esquemas originales, confeccionados en tinta y destinarlos
a ilustrar el texto, siendo notables la belleza y exactitud con que están
trazados. Y como si esto no fuera suficiente evidencia de la privanza que
Jakob gozaba de parte de su maestro, anotemos que al decidir Strümpell la
publicación de los Neurologische Wandtafeln,
láminas de pared más tarde famosas ya que de ellas se sirvió, por decenios, la
enseñanza universitaria de la neurología, concedió a su discípulo dilecto el
honor de hacerlo colaborador en esa obra. Todavía conservamos algunos de los
"mapas" citados en el viejo Hospicio de las Mercedes y prestan
eficaces servicios didácticos.
Firmas de von Strümpell y de Jakob
En
1894 y firmado también por von Strümpell, aparece un trabajo de importancia decisiva
en neurología (Deutsch. Z. f. Nerv. Heilk. 5:225) y la enfermedad allí
descripta inscribe el nombre del autor en la nómina bibliográfica; o sea, la paraplejía familiar de Strümpell. Lo que
ahora interesa es que el estudio histopatológico completo lo realizó Jakob y
por vez primera se describe la porción crural de la vía piramidal. Un año más
tarde, Jakob publica sus investigaciones acerca del modo como se enlazan en el
tálamo las fibras del llamado lemnisco medio (Neur. Central, 11:308)
concluyendo que este sistema se extingue en los núcleos basales de dicho
ganglio, confirmando las ideas de Mahaim, von Monakow, Bechterew y Bielchowsky,
por entonces materia de hondas controversias. El neuroanatomista Earl Walker
cita ese trabajo… pero escribe el
apellido de Jakob con la letra c.
Ilustración de Jakob empleada en las
traducciones y ediciones del Atlas
posteriores a 1895
Estos
y otros estudios originales, que la índole de esta biografía no permite
atender, hicieron que a pesar de sus escasos treinta años Jakob gozara ya de
gran prestigio. Al mismo tiempo, el ejercicio de la profesión en Bamberg le
proporcionaba óptima situación económica; pero todo eso no alcanzaba a
satisfacer sus inquietudes científicas ("que no las universitarias"
escribe el mismo Jakob) en razón del escasísimo número de necropsias cerebrales
con que anualmente contaba: a lo sumo dos o tres encéfalos cada año. Muy pocos
en verdad, para satisfacer las inquietudes del joven investigador, ocupado por
entonces en otro libro (Atlas der
Klinischen Untersuchungsmethoden und der Speziellen Pathologie und Therapie
der inneren Krankheiten), tan exitoso como el que viera la luz en 1895.
Ante
perspectivas tan limitadas, debemos admitir como probable que la primera de
las entrevistas, realizadas con Domingo Cabred con miras a concretar el
ofrecimiento de un contrato que Bielchowsky desechara, giró en torno de las
posibilidades estrictamente científicas que en Buenos Aires se le ofrecían. A
determinada altura de la conversación Jakob preguntó acerca del número
aproximado de autopsias que podría disponer anualmente y la respuesta de Cabred
lo dejó atónito: alrededor de unas trescientas.
Afirma
Ortega y Gasset que una de las situaciones más conmovedoras a que el hombre se
ve abocado, en el curso de su existencia, es aquella que coincide con el
instante en que, en virtud de la resolución íntimamente forjada, escoge un
camino definitivo por el cual deberá transitar su actividad a partir del mismo
en adelante. Es ahora cuando Jakob, prescindiendo de ciertos aspectos formales
a los que Bielchowsky no se allanó y que hacían del contrato algo realmente riguroso
e inapelable, y sin importarle los riesgos que necesariamente entrañaba el
traslado a un país desconocido en el medio en que él actuaba, no trepida en
adoptar una categórica determinación: aceptar.
José Ingenieros (1875-1925) fue uno de los primeros discípulos de Jakob.
Alicia Moreau de Justo (1885-1986) fue una brillante alumna, que durante sus
estudios de magisterio había sido puesta por Eduardo L. Holmberg en contacto
con la idea de que las sociedades humanas evolucionan dentro de leyes
biológicas especiales, como lo son las leyes económicas, y durante el 5º año de
la Escuela Normal
estudió un año de psicología escuchando las clases libres de Horacio G. Piñero,
sobre psicología moderna, y Nicolás Matienzo, sobre Lógica en la Facultad de Filosofía y
Letras. Completó la carrera de medicina (1907-1914) y dictó cursos de
Fisiología en La Plata
(1915), apartándose después de los estudios biológicos.
Hemos
mencionado ya la carta de Cabred al Decano Montes de Oca. Consecuencia de la
misma es una comunicación que con fecha 3 de septiembre de 1898 y firmada por
el Rector de la
Universidad de Buenos Aires, Don Leopoldo Basavilbaso, es dirigida
al sucesor de Montes de Oca, Dr. del Arca. Se le hace saber que el 1ro
de ese mismo mes el Ministro de Instrucción Pública de la Nación, Dr. Osvaldo
Magnasco, ha solicitado del titular de Relaciones Exteriores y Culto, don
Amancio Alcorta, que por intermedio del representante diplomático argentino en
Alemania, Dr. Ricardo Seeber, se proceda a contratar un jefe de laboratorio para
la Cátedra de
Clínica Psiquiátrica de la Universidad. Ausente Seeber, su reemplazante el
Dr. Carlos Calvo cumple con lo indicado por sus superiores y llegamos al 17 de
marzo de 1899, fecha en la cual el Superior Gobierno de la República y
Chrisfried Jakob se vinculan jurídicamente por un lapso de tres años.
Varias
son las cláusulas: sueldo de cuatrocientos pesos nacionales por mes, las siguientes
más o menos de rutina. Pero la 9a es tajante, puesto que la Facultad se reserva el
derecho de rescindir el pacto en cualquier momento y sin que quepa otra indemnización
que la del pago del pasaje de retorno a Jakob y dejándose expresamente aclarado
que el ejercicio de sus actividades profesionales dependerá exclusivamente de
las exigencias que el profesor de la cátedra formule.
Todo
es aceptado y entonces el ministro Magnasco dispone el giro de mil nacionales
para costear el viaje. Urgido por Cabred el flamante contratado apronta sus
cosas y sugiere se compren elementos de trabajo científico indispensables para
la tarea que se avecina. La orden no se demora y Cabred autoriza que mediante
la intervención de la Casa A. Etchepareborda en Berlín se adquieran,
entre otros instrumentos, dos aparatos de proyección, otros tantos para
fotografía, micrótomos, microscopio y colorantes histológicos. Como se desprende
de esto, la carencia era pronunciada.
Tan
deprimente era el estilo que al iniciar el siglo los estudios sobre el sistema
nervioso aún a veces trasuntaban, que nada más objetivo que la mención de una
nota aparecida en Anales del Círculo
Médico Argentino (1902:25, 285) firmada por "Neurón" (¿A. Corbellini?).
Se glosan unas conferencias que Alejandro Tedeschi dictaba en el laboratorio
del Hospital de Alienadas de la
Capital – a doscientos metros del laboratorio que Jakob
dirigía desde tres años antes – y el autor, cáusticamente, pone el acento sobre
el hecho de no existir un solo preparado que documentase las charlas para
mínima ilustración de los oyentes.
Próximo
el día de la partida, Jakob y su familia viajan al puerto de embarque, pero antes
de llegar a Hamburgo se mune de un diccionario alemán-portugués (sic) que
cambiará por otro en español al serle advertido el error, no muy
infrecuentemente cometido aun en estos tiempos por los habitantes de aquellas latitudes.
Primera etapa en la
Argentina
Un
frío 17 de julio de 1899 arriba a nuestro país, alojándose provisoriamente en
unas modestísimas dependencias del Hospicio de las Mercedes. Se hizo necesaria
la mediación de Cabred ante el Intendente de la Capital, Sr. Bullrich,
para que Jakob viviera en el Establecimiento, ya que hasta 1904, año en que
pasó a jurisdicción nacional, el Hospicio dependía del Municipio.
La
labor de Jakob comenzó puntualmente. Y es de imaginar el monto de las dificultades
que aquí habían debido vencerse, para prepararle en 1898 el edificio destinado
a substituir lo que debió ser una caricatura de laboratorio – a pesar de que
Cabred, conforme a una nota elevada en noviembre de 1893 a la Asistencia Pública,
ponía en conocimiento que el Hospicio contaba entonces "con un museo de
antropología y patología". Se dice que las primeras autopsias, décadas
antes, se habían practicado en un derruido cuarto de baños; el denuedo del
profesor y su sagaz intuición promoviendo esfuerzos logró que al cabo de unos
años lo que comenzó precariamente se transformara en un auténtico instituto de
investigación, no superado por ninguno en Iberoamérica y por muy pocos en el
mundo.
El edificio del Laboratorio en 1900. En la
actualidad permanece igual, con el agregado de dos dependencias en cada ala.
Para la presente versión electrónica se reprodujo otra vez la fotografía original.
Puede
suponerse que la redacción de una biografía expone al autor, empujado por la
admiración, a caer en el desmesuramiento al evaluar la diligencia de quien la
protagoniza. El peligro se elude remitiéndose a la narración de los hechos tal
cual constan, por escrito, en las que son sus fuentes informativas. Así es que
de una memoria que Cabred elevara a la Facultad en 1901 se extrae que, en el plazo de
dos años, contados a partir del momento que Jakob se encarga del Laboratorio,
en los archivos y armarios se guardan veinticinco mil seiscientos treinta
cortes histológicos (diez y siete mil doscientos sesenta de sistema nervioso
normal, cuatro mil seiscientos veintidos de patología y anatomía comparada y
tres mil setecientos cuarenta y ocho de embriología). Por otra parte se
confeccionaron quinientas piezas macroscópicas y alrededor de mil fotografías.
Sobre mielinización hay cinco series completas, a razón de doscientos cortes
cada una, habiéndose estudiado ciento cuarenta y dos cerebros provenientes del
Hospicio y once traídos desde el Pirovano por el Profesor Gregorio Aráoz
Alfaro. Tomando en cuenta que el contrato obligaba a Jakob a la asistencia de
los internados paralíticos y de los idiotas y que su fama al ir trascendiendo
incitaba el creciente interés de distinguidos universitarios, deseosos de
aprender sus enseñanzas e iniciarse en la difícil tarea de la investigación
metódica, no hay mayor impedimento para que, aun el ignorante en estas cosas,
advierta que lo realizado por Jakob en un par de años llena la aspiración de
muchos en toda una vida.
Pocos años tras su llegada, Jakob al sol
corta un cerebro a mano alzada en la balaustrada del Laboratorio.
Quienes
alguna vez pasaron por un centro de estudios neurológicos de sobra conocen la
complejidad de las técnicas microscópicas y los escollos que deben salvarse
antes de obtener una decena de preparaciones excelentes, que demandan muchas y
largas horas de trabajo paciente y prolijo. Añádase que por entonces Jakob no
tenía técnicos en histología y su único ayudante era un sirviente sin
idoneidad, y recién entonces cabrá formarse una imagen nítida de su obra – para
lo cual basta con efectuar una simple división entre el total de preparaciones
y los veinticuatro meses que hacerlas reclamó. El resultado es sorprendente.
Amancio Alcorta hijo
(1842-1902), canciller que tramitó la venida de Jakob; José Tiburcio Borda (1869-1936), discípulo de
Jakob, y Mariano Alurralde
(1873-1944), discípulo de Richard Sudnik y Christofredo Jakob.
La
nómina de profesionales que paulatinamente se fueron agregando al laboratorio incluye
a lo más selecto de la época y conforman una saga de profesores relevantes:
Amable Jones, Pérez, Torrent, Nocetti, Schoo, Leandro Valle, José T. Borda,
Mariano Alurralde, Peralta Ramos, Obarrio, Erausquin, Demaría, Aráoz Alfaro,
José Ingenieros, Clemente Onelli, Subirá, Pablo Barlaro, Tamini, Baliña, José Arce
(tío materno de Braulio Moyano) y otros tantos. Con el auspicio de Jakob van
apareciendo trabajos de enjudia o tesis como las que se enumeran:
Borda — Centros nerviosos medulares
Valle — Topografía espinal
Demaría — Estudios experimentales sobre los núcleos oculomotores
Noceti — Vías ópticas
Corbellini — Tumores del cerebelo
Pérez — Atlas del oído y del cerebro
Amable Jones —
Tumores cerebrales
Obarrio — Localizaciones medulares
Borda — Histopatología de la parálisis general
Peralta Ramos
— Histopatología e histogénesis de
los tumores del ovario
Erausquin — Embriología dentaria
Independientemente
de estas labores de apadrinamiento y guía, coopera con los estudios que los
profesores Estévez, Herrera Vegas, Cranwell y Aberastury van concretando en
sus cátedras. Insatisfecho, sin embargo, se propone dictar cursos sobre embriología
y ciencias afines en la
Facultad, asignaturas de las cuales pocas nociones se tenían.
La suerte que a su inquietud le tocó será materia que en páginas posteriores
detallaremos.
Clinica de Psiquiatría
Anatomía normal y
patológica del sistema nerviosa en sus relaciones con la psiquiatría -
Conferencias del Dr. Jakob
I
— Los métodos de investigación en el estudio del sistena nervioso.
II
— Anatomía y fisiología de los centros y haces inferiores — a) médula espinal —
b) médula oblongada y cerebelo — c) cuerpos cuadrigéminos.
III
— Anatomía y fisiología de los centros
IV
— Desarrollo embrionario de los hemisferios cerebrales. — Anatomía comparada de
los hemisferios cerebrales.
VI
— Centros y haces de proyección y asociación.
VII
— Psique y cerebro.
VIII
— Histología normal de la corteza cerebral.
IX
— Histología patológica general de la corteza cerebral.
X
— Enfermedades de la médula espinal en los alienados.
XI
— Alteraciones en la marcha del desarrollo embrionario del cerebro. Idiotismo,
imbecibilidad, epilepsia congénita.
XII
— Enfermedades cerebrales orgánicas. Tumores, porencefalias, encefalitis, etc.
XIII
— Sífilis cerebro-medular.
XIV
— Parálisis general progresiva.
XV
— Demencia senil y secundaria.
XVI
— Locuras tóxicas. Alcoholismo, saturnismo, etc.
Curso
dictado por Jakob en 1901.
En
tanto, ya había publicado aportes sobre: "Examen microscópico de la pieza
cutánea del Grypotherium domesticum",
"Desarrollo de la corteza cerebral", "Lecciones sobre anatomía y
fisiología nerviosa", "Fisiología y patología de los reflejos cutáneos
y tendinosos", "Contribución a la anatomía patológica de la forma
letal del coup de chaleur", "Estudio sobre el estado de la leucocitosis"
y "Estudios anatomopatológicos de la acción del alcohol sobre los centros
nerviosos". Cursillos, clases, conferencias, mostraciones y, en fin, todo
lo que iba edificando los cimientos del edificio en que el saber neurobiológico
del país se asentará.
Sala de microscopía del laboratorio de Jakob en el Hospicio de las
Mercedes en 1900 (imagen tomada del original para esta edición).
El
plan de trabajo, cuidadosamente trazado en aquél su primer libro editado en Alemania,
se cumplía estrictamente. Y de sus frutos se enriquecían sus conocimientos y a
la par, el del pequeño círculo de compatriotas que se iniciaban a su lado. No
es sorprendente que, cercano el vencimiento su contrato, el 14 de septiembre
de 1901 la Universidad
decidiera renovarlo: 800 pesos de sueldo pero, ahora, además debería dirigir la
investigación anatómica en la cátedra que en el viejo Hospital San Roque estaba
a cargo del gran Ramos Mejía. En junio había pedido que al rendir examen de
reválida se lo eximiera de las materias que específicamente él enseñaba o de
las que de alguna manera tenían relación con éstas. Parece que la Facultad no lo entendió
así y desechó su solicitud. Igual suerte corrió cuando se ofreció a dictar un
curso semanal de dos horas para los alumnos del séptimo año cuya preparación
era pésima. Cabred lo apoyó pero la Comisión de Enseñanza (abril 24 de 1901) no
atendió el requerimiento en mérito a "La extensión que se propone
dar". A cambio de oficializar el ciclo, se propone que Jakob lo dicte en
forma libre. Así se hizo y con gran éxito concurrieron varios graduados y
docentes. Treinta y cinco años después volverá sobre el particular y en una conferencia
en la
Asociación Médica Argentina que trató sobre "La enseñanza
universitaria de la anatomía cerebral" sometió a crítica severa no
desprovista de buen humor e ironía lo que justicieramente puede conceptuarse
como testimonio de rigidez y atraso. Allí recordaba que un académico de esas
épocas con mayor frecuencia entendía más útil el examen del sedimento urinario
que (textualmente) "esa música celestial del cerebro".
Sala
de autopsias del Laboratorio en 1900 (ídem anterior). En el centro
registro, armario con instrumental, a la izq., un cadáver; el espejo muestra
noticias clavadas en la pared. Los cráneos (centro) y restos esqueléticos
(derecha) no son ornato, sino material
de comparación que también sirve a la importante función de disuadir de acercarse
a los internados que pudieran deambular cerca de noche.
De los
hombres que a Jakob tuvieron en esos primeros años por tutor científico, la
mayoría han desaparecido. Los sobreviven el Dr. Pablo Subirá, practicante del
Hospicio a comienzos del siglo y el profesor José Arce, éste en plena actividad
intelectual, a quien visité en búsqueda de noticias, encareciéndole actualizar
algún recuerdo del maestro. Cordial y lúcidamente, Arce lo evocó
inmediatamente, contándome que por entonces tenía en manos un trabajo sobre
apendicitis que le interesaba conociera Jakob. Se trataba de su tesis de
profesorado. Concedido el permiso de Cabred para visitarlo, se presenta al Jefe
y logra todo su apoyo. Una tarde y mientras aguardaba que Jakob le entregara
cierto material, oye que éste lo llama desde una cámara oscura. Sorprendido,
tropieza con el maestro que, enfundado en un guardapolvos blanco y agachado
sobre el piso ejecutaba, en la oscuridad, una serie de movimientos rítmicos con
su mano derecha, como si estuviera rascando el suelo con algo. Mudo, presenció
la operación hasta que Jakob le explicó que esa era la mejor manera de contar
el tiempo óptimo para lograr una buena revelación fotográfica y estimaba
juicioso no modificar el procedimiento.
Dos recibos firmados por Jakob a los Dres.
Herrera Vega y Esteves, discípulos suyos en 1901.
Al
margen de otras consideraciones, Arce expresó que Jakob era uno de los muy escasos
hombres que a lo largo de la incontable lista que él había conocido en su vida
jamás supo que descansara o, al menos, que pareciera sentir necesidad de hacerlo.
En
1906 las circunstancias le depararon un contratiempo inesperado, del cual
surgió una delicada cuestión en razón de que a la misma aparece vinculado un
gran personaje: Joaquín V. González, ministro de Instrucción Pública.
Obsesionado por la idea de la fundación de la Universidad de La Plata, su hija dilecta, y conocedor
del peso científico de Jakob, no vacila en proponerlo como profesor de la
cátedra de Anatomía y Fisiología Nerviosa de esa Institución. En tanto se
concretara la designación, le pide dicte un curso acerca del "Sistema
nervioso en sus relaciones con la pedagogía". A todo esto Jakob,
recordando las estipulaciones del contrato que lo unía a la Facultad, se dirigió a sus
autoridades solicitando permiso para disponer de cuatro horas semanales. Tanto
Cabred como Ramos Mejía invocaron razones reglamentarias de inflexible vigencia
y en consecuencia la Academia
le negó la licencia peticionada sin que ni él ni el Ministro pudieran hacer
otra cosa que acatar lo dispuesto. Transcurrirían quince años para que el
anhelo de González se convirtiera en realidad; en páginas posteriores
tendremos oportunidad de pormenorizar estos hechos.
En
1910 la ciudadanía celebró el Centenario de Mayo, organizándose a tal efecto
homenajes de índole variada. Entre todos, adquirió relieve singular la
instalación del memorable Congreso Científico Americano Internacional, fiel
testimonio del progreso de nuestra cultura a esa altura de los acontecimientos.
Por el papel que Jakob desempeñó en dos de sus capítulos mencionaremos al que
concierne a la
Antropología y Paleontología y al que comprendió las Ciencias
Psicológicas.
El
primero fue presidido por su figura mayor, Florentino Ameghino, y fueron sus vicepresidentes Roberto Lehman-Nitsche,
Francisco P. Moreno, Rodolfo Senet y el propio Jakob. Desde tan alta tribuna
habló sobre "La filogenia del cerebro humano" y de "Los cerebros
fósiles de la fauna argentina", temas ambos que carecían de antecedentes
en nuestra literatura y fundamentados en estudios que había realizado con el
material que Samuel Lafone Quevedo, Director del Museo de La Plata, y Roth, Jefe del
Departamento de Paleontología del mismo, le habían facilitado.
El día
de la inauguración de las Sesiones Psicológicas y previas las palabras de quien
era su presidente, Rodolfo Rivarola, la reunión íntegra fue dedicada a la
exposición que Jakob hizo acerca de "El hombre sin cerebro". Dice la
crónica que su palabra concitó el aplauso unánime de la concurrencia, visto lo
profundo y original de sus concepciones y pruebas aportadas.
De
entre los libros que a lo largo de su vida escribió Jakob, el "Atlas del
cerebro de los mamíferos de la fauna argentina", alguno de cuyos capítulos
fueron redactado por su amigo y gran colaborador Clemente Onelli, es a juicio
de muchos entendidos la más importante de todas sus publicaciones, si se tiene
en cuenta que en la misma se describe la historia de la corteza cerebral que,
arrancando desde sus organizaciones imperfectas en los animales inferiores,
culmina en el órgano supremo del hombre. Porque la edición de dicho Atlas
guarda estrecho vínculo con el Congreso del Centenario conviene poner el acento
sobre ciertas circunstancias inherentes al hecho.
Clemente Onelli (1864-1924), noble nacido en
Roma que produjo importantes testimonios cinematográficos sobre los nativos argentinos
y dirigió el largometraje El misionero de Atacama
(1922), aparece arriba
alimentando sin protección a un joven rinoceronte, y vistiendo ropa tehuelche.
Abajo, nota dirigida a Jakob.
En la República faltaba
un libro en el estuviera reflejada toda la suma de conocimientos que el estudio
del aparato nervioso de las series animales típicas de nuestra fauna hubiera recogido,
estudio al cual tanto Jakob como Onelli habían dedicado preferente atención. La
mayoría del material provenía del Jardín Zoológico dirigido por don Clemente,
quien, luego de la investigación morfológica macroscópica y de la biología
comparada correspondiente a cada ejemplar, la enviaba al Laboratorio de de
Jakob, donde éste procedía al análisis de los aspectos más sutiles del encéfalo:
el plan estructural de los sistemas celulares y de las fibras con ellos
relacionados. Distintas razones de naturaleza práctica impidieron el examen de
toda la fauna sin que por esto se resintiera el resultado final.
El
avance en la clasificación zoológica estaba por esos años trabado, pues los
datos que le proporcionaban fundamento se extraían de la conformación
esqueletaria o dentaria del animal. Jakob proponía, en cambio, recurrir a los
emanados del estudio cerebral o bien de otros órganos blandos, seguro así de
alcanzar metas que con los procederes antes mencionados aparecían vedadas. De
allí su pasión por los análisis iniciados conjuntamente con Onelli, aunque sin
dejar de advertir que completar la faena demandaría años de trabajo y además,
un núcleo de pacientes hombres dedicados a la agotadora empresa.
De ese
tenor fueron las sugerencias que llevó a la Sociedad Científica
Argentina, y la Junta
Directiva de la Institución, entusiasmada por la idea – que hizo
suya – encargó a una comisión, encabezada por su presidente Leopoldo Lugones e
integrada por el proponente y los sabios Cristóbal Hicken, Eduardo Holmberg, Angel
Gallardo y esposa y Juan Ambrosetti, para que uniformaran los detalles y
corrieran con todo lo relativo a la publicación del proyecto de Jakob. Este fue
finalmente concretado con el "Atlas" que, impreso por G. Kraft,
apareció en Buenos Aires en 1913 y que costeó el Congreso Científico de 1910.
Esto ocurrió una vez que el autor presentó al mismo un resumen del libro, por
otra parte publicado en la Revista
del Jardín Zoológico de Buenos Aires (1910:23, 159). Por la claridad con que
sus conceptos están expuestos y el renovado vigor que en la actualidad sus
enunciaciones cobran, conceptuamos de sobra juicioso, eficaz y benéfico
transcribirlos textualmente.
"Si
la Psicología
quiere ser una verdadera ciencia «del alma y del espíritu», que tiene por
objeto el estudio completo evolutivo de las funciones supremas del organismo
en los individuos y colectividades humanas y animales, y si esos fenómenos son,
como hoy no podemos dudar más, elaboraciones de los aparatos nerviosos centrales,
entonces tiene la psicología —si no quiere limitarse a una simple constatación,
descripción y catalogación de los fenómenos psíquicos aislados de su base
natural— forzosamente que hacer entrar en su campo de trabajo el estudio de las
relaciones causales entre esos fenómenos y su mecanismo productor, debiendo
resultar finalmente todas esas funciones como consecuencias lógicas del plan
estructural y biodinámico de la materia en su representación más noble".
"Porque si en épocas
pasadas la filosofía ha podido, con sublime ignorancia y ciego orgullo,
despreciar esa materia como algo inferior y detestable en comparación con anima et intellectus, hoy tenemos que
dejar aparte esa conducta infantil y debemos, como hombres maduros, mirar y
aceptar los hechos como son y no como lo desearíamos".
"Al edificio magnífico de
la psicología moderna, al cual agregan manos entusiastas piso sobre piso —para
que no caiga en la misma suerte de tantos sistemas anteriores fracasados— hemos
de dar las bases orgánicas que recién garanten su sustentación definitiva y, a
medida que crece en lo alto, debemos, también extender profundizando sus
fundamentos. No una psicología en el aire de la fantasía sino en la tierra
firme de los estudios biológicos modernos debe ser nuestro ideal. Y si para
eso existen grandísimas dificultades y oscuridades insuperables todavía, eso
no debe ser sino un estímulo más para el espíritu humano, para quien las
dificultades existen para vencerlas".
"A los numerosos métodos de
investigación que sirven para ese fin, como son el método ontopsicogenético, el
psicobiológico, el psicológico, el anatomoclínico, pertenece también el
filopsicogenético, el cual relaciona los hechos proporcionados por la anatomía
e histología comparada del cerebro con la psicología animal comparada".
"Ha sido uno de nuestros
propósitos, en el trabajo que presentamos, el de dar una contribución a esos
estudios que colaboran en la construcción del puente deseado, el que nos
llevará más adelante sobre el abismo que todavía separa para nosotros cerebro
y psique, buscándose así recién eliminar, para tales estudios comparativos, el
dualismo que de hecho existe entre materia y espíritu".
"Nuestro método de
investigación presenta además la ventaja de que a la relativa simplicidad de
los fenómenos psíquicos en los seres inferiores acompaña, paralelamente,
también una mayor sencillez en su plan estructural cerebral, ofreciendo eso
ventajas mayores para la iniciación de ese estudio, tan difícil en los organismos
superiores".
"Mi distinguido
colaborador, el señor Clemente Onelli, ha señalado ya los resultados que de
tales estudios, iniciados por primera vez en la Argentina, pueden
extraerse para la anatomía comparada, clasificación zoológica, paleontología,
psicología animal, etc. Y yo desearía, por eso, resumir aquí algunos datos provisorios
sobre sus relaciones con la psicología humana, los cuales son múltiples, y
fundamentales puesto que en un porvenir no tan lejano se ofrecerá aquí la
posibilidad de relacionar estructura y función cortical casi matemáticamente,
si es que hemos aprendido a aprovechar el material debidamente. Ese estudio
filopsigenético nos proporcionará los siguientes resultados:
"1º — La constatación de las fases
evolutivas actuales del cerebro de los vertebrados, lo que permite sacar
conclusiones de la filogenia cerebral humana".
"2º
— Se establecerá la historia de la adquisición sucesiva de los diferentes
centros corticales, base para la futura filogenia de los diferentes territorios
funcionales".
"3º
— Nos enseñará el plan estructural fino y la significación de la célula
cortical y de su agrupación en la corteza cerebral".
"4º
— Nos da orientaciones nuevas sobre los centros considerados como específicamente
humanos, como lo son los del lenguaje, y nos interpretará el concepto de los
llamados «centros de asociación» de los cuales hoy día nos falta, completamente,
tanto la base como los métodos de estudio".
"5º
— Nos ofrece la posibilidad de una psicología experimental concientemente
aplicada al órgano cerebral de los animales, el cual sólo gradualmente difiere
del humano".
"6º
— Nos enseña que la mentalidad humana no es un fenómeno aislado sino que ella
representa solamente la diferenciación más grande, en la actualidad, de
energías que existen y evolucionan dentro de la serie de todos los organismos
hacia un porvenir ignorado pero, no dudamos, siempre más grandioso".
Regreso a Alemania
Transcurridos
diez años desde su incorporación a nuestro ambiente científico decide retornar
a su patria. Los motivos fueron varios y aunque Jakob nunca los invocó expresamente,
no es desacertado suponer que algunos desencantos y frustraciones propios del
acontecer humano, nostalgias del suelo natal, desinteligencias formales o con
raices más hondas, surgidas de la convivencia con hombres a quienes estaba
administrativa o jerárquicamente atado e incluso, por qué no, el afán por
extender un horizonte cultural y alojarse en un nivel científico más en armonía
con la información anatómica, embriológica, histopatológica y neurobiológica
de la que era dueño y el legítimo anhelo de buscar para sus ideas, teorías y
doctrinas una mayor caja de resonancia fueron, al parecer, móviles de peso e
influencia contundente en la determinación que tomó.
No se
entienda por ello que la misma fue fruto de situaciones adversas fraguadas por
los hombres que fueron, científicamente o en el plano universitario, sus
superiores, como tampoco de sentimientos de ingratitud hacia nuestro país,
jamás albergados en lo íntimo de su espíritu. Buena y evidente prueba de lo
contrario se deriva de la lectura de las palabras que distinguidísimas
personalidades, en su honor y como despedida, pronunciaron; a las que Jakob
respondió con otras impregnadas de genuino reconocimiento y sincera emoción.
Así fue cuando sus discípulos, colegas y amigos le ofrecieron dos comidas de
homenaje. En una hablaron José Ingenieros, Estévez, Aráoz Alfaro y José Arce;
en la restante y en nombre de todos lo hizo Leandro Valle, quien, entre otras
cosas, recordó que a Jakob le corresponde el indiscutible mérito de haber
fundado y propulsado las investigaciones embriológicas en la Argentina, lamentándose
que a pesar de los esfuerzos la
Facultad no hubiera todavía promovido la creación de la
cátedra respectiva.
Tampoco
permanecieron indiferentes ante su partida los hombres de quienes fundamentalmente
dependió en lo universitario: Cabred y Ramos Mejía. Superando desavenencias
menores y ocasionales y fieles siempre a un tradicional señorío, ambos
gestionaron que la Facultad
de Medicina se adhiriera, de alguna manera, a los actos con que se despedía a
Jakob.
Propuso
Ramos Mejía que se lo designe como Jefe Honorario del Laboratorio de la cátedra
de Psiquiatría, centro inaugurado por Jakob y recinto que fuera testigo, por
más de un decenio, de su indesmayable y fecunda actividad. A pesar de todo, no
disponemos de una prueba documental en la que conste que se accediera a la
demanda de Ramos Mejía pero alrededor de cincuenta años después y a instancias
del profesor Bonhour, la
Facultad accedió a que ese Laboratorio llevase el nombre de
quien había sido su "alma mater".
Por su
parte, Domingo Cabred, el organizador de toda la asistencia hospitalaria de los
alienados y hombre dotado de un temperamento dominante, posesivo y arrollador,
protagonista de algunos fuertes choques con su gran colaborador y amigo, le
ofreció una espléndida comida que, tal como su estilo de vida lo imponía, se
celebró de rigurosa etiqueta. Acto seguido y con fecha 21 de Julio escribió al
Decano de la Facultad
solicitando para Jakob el profesorado "honoris causa". La Comisión de
Enseñanza y "como acto excepcional" hace suya la idea aconsejando la
designación. Empero el Consejo Académico, en cuyo seno la simpatía por Jakob
no era, se dice, unánime, resolvió otra cosa: agradecerle los servicios
prestados.
Unos
cincuenta trabajos publicados, cursos universitarios, conferencias, tesis de doctorado
o profesorales apadrinadas, investigaciones que sus discípulos realizaron bajo
su supervisión, y por encima de toda otra enumeración formal, el haber instaurado
en nuestro medio científico la enseñanza y el estudio exhaustivo de una
ciencia que hasta su llegada era poco divulgada en la Argentina, integran lo
esencial del legado que al alejarse Jakob dejó. La ayuda que el Estado le
prestó siempre no puede pasarse por alto, ni tampoco olvidar que en idéntica
medida gozó de la confianza de los hombres que estaban a cargo del manejo de los
intereses de la cultura y de la ciencia nacional por aquellos años; al menos,
de la mayoría de ellos.
Puede
concluirse afirmando que la
República y Jakob se beneficiaron mutuamente: incorporando al
repertorio científico nuevos conocimientos la primera y al mismo tiempo posibilitando
en grado sumo la experiencia y desarrollo del acervo intelectual del joven
sabio, a punto tal que no se exagera afirmando que el pensamiento
neurobiológico que irá elaborando en los cuarenta años posteriores se
sustenta, en lo medular, en los hallazgos, investigaciones y análisis
realizados desde 1899 a
1910.
De
retorno en Alemania se afincó en una villa próxima a Munich y los problemas con
que debió enfrentarse fueron varios: la educación de sus hijos, reintegrarse al
ejercicio profesional como medio de satisfacción de apremios económicos, y
además y prevalentemente, proseguir las actividades científicas suspendidas
por el regreso. Debió también concretar la edición de un libro, cuidadosamente
madurado y que sería la recapitulación de los estudios realizados. Es verosímil
que la mayor de las dificultades estribó en conseguir una excelente ubicación
en el plano científico-universitario en mérito a sus antecedentes, inobjetablemente
valederos.
No se
le escapaba que los once años de alejamiento no habían transcurrido en vano y
que, en ese lapso, quienes pertenecían a su generación o poco más o menos –
hombres sin duda altamente capacitados – ocupaban los cargos y las jerarquías
importantes en los planteles de los centros neurológicos principales de su
patria. Provisto como estaba de solidísimos conocimientos anatómicos,
microscópicos, zoológicos, embriológicos, anatómico-comparados y clínicos e
incluso de patología general y particularmente nerviosa, no se sentía, con
toda justicia, merecedor de ubicarse en niveles secundarios.
Téngase
en cuenta que en los laboratorios de renombre trabajaban personalidades de la
talla de Vogt, Brodmann, Spielmayer, Nissl, Alzheimer, Bielchowsky, Rose,
Foerster, Mauss, Pfeiffer y otros, y se advertirá que la naturaleza de los
obstáculos a vencer surge en su exacta dimensión. Nos cuenta Julio Hanon que no
rara vez Jakob hizo alusión a sus encontronazos con Oscar Vogt y con Brodmann,
individuos de enorme gravitación en el terreno neuropsiquiátrico de todo el
mundo, no muy propensos a admitir con simpatía ciertas hipótesis de Jakob y
proclives a recelar de las pruebas documentales respectivas.
Oskar Vogt (1870-1959) y Cecile Mugnier Vogt
(1875-1962), y el asistente del primero Korbinian Brodmann (1868-1918) con su
esposa Margarete Franke. Vogt formó a Brodmann en neurología y psiquiatría pero
en 1900-1901, Brodmann tomó contacto con Alois Alzheimer (1864-1915) y por su
estímulo se dedicó a la neuroanatomía. Brodmann ya había dejado de trabajar con
Vogt ubicándose en Tubinga (con Gaupp) durante la estadía de Jakob en Alemania.
Korbinian Brodmann en su Instituto; abajo, su
grafía
Carecería
de sentido pretender que la ciencia, al fin y al cabo actividad humana, permaneciera
extraña a lo que es una de sus características: el sentimiento de rivalidad. No
se trata de que como tal esa rivalidad se manifieste cruda y desembozadamente,
sobre todo en estratos culturales superiores; pero aparece como pueril negar su
influjo, no pocas veces saludable, escondido o disimulado entre los buenos hábitos
y usos de la convivencia. Convengamos entonces que Jakob no podía ser para nadie
un contrincante de cómoda superación ni su personalidad una valla fácil de evitar.
Brodmann en su escritorio
Lejos
de amilanarse y en tanto el panorama se aclarase, Jakob procedió a la publicación
de su libro y para ello acudió al famoso editor Lehmann, de Munich. En 1911
sale a la venta el "Das Menschenhirn", atlas admirablemente ilustrado
con noventa microfotografías y dibujos del autor, en planchas de gran tamaño a
las que se suman cincuenta figuras y otras tantas páginas de texto conciso y
riguroso. Se analizan en el mismo todas las organizaciones grises del encéfalo
humano y singularmente las del tálamo y sistemas conexos.
En ese
mismo año y también con el pie de imprenta de Lehmann aparece "Vom Tierhirn
zum Menschenhirn" o sea la versión alemana del "Atlas del cerebro de
los mamíferos de la fauna argentina", previamente citado. Como el plan al
que se ajusta la presente biografía excluye toda referencia y análisis
cuidadoso de la bibliografía o literatura científica que a Jakob tiene por
autor, no corresponde hacer hincapié ni desarrollar in extenso lo que de
fundamental tiene. Ello no obsta para que, en virtud de la vigencia que algunas
de sus ideas cobran en la neurología del presente, se subrayen determinadas
connotaciones. Tal lo que sucede, por ejemplo, con su concepción acerca de lo
que se ha dado en llamar "cerebro visceral" o "mecanismos
centrales de la emoción" y con recientes investigaciones a propósito de
las funciones corticales. En este sentido es menester recordar que ambos conceptos
fueron claramente formulados y en cada caso puestos de manifiesto mediante pruebas
indubitables, según se desprende de la lectura de cualquiera de los atlas mencionados.
En la
sesión del 26 de Septiembre de 1911 del Congreso Internacional de Medicina
Psicológica, Jakob presentó una comunicación "Sobre la existencia simultánea
de una doble función sensomotriz de la corteza cerebral como base de una nueva
concepción biológica del órgano psíquico cortical". Conforme con los
datos surgidos de sus investigaciones neurobiológicas comparativogenéticas,
anatomoclínicas y en la experimentación con antropoides, llegó a la conclusión
del error en que se cae atribuyendo funciones motoras o sensitivas puras a
determinados sectores corticales; contrariamente, toda ella es, al mismo
tiempo, mixta o, dicho con otros términos, lo motor y lo sensitivo opera como
un mecanismo acoplado y simultáneo. Si se revisan muchas de las doctrinas
contemporáneas sobre el capítulo de marras, inmediatamente se advertirá que,
casi cincuenta años atrás, lo que de esencial encierran había sido ya
adelantado por Jakob.
No
deja de ser curioso que aquella nostalgia que debió pesar en su decisión de
volver a la patria reaparezca en la nueva coyuntura, pero con signo contrario:
lo añorado pasa a ser la lejana Buenos Aires, con su modesto pero sólido y
promisor suelo cultural y científico. Es que en verdad Jakob no pudo olvidar
nunca al país que le brindó posibilidades materiales, afectos sinceros y
genuino reconocimiento por su labor. Y prueba evidente la da una conferencia
pronunciada en 1912 en el seno de una prestigiosa institución berlinesa que
propendía a la estrecha vinculación de la cultura germanoargentina.
Rastreando
información para este trabajo acudí una tarde a la Biblioteca del Musco Etnográfico
de la Facultad
de Filosofía y Letras de Buenos Aires y encontré un folleto, escrito en alemán
y firmado por Jakob, acerca del cual no existía cita alguna en toda la
literatura del mismo. Ante lo que se me apareció como un hecho un tanto
insólito, me dirigí al Profesor Palavecino, Director del Museo, que sumaba a su
condición de distinguido especialista la de haber sido discípulo de Jakob.
Fue
así que, cómodamente, me dediqué a la lectura del folleto que es la
transcripción de aquella conferencia en la cual y a propósito de la influencia
que la cultura germánica ejerce en la nuestra, se destacan con agudeza y
precisión teñida a veces de buen humor, características de la psicología
social, económica, política y educacional que nos son propias. Con rasgos
nítidos señala lo sorprendente de la "inteligencia natural" que el
pueblo acusa y los significativos progresos alcanzados en el terreno de la
instrucción pública. Admira algunos aportes de Mitre y de Sarmiento, comentando
la gravitación de sus obras. En lo que al estudiantado concierne, lo describe
con palabras de encomio por su capacidad de aprendizaje y por su inteligencia,
aunque desearía verlo dotado de mayor sentido de la constancia y de la
voluntad, y agrega que, entre otras virtudes, tiene la de no embriagarse para
celebrar sus éxitos en la carrera, tal como acontece en Alemania.
Se
trata, en resumen, de un análisis en gran parte ceñido a nuestra realidad,
conformada esta como cualquiera que tenga como protagonista o materia una
sociedad, con lo ponderable y lo erróneo, lo óptimo y lo perfectible. Sus
críticas apuntan, más que a marcar las insuficiencias o los males, a procurar
brindar normas con cuyo concurso corregirlos. En este sentido corresponde
asignarle a esa disertación el significado de un recuerdo afectuoso al país que
lo acogió y al cual, poco después, regresaría.
De vuelta a la Argentina
No he
podido averiguar fielmente por cuenta de quien corrió la gestión de contratar
a Jakob nuevamente, pero todo induce a suponer que fue el profesor Estévez,
catedrático de Clínica Neurológica con posterioridad a Ramos Mejía y a su vez
director del Hospital Nacional de Alienadas, el funcionario que le ofreció la
jefatura del laboratorio de dicho establecimiento. Desencantado de sus
experiencias en Alemania y sin metas claras a la vista, Jakob emprende el viaje
tal como lo hiciera trece años atrás con destino a Buenos Aires, ciudad en la
que residirá hasta su muerte.
Cátedra de Jakob en el anfiteatro del segundo
laboratorio especialmente contruído para su enseñanza, en este caso como
réplica del de la Universidad
de Erlangen (luego destruido en bombardeos).
Las
cosas habían cambiado en muchos sentidos: no se carecía ya, como en 1899, de
amplios conocimientos en los temas que son su especialidad, y aquellos que
supieron aprender a su lado ahora ocupaban un plano expectable en la ciencia
nacional. Hay indicios de lo que puede conceptuarse como una conciencia neurobiológica
y, además, se le promete una libertad de acción antes muy limitada; y no
exclusivamente a las tareas de investigación, ya que la Universidad se
encuentra presta a requerir su aporte. Solucionadas las cuestiones formales previas,
el primer día de febrero de 1913 se hace cargo de la dirección del Laboratorio
del Hospital de Alienadas de la Capital Federal cuyo ejercicio ininterrumpido
cumplirá hasta 1945, año de su jubilación. No sólo allí trabajaría, sino
ejerciendo el liderazgo científico, a veces formal, y realizando conferencias y
publicaciones, asiduas visitas didácticas y directo contralor del desarrollo de
los proyectos y tareas vinculadas con las investigaciones neurobiológicas, en
todas las instituciones que integraban o se agregaban a su "escuela".
Colección craneológica en el Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras. Abajo, en La Plata.
Si
durante la primera década del siglo el ejercicio de la cátedra universitaria
estuvo sujeto a ciertas limitaciones oportunamente comentadas, a partir de su
reincorporación no ocurriría lo mismo. Desde 1913 en adelante dictará, en
calidad de titular de ellas, la de Biología en la Facultad de Filosofía y
Letras de Buenos Aires, de Biología y Sistema Nervioso en la de Humanidades de La Plata, de Anatomía en la de
Medicina de la Capital
y de Anatomía y Fisiología Patológica en la universidad bonaerense. Se hace
necesario detallar el curso de los acontecimientos mencionados aportando
simultáneamente elementos de interés, puede que no suficientemente recordados
para la pequeña historia de nuestra ciencia.
La muy
joven Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires adolecía, como es natural,
de deficiencias en la organización de la enseñanza, y algunos de quienes a
cargo de la misma estaban entendieron lo impostergable de la tarea de incorporar
al cuerpo docente una personalidad de alto rango científico capacitada para
dictar una materia de fundamental importancia en las carreras psicológicas: la Biología general y
nerviosa.
Prosperó
en tal sentido una moción de C. O. Bunge quien, apoyado por Matienzo, logró
crear la Cátedra de Biología el siete de
octubre de 1912. El primer titular de esta materia fue Christofredo Jakob,
designado el cinco de agosto del año siguiente; pero, de acuerdo con lo que
desprende de la lectura de la Revista de la Universidad de Buenos
Aires (1914: 26, p. 372), con anterioridad a esa fecha ya enseñaba esa especialidad
extraoficialmente, como lo prueban nueve clases y conferencias sobre filosofía
y biología a las que habían asistido quinientos sesenta y cinco interesados –
y, dato curioso, la Facultad
le pagó cincuenta pesos por disertación.
Carlos Octavio Bunge (1874-1918)
En la
sesión del cinco de agosto fue propuesto como "titular interino" a
indicación de Norberto Piñero, en tanto que Bunge se inclinó por Ángel
Gallardo. También obtuvieron votos A. Ibarguren y Clemente Onelli. Por no
disponerse de aulas en las horas aconsejadas (17 a 19 horas) se optó por que
el curso se realizase "como se pueda" y "aun de noche".
Bajo el decanato de Rivarola se aprobó, el cinco de noviembre de 1913, la terna
definitiva: Jakob en primer término y por unanimidad, seguido por Ángel Gallardo y A. Ibarguren.
Ángel Gallardo
(1867-1934), ingeniero y doctor en Ciencias Naturales, fue científico y
educador, Director del Museo Argentino de Ciencias Naturales, Embajador, Rector
de la UBA y Canciller de la República Argentina. Su pasión fue la educación. Publicó unas 300 obras en zoología, biología
celular y entomología.
La
clase inaugural de Jakob fue precedida por un conceptuoso discurso de presentación
a cargo de Horacio Piñero, académico y profesor de las Facultades de Medicina y
de Filosofía y Letras. Al finalizar dijo: "Nuestra joven Facultad, que ha
podido pensar que la biología es ciega sin la filosofía, no ha podido olvidar
que la filosofía debe vivir de la vida científica de nuestro siglo. Y al
entregar su enseñanza al maestro eminente, que ya es nuestro, ha querido
demostrar nuestra Universidad sus progresos actuales, pues la siembra elegida,
en tierra fecunda, labrada con métodos y rigor científicos, ha de asegurar por
siempre los mejores frutos."
Encéfalos de indígenas en La Plata. Fotografías
de la década de 1890, antes de que fueran prestados a Jakob para su disección y
estudio (1904).
Inmediatamente
habló Jakob acerca de "La biología en el sistema actual de las ciencias
filosóficas y naturales", tema en cuyo contexto se perfilaron nítidamente
las ideas que el profesor sustentaba y los caracteres que al plan de enseñanza
impondrá. Huelga decir que el mismo se fue cumpliendo sin deserciones durante
más de treinta años, apelando para ello a los cursos regulares oficiales,
conferencias, trabajos e investigaciones de seminario, apadrinando tesis y
publicaciones afines. Organizó y puso en marcha el laboratorio de investigaciones
y fundó un espléndido museo cuyas colecciones aumentaban al cabo de los viajes
científicos que emprendía anualmente. Y cuando las demandas de alumnado excedían
las posibilidades materiales disponibles en la Facultad, no vacilaba en ofrecer las que el
instituto de Alienadas y el laboratorio de las Mercedes, mucho más completos,
le permitían brindar. En julio de 1924 se dirigió por nota al decano Ricardo
Rojas comunicándole la decisión de desprenderse de una vasta serie de cerebros
animales, de mamíferos superiores, monos, reptiles, plantas traídas desde
Tierra del Fuego, algas y minerales diversos, además de un amplio surtido de
fotografías macro y macroscópicas del sistema nervioso. Su destino debía ser el
Museo de la Facultad
de Filosofía y Letras para ilustración y enseñanza. Preocupado por todo lo que
apuntara a elevar el nivel universitario, llegó con sus inquietudes al Consejo
de la Facultad
y luego al organismo supremo de la
Universidad, siempre teniendo a la vista el problema didáctico.
Insistía en la necesidad de renovar planes o sistemas didácticos, despojándolos
de todo aquello que por apoyarse en teorizaciones vacías y caducas propenden a
la mera verbalización doctrinaria.
Su
plan de actividades, amplio sin dudas, incluía la de proseguir una vinculación
iniciada anteriormente, de la cual se habían extraído óptimos resultados
científicos. Me refiero a la amistad que Jakob y Clemente Onelli mutuamente se
profesaban y que desde ese entonces se acentuaría.
Clemente Onelli, poco
antes de su súbito fallecimiento en 1925
La Revista del Jardín Zoológico lo contó entre sus asiduos y distinguidos
colaboradores y casi sin excepción el material con que Jakob elaboraba sus
aportes sobre anatomía comparada provenía de las colecciones del Jardín.
Precisamente en dicha publicación fueron apareciendo una serie de artículos que
en 1915 y 1918 se editaron en dos volúmenes integrantes del "Tratado de
Biología General y Especial", cuyo autor es Jakob. De macizo contenido e
ilustrados con una documentación de macro y microfotografías tan abundante como
excelente, esos libros fueron fuente de información poco menos que obligada durante
años en la Argentina.
A
pesar que sus experiencias en la
Facultad de Medicina a lo largo de una década no fueron, en
verdad, muy alentadoras ni tampoco demasiado cordiales, su vieja preocupación
por elevar el nivel de enseñanza de la anatomía y ciencias afines lo condujeron
al intento de procurar su concreción, en virtud del aparente cambio que en la
organización universitaria se estaba operando. Consecuencia de ello fue que en
la sesión del 21 de Abril de 1919 el Consejo de la Facultad de Medicina de
Buenos Aires propuso su designación como profesor titular de Anatomía Descriptiva.
Previamente había logrado los dos tercios de los votos necesarios para poder
entrar en terna, ya que Jakob no revistaba en los cuerpos docentes regulares.
La
composición de la terna fue: Jakob, con ocho votos; Eugenio Galli, y Cirio, en
ese orden. El 25 de abril el Poder Ejecutivo nacional ratificó el nombramiento
y Jakob se dispuso a asumir la cátedra. Conviene dejar anotado que en la Tesis de Profesorado del Dr.
Dellepiane, ex-titular de esa materia, se omite consignar que Christotredo
Jakob también se desempeñó como tal, aunque por razones que detallaremos
inmediatamente apenas duró un día en ese cargo.
Sin
imaginar el desenlace, Jakob se puso a la tarea de materializar una esperanza
largamente acariciada: planear y poner en ejercicio un sistema didáctico acorde
con la más moderna y eficaz de las metodologías imperantes, en Europa
especialmente. Como era de esperar, tropezó con toda clase de objeciones. Y
para no citar sino una, vale la pena recordar la formulada por un consejero, de
gran prestigio por entonces, quien un tanto azorado por los cambios que se
producirían preguntó por qué no se creaba una cátedra de embriología, para que
Jakob dictara una materia que al parecer éste juzgaba absolutamente indispensable,
y así evitar "condenar al ostracismo" a otros docentes de la Facultad. Sin embargo,
el renovador proyecto de Jakob se aprobó.
Todo
inclinaba a pensar que, por fin, se iba a dar un paso adelante: "la
embriología pasará a integrar papel fundamental en el aprendizaje de la
morfología humana, el sistema nervioso dejará de constituir un concepto
abstracto y esquemático, y el alumno participará activamente en la enseñanza,
puesto que ahora deberá probar que lo asimilado es un hecho real. Se enseñará
la anatomía no solamente en su faz macroscópica cuanto que penetrando en los
aspectos genéticos y comparados y, cuando sea posible, en los de su fina
estructuración histológica."
Humano en su etapa de dos células (la de la
izquierda es materna).
El
decano Julio Méndez, entusiasmado por las perspectivas donó tres mil pesos para
la compra de material de instrucción y demás elementos. Empero, la reacción
estudiantil no demoró en manifestarse. El ambiente universitario era ya
turbulento y a poco las conmociones de la Reforma obligaron al decano Méndez a renunciar al
cargo. Todo el estudiantado, a no dudar inquieto ante las perspectivas que el
plan de Jakob ofrecía, le pidió "cortésmente" que para lograr
"la anhelada paz universitaria" también resignara el cargo de
profesor de Anatomía.
Para
un hombre educado en un ambiente y en un tiempo substancialmente distinto al
que le tocaba vivir se le debe haber hecho cuesta arriba admitir semejante
cambio. Tal vez con pena, pero con una sonrisa benevolente, "accedió"
a la demanda juvenil. Una tarde dirá ante un público selecto, entre el cual
figuraría alguno de aquellos estudiantes: estos no me entendieron y agregó:
"los profesores tampoco".
Cualquier
otro hubiera desistido definitivamente de una empresa tan llena de obstáculos.
Reiterar el propósito sonaría a imprudencia o, en el mejor de los casos, a ingenuidad,
a no ser que se cediese a convicciones cuya firmeza lindara con lo irremediable.
Este era, casualmente, el caso de Jakob.
Totalmente
ajeno a especulaciones en que intereses académicos o de otra índole entrasen
en juego, solicitó que se le concediera permiso para dictar un curso libre, de
contenido equivalente al que promovió: aquel que oficialmente tuvo por
resultado el fracaso, aunque no se esperara ni siquiera la primera oportunidad
para condenarlo. El 15 de noviembre de 1919 expuso las conclusiones a que
arribó, luego del curso sobre "Anatomía fina y genética del cerebro
humano" seguido con el mayor interés por estudiantes y profesionales. Al
año siguiente prosiguió con "La anatomía patológica del cerebro"; en
1921 "Localizaciones cerebroespinales" y, en 1925,
"Histoarquitectura cerebral": según muchos, uno de los más profundos
y originales auspiciados por Jakob a través de toda su vida. Las clases y
prácticas se realizaban en Alienadas y cada alumno confeccionaba su serie de preparaciones
y personalmente disponía de las mismas.
Disección
de la primera etapa, publicada en 1910
Según
nuestra información, no volvió a la
Facultad hasta 1950. Con ochenta y tres años, vigoroso su
cuerpo y lúcida la mente se hizo cargo de los cursos de biología de la carrera
profesoral. Una nutrida concurrencia asistió a la clase inaugural y con
asombro, contemplaba al anciano sabio que con palabra firme y clara exponía
acerca de los temas más complejos de la ciencia moderna. Irreprochables
fotografías documentaban la disertación, en otros momentos interrumpida para,
tiza en mano (sacada de sus bolsillos, porque se había omitido proveerla), dibujar
a la perfección plantas, fórmulas químicas, teoremas geométricos, tejidos
animales o piedras. Rebosante de buen humor y de alegría, transmitía con
llaneza su enorme caudal de conocimientos y después, inquieto por la demora
del ascensor, no vaciló en descender, a grandes y rápidos pasos, las escaleras
que lo conducían a la planta baja.
Lamentablemente una dolorosa ciática interrumpió las clases, esta vez
definitivamente.
Restan
por mencionar dos episodios en los que la Facultad tuvo participación. El primero concierne
a un pedido formulado por Jakob a propósito de la incompatibilidad que se le
creaba entre el ejercicio de sus cátedras y el cargo de Director del
Laboratorio de Alienadas. Jakob aspiraba a que se dejase constancia de que las
clases, enseñanzas e investigaciones que llevaba a cabo en Alienadas le serían
computadas por un total de seis horas semanales. Fundaba su pedido en que a su lado habían trabajado gran
número de profesionales y profesores de la Facultad además de proporcionar activísima
colaboración a varias cátedras oficiales que a él apelaban en busca de
orientación y consejo: entre otros, por entonces trabajaban en sus laboratorios
los profesores Estévez, Chiappori, Obarrio,
Montanaro, Sánchez Elía, Estévez Balado, Cid (Rosario), Piachetta Morcillo
(Córdoba), Hanon, Spota, Beretervide, Martínez Dalke, Pereyra Käffer, Braulio
Moyano, Aranovich, D. Pietro, Bonnet, Pedace, Raúl Garabelli y Copello. Ocurría
esto en noviembre de 1932 y se le contestó que el caso estaba contemplado en
una ley cuyo número no se menciona en el expediente respectivo, disponiéndose
archivar el pedido. Suerte distinta corrió una nueva solicitud fechada en 1945,
ya que el profesor Gonzalo Bosch, a cargo de la Facultad, entendiendo
que sobradas razones la asistían, dispuso acceder a la demanda sn importar si
Jakob era profesor de la casa o no. Seguramente debió pesar en su decisión,
menos que la letra de un reglamento inflexible, una admiración de vieja data
por Jakob. No está demás recordar que al poco tiempo de ser designado
Interventor en el Hospicio de las Mercedes en 1930, Gonzalo Bosch lo nombró
director interino del laboratorio retornando formalmente la función con que
inició sus trabajos veinte años después de dejarla a sus discípulos, aunque
ahora por un corto lapso.
En diciembre de 1930 al hacerse cargo del
Laboratorio en las Mercedes. Lo acompañan entre otros los Dres. G. Bosch (a su
izq.), Braulio Moyano (con el rancho), Hanon, Bonhour, Mo Gatti, Estévez Balado
y el preparador Manuel "El
Comandante" Cabrera.
Desde
1921 la Facultad
de Humanidades de la
Universidad de La
Plata, así como la de Medicina de la misma, contaban a Jakob
en sus respectivos planteles profesorales: en aquella como titular de la cátedra
de Biología y sistema nervioso, y de Anatomía y fisiología patológicas en la
última. Como dijimos, Joaquín V. González intentó vincularlo a Humanidades en
1906, pero una rígida interpretación de las cláusulas del contrato impidieron
realizar su propósito. Desaparecidos los impedimentos se llamó a concurso; lo
ganó Jakob, seguido por Eugenio Galli y Laclau y es así que el 1ro
de marzo de 1922 fue confirmado en el cargo.
La Escuela de Medicina de la Universidad platense
había sido creada el 30 de abril de 1919 y desde el 14 de octubre de 1921 Jakob
era profesor titular de la
Escuela, en la cátedra recién mencionada. Quien fuera su
sucesor, el Dr. Andrés Bianchi, recordaría en 1934 con motivo de su clase
inaugural que no solamente fue Jakob el primer titular de esa cátedra, sino un
investigador insigne y auténtico promotor de todo lo que en ella se ha ido realizando.
En la oportunidad del concurso fueron sus opositores Lorenzo Galíndez y Greenway,
que en ese orden figuraron en la terna respectiva.
El
relato escueto que hacemos, de su gestión profesoral en Buenos Aires y La Plata además del ejercicio
de la dirección del Laboratorio de Alienadas y un conjunto de actividades
dependientes, accesorias o accidentales, sirve, por sí sólo, para forjarse una
imagen de la formidable capacidad de trabajo de Jakob. Por momentos parece
increíble que las horas del día alcanzaran para cumplir tamaña labor y en tanto
en la Capital
mil problemas lo asediaban, disponía en La Plata la publicación de sus "Elementos de
neurobiología" que auspiciados por el rector Ricardo Levene editaría la Biblioteca Humanidades
en 1923 y que posteriormente se complementará con "Neurobiología
general", vale decir el volumen inicial de la Folia.
A
veces se producían "huecos" en tanta exigencia laboral. Cierta
modificación en los planes de enseñanza hizo que en 1944 se dirigiera al Dr.
Cassani, decano de Humanidades, manifestándole que la carencia de alumnado en
sus cursos le impedía percibir, por razones de delicadeza personal, el sueldo
de profesor. En vista de ello Cassani le sugiere que para zanjar el escrúpulo
acceda a redactar un trabajo de importancia fundamental y así reemplazar las
obligaciones de naturaleza docente Parece que Jakob propuso a tales fines un
estudio sobre "Filosofía y biología" pero como en 1946 se dio a
publicidad un opúsculo con ese título cuyos gastos corrieron por cuenta del
autor, es dable inferir que el fruto de la idea de Cassani no se publicó.
La
tribuna que la Universidad
de La Plata
generosamente le brindó en todo momento suscitó en Jakob una honda gratitud,
claramente patentizada en las frases que como introducción escribió en
"El lóbulo frontal" – uno de sus mejores libros, en el que incluye
sus concepciones científicas acerca de un problema que por más de cuarenta
años le apasionó. Muchas de esas concepciones surgieron como producto de
investigaciones efectuadas en distintas épocas y lanzadas al debate desde sus
cátedras. Por ello, escribe Jakob, es que dedica esos "frutos
biológicos" a la Facultad
de Humanidades como testimonio "de mi más alta estimación por su
incansable labor didáctica en una orientación realmente universitaria".
En
tanto que lo substancial de sus indagaciones neurobiológicas lo realizó en los
centros de estudios de Alienadas y de las Mercedes, lo que bien puede reputarse
como caja de resonancia de sus doctrinas fueron las aulas y las publicaciones
de las Facultades de Filosofía y Letras de Buenos Aires y la de Humanidades de La Plata. En ellas una tan
grande como atenta concurrencia año tras año recibía con su discurso fecundas
incitaciones; o bien en sus publicaciones, donde dejó anotado lo esencial de
su pensamiento neurobiológico con sus implicancias en otras ciencias y muy
especialísimamente con la filosofía. A continuación consignamos algunos
títulos, como ejemplo de lo mencionado:
La
biología en el sistema de las ciencias filosóficas y naturales.
La
psicología orgánica y sus relaciones con la biología cortical.
Del
mecanismo al dinamismo del pensamiento.
Del
tropismo a la teoría de la relatividad.
Problemas
actuales de la psiquiatría general y sus relaciones con las ciencias jurídicas
y sociales.
El
espíritu de la música en la filosofía pre y post kantiana.
La
función de la biología en la
Facultad de Filosofía. y Letras.
La
filosofía de la naturaleza según Kant.
Los
problemas biogenéticos en sus relaciones con la filosofía moderna.
El
significado de la obra de Ramón y Cajal en la filosofía de lo orgánico.
La
religión de la Naturaleza
y el porvenir del hombre.
Sobre
lo bases orgánicas de la memoria.
Descartes
en la biología.
La
psicología de Descartes a través de tres siglos.
E!
cerebro humano: su significación filosófica.
El
origen de la conciencia.
La
función psicogenética de la corteza cerebral y su posible localización.
El
dinamismo musical.
En
páginas anteriores consignamos que desde comienzos de 1913 ejerció el cargo de
director del Laboratorio del Hospital Nacional de Alienadas de esta capital. En
tal calidad lo seguiría desempeñando, con brillo y laboriosidad hasta hoy
insuperadas, por espacio de treinta y cuatro años, logrando que también ese
centro de investigación y enseñanza alcanzara una reputación mundial y de la cual
nuestra ciencia supo enorgullecerse.
Allí
Jakob desplegó una actividad realmente prodigiosa, iniciando toda suerte de
estudios tan originales como profundos acerca de los tópicos más variados:
biología vegetal y animal, embriología humana y zoológica, neuroanatomía comparada,
morfología general, patología especial y, particularmente, la que atañe al
sistema nervioso. Saldo concreto de sus indagaciones son, aparte de centenares
de comunicaciones, monografías, artículos, conferencias y varios libros, centenares
de miles de preparaciones histológicas de todo tipo acompañadas de otras
tantas reproducciones fotográficas.
En los
hoy día ruinosos sótanos de aquel que fuera un espléndido instituto científico
yacen, acumulados, un número tan enorme de cajas conteniendo material ya
estudiado o bien destinado a colecciones, que proceder a inventariarlo
demandaría algunos años – y no es aventurado decir que es tanta la riqueza en
observaciones inéditas que con ellas se pueden fundamentar cuantiosa suma de
trabajos, si alguien en el futuro decide emprenderlos.
Naturalmente
que algunos de los universitarios que trabajaron con Jakob contribuyeron a
levantar tamaño patrimonio, pero la parte esencial del mismo, los trabajos de
mayor aliento, son resultado exclusivo de su labor, repitiéndose aquí lo que en
años anteriores ocurriera en el Hospicio de las Mercedes.
No fue
por casualidad que el gran anatomista español Pedro Ara diría en 1940 (Publicaciones
de la Cátedra e
Historia de la Medicina
de Buenos Aires, 1941:3, 17) que de su estadía entre nosotros en 1925 guarda
dos recuerdos imborrables: la modalidad que Avelino Gutiérrez imprimía a la
enseñanza de la anatomía topográfica, y la admiración que le suscitó una visita
que efectuara al Museo Neurobiológico del instituto de Jakob. Tan impresionado
quedó Ara, que al retornar al Continente y de recorrida por los más grandes centros
neurológicos no podía – dice textualmente – evitar la sonrisa al cotejarlos con
aquel otro que había conocido en la Argentina.
De tan
agudo observador, poco presto al elogio fácil o formal, no corresponde sino
sacar en conclusión que su juicio se fundó en hechos incontrastables y no como
fruto de la admiración que, nos consta, por Jakob sentía.
Paulatinamente,
su poderosa personalidad fue concitando la atención de un grupo de
universitarios deseosos de iniciarse en la investigación neurobiológica, así
como el interés de otros más maduros ya pero igualmente aspirantes a mejorar
conocimientos o a encaminar sus inquietudes por nuevas sendas. No transcurrió
mucho tiempo y su laboratorio se pobló, desde la mañana hasta bien entrada la
tarde, de una concurrencia cada día mayor que, dirigida por Jakob, se volcaba
al estudio de los temas de su predilección. Su prestigio personal rápidamente
trascendió y entre la década del veinte y la siguiente encontramos a lo más
granado de toda una generación de universitarios, médicos en su mayoría, dedicados
a la neurología, psiquiatría y psicología como integrantes de la escuela
científica que al sabio tiene por guía. Tesis doctorales y de profesorado,
monografías, folletos, y otras publicaciones constituyen los resultados de
muchos meses de tarea dura y silenciosa y caracterizados por dos rasgos comunes
a todas ellas: texto sobrio y preciso en relación con un estudio original, y
documentación macro y microfotográfica perfecta – y hasta puede decirse,
lujosa.
Pretender
la mención de todas comporta el riesgo de incurrir en alguna injusta omisión;
recordemos, al pasar tan sólo, las contribuciones de von Soubiron (vía
acústica), Hanon (atrofias cerebelosas), Aranovich (ontogenia del lenguaje),
Moyano (patología cerebral de la presenilidad), Copello (geniculado externo)
y Garabelli (paquimeningitis hemorrágica), entre otras.
El
alumnado de Filosofía y Letras (Buenos Aires) y de Humanidades (La Plata), estudiosos
provenientes de distintos puntos del país, o visitantes extranjeros y
profesores universitarios de renombre concurrían a las dependencias del
Instituto. Sus cursos anuales y ciclos de conferencias, llevados a cabo en lo
que fue una espléndida aula, también hoy en ruinas, eran seguidos con máxima
atención por un vasto auditorio, año tras año renovado.
Quienes
aspiraran a trabajar bajo su dirección debían someterse, sin excepción alguna,
a los rigores de una disciplina severísima. El clásico "res non
verba", cultivado por Jakob durante su vida, debía cumplirse hasta el
agotamiento, de manera tal que cualquier tendencia hacia el mero verbalismo,
frecuentemente advertible en estas latitudes, no tenía cabida en su escuela.
Era, inclusive, combatida implacablemente. En verdad, si de algo fue enemigo
Jakob lo era de la charlatanería que enmascara la carencia de afición al
trabajo. Y esa inquina también la extendía a toda generalización desprovista de
fundamentos claros y objetivos. Su repudio, por cierto nada disimulado, lo
exteriorizaba en presencia del discurso fantasioso, muy particularmente cuando
el tema del mismo guardaba relación con la biología sin importar cual de sus
ramas fuese la "elegida" para el caso. La inobservancia de las normas
que imponía tanto para el aprendizaje como para la investigación traía como
consecuencia su desdén y equivalía a una no excesivamente cortés invitación al
abandono del laboratorio. Pero en cuanto el aprendiz evidenciaba constancia,
afán y humildad, Jakob acudía prestamente en su ayuda, otorgándole su confianza
y no rara vez su humana cordialidad.
Lamentablemente,
menester es confesarlo, lo que hasta unos años atrás fue un centro de
investigación del más alto nivel científico y que, como se adelantó, alcanzó
prestigio mundial, en la actualidad se encuentra en un estado ruinoso.
Inundados los subsuelos, levantados los pisos, rotas sus paredes, puertas y
ventanas destrozadas, la lluvia que se filtra por los techos, todo en fin, es
la genuina imagen de la destrucción. Menos de veinte años bastaron para
transformar lo que supo ser ejemplar en algo que mueve a la pena, a la vergüenza
y a la indignación. No cuesta demasiado advertir que a semejante afrentoso
estado de cosas se llegó por desidia y por incuria, de magnitud tal que hasta
parece fruto de un acto deliberado.
Los
responsables de tamaño deterioro (ya que al tiempo solamente no corresponde
imputársele el mismo) equivocadamente han supuesto que un busto, una placa de
metal o las frases de circunstancia son suficientes para dar cumplimiento a la
más imperiosa de las obligaciones, vale decir, a las que emanan del orden moral
y que toda cultura inapelablemente contrae con quienes contribuyeron, como
Jakob, a forjarla desde su subsuelo. En este sentido, y en el sector de la
ciencia en que Jakob trabajó, no aparecen motivos que presten argumentos para
impugnar sus merecimientos, ni siquiera para ponerlos en duda. De lo dicho
resulta que haber velado por la conservación y limpieza de lo que por espacio
de muchos años fuera su recinto de estudio sería el mejor de los homenajes que
se le pudiera haber rendido.
Las
sociedades evolucionadas y cultas cuidan, sin desmayo, cariñosamente y hasta
con unción, todo aquello que en el pasado fue albergue o rincón de trabajo de
los hombres más selectos de esos tiempos. No importa la naturaleza de la
actividad por ellos desplegada; y llegado el caso, el ocasional visitante
percibe la complacencia y el orgullo con que se le señala la casa, el "atelier",
la biblioteca o el laboratorio que alojó al gran político, al artista, al
filósofo o al científico. Por completo ajeno a toda implicancia o significado
pragmático, el pueblo y quienes lo dirigen proceden así, intuyendo unos y
sabiendo los otros que honrando el pasado ilustre revierten sobre sí todo lo
que de respeto y dignidad el homenaje encierra.
De arriba a abajo: Primera imagen, Jakob con
alumnado de Filosofía y Letras; en el suelo con el Cebus, Raúl Garabelli. Segunda imagen: al centro, Pío del Río
Hortega en el Borda, con Ramón Carrillo a extrema izquierda de la foto; arriba,
Obarrio y Moyano; tercera, Moyano abre los hemisferios de un cerebro entre el
presidente Perón y Ramón Carrillo. Siguientes, Juan Cuatrecasas, Santiago
Carrillo, Arturo Carrillo. Tras fallecer Jakob, la continuidad: Mario Crocco en
una clase al aire libre del profesorado en neurociencias. Abajo: Diego Luis
Outes y Juan Carlos Goldar.
Cierto
es que, como dijimos, un importante núcleo de estudiosos se formó científicamente
a la vera de Jakob. Pero razones diversas, entre las cuales la dureza de las
exigencias que imprimía a la labor de investigación no debió ser la de menor
peso, concurrieron a que paulatinamente el círculo de discípulos se estrechase
y escasos fueron quienes que lo acompañaron diariamente hasta la época de su
retiro del laboratorio. El reciente fallecimiento de dos de ellos me induce,
en mérito a esa aciaga coyuntura, a dedicar unas palabras a los doctores
Braulio Moyano y Andrés Copello, alumnos dilectos del sabio.
Trabajador
prolijo, infatigable y modesto, Andrés Copello fue merecedor del afecto de su
maestro, quien lo distinguió acompañándolo en valiosas publicaciones
especializadas. Profundo conocedor de la patología general y de la anatomía
nerviosa, su modo de ser silencioso e inclusive tímido escondía una personalidad
de incuestionables méritos científicos. Y solamente quien como él dispusiera de
una paciencia benedictina al servicio de una bien articulada inteligencia
podría concretar estudios agotadores como los que, a propósito del ganglio
geniculado externo o de los grupos celulares motores de la médula, llevó a término.
Apenas
tres años después de la muerte de Jakob ocurrió la de Braulio Moyano, nuestro
maestro. Dueño de una información neuroanatómica y anatomopatológica
cuantiosa, Moyano fue un histoneuropatólogo de creciente fama en el exterior y,
sin reserva alguna, el mejor de todos entre nosotros, con la única excepción de
Jakob. Su habilidad en la técnica histológica fue casi insuperable, y la bondad
de la documentación que ilustra su producción científica se acerca a la
perfección. Desde su iniciación con Jakob se hizo acreedor a la más cara de sus
esperanzas – y a fe que no las defraudó. Cuando murió contaba cincuenta y tres
años, buena parte de los cuales dedicó con exclusividad al estudio del sistema
nervioso. Como su maestro fue un trabajador formidable y el capítulo de los
estudios acerca del envejecimiento del cerebro humano constituyó algo que puede
reputarse casi como una obsesión para Moyano. Entre nosotros nadie consagró
tantos años al abstruso y fascinante problema de la senectud normal y
patológica de la corteza cerebral, y su tesis acerca de las demencias seniles y
preseniles señala un hito fundamental en la historia del conocimiento de esas
afecciones de tan oscuro origen. No corresponde aquí establecer rasgos más precisos
de su obra escrita, no muy extensa pero sí maciza, aunque vale la pena recordar
que Moyano fue quien por vez primera asignó a un defecto del lenguaje interior
el comienzo del derrumbe de lo que en psiquiatría se conoce como enfermedad de
Pick.
Consecuente
con las ideas de Jakob, siempre procuró correlacionar el hallazgo anatómico
con el acontecer clínico y en virtud de ello cultivó el método anatomoclínico
fructuosamente: la afasia nominal del Pick patentiza cuanto decimos.
En
1944 se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias por sus investigaciones sobre
"La anatomía patológica de las enfermedades mentales'", distinción
hasta la fecha no acordada a otro neuropatólogo y psiquiatra. Consignemos una
casualidad: por esos años Jakob recibía el Premio Holmberg. Se dijo entonces
que éste más que una recompensa era un testimonio de reconocimiento; a su vez,
el que Moyano ganara fue un altísimo estímulo que hasta su definitivo
alejamiento ejerció notoria influencia en su labor.
Cuando
se decida escribir la historia de nuestra neuropsiquiatría la alusión a Moyano
será acto de justicia, pues su aporte parco en frases y sólido en contenido es
por sí incuestionable.
Tal
como su maestro, Moyano aspiró fervorosamente a implantar en nuestra universidad
los métodos de enseñanza y de investigación neuropsiquiátrica que la
experiencia en los centros europeos y estadounidenses acredita como los mejores.
En pos de esa ansiada y lejana meta bregó con denuedo ejemplar, convencido
como estaba de que solamente mediante la aplicación de dichos sistemas,
asentados sobre bases y conclusiones extraídas de la anatomía nerviosa normal y
patológica así como de la embriología y morfofisiología comparada y genética,
el especialista estaría dotado de la suma de conocimientos indispensables para
que su saber en la materia emanara de un genuino contexto científico.
En
ningún caso pretendieron que el neuropsiquiatra fuese profundamente versado en
todas o cada una de dichas ciencias, ni tampoco que a su formación resultaran
extrañas otras que estudian las dolencias psíquicas desde planos diferentes. Pero
advertían, eso sí, de los riesgos que acechan a quienes so pretexto del
ejercicio de una actividad meramente práctica, deliberadamente ignoran o
subestiman nociones cuyo conocimiento científico no admite excusas.
Es
fantasioso, decían Jakob y Moyano, procurar la interpretación de los
mecanismos promotores de un signo o de un síntoma, el esclarecimiento del
origen y desarrollo de un proceso, arribar a su incuestionable diagnóstico, o
tratar de averiguar las razones que se oponen a la curación, si el profesional
especializado, por encima de cualquier otra consideración en ejercicio de un
acto médico, no conoce la organización del sistema nervioso, las leyes
biológicas a que ésta se somete, los principios fundamentales que reglan su
dinámica, y la naturaleza de los cambios estructurales y funcionales que en la
misma se manifiestan al vulnerarla la enfermedad.
El
empeño que pusieron al servicio de ideas tan claras y de argumentos tan contundentes
no fructificó sino excepcionalmente. La mayoría de sus exhortaciones han sido
desoídas, cuando no olvidadas. Es que, en los tiempos que corren. pareciera
prevalecer una tendencia que menos apunta al abordaje de las complejas
cuestiones en juego empleando para ello criterios y métodos científicos, que
recurriendo a otros estrechamente vinculados al ámbito de las denominadas
ciencias culturales. Como consecuencia de esto, el nivel científico de
nuestros estudios e investigaciones neuropsiquiátricas ha decaído, fuerza es reconocerlo,
aunque el esfuerzo aislado de unos pocos procura, actualizando a Jakob y a sus
discípulos, poner las cosas en el lugar que les corresponde.
En
los últimos decenios un término, full-time,
se ha incorporado al vocabulario corriente. En la connotación de la ciencia y
sus actividades se refiere a quienes dedican con exclusividad su tiempo útil
al estudio de un problema determinado, dedicación que se instrumenta por medio
de un contrato o pacto, habitualmente escrito. Christofredo Jakob y Braulio Moyano
fueron "full-time" en la más amplia y plena de las acepciones y, lo
que es todavía más destacable, trabajaron excediendo limitaciones formales a
las cuales pudieron haberse acogido. Apenas si hay antecedentes en el campo de
las investigaciones neurobiológicas y psiquiátricas argentinas de investigadores
que en tal sentido puedan comparárseles, con el agregado que la faena, a la
cual consagraron sus vidas, tuvo por escenario el humilde silencio del
laboratorio y las modestas salas de los hospitales de alienados – consecuentes
a la postre con el estilo de vida y con la misteriosa modalidad que es común a
los grandes espíritus de todas las épocas y países: irremediablemente encendidos
por la pasión del saber y el desvelamiento de las incógnitas que, en la
consecución del mismo, van surgiendo a cada paso.
Sus viajes de naturalista
Largos
meses de extenuante tarea en cátedras, laboratorios, conferencias y cursos
demandaban unos días de "descanso y sosiego" – y a ello se allanaba Jakob.
En realidad lo que cambiaba era el campo de operaciones, puesto que en trance
de salir de vacaciones éstas giraban en torno de una sola idea: trabajar. El
laboratorio, el museo, las aulas y su pupitre de trabajo eran olvidados por
unas semanas, pero en lugar de ellos y como recinto de faena elegía la Naturaleza, con toda su
magnificencia: en su espléndido y fascinante imperio.
Cada
expedición científica, ya que no otra cosa eran sus viajes, había sido cuidadosamente
planificada durante el año: itinerario a seguir, estudio de los mapas
respectivos cuando los hubiera, análisis de los miles de detalles geográficos
en rutas, senderos, lagos, ríos y montañas. Tomadas las indispensables providencias
y casi siempre con la compañía de algunos de sus hijos, particularmente el Dr.
Ricardo Jakob quien se transformó en una suerte de secretario-viajero, munidos
ambos de sus cámaras fotográficas partían hacia los sitios más remotos e inhóspitos
del país, cuando no a Perú, Bolivia o Chile.
Dos
móviles fundamentales alentaban la empresa: disfrutar el esplendor de lo
natural alcanzando así el necesario reposo físico y espiritual y, al mismo
tiempo, saciar además el permanente afán por un mayor conocimiento de lo
biológico. En pos de ello visitó toda la República: las provincias del noreste, sus ríos y
selvas; la Mesopotamia,
y toda la costa atlántica fueron testigos de sus andanzas y de sus búsquedas.
Pero ningún lugar o paraje concitó más su preferencia, su devoción puede
decirse, que la cordillera andina y regiones circunvecinas: arroyos, montes,
glaciares, lagos, valles y pasos. Como buen bávaro que era, su afecto por la
montaña no hacía otra cosa que repetir un sentimiento, una emoción ínsita a su
condición de montañés y que, adulto ya, sintió latir como recuerdo de sus correrías
juveniles, por aquellos lejanos Alpes de la tierra natal.
De la
lectura de sus recuerdos de viajero por la Cordillera se desprende
que la exploró en profundidad, desde el Perú hasta Tierra del Fuego.
Particularmente en sus latitudes australes llegó a descubrir caminos ahora
abandonados, pero que siglos atrás transitaron los indígenas que de Chile
entraban en nuestro territorio y viceversa. Al mismo tiempo describió cauces de
agua, lagos y sistemas orográficos ignorados por las cartas. Buena parte de sus
hallazgos los difundió a través de las publicaciones de la Sociedad Geográfica
o desde las tribunas del Instituto Popular de Conferencias o de la Sociedad Científica
Argentina, cuando no aprovechando la que le brindaba el aula universitaria.
Desde ahora y con especial énfasis recomendamos al especialista y aun al profano
la consulta de sus escritos, seguros de que el lector no solamente topará con
una tan copiosa como inusitada información científica y técnica, que comprende
los tópicos más diversos, sino inclusive con páginas preñadas de originales observaciones
o de ingeniosas sugerencias, en las que campea el mejor de los humores y el más
contagioso de los optimismos. Qué no decir de las maravillosas fotografías y diapositivas
con que deleitaba a su audiencia y que no era otra cosa que la fidelísima documentación
de sus ''paseos''.
A mi
parecer, nada patentiza mejor ni es más claro testimonio del espíritu y del
carácter de Jakob que lo que se desprende del relato de sus viajes. Se da
entonces la imagen de su temperamento jovial e inquieto, propenso siempre a
una alegría tan fácil como comunicativa, espectador atento y conmovido de la Naturaleza en toda su
esplendidez – sin que ello fuera obstáculo para que, a cada instante, procurase
extraer alguna conclusión científica de los fenómenos con que se manifiesta.
De
acuerdo con la información escrita que disponemos, su primera excursión la
realizó en 1923. Embarcado en el "Cap Polonio" rumbo a Tierra del
Fuego, aprovechó los días de travesía para redactar la introducción a sus
"Elementos de Neurobiología". Visitó Puerto Madryn, Puerto
Pirámides, Comodoro Rivadavia y otros lugares, en cada uno de los cuales se
detenía para recoger material: peces, algas, piedras y todo cuanto ofreciera interés
para sus inquietudes. Recorrió la gran isla a fondo, observando múltiples
aspectos de su geografía, régimen hidrobiológico, caracteres de la flora,
fauna, etc. Provisto de cuantiosas colecciones y después de reconocer las Islas
Malvinas retornó a la capital, procediendo a seleccionar, ordenar y clasificar
todo lo recogido. Años más tarde cedería toda la colección al Museo de Biología
de la Facultad
de Filosofía y Letras. El día cinco de septiembre de 1924 y previa presentación
por parte del Dr. Carlos Ibarguren, desde la tribuna del Instituto Popular de
Conferencias recordaría el viaje realizado, explayándose sobre el mismo. Cerró
su disertación con estas palabras: "Terminamos nuestra excursión
insistiendo de nuevo en la necesidad urgente de que las altas autoridades velen
por la integridad de las bellezas y productos de la naturaleza del Norte y del
Sur. Y al mismo tiempo, deben ellas contribuir más intensamente para que los
estudiosos del país – y hay muchos – tengan posibilidad de conocerlas y de
aprovechar sus enseñanzas en bien de la juventud argentina; porque sólo
conociendo su país y sus formas vitales se despierta el verdadero amor por él.
El patriotismo debe constar en hechos y no en frases. La forma más eficiente
para conseguir eso sería la organización de un instituto biológico nacional,
con museo biológico y estaciones anexas para trabajos prácticos y elaboración
de colecciones en las zonas más importantes del Norte y Sur argentino, y la
estación biológica futura de Ushuaia estará entre las primeras. Ojalá se
encuentre un sucesor de Bernardo de Irigoyen, que inaugure ese faro científico
en Tierra del Fuego".
Universidad Nacional de Buenos Aires
Facultad de Ciencias Médicas
Instituto de Anatomía Patológica "Telémaco Susini"
Profesor: Dr. Pedro I. Elizalde
Córdoba 2182
Buenos Aires, Noviembre 24
de 1938
Señor Prof. Dr. C. Jakob
Estimado maestro:
Le remito los huesos de que
le hablé días pasados en la sociedad médica; en el paquete chico van piedritas
tomadas del mismo pozo en que aparecieron los huesos a 1 ½ m. de profundidad.
La superficie de la tierra
es greda salitrosa con pasto salado. La región es en el centro sud de la Prov. de B. Aires en el
deslinde de los partidos de Rauch y Azul, 15 leguas al Nordeste de las sierras
de Azul; campos bajos, y a 1.500
m. del arroyo Los Huesos.
Aprovecho la oportunidad
para saludarlo con mi mayor consideración.
P. I. Elizalde
Carta que enviara el Prof.
Elizalde a propósito de un problema paleontológico.
Un alto en el camino al
"Paso del Vuriloche"
Poco más tarde dan comienzo sus andanzas por las regiones cordilleranas del Perú y de Bolivia. En 1929 lo
encontramos en Nahuel Huapi recorriendo los territorios vecinos a caballo o a
pie, acompañado a veces por algún baqueano. De tiempo atrás alentaba una secreta
esperanza: dar con una senda que atravesando el macizo andino por el sur de
Bariloche permitiera llegar al Pacífico. Los antiquísimos pasos del Vuriloche y
de los Caiquenes habían sido transitados por los jesuitas en el siglo XVII.
Sabedor Jakob de tal antecedente, se dispone a "redescubrirlos": pide
consejo a un andinista experimentado, el Dr. Reichert, hombre de su amistad, y
después de contratar a un baqueano de apellido Book, vecino de la zona del
Mascardi, con él y tres arrieros se lanza en procura de la meta. Al cabo de
tres semanas de durísimas peripecias, fatigas incontables y agotadoras
caminatas (puesto que la índole de los obstáculos naturales impedía andar a
caballo) llegan a la cita, previamente convenida con Reichert. Pero la tardanza
de los viajeros hizo que Reichert optara por partir, no sin antes dejar una
marca como testimonio de su espera. Fueron tales las penurias pasadas que se vieron
ante la imperiosa necesidad de carnear un caballo, dada la carencia de otro
alimento.
Jakob saludando desde
"La piedra del doctor", nombre con que los lugareños bautizaron esa
formación volcánica que Jakob estudió atentamente.
En la capital hizo el relato de su travesía en Riel y Fomento, afirmando entre otras
cosas que, conforme a su experiencia, es factible el viaje por tierra entre los
lagos Nahuel Huapi y Todos los Santos en un lapso no mayor de tres días de
cabalgata. Ese camino posibilita unir Bariloche con Reloncaví, en tierra
chilena, a poco que se proceda a mejorar su transitabilidad y, con ello,
acortar el viaje.
Sus excursiones cordilleranas, a las que muy brevemente
hacemos mención, prosiguieron hasta que en 1934 resuelve llegar a los
ventisqueros del Blanco, hasta entonces no pisados por ningún hombre, y de paso
recorrer los Cuernos del Diablo o Montes Pilato, acerca de cuya exacta
ubicación no eran muy explícitos los datos cartográficos. Su tenacidad y
espíritu aventurero dieron frutos y
nuevamente sus propósitos se concretaron, como siempre después de incontables
sacrificios.
El Club Andino de Bariloche gestionó que uno de los lagos por
Jakob descubiertos fuera bautizado con su nombre, quedando así materializado para
siempre un recuerdo, un símbolo de sus peregrinajes por esas maravillosas y
desiertas zonas.
Profundo conocedor de ellas, y teniendo permanentemente la
preocupación de extraer de cada viaje conclusiones científicas o tecnológicas,
se dio cuenta de que el sesenta por ciento de los caudales hídricos nacidos en
nuestro suelo se vierten en el Pacífico y por consiguiente, la Argentina desaprovecha
una riqueza potencial de impresionante cuantía. Desde la Sociedad Científica
Argentina y Revista Geográfica Americana (1937:50, 313) pone el acento sobre el
problema y apela al Estado para que se ponga coto a tamaña pérdida.
Mapa, diseñado por Jakob, de
la zona de los Montes Pilatus (C. del Diablo). En el rectángulo, el lago que
lleva su nombre (foto en página siguiente, con el refugio San Martín).
Enmarcado en un círculo, el Lago Jakob, lugar
de origen del arroyo Casa de Piedra
Visitando el Lago Jakob en la región de Nahuel Huapi
No es del caso detallar aspectos parciales de lo que Jakob
expone, pero si poner de relieve que la lectura de su estudio pone en evidencia
lo vasto de su conocimiento acerca de cuestiones hidrográficas, bio- y
ecológicas, petrográficas, geológicas, etc. y, lo cual merece subrayarse aun
más, la inquietud que en cada párrafo trasunta por el afán de corregir un
estado de cosas para bien del país, aportando por su parte las soluciones
adecuadas. De tenor similar pueden conceptuarse sus advertencias a propósito de
los 15.000 km2 de tierras
desiertas ubicadas entre San Antonio y el Río Negro, fácilmente recuperables
merced a obras de no difícil trámite. Sobre estas y otras cuestiones insiste
en 1937, cuando desde la Universidad
del Litoral expone sus ideas acerca de "La hidrobiología de los ríos
argentinos".
Ferviente cultor de las ciencias biológicas, no falta en su
obra la prueba de su saber en botánica; y sus investigaciones sobre la flora
andina de altura, magníficamente documentadas, constituyen prueba clara de
ello. Incluso la mineralogía fue materia de especial afección y sus
colecciones son fiel testimonio no tan sólo del afán de coleccionista sino
también, y por sobre todo, de la suma de su saber en tal sentido.
Como paleontólogo también dejó huella: ya al iniciar su
actividad entre nosotros se ocupó del cerebro de los fósiles, para lo cual
extraía moldes de los cráneos y deducía el tipo de conformación que el
encéfalo debió tener en especies extinguidas.
Señor Profesor Dr. Chr. Jakob,
Charcas 1240
Distinguido Profesor,
Desde mi regreso de Buenos Aires, en abril del año pasado, he
tratado de conseguir los huevos de yacaré que me encargara en aquella ocasión.
Y recién hoy, uno de los tantos isleños a quienes encargué estos huevos me
trajo 33, diciéndome que son de "Yacaré overo", la clase más rara y
apreciada. Al preguntarle por qué no los había traído antes me dijo que esta es
la época de "postura". Los despacho por este mismo correo por
encomienda postal FRÁGIL y espero lleguen en buen estado y así sean útiles a
sus importantes y humanitarios estudios.
Si llegara a necesitar más me los puede pedir con entera
confianza, porque para mí será un deber atender cualquier pedido suyo.
Al hacerle presente los saludos de mi señor padre, y al
quedar completamente a sus órdenes, le saludo con mi más distinguida
consideración.
Nicolás Liotti
Carta que se le enviara desde Corrientes en la cual se hace
referencia al yacaré
Por esos años, un problema empantanaba el progreso paleontológico
en uno de sus aspectos: si la familia de las tipotherias pertenecía a los
roedores o a los artiodáctilos. En el contramolde craneano que obtuvo, Jakob
advirtió la existencia de un único surco encefálico, característico de los
roedores lisencefálicos; y ante tal evidencia la cuestión quedó dirimida. Fue
así que fundamentó una hipótesis de trabajo que Jakob por vez primera expuso
entre nosotros. Fue uno de los pocos hombres de ciencia que en el mundo
preconizaron el estudio de los moldes forjados sobre huesos fósiles para
ulteriormente inferir conclusiones valederas en el terreno paleontológico.
Por los años 1907 y 1908 el hallazgo del atlas de Monte
Hermoso encendió una polémica en la cual participaron dos sabios, Ameghino y
Lehmann-Nitsche. Ante el descubrimiento del citado hueso, aparentemente
diferente al del hombre actual, pensaron que pertenecía un ser prehistórico (Tetraprothomo argentinus para Ameghino
y Homo primigenius sudamericanus
para Lehmann-Nitsche).
MARQUETTE
UNIVERSITY
Mayo 11, 1927
Profesor Dr. Chr. Jakob,
Biology,
Univ. of Buenos Aires,
Argentina, South America.
La
Universidad de Córdoba
(Argentina) acaba de acordarme el honor de nombrarme profesor visitante del año
1927 para dar una serie de conferencias. Siendo mi deseo incluir en estas una
ojeada de los trabajos biológicos llevados a cabo en esta generación, me tomo
la libertad de escribir a todos los biólogos sobresalientes rogándoles me den
sus pareceres sobre las tendencias de la ciencia biológica en sus respectivos
países. Le agradecería a usted, pues, si tuviese a bien darme los más amplios
informes sobre los puntos siguientes:
1. ¿Cual es, en su opinión, el trabajo más importante que se
haya hecho en la blología en general, y en su país en especial, durante los
últimos treinta años? ¿Por qué razón, desde el punto de vista científico y
desde el punto de vista de utilidad
para el género humano?
2. ¿Cuáles son los problemas biológicos que se han resuelto durante este espacio de tiempo?
3. ¿En qué ramos especiales han trabajado los biólogos de su
país, o la mayor parte de ellos? ¿Qué dio el ímpetu a que se desarrollara el
interés en tales ramos?
4. ¿Cuáles son los problemas que usted considera como los más
fundamentales en la ciencia biológica de hoy? Haga usted el favor de indicar
sus razones.
5. ¿Cuál es, en la opinión de usted, el criterio sostenido
por los mejores biólogos de su país respecto a vitalismo y el mecanicismo?
6. ¿Cuál es el trabajo biológico, si tal hay, que ejerció
bastante influencia para dar lugar a ciertos cambios en la vida de su nación en
cualquier manera: en la política,
educación, filosofía, psicología, religión,
etc.?
7. ¿Qué otro tema, no aludido en lo que va arriba, cree usted
que debiera tratarse en una ojeada de biología de nuestra generación?
Dándole mis más expresivas gracias por su bondad en
suministrarme estos datos, y cualquiera otros que estime importantes, me
suscribo de usted afectísimo.
Edward J. V. K.
Menge
Al margen de la carta, una cáustica acotación de Jakob: El distinguido colega quiere material para un libro
entero!
Tal vez resulte de interés transcribir parte del trabajo que
en 1938 comunicara a la Asociación Médica Argentina, en el cual y luego
de una medulosa introducción a la anatomía, anatomía comparada y embriología
del atlas y del axis, documentada con una irreprochable suma de material de sus
colecciones, dice Jakob:
"Como nos
pareciera que los sabios maestros no tuvieron suficientemente en cuenta la gran
variabilidad del atlas en el ser humano actual, nos procuramos una buena
colección de atlas humanos masculinos y femeninos y pudimos convencernos de que
el atlas de Monte Hermoso, si bien no pertenece a un indio reciente, encuadra
perfecto en el de una india actual, de edad avanzada, baja estatura y compacta
osificación, pues análogas conformaciones contiene mi colección de atlas
femeninos. Agregaremos que a Ameghino le ocurrió la desgracia de comparar,
equivocadamente invertida (la figura) del atlas de Monte Hermoso, con uno
reciente, masculino, apareciendo de este modo mayores diferencias entre ambos.
Debido a la amabilidad del director del Museo, Dr. Frenguelli, he podido examinar
el original en La Plata,
pudiendo constatar además un peso tan extraordinariamente liviano de la
'reliquia' que difícilmente se podrá hablar de una fosilización".
Huelga decir que las pruebas documentales que Jakob agrega a
su trabajo son irrefutables y seguras, tanto como el sentimiento amistoso que
lo unió tanto a Ameghino como a Lehmann-Nitsche, quienes con Hicken, Bruch y
otros hombres selectos integraron su no muy amplio circulo de afectos.
Tal como se expresó, Jakob fue asiduo visitante de todo el
territorio nacional. Y las provincias litoraleñas, con sus bosques y sus ríos,
ejercieron singular gravitación en sus designios viajeros. Precisamente el
Paraná, en el que suele vivir el más grande de los saurios americanos, fue
testigo de sus inquietudes, a punto tal que uno de sus libros más originales,
''El yacaré y el origen del neocórtex", fue meditado, en algunos capítulos
al menos, mientras contemplaba la enorme bestia.
Cumplidos los setenta y cuatro años, pero con un cerebro y un
físico que el paso del tiempo no parecía vulnerar, decidió concretar un viejo
anhelo: transponer el Portillo de Tunuyán. Emprendió el camino y a lomo de
mula, transido por el frío y el viento de las alturas, cianótico y
desfalleciente, superó todas las dificultades y alcanzó la deseada meta. Esta
parece ser la última de sus expediciones por los parajes que con tanta
devoción recorrió. Pero, ello no obstante, como necesitado de proyectarse anímicamente
más allá de sus limitaciones físicas, nunca mezquinó apoyo a quienes ansiaran
seguir sus huellas.
De sus viajes quedaron narraciones,
anécdotas, episodios festivos y de los otros, imposibles de recordar ahora;
pero un hecho es digno de recordarse. En cierta repartición oficial a la que
concurría para la consulta de planos, mapas y referencias afines y con la
exclusiva intención de precisar los detalles de su próxima excursión, su
atenta, silenciosa y prolija averiguación encendió suspicacia en el funcionario
de turno, con alguna razón azorado frente a una actividad tan singular… recelo
incrementado por la contemplación de un individuo cuyo físico y acento
idiomático lo hacían sospechosamente extranjero.
La "Folia Neurobiológica"
En la formación científica de Jakob
influyeron decisiva y enérgicamente sabios de la talla de Hertwig, Selenka, von
Kölliker y von Gerlach, todos ellos famosos por sus estudios en anatomía
comparada y embriología general y del sistema nervioso, y de quienes no tan
solamente fue discípulo sino también colaborador. Fácil es deducir su asombro e
inquietud cuando al incorporarse a principios de siglo a nuestro ambiente
universitario advirtió que en su ámbito aquellas ciencias y muy especialmente
la embriología eran poco conocidas.
En una nota enviada al Círculo
Médico Argentino y Centro Estudiantes de Medicina, fechada en abril de 1919,
decía que ya en 1902 había notado que "en el engranaje científico de la Facultad'' faltaba la
enseñanza de la morfología comparada y genética, sin cuyo concurso el tránsito,
desde la anatomía descriptiva hacia la histología y fisiología cerebral, es
imposible si se aspira a cultivar una genuina medicina científica. Esto lo
indujo a solicitar de las autoridades de la Facultad el correspondiente permiso para dictar,
extraoficialmente, un curso en el cual ambas estuvieran comprendidas. El
entonces Decano, prof. Uballes, le pidió diera uno anual sobre embriología que
– de paso sea dicho – fue el primero que se realizó en nuestro medio. A raíz de
un cambio en el gobierno universitario se vio obligado a interrumpirlo, pues el
sucesor de Uballes lo estimó "inoportuno".
Dibujo en tinta
china, original de Jakob
Dibujo en tinta china, a
propósito de la organización cortical
Está fuera de cuestión que de las
investigaciones en anatomía comparada nerviosa se extraen conclusiones y hasta
se deducen regularidades a cuyo imperio se sujeta el cerebro humano,
organización suprema de la serie filogenética. Hoy en día nadie duda de la
fundamental importancia que el conocimiento de la morfología macro y
microscópica comparativa, así como el de zoofisiología cerebral, tiene para la
dilucidación y esclarecimiento de los grandes problemas en el terreno de la
neurología, psiquiatría y psicología humanas. En la Argentina un precursor e
instigador de tales indagaciones fue Jakob y a él se le debe el primero y único
estudio sistemático, llevado a término con la colaboración de Clemente Onelli,
concretado en el espléndido "Atlas del cerebro de los mamíferos de la
fauna argentina", aparecido en 1913.
Boceto dibujado
por Jakob acerca de su teoría de los "sectores" del cerebro humano.
Su continuación es
"Filogenia", atlas tercero de su Folia
Neurobiológica en el que aparece sintetizado su trabajo de más de cuarenta
años dedicados al estudio del sistema nervioso de la mayoría de los animales
que viven en nuestro territorio. Del cerebro de uno de ellos, un pequeño
reptil, la Amphisbaena darwini, extrajo conclusiones que
prestan sustento a la probablemente más original y fecunda de sus concepciones:
origen y organización de la corteza cerebral del hombre.
Del modo como se gestó la edición
del "Atlas del cerebro de los mamíferos" ya hemos hecho mención en
páginas anteriores. Un libro, "El embrión humano", dedicado a su
maestro de zoología y embriología en Erlangen, de cuya Facultad de Filosofía
era decano en 1886 el ilustre profesor Emil Selenka, da cima a la contribución
que Jakob hizo en tal sentido a la ciencia nacional. El 24 de octubre de 1944 la Academia Nacional
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales le otorgó en acto público el
"Premio Holmberg". La presentación del laureado corrió por cuenta del
doctor Herrero Ducloux y sus palabras fueron por demás significativas, puesto
que al referirse al galardón concedido expresa que en el caso de Jakob no
corresponde asignarle la calidad de un premio en sí, ya que lo estima
"como categórica expresión de reconocimiento, dado que su figura no
requiere estímulo ni recompensa". Inmediatamente Jakob expuso,
brillantemente, acerca de ''Los problemas de la embriología humana". Cerróse
así, por lo menos oficialmente, un ciclo de alrededor de cincuenta años de
estudios, enseñanzas e investigaciones en torno de una ciencia que, como
públicamente lo dijera en una conferencia, en la década del 1900 se conceptuaba
en el recinto universitario como "un lujo innecesario".
La
pandiculación (kinesia del bostezar y estirarse) se registra en el desarrollo
embrionario humano con la temprana mielinización mesodiencefálica, desde las doce
semanas (~ 85 días). En esta etapa el psiquismo allí circunstanciado puede empezar a diferenciarse
objetalmente, en reacción mediata a la dinámica neuroeléctrica
que la ejecución de esta y otras kinesias y la actividad de las cadenas
neurorreceptoras estructuran en el volumen gris (interferencia
de ondas estacionarias en circuitos reverberantes, dice Jakob).
Tal dinámica electromagnética se acopla a los estados volumétricamente
superpuestos del campo físico en que eclosiona la presencia operativa del
psiquismo, campo por cuya mediación aquella dinámica local afecta
sensorialmente a este particular psiquismo (con reacciones entonativas o
entonaciones) y después le permitirá acciones eferentes (conducta voluntaria).
El esquema del arco sensopsíquicomotor sólo muestra su complejización
hodológica (vías neurales); no muestra los efectos de campo de su neuroactividad
electromagnética (mediados, claro está, por fotones) y, menos, el acople de
esta con los estados locales del segundo campo mencionado (los portadores de
cuya acción deben poseer masa y por lo tanto diferir de los fotones) a través del
cual pueden interactuar extramentalidad y psiquismos.
Boceto original de los arcos neuroenergéticos corticales, fundamento de
una de las más fecundas doctrinas que Jakob transmitiera para su desarrollo a los
continuadores en su escuela. Jakob, músico, concebía la anatomía como un
desarrollo temporal polirrítmico, sinfónico.
A punto de cumplir ochenta lozanos
años se retiró a la vida privada, acogiéndose a la jubilación y rodeado de
unánime afecto, respeto y genuina admiración. No mucho antes había dado
comienzo a la publicación de su monumental "Folia Neurobiológica
Argentina", iniciada en 1939 con el primero de los tres atlas que la
integran, a poco seguida por el segundo. En 1941 se editó el tercero y
sucesivamente hasta 1946 los tomos de texto que acompañan a aquellos. En total
suman 1207 páginas escritas documentadas e ilustradas por 482 láminas y 1555
figuras correspondientes a similar cantidad de macro y microfotografías
provenientes de sus colecciones, sin retoque alguno, confeccionadas tan
irreprochable como magníficamente. Sin exageración puede la citada Folia
equivaler a la "opera omnia" de Jakob. En ella queda expuesto su
pensamiento y encuentran cauce sus teorías acerca de la organización del
sistema nervioso de los animales y del hombre tanto en la faz normal como
cuando lo compromete la enfermedad. Que el plan originariamente trazado no
llegara a cumplirse en plenitud [La
Folia actualmente
continúa apareciendo como volúmenes de periodicidad irregular. N. del E.] no mengua en forma alguna el
enorme valor de la obra que para el profesor Julio Hanon "documenta el
mayor esfuerzo científico personal entre nosotros'', juicio que compartimos y
que difícilmente pueda ser controvertido. Todavía más: en relación con la
anatomía descriptiva, genética y comparada, así como en el amplio contexto de
la biología normal y patológica del aparato nervioso, a nuestra información no
ha llegado, hasta hoy, un trabajo de conjunto unipersonalmente elaborado
pasible de cotejo con la obra de Jakob, fuere éste forjado entre nosotros o en el
resto del continente.
Las objeciones que se pueden
formular y a las que dedicaremos unos párrafos no hieren sustantivamente ni su
perfil ni su esencia fundamental. Fincan las mismas en ciertas fallas o
descuidos que, sin menguar el enorme valor que encierra ni tampoco rozar sus
perfiles fundamentales, le restan claridad y de esta manera hacen ardua su
comprensión.
Dos son, a mi juicio, tales faltas:
el intrincado estilo con que Jakob redacta y una inadvertencia, que por
momentos parece deliberada, en que incurre a propósito de la bibliografía
moderna acerca de los tópicos que trata. Estimo necesario unos párrafos
aclaratorios, que menos intentan socorrer al autor que procurar una
justificación valedera a las mentadas omisiones.
Si se someten a cotejo los escritos
iniciales del Jakob de las primeras décadas con los que de su pluma surgieron
en las últimas, se hace patente un notorio contraste en el plano de la claridad
expositiva. El saldo es ampliamente favorable para aquellos, a pesar que el
manejo del castellano debió, necesariamente, ser más embarazoso por entonces.
De esto se desprende un hecho digno de ser puesto de relieve y que estriba en
aconsejar la lectura de sus trabajos primigenios, teniendo la certidumbre de
que el consultor encontrará la clave no
tan sólo de lo que ulteriormente su pensamiento iría desarrollando sino también
una abordable y amplia sinonimia de términos, vocablos y giros, a los que Jakob
apelará en sus postreras contribuciones.
Es en éstas donde se manifiestan un
par de circunstancias realmente sugestivas: una construcción sintáctica
farragosa y la constante intercalación de neologismos. Admitiendo que fuese
aquella resultado de sus naturales limitaciones idiomáticas, lo otro adquiere
un significado diferente. En busca de una explicación nos inclinamos a pensar
que ante la imposibilidad de contar con palabras que por pertenecer al lenguaje
corriente eran incapaces de simbolizar las ideas por Jakob sustentadas, no tuvo
otra alternativa que inventar vocablos, giros o frases con miras a subsanar esa
falencia.
Si atacamos la cuestión en los
términos en que parece apoyarse, su proceder no suena a desatinado tal y como
por ejemplo lo sería si en lugar de dichas razones influyeran caprichos o
comodidades. Se nos ocurre que Jakob hizo suya una técnica empleada asidua y
provechosamente durante el curso de la evolución histórica de las ciencias, y
que consiste en la creación de determinados vocablos destinados a servir de
goznes, en torno de los cuales giran los enunciados accesorios del concepto que
se procura expresar. Las ciencias exactas y la filosofía aportan cuantiosa suma
de ejemplos en tal sentido y ocioso resultaría repetirlos ahora, pero no está
demás recordar lo que von Monakow sostuvo ("Introduction biologique a
l'étude de la neurologie et de la psychopathologie", París, 1928) con
relación a la psicología y singularmente a la biología, puesto que es en estas
ciencias donde más se hace notorio lo inadecuado que resulta el empleo de la
terminología de uso habitual en la vida en sociedad – así como en los aspectos históricos
y antropológicos a la misma vinculados – cuando se pretende designar objetos y seres que
pertenecen al mundo de la
Naturaleza. Para subvenir a tal necesidad resulta imperiosa
la invención de vocablos nuevos que con mayor aproximación y más nítidamente
simbolicen el sujeto de lo que se aspira a formular.
Analizaremos ahora la otra gran
falta que a Jakob cabe achacarle: la exclusión, casi tan sistemática como
displicente, de poco menos que la totalidad de las referencias bibliográficas
contemporáneas acerca de los grandes tópicos que su obra comprende – aunque
sería injusto no reconocer que en sus citas figuran hombres de rango estelar,
algunos de los cuales son del siglo XIX y otros cuyos trabajos datan de los
albores del que transcurre: Vogt, Brodmann, Campbell, Elliot-Smith,
Ariens-Kappers, Sherrington, Ramón y Cajal, Déjérine y Kleist, entre otros
sabios. No rara vez la mención que de ellos hace es para someter sus ideas a
una crítica severa, en ocasiones mordaz.
El descuido anotado no deja de ser
paradojal si se tiene en cuenta que Jakob disponía de información científica no
sólo abundante sino perfectamente actualizada y los adelantos de influencia
decisiva nunca escaparon a su atención. Vale la pena intentar una explicación
que haga justificable su aparente negligencia.
En lo que va del siglo, los
estudios e investigaciones neurobiológicas normales y patológicas asumen
impresionante cantidad de publicaciones. Resulta superfluo repetir que en ese
terreno, tanto como en el que tiene que ver con otros quehaceres científicos,
la actualización de conocimientos es harto difícil, ya que los mismos son
fluidamente superados en el curso de escasos meses. La ciencia en general
aprovecha hasta los hallazgos menores, cualesquiera sea su eficacia, pero
debemos consignar, subrayándolo, que sin desmedro de otras la preocupación y el
interés fundamental que por espacio de más de media centuria agitó a Jakob
residen en el conocimiento de la organización y funcionamiento del órgano supremo
del pensar: la corteza cerebral.
A ella dedicó sus afanes más
fervorosos. Y la investigó profunda e indesmayablemente, arrancando desde las
estructuras imperfectas propias de los animales inferiores; prosiguiendo más
tarde, paciente y exhaustivamente, los estudios que concluyen con el manto gris
del cerebro humano, no limitándolos a la normalidad puesto que la enfermedad
del mismo fue sometida a la más profunda de las pesquisas. Christofredo Jakob
conoció, como pocos, el aparato nervioso de los animales y del hombre y en
verdad no existe tema al mismo vinculado que no haya sido materia de su
indagación: morfología comparada y genética, embriogenia, topografía de los
núcleos y grises y de los sistemas de fibras que los enlazan y cuanto proceso
morboso los altera, todo en fin lo que conforma la ciencia de la neurobiología
en el más amplio de sus contextos. Llegamos aquí a la médula del problema que
estamos tratando: acaso en virtud de esa circunstancia señalada al pasar, la de
ser la corteza cerebral el órgano del pensamiento, las averiguaciones que a su
nivel se practiquen y las conclusiones que de las mismas se plasmen deben estar
necesaria e inexcusablemente sujetas al más riguroso de los controles, para
recién aceptarlas al haberse agotado los márgenes de duda y error. De lo dicho
se desprende lo imperativo de la severidad con que métodos y técnicas de
exploración exigen ser aplicadas, si es que se anhela extraer argumentos
irrefragables fundados en realidades sólidas.
Consecuente con los resultados
logrados en base al conocimiento surgido de las investigaciones
filo-ontogeneficas, biológicas y anatomoclínicas, opulentas fuentes para un
auténtico y genuino saber neurobiológico, Jakob cultivó sus respectivas
metodologías seguro de que la fecundidad de las consecuencias así obtenidas
prestarían provecho para acortar las brechas que siguen separando cerebro y
psique, consecución
por la que Jakob bregó sin deserciones.
Indudablemente puede aseverarse que
en los últimos decenios, los estudios de índole neurobiológica han
experimentado un incremento tan grande como complejo en cuanto a la cantidad de
instrumentos, dispositivos y técnicas que están a disposición de los
científicos modernos para su mejor aprovechamiento. La electroencefalografía,
la histoquímica, la microscopía electrónica, la psicofisiología comparada, la
cirugía nerviosa experimental o la que se efectúa en el hombre con fines
diagnósticos y terapéuticos, la neuronografía y la psicofarmacología, para que
no hacer mención sino de las mejor conocidas y habituales, aportan información tan
vasta como ponderable; no siempre ni tampoco totalmente exenta de error, cuando
no de inferencias discordantes o discutibles.
Negarles valor y eficacia suena a
tontería. Pero sobrevalorar los resultados mediante ellas obtenidos entraña
el riesgo de extender los mismos a la biología nerviosa humana en estado de
salud o alterada por los procesos o afecciones que la afectan.
Acerca de todo esto conceptuamos
altamente significativas y aleccionadoras algunas frases, entresacadas del
texto de un magnífico libro del eminente fisiólogo suizo W. R. Hess, Premio
Nobel de Medicina. En "Psicología y Biología" (Morata, Madrid 1963)
dice el autor:
"Respecto al proceder en nuestras propias
investigaciones, en las cuales nos apoyamos principalmente, en primer lugar debe
mencionarse el experimento de la excitación, ya empleado en época anterior y
actualmente bien precisado (Hess, 1932). La aplicación central de impulsos
eléctricos, o de series de impulsos con ciertas precauciones, produce, a menudo,
síntomas y sindromes que coinciden en forma notable con los comportamientos
espontáneos que van unidos a procesos psíquicos. Fijándolos en una película se
asegura la posibilidad de comparar casos distintos en sus menores detalles, lo
que en la extensa serie de pruebas indispensables garantiza la necesaria
seguridad. Nos esforzamos, además, en averiguar mediante el estudio histológico
del cerebro en cada caso y en cada efecto de la excitación, los lugares
responsables, incluidas las estructuras contiguas. Cuando se ha realizado una
serie suficientemente grande de pruebas, se señalan en atlas de cortes del
cerebro aquellos lugares en los que se han obtenido idénticos efectos. De este
modo se obtiene una idea general de la organización funcional del cerebro y de
sus sistemas, definidos por sus rendimientos subjetivos: incluyendo las
manifestaciones psíquicas.
Este procedimiento puede ser completado con ventaja si,
inmediatamente después de la excitación y registro del efecto, por el mismo
electrodo es enviada una corriente diatérmica. De esta manera se establece un
foco de coagulación, de extensión limitada, y se efectúa una desconexión de
estructuras localizables. En ciertas condiciones se presentan síntomas típicos
de defecto, complementarios del efecto de la excitación, confirmando de este
modo la subordinación de la función a la organización estructural. Condición
previa para obtener resultados valorables es un conocimiento suficiente de los
comportamientos fisiológicos de la especie animal sobre la que se experimenta.
Felizmente se dispone hoy de experiencias relativamente amplias sobre la
investigación de la conducta, que pueden ser valoradas en la forma citada. Un requisito
igualmente muy importante, que atañe a la confirmada subordinación de los
comportamientos motivados psiquicamente a áreas y uniones neuronales, son, como
es natural, buenos conocimientos anatómico-cerebrales concernientes, por una
parte a la situación de los centros neuronales, y por otra a los haces respecto
a su origen, curso y distribución. Especial atención hay que prestar a aquellas
zonas donde están entrelazados elementos, células o fibras pertenecientes a
sistemas distintos, de manera que los efectos de excitaciones o interrupciones
puedan aparecer como síntomas mixtos cuando no contrapuestos.
Resultados interesantes, obtenidos con relativa
frecuencia, se han conseguido con la ablación de pequeñas o grandes áreas
cerebrales, en la cual, el investigador relaciona los síntomas de déficit con
el defecto orgánico. En tal interpretación tiene que ser considerado que la
eliminación de extensas regiones puede conducir, fácilmente, a perturbaciones
del equilibrio funcional de amplias zonas del cerebro, porque a causa de la
organización del mismo unas están enlazadas con otras, incluso a gran
distancia. Con esto no se dice que al efecto más sobresaliente haya que
relacionarlo directamente con el sustrato eliminado por la operación. Sea un
experimento de excitación o una prueba de extirpación, por las causas citadas
hay que tener en cuenta que, acerca del significado funcional para la plena
capacidad de rendimiento de las estructuras integradas, sólo pueden obtenerse informes suficientemente
fundamentados cuando se dispone de un material de experimentación muy amplio.
Ello es así pues tan sólo en tales condiciones puede contarse con una buena
comprensión de las múltiples variantes potenciales de los comportamientos
fisiológicos que surgen. Tocamos con esto un punto delicado, por lo que podemos
comprobar estudiando la bibliografía correspondiente. No pocas veces se
encuentran afirmaciones pretenciosas documentadas sobre un material demasiado
escaso, que por consiguiente dejan un amplio margen a la casualidad.
Consecuencia de ello son contradicciones, que enmascaran la organización y comprometen
los buenos resultados."
A
mayor abundamiento, y en relación a los estudios basados en el empleo de
aparatos que miden las oscilaciones de los potenciales eléctricos de las
neuronas y que constituyen la herramienta de trabajo al par que el fundamento
de concepciones científicas muy en boga en centros de investigación de fama,
especialmente en EE. UU., afirma Hess que "respecto a la evaluación
psicofisiológica de los datos conseguidos, las relaciones no son proporcionales
a los hallazgos".
Objeciones
de tal naturaleza, sumadas a otras que no hace al caso considerar en este
momento, fecundaron muchas de las reservas con que Jakob acogía el progreso
neurobiológico que se iba alcanzando y que se cimentaba en los mencionados
procederes.
No
por inercia mental, como tampoco por rigidez cifrada en preceptos, fue que
Jakob asumió una severa actitud crítica ante lo que a su inteligencia aparecía
como dubitable o conjetural.
Convencido, tal como íntima y profundamente lo
estaba, en la factibilidad y en la eficacia de la aplicación de la rigurosa y
objetiva metodología que se sustenta en el análisis de los fenómenos nerviosos
en el plano filo-ontogenético, anatomoclínico y psicobiológico, no encontró
argumentos ni razones suficientemente valederas para desistir del plan que se
había trazado, así como para aceptar conclusiones que no tuvieran en cuenta los
métodos a que recién hicimos referencia.
Conviene
repetirlo: sin duda alguna Jakob dedicó su vida a la biología en general y
prevalentemente a todo aquello que tiene que ver con la investigación a nivel
del sistema nervioso animal y humano, pero dentro del mismo su atención más
aguda – y con características que, sin exageración, pueden reputarse como casi
obsesionantes – se consagró al examen del más complejo y sutil de las
estructuras que lo componen: el aparato cortical.
Motivos
diversos nos impiden ni tan siquiera rozar sus concepciones al respecto, pero
ello no es óbice para señalar que hasta hoy nadie ha documentado lo que sin
vacilación puede denominarse "la historia biológica de la corteza
cerebral" que, conforme a sus observaciones, se inicia en el encéfalo de
un pequeñísimo reptil, la ya mencionada Amphisbaena darwini, vulgarmente conocida como
"víbora ciega". Para no citar sino dos circunstancias entre otras,
diremos que del estudio de ese minúsculo cerebro surgieron sendas doctrinas
neurobiológicas de importancia decisiva y fundamental.
Una
es la existencia de una corteza sensomotriz cualquiera sea el sector
topográfico que se someta a estudio. O, dicho sea apelando a otras palabras,
ningún sector cortical es asiento exclusivo de un proceso o bien motor o de
índole sensitiva: por lo contrario "cada estado de excitación sensitiva o
motriz tiene que provocar momentáneamente la porción correspondiente de la otra
fase. Todos los actos corticales debemos considerarlos, a priori, como de
naturaleza mixta, sensitivo-motriz, siendo la separación de ambos componentes
no conciliable con la textura cortical: es este un hecho fundamental, para
nosotros, en que descansa el conocimiento de la función cortical. Cada proceso
elemental de la esfera de la voluntad o de la sensibilidad tiene que llevar por
eso y desde el principio, el mismo carácter mixto y es por eso erróneo hablar
simplemente de procesos de la voluntad y de la sensibilidad como algo
fundamentalmente distinto. En realidad, en cada caso solamente un componente
prevalece sobre el otro; ambos son diferentes en su tendencia, no en su
esencia. Por eso llegamos a un concepto monístico de todas las funciones
corticales".
El
otro hecho se enlaza con lo que en la actualidad es un tema de máxima atracción
en el terreno neurológico y psiquiátrico: el del "cerebro visceral",
acerca de cuya trascendencia brevemente hicimos mención en páginas previas.
Pues bien: la noción de "cerebro visceral'', concepto acuñado por Jakob en
1911 y edificado sobre irreprochable e indiscutible evidencia de datos
científicos, ha sido "redescubierta", a no dudar impremeditadamente,
por Papez en 1937. Y a partir de esa fecha una copiosísima literatura se incorpora,
año tras año y con renovado vigor, a las fuentes informativas con que cuenta la
teoría biológica que procura explicar los mecanismos que presiden la emoción.
Lo
más notable es que las ideas, elaboradas por Jakob alrededor de veinticinco
años antes que Papez hiciera públicas las suyas, no tan sólo son desconocidas
por el autor citado cuanto que lo son por todos
quienes a partir de 1937 del tópico se han ocupado. Todavía más: si se procede
a la lectura de los trabajos modernos de mayor enjundia, inmediatamente se
advierte que las estructuras nerviosas y los sistemas que las ponen en relación
funcional son las mismas, salvo detalles accesorios, que aquellas a las que
Jakob concede papel protagónico dentro de sus consideraciones acerca de la
fisiología y fisiopatología de los fenómenos centrales emotivo-afectivos.
Para
concebir su teoría no se valió de investigaciones asentadas sobre técnicas
experimentales (de extirpación o excitación, eléctricas, farmacológicas. etc.).
Lo hizo, en cambio, apoyándose en su verdaderamente formidable arsenal de
conocimientos zoológicos, anatómicocomparativos, embriológi-cos, de morfología
normal y patológica, todos puestos al servicio de una sagaz y penetrante
comprensión del acontecer morboso expresado en la fenomenología clínica. De
esta suerte y seguro de haber encontrado una segura senda, y provisto de
instrumentos de trabajo idóneos y suficientes, prosiguió la tarea de
proporcionar cada vez mayor asidero a su hipótesis, la cual quedó coronada en
1946 con la publicación ''El trígono cerebral: su significación
neurobiológica": tal vez la más lúcida, coherente, profunda y original
exposición sobre el tema a que aludimos. De haber sido redactada en un idioma
con mayor difusión en la prensa científica internacional, es probable que el
eco por ella suscitado hubiese relegado a categoría secundaria el valor
intrínseco de muchos descubrimientos y hallazgos.
Cabe
señalar como circunstancia deplorable que el castellano no está suficientemente
divulgado en los grandes centros especializados europeos o de América del
Norte. Son solamente unos pocos quienes lo entienden y se dedican a enterarse
de lo que en nuestra lengua se escribe. Que esto importe una injusticia no
evita sus consecuencias: el casi total desinterés con que se mira lo publicado
en los países de habla española. Si pretendemos corregir esa ignorancia no
queda otro remedio que proceder a la traducción al inglés o al francés del
resumen y conclusiones de cada trabajo.
Con
la excepción de las publicaciones efectuadas durante sus comienzos
profesionales en Alemania, más los monumentales ''Das Menschenhirn" y
"Vom Tierhirn zum Menschenhirn" editados en Munich, y el artículo
acerca de la teoría de la
Doppelrinde, todos escritos naturalmente en alemán, y de un
par de comunicaciones en francés, el resto de la vasta obra de Jakob está
redactada en castellano, pero en ninguno de los capítulos que la integran
aparece una breve traducción de las conclusiones a que arriba. El hecho es
curioso, puesto que Jakob conocía perfectamente las lenguas modernas
occidentales y fácil le hubiera resultado epilogar cada trabajo con unas pocas
frases en inglés o en francés.
Si
se suma a esa omisión algo de lo que caracterizaba a su personalidad humana,
extraña por completo a forma alguna de vanidad y de afán de autopropaganda, no
cuesta mucho comprender el por qué del desconocimiento que de la obra y vida de
Jakob se tiene fuera de nuestro país y de otros de América del Sur. Sirva como
testimonio lo siguiente: en 1950 estuvo entre nosotros el profesor Earl Walker,
distinguido neurocirujano y fisiólogo y autor de trabajos neuroanatómicos
mundialmente conocidos: particularmente, los que versan sobre el tálamo del
mono. Dueño de copiosa información, Walker conocía a fondo las ideas que Jakob
había expuesto en "Das Menschenhirn" y aportes anteriores a propósito
de la estructura y organización de ese poderoso núcleo. No fue pequeña su
sorpresa cuando se le hizo saber que lejos de haber desaparecido física o
intelectualmente, Jakob vivía sus ochenta y tres años con el pleno disfrute de
salud física e inteligencia, retirado en su hogar pero todavía íntegramente
dedicado al estudio de mil problemas diferentes.
En 1925 apareció la obra cumbre del
famoso anatomista Constantin von Economo y Koskinas su sabio colaborador, donde
los autores sostienen que los estudios que en el futuro se realicen acerca de
la organización y funciones de la corteza cerebral deberán apoyarse en los
trabajos de Kaes, Ramón y Cajal y Christofredo Jakob. Una tarde y mientras
trabajaba en su laboratorio de Alienadas alguien le comentó ese juicio que von
Economo formulara. Sin vacilar y agudamente replicó Jakob: "eso dice
porque me cree ya muerto". Dejando al margen la tal vez excesiva ironía
que la réplica encierra, es probable que muchos de los que fueron sus
contemporáneos en la vida científica europea y ante lo que aparecía como un
efectivo alejamiento de la misma entendieran, en vista de la carencia de
información bibliográfica que como producción escrita de Jakob se tenía, que
esto se debía a su desaparición física definitiva.
A
la izquierda, arriba y abajo: Profesor Constantin,
Freiherr von Economo (1876-1931); foto acreditada a Max Schneider, Viena. Derecha:
Dr. Georg N. Koskinas (1885-1975) arriba, en 1957, abajo en la época de su
colaboración con von Economo; fuente: Helios Encyclopaedical Lexicon ©
1957, ambas imágenes aportadas por el Prof. Lazaros Triarhou (Univ. de
Tesalónica), agregadas a la presente edición electrónica. Sobre los dos sabios,
título en el frontispico de su opus magnum.
Para
poner las cosas en su lugar, actualizando y difundiendo sus libros y con ellos
su pensamiento, bastará que mediante la ayuda oficial o de alguna institución
privada se decida reeditarlas, previa ordenación y traduciendo, al mismo tiempo,
sus contenidos esenciales. Puede descontarse que el éxito acompañaría la
empresa, nada fácil en verdad, y la inversión que demandaría fructuosamente la
compensaría la resonancia que científicamente alcanzaría dada la originalidad,
hondura y fecundidad de muchas de sus concepciones neurobiológicas – que, lo
reiteramos, son ignoradas por los motivos invocados previamente.
El humanista y artista
Los
rasgos que dan perfil a la personalidad de Jakob quedarían inconclusos, y su
imagen humana desteñida, si se omitiese una mención siquiera superficial a
otros aspectos de su cultura, sin disputa tan extensa como profunda. En mérito
a ella Jakob se nos presenta con las características propias de los grandes
hombres de ciencia. En efecto: si grande era su saber en el terreno de la
biología, no le fue en zaga el que paciente y silenciosamente se forjó en
historia, literatura, arte, música y filosofía entre otras. Dominaba varios
idiomas: latín, griego, hebreo, además del italiano, inglés y francés, y leyó a
los grandes autores clásicos en sus lenguas originales. Merece destacarse que
sin ser un filósofo de profesión conocía a fondo el pensamiento de quienes
contribuyeron a levantar sus más significativos sistemas. Platón, Aristóteles,
Descartes, Kant y Schopenhauer se contaban entre sus dilectos, y basta revisar
su producción escrita en tal sentido para corroborar lo dicho.
Respetuoso
como era tanto de las corrientes filosóficas más afamadas como de todas las
emanadas de la actividad espiritual superior, no atinaba a disimular su
irritación cuando, apelando a sus respectivas construcciones, se pretendía
explicar el funcionamiento del psiquismo en base a puras abstracciones, en el
absurdo empeño de así dar respuesta a los secretos e interrogantes que el mismo
suscita; o, como a menudo acontece, recurriendo a una tan ampulosa como vacía
fraseología para explicar su compleja problemática. Aquí, como frente a la
religión en su pretensión de apadrinar la ciencia, lo que de tolerante y
liberal había en su intimidad experimentaba un viraje tajante. Y sin
exageración puede afirmarse que hacía suyas las palabras que Darwin insertó en
su autobiografía: "Nunca pude negar cuán ilógico era decir que yo creía en
lo que no podía comprender y que en realidad es ininteligible". De paso digamos
que este párrafo fue suprimido por la familia del sabio inglés y divulgado
recién mucho tiempo después.
Sin
embargo, a poco que la reflexión filosófica apuntara al esclarecimiento de
incógnitas en otro plano, su actitud mental – como no podía ser de otra manera
– tomaba otro rumbo, benevolentemente acatado. Prueba de esto lo dicen sus
palabras en 1946: "Porque si antaño la filosofía clásica, como buena
madre, cuidaba cariñosamente a sus hijas las ciencias, éstas, ahora adultas,
tienen el derecho y la obligación de devolverle, por lo menos en parte, sus
atenciones, contribuyendo así a una vida familiar próspera para el futuro de
ambas".
Tal
como sagazmente lo señala Moyano, antes de su último movimiento teórico Jakob
redactó su "testamento" filosófico en las páginas finales de "El
pichiciego", tomo dedicado al estudio de la biología nerviosa de un
misterioso mamífero de nuestro país. Como continuación de la clase magistral
del profesor "Pichividente" se realiza un seminario, en el cual los
alumnos formulan las preguntas más sutiles (y peligrosas también). Se debate la
existencia del alma, de la
Divinidad, del diablo, de la filosofía, de una psicología
científica, y de la realidad de los principios de espacio, tiempo y causalidad.
Cuesta poco deducir que en el diálogo que se promueve se albergan las
respuestas que Jakob daba entonces a cada cuestión. Acude a un discurso pleno
de gracia y no exento de penetración. A propósito de si la filosofía es o no
ciencia, responde que es poesía
cuando "en lo esencial, aspira a transformar lo material en ideal" y
luego acota: "Como para nosotros las ciencias se ocupan con la realidad
empíricamente accesible y la filosofía recién con lo extraempírico posible,
debe necesitar un filósofo ante todo dominar lo primero para atreverse con la
conciencia tranquila a lo segundo, y hasta ahora no ha nacido tal genio.
Paciencia". Con respecto a la psicología, y probada la falibilidad de la
introspección, advertía que sólo entrará prospectivamente en su faz científica
cuando se acompañe de la neurobiología genética, comparada y experimental.
"Es lógico" —dice Jakob— "su atraso actual, porque lo que menos
conoce la psicología es la función de su propio cerebro y hasta hay algunos que
creen que está de más". Prosigue inmediatamente respondiendo a la
existencia de espacio, tiempo y causalidad y, después de analizar el problema,
dice: "ni la razón ni su lógos han caído directamente del cielo, puesto
que en este mundo todo se organiza y madura por una legislación evolutiva
natural y universalmente obligatoria. Si algunos creen que el hombre es una
excepción, peor para ellos".
Ante
el dilema de quien posee razón (el hombre o el pichiciego) piensa Jakob que
"razón tiene únicamente y siempre la vida misma, cuando en sano esfuerzo
ensaya creando nuevas formas y funciones en reemplazo de otras caducas, porque vivere est laborare et laborare creare y
el hombre actual no escapará a esta legislación universal".
La
música selecta fue para Jakob fuente placentera y cálido e íntimo refugio, elegido para serenar el espíritu en
las horas difíciles de su larga existencia, tantas veces necesitada de reposo y
de incitaciones extrañas al ejercicio de sus diarias actividades.
Pero
su afición por ella no se limitaba simplemente al asistir a su ejecución y
pasivamente disfrutar de su encanto, sino que frecuentemente, sentado al piano,
dedicaba horas a ejecutar las composiciones predilectas. Es que en realidad
Jakob era un excelente pianista, dueño de singular sensibilidad y de óptima
técnica, y no fueron escasas las oportunidades en que la concurrencia a una
disertación suya, sorprendida, asistió a la intercalación de una pieza selecta
destinada a ilustrar el tema que en aquella desarrollaba. Vaya como ejemplo lo
que sucedió en el aula magna de la Universidad platense, un 13 de septiembre de 1923.
Habló sobre "Los biodinamismos musicales" y, primero en calidad de
solista y luego acompañado por su amigo el profesor Juan Chiabra, ejecutó el
siguiente programa:
Marcha
guerrera (Rienzi) (Wagner)
" de los
peregrinos (Wagner)
" fúnebre (Chopin)
Canción
del pastor (Wagner)
" de
Elsa (Wagner)
" de
Isolda (Wagner) Acompañado en cello por
J. Chiabra
Muerte
de Asa (Grieg)
Nina (Pergolese)
Siempre
fue un hombre sencillo, sobrio en todas sus expresiones, de trato llano y
cordial. Enemigo de la pomposidad y el engolamiento, a lo largo de su vida supo
conquistar afectos hondos. Y aunque los del círculo más íntimo de su amistad
pertenecieron menos al mundo científico y universitario que al de otros
círculos de la sociedad, no es menos cierto que hombres como Bruch, entomólogo,
Lehmann-Nitsche, antropólogo, Onelli, zoólogo, y Roth, paleontólogo, entre
otros estudiosos de prestigio, figuraron en el no muy extenso grupo de sus
amigos dilectos.
Corresponde
en este momento destacar una circunstancia que por su estrecha relación con el
temperamento de Jakob merece ser anotada: me refiero a determinadas modalidades
que imprimía al trato personal con quienes a él se acercaban en busca de ayuda
y guía científicas. Decir que Jakob era llano y simple no equivale a decir que
el contacto con su estilo vital fuera fácil, ni de pronto trámite. Muy por el
contrario, costaba lograr su confianza, previamente puesta a prueba antes que
ello ocurriera; y es así que durante su gestión en el laboratorio del Hospicio,
en la misma medida que en sus discípulos supo suscitar admiración y gratitud
sinceras, también supieron ellos del rigor del aprendizaje y hasta de alguna
ocasional advertencia por parte del maestro. En cuanto el aprendiz probaba
constancia y afán, Jakob generoso y cordialmente le dispensaba todo su apoyo
científico e inclusive la amistad. Con el correr de los años esa su actitud
varió y el monto de esfuerzos y de tenacidad a realizar para acercarse a él
debió incrementarse.
Una
buena cuota de escepticismo, y de desconfianza en la capacidad para estudiar y
trabajar sostenidamente por parte de la mayoría de los aspirantes, presidía el
atento examen a que Jakob sometía al aspirante. Ambos, sin dudas, eran fruto de
tantas apresuradas e irreflexivas promesas formuladas y, tal como era de
esperar, abandonadas a las escasas semanas de labor. Es que, en rigor de
verdad, una larga experiencia inducía a Jakob a la incredulidad en el espíritu
de perseverancia y sacrificio ante las dificultades que la investigación impone
– recelo por otra parte casi constantemente puesto en evidencia por buena parte
de los grandes hombres de ciencia, ante quienes pretenden ser integrantes del
plantel de alumnos predilectos.
Que
en la faena de trazar la biografía de un personaje ejemplar se omitan
deliberadamente determinados atributos propios del repertorio de las actitudes
mentales que les son características, con miras a no deslucir su imagen, no
evita el percibir que las presuntas fallas no poseen suficiente peso como para deteriorar
lo que de totalidad hay en ella. Quienes de alguna manera experimentamos la
honra, de pertenecer a la escuela que Jakob fundara en la Argentina, sobradamente
sabemos de la severidad del aprendizaje, del rigor de su metodología – y del sacrificio que someterse a
estos implica. Inflexiblemente y sin desmayos Jakob supo someterse a una rígida
disciplina intelectual y de acción y era natural que, consecuente con los
resultados extraídos, bregara por imponerla a quienes voluntariamente
decidieran formarse a su lado.
El
plan a seguir no admitía excusas ni deserciones, y comenzaba, invariablemente,
por la ordenación y limpieza impecable del material de trabajo. Examen
exhaustivo de la conformación cerebral macroscópica y disección manual del
encéfalo, todo acompañado de los dibujos correspondientes. Mediante el empleo
de la cámara clara se debían dibujar las organizaciones de fibras nerviosas y
núcleos celulares de distintos niveles neurológicos, y recién entonces
iniciarse en la aplicación de las tinciones microscópicas adecuadas para el
estudio del sistema nervioso. Tanto aquí como en lo macroscópico, la técnica
usada debía obligatoriamente alcanzar niveles irreprochables, puesto que, por
ser la misma la herramienta de trabajo fundamental para la investigación, la
menor inobservancia de las normas que reglan su empleo acarrea resultados
deficientes y, estos, errores en la apreciación de los datos examinados. Se
hacía necesario, entonces, el más escrupuloso de los cuidados antes de tomar
por cierto un detalle – y en esto finca el mérito de una investigación.
Solía
decir Braulio Moyano lo que siempre repetía Jakob: la pesquisa neuroanatómica
normal o patológica hace indispensable el conocimiento cabal de las estructuras
nerviosas macro y microscópicas, el manejo preciso y habitual de las técnicas
histológicas adecuadas, largas horas de indeclinable paciencia frente al
microscopio, obtención del material fotográfico sin trucos de retoque, consulta
bibliográfica de lo realmente sustantivo … y, luego, naturalmente valerse de lo
que a cada uno le concediera su cabeza.
Va
de suyo que lo exigido distaba de conformar inclinaciones a la comodidad, a lo
tornadizo o a la superficialidad. Si a eso sumamos un aliento no muy asiduo ni
un reconocimiento rápido ante lo constatado, fácil es darse cuenta que los
obstáculos eran, por momentos, de trabajosa superación. Paradojalmente, suele
acontecer que quienes aparecen como los mejores ante sus maestros no reciban de
estos elogios frecuentes, o subidos. Contrariamente, sólo alguna vez les llegan
unas pocas palabras de genuino encomio, parvedad que es símbolo de un íntimo
reconocimiento.
A
Jakob lo exasperaron la verborrea pseudocientífica, la tontería intelectual,
los falsos prestigios. Y lo irritaban, sin remedio, el desorden y la subversión
de los valores, a la postre en buena parte responsables del entronizamiento de
todo lo que de mediocre y subalterno existe en una sociedad. Vivió totalmente
extraño a cualquier forma de la vanidad y nunca ocultó su menosprecio por esa
eterna fauna que, carente de ideas e imposibilitada de ponerse en evidencia
mediante obras, procura disimular su fatuidad apelando al acartonamiento como
actitud y al discurso hinchado como recurso científico. Se ha dicho,
certeramente, que poco cuesta ser modesto cuando se es célebre: tan seguro como
que no pensó en su notoriedad es que tampoco se vistió con fingidas humildades,
consciente de que ponderables razones asistían a su excelencia. Tal vez, sin
saberlo, pensara como Anatole France cuando filosamente sugería no exagerar
nada, ni siquiera la modestia.
Fiel
a sus convicciones, nunca disfrazadas por conveniencias del momento, se negó a
prestar adhesión –ilegítima – a esas fórmulas sociales a las que ciertos
hombres recurren para dar satisfacción a anhelos de rango secundario; y como
los estudiosos de su generación, entendió que la única política que corresponde
aplicar a la universidad es aquella que conduce a elevar el nivel de enseñanza,
mejorar la investigación, impulsar el estudio y promover el debate de los
grandes problemas científicos, culturales y artísticos que el curso de los
acontecimientos presenta a una sociedad que aspira a su mejoramiento.
Asistió,
con tanta ingenuidad como azoramiento, a las épocas turbulentas de la Reforma. E
indirectamente sufrió sus consecuencias, aunque no deja de ser curioso que los
estudiantes – y a pesar del susto con que vieron el plan de estudios que Jakob
propuso para la anatomía – tuvieron para con él la mayor de las consideraciones
y hasta una efusiva simpatía. Astutamente Jakob advirtió la mano de algún
profesor guiando las rebeldías juveniles y es posible que no errara demasiado.
Estos son párrafos de una nota que en abril de 1919 enviara a los socios del
Centro de Estudiantes de Medicina:
"Mis
amigos y colegas: agradezco de corazón vuestra honrosa y conceptuosa nota;
honrosa para vosotros y demasiado conceptuosa para mí y de la cual lo único que
siento es haberla visto en la prensa diaria. Les he llamado amigos por que sé
que lo somos y colegas porque yo nunca he dejado de ser estudiante, y porque
felizmente siempre, mil veces, he preferido poderme entregar despreocupadamente
a los estudios científicos como un verdadero estudiante, en lugar de elaborar
sabiamente, para otros, planes y programas de estudios tantas veces
esclavizantes de la verdadera enseñanza universitaria. Puedo entonces en esa
calidad de eterno estudiante explicarles, en pocas palabras mis intenciones
científicas, pues otras no había en el asunto de la cátedra de Anatomía
Descriptiva."
Histólogo y
filósofo Albert Kölliker (1817-1905), discípulo de Johannes Peter Müller y de
Friedrich Henle, catedrático de fisiología y de anatomía microscópica y comparada
en Würzburg (Baviera), en 1849 de pie con Rudolf Virchow (1821-1901, a su derecha) y otros
universitarios radicalizados que se esforzaban por superar las perspectivas
románticas de la naturaleza. Al centro, en la época de su relación con Jakob; y
hacia 1901.
El neurólogo Wilhelm Heinrich Erb (1840-1921),
considerado el "Vater der deutschen Neurologie",
desempeñó un rol crucial en la institucionalización mundial de la neurología
como especialidad médica. Strümpell se hallaba a su lado. Erb desarrolló la
metodología científica consistente en comparar síntomas clínicos con los hallazgos
de anatomía patológica, logrando para la neurología con ello y por primera vez
la condición de disciplina académica con firme base científicamente
fundamentada. Derecha: Richard Wilhelm Karl Theodor Ritter von
Hertwig (1850-1937), zoólogo, primero en describir la formación de la cigota
como fusión del espermatozoide tras atravesar la membrana del óvulo en la
fertilización. Hermano menor de Oskar Hertwig, también embriólogo, ambos
hermanos fueron los más eminentes discípulos de Ernst Haeckel y de Carl Gegenbaur.
Tres imágenes del
neurólogo Adolf von Strümpell (1853-1925), maestro y amigo de Jakob. A este transmitió
conceptos herbartianos de su padre, A. H. Ludwig von Strümpell (1812-1899), en
la línea de filosofía biológica de Dorpat-Tartu que, desde Karl Friedrich
Burdach (1776-1847, inventor del término "biología"en 1800), Karl
Ernst von Baer (1792-1898) y Gustav Teichmuller (1832-88), continuaba con Jakob
Johann von Uexküll (1864-1944) y prosigue aun hoy.
Emil Selenka
(1842-1902), catedrático de zoología y anatomía comparada que desde 1874 enseñó
en Erlangen, investigó ante todo el desarrollo embrionario de equinodermos y
vertebrados y fue uno de los fundadores del Biologisches
Zentralblatt. Selenka sentía que la solución a los problemas es la
exploración, en todos los sentidos de la palabra, en vez de la 'discusión' –
concepto, este, que se advierte calcado en Jakob. Entre 1872 y 1876 Selenka participó
en el viaje científico del H.M.S. Challenger,
costeado por el gobierno británico, y en 1887 describió la reproducción y la
embriología de la comadreja norteamericana u opossum, Didelphys marsupialis. Para resolver el problema de cómo encuadraba
el pitecántropo en la evolución homínida, Emil Selenka decidió continuar en
Java las búsquedas de Eugene Dubois (1858-1940) de más restos de Homo erectus (por entonces en el género Pithecanthropus); organizó y financió la
mayor parte de la expedición, pero falleció a su comienzo (1902). Su viuda
Leonore Selenka, catedrática y académica, no se amilanó y, explorando de paso
Borneo, Sumatra, India del Sur, la Indochina,
Sri Lanka y Japón, llevó a cabo la hoy conocida como Expedición
Selenka-Trinil de 1907-08. Tras realizar en Java diez mil metros cúbicos de
excavaciones y dejar el entorno del campamento sembrado de vacías botellas de
cerveza, trajo a Alemania diecisiete cráteras de fósiles cuyo estudio encomendó
a otros tantos especialistas que la habían acompañado al interior de Java y,
aclarando numerosos equívocos del trabajo de Dubois, publicó en 1911 un informe
científico de 342 páginas, "Die
Pithecanthropus-Schichten auf Java".
Joseph von
Gerlach (1820-1896) fue catedrático de Anatomía en la Friedrich-Alexander-Universität
de Erlangen y durante 1865-66 su Rector. Descubrió la válvula de Gerlach o valvula
processus vermiformis, pliegue que abre en el ciego el canal del apéndice
vermiforme. Además de haber sido el primero en demostrar la respiración cutánea
humana (en su trabajo Ueber das
Hautathmen), fue uno de los fundadores de la microfotografía anatómica y de
las tinciones histomicrofotográfícas. En 1858 Gerlach introdujo el carmín
(extraído de la cochinilla), mezclado con gelatina, como tinción histológica; y
en 1863 publicó La fotografía como
intrumento de la investigación microscópica (Die Photographie als Hilfsmittel mikroskopischer Forschung ). Junto
con Camillo Golgi, fue uno de los principales reticularistas, o sostenedores de
que el sistema nervioso estaba fornado por prolongaciones o procesos
protoplásmicos de células contiguas fusionados en una única red. Su nieto,
científico dedicado también al área de imágenes médicas en la firma Siemens AG,
lloró al enterarse por Mario Crocco de que el aula magna destruida en Erlangen
por las bombas estaba exactamente reproducida en el Hospital Moyano, como
muestra una foto anterior (capítulo "De vuelta a la Argentina"). Arriba: graficación por Gerlach de su teoría neuronal.
"He
pertenecido" —seguía diciendo Jakob— "más de diez años al personal
docente de la Facultad
de Medicina como jefe del Laboratorio de Psiquiatría y Neurología; he mantenido
contacto activo diario con sus instituciones; he tratado alumnos, discípulos y
profesores entonces y más tarde, hasta ahora, diariamente. Me había convencido
ya en 1902 de que faltaba en el engranaje científico de la Facultad la enseñanza de la Anatomía General,
la morfología comparada y genética que son para la medicina las verdaderas
ciencias anamnésticas fundamentales de introducción, así como la anatomía
descriptiva fina que para muchísimos órganos (huesos, articulaciones, corazón,
órganos de los sentidos v especialmente el cerebro) es indispensable para
llenar el tránsito de la anatomía descriptiva hacia la histología y fisiología.
Pedí entonces permiso a la
Academia dirigente, fundado en lo expuesto, para dictar ese
curso extraoficialmente, para lo cual tenía yo especial preparación habiendo
sido discípulo y colaborador de embriólogos como Selenka y Hertwig, anatomistas
como Kölliker y Gerlach y neurólogos como Strümpell y Erb, y me fue negado por
considerarlo "de lujo'' por los Honorables de entonces. Convencido aun más
de que la causa de la poca productividad científica original en nuestro país
residía, en algunas ramas de la medicina, en parte en ese defecto fundamental
de la enseñanza, he continuado todos los años enseñando y estudiando en mis
laboratorios los problemas de anatomía fina y genética en relación con la
medicina, y mis discípulos, de los cuales ya muchos de ellos están entre
vuestros profesores, se han penetrado igualmente de esa necesidad".
Posteriormente agrega: "a pedido del Dr. Uballes, entonces Decano de la Facultad, dicté el primer
curso de Embriología en las aulas universitarias, pero a raíz de un cambio de
gobierno de la Facultad
tuve que interrumpirlo. Así se comprenderá" —añade— "que al
inaugurarse la nueva era de la docencia libre resolví, enseguida, volver sobre
mis planes. Elaboré un programa sintético, no demasiado gravoso para el alumno
pero que reunía lo fundamental de la anatomía fina y genética, reunión lógica
dada la estrecha relación entre ambas disciplinas, y la creación de un
Instituto y Museo de anatomía fina y genética donde estudiantes y médicos
pudieran trabajar ampliamente. Resuelto igualmente el Consejo Directivo actual
a implantar definitivamente esa enseñanza en forma teórica y práctica, al
renunciar yo la cátedra por motivos más de forma que de fondo, no necesitamos
temer que se malogren esas iniciativas, sino que se encontrará su solución
definitiva."
Poco
cuesta advertir la suerte de obstáculos con que Jakob tropezó en su afán por
elevar el nivel de instrucción médica desde que la misma comienza y cómo,
logrado el objetivo central, no vacila en ceder a las presiones y renunciar a
su bien ganada cátedra seguro que no por ello quedará al margen una realización
efectiva y de progreso indiscutible, que dará cima al proyecto por años
acariciado.
Dueño
de una inteligencia excepcional y de una capacidad de trabajo sin dudas
formidable, ininterrumpidamente ejercidas al servicio de la ciencia y de la
cultura, indiferente al halago y despreocupado por recompensas materiales, la
actividad que desplegó en laboratorios y cátedras en torno a las cuestiones
biológicas no excluyó una solícita atención a la profundización de complejos
problemas filosóficos, al goce estético que proporciona la lectura de los
grandes clásicos y también a la ejecución, como solista, de las piezas
musicales pertenecientes a los más célebres compositores.
Con
gracia y erudición se ocupó de las ideas de Descartes, Kant, Schopenhauer,
Herbart y otros filósofos y, si un día dedica una conferencia al análisis de
los personajes de Ibsen, conmemorando a Ramón y Cajal encuentra oportuna la
alusión a Schiller…
Resumen de una vida ejemplar
Desde
la cátedra de tres altos centros universitarios, Jakob dictó, con pocas horas
de intervalo, biología general, anatomía patológica y fisiopatología, y
neurobiología, cátedras que lo tuvieron por primera vez como titular en nuestro
país. Sin perjuicio de ello asiduamente colaboró en la prensa escrita
especializada y, cuando fue menester, ocupó la tribuna de las más prestigiosas
instituciones oficiales y privadas, para desde allí exponer sobre los tópicos
más variados; y en cada una dejó el sello de su vastísima información, de su
originalidad y de su singular sentido del humor.
Viajero
curioso e incansable, dedicó sus días de descanso a recorrer toda la República. No
tan sólo en procura de la indispensable calma física y espiritual sino – y hasta por encima de ella – en pos de la averiguación
científica, mil veces incitada por la Naturaleza a quienes como Jakob no se limitan a su
mera contemplación. En tal sentido mostró una particular inclinación por las
excursiones a la región cordillerana y, mientras recorría parajes tan
maravillosos como desconocidos, estudiaba la flora, la fauna y los minerales
que en las andanzas se ponían ante sus ojos escrutadores. Un lago de esa zona
lleva su nombre como justo homenaje a quien por vez primera recorriera sus
márgenes.
El
origen de las misteriosas nieves penitentes, los problemas que acarrea el
desaprovechamiento de cauces de agua que nacidos en nuestro territorio se
vuelcan en el Pacífico, la solución a la cuestión provocada por la carencia de
riego en grandes comarcas patagónicas y la creación de un sistema boscoso
periurbano que subsane importantes deficiencias sanitarias de la capital, fueron,
entre otras, materia de preocupación en Jakob.
En
los grandes ríos mesopotámicos estudió la biología del más grande de nuestros
reptiles, en el de La Plata recogió la más completa selección de cerebros de peces con que contamos y, en
los canales fueguinos, algas, minerales y crustáceos. Eternamente inquieto,
decidió "redescubrir" un antiquísimo paso andino y otra vez, sabedor
de la existencia de una cadena de montañas muy imprecisamente ubicadas, se
traslada a la región en que se encuentran, la recorre cuidadosamente y corrige
o subsana errores cartográficos hasta entonces cometidos.
De
regreso se lanza a revisar los frutos de sus peripecias: selecciona el material
y ya ordenado lo destina unas veces al estudio en sus laboratorios y otras a
diversos museos universitarios, para ilustración y enseñanza.
Por
sus manos que no conocieron la fatiga y ante su mirada vigilante pasaron
centenares de miles de preparaciones macro y microscópicas, tanto
pertenecientes al mundo animal como al repertorio botánico. Miles de
disecciones anatómicas, registros de impecable trazado y otros tantos moldes en
yeso, dibujos, esquemas, láminas, fotografías en cantidad incontable y páginas
inéditas resultaron de su prodigiosa labor. Y vaya simplemente como ejemplo
esta referencia: el segundo de los Atlas de la "Folia" está ilustrado
con fotografías provenientes de más de veinte mil cerebros, estudiados
personalmente a lo largo de cuarenta años.
De
entre los centros de investigación con que contamos, dos de ellos deben su
prestigio mundial a la obra que Jakob llevó a cabo en las épocas en que ejerció
su dirección. Y la escuela neurobiológica que guiara modeló a lo más selecto de
varias generaciones de neurólogos y psiquiatras, aunque no fueron escasos los
clínicos, cirujanos y especialistas en otras materias médicas o no que o bien
hicieron aprendizaje básico en esa escuela o recurrieron a su consejo para
elaborar trabajos de aliento, cuya trascendencia en múltiples aspectos no ha
tenido, en el exterior, el eco al que se han hecho merecedores.
Durante
decenios se acumuló tanto en las Mercedes como en Alienadas una enorme masa de
información, acerca de los más variados capítulos comprendidos en la biología
general y del sistema nervioso. Y a esos laboratorios acudieron, buscando orientación
y respuesta a sus inquietudes, infinidad de estudiosos, cuando no institutos
públicos o privados en demanda de solución a problemas que se planteaban a
medida que se realizaban investigaciones en los mismos. Allí estaba Jakob, para
sugerir, encaminar, aconsejar y corregir, puesto que su opinión tenía el peso
de su indiscutible experiencia y sabiduría, ya que no se incurre en exageración
afirmando que, en ese terreno, nada le era del todo desconocido.
Zoología
general y especial, anatomía comparada y general, embriología animal y humana,
botánica, geo- y paleontología, hidrobiología, mineralogía, neuroanatomía del
hombre y de los animales, patología general, neurológica, y psiquiátrica;
neurobiología, y también fisiología experimental del sistema nervioso, todos
fueron asuntos original y exhaustivamente abordados. Y basta pasar somera
revista a los títulos de sus contribuciones o a los que encabezan la producción
de sus discípulos para corroborar lo dicho.
Esto
no es impedimento para que en su personalidad humana dejen de percibirse
errores en la apreciación de ciertas circunstancias, e inclusive lo que puede
reputarse como un descomedimiento. Tampoco contraría el poner en tela de juicio
algunos de sus conceptos neurobiológicos o el discutir las conclusiones a que
arribó en determinados trabajos. Lo que en cambio no aparece como pasible de
esencial objeción, cualquiera sea el punto de partida que para formularlo se
elija, es que Jakob representa, en la Argentina, y esto de manera irrefutable, el
inspirador y referente en todo lo que se relaciona con los estudios, enseñanzas
e investigaciones en torno a la biología del sistema nervioso. Además, hecho
este no menos significativo, por un lapso que excede el medio siglo se
constituyó en el más enérgico de sus promotores, y en virtud de ello en su
máximo representante, título que hasta hoy nadie puede, juiciosamente
disputarle tanto por la jerarquía de de su personalidad científica cuanto que
por la inmensa obra que legó.
Alrededor
de setenta años de su prolongada existencia los consagró al examen de la
organización, funciones y enfermedades de la estructura biológica más sutil de la Naturaleza: el aparato
nervioso de los animales y del hombre. Dentro del mismo bregó por alcanzar una
explicación científica, que hiciera abordable el mayor de los problemas surgido
como fruto supremo de su dinámica: el pensamiento.
En
otras palabras, su faena giró en torno de la corteza cerebral y en tal sentido
goza de plena actualidad la sentencia formulada por von Economo, a la que ya
hicimos mención y en la cual aconseja recurrir al pensamiento de Jakob si es
que en el futuro se procura comprender la biología del córtex superior.
Fotografías de sus hijos ilustran
los trabajos de Jakob sobre el desarrollo nervioso
Sus
años postreros transcurrieron silenciosa y recatadamente en la intimidad de su
hogar, atendido por su hijo Ricardo. Tuvo el privilegio que signa la ancianidad
de muchos grandes hombres: facultades intelectuales sin deterioro, escasas
limitaciones físicas y, hasta el final, claridad mental. Cuando su visión se
apagó pidió a sus allegados que suplieran su irremediable condición procediendo
a la lectura de sus temas favoritos.
Murió
el seis de mayo de 1956, próximo a cumplir noventa años. Sufrieron aflicción
genuina los suyos y unos pocos más, entre los que se contaban discípulos,
colegas y amigos. En los periódicos aparecieron crónicas como es el uso y, en
la prensa científica, notas alusivas de Hanon, Moyano, Aranovich y Bermann. Si
hubo otras no lo sabemos, pero si esa nómina es honrosamente buena y suficiente
ello no impide advertir que alguna otra presencia hubiese sido discreta y
justa.
Dos
instituciones oficiales, los laboratorios de la Cátedra de Psiquiatría y del Hospital Nacional
Neuropsiquiátrico de Mujeres llevan su nombre, y su retrato y su busto presiden
las actividades que allí se realizan.
La Nochebuena del año que corre algunos conmemorarán el centenario de su nacimiento y tal
vez, para entonces, se haya efectuado un acto de recuerdo y de homenaje a su
ilustre memoria.
Mientras
tanto, aquí concluye el modelo que el autor eligió para brindarle, con
sencillez y modestia, el que sinceramente siente como suyo y con la única pena
de su imperfección.
Obras del profesor Chr. Jakob
Lista
incompleta
Libros
Atlas der Gesunden und Kranken Nervensystems nebst
Grundriss der Anatomie, Pathologie und Therapie desselben. Mit einem Vorwort
von Prof. Dr. Ad. v. Strümpell. Lehmann, München, 1895.
Atlas der Klinischen Untersuchungsmethodem nebst
Grundriss der Klinischen Diagnostik und der speziellen Pathologie und Therapie
der inneren Krankheiten. J. F. Lehmann. München. 1897.
Das Menschenhirn (eine Studie über den Aufbau und
die Bedeutung seiner grauen Kerne und Rinde). 1. Teil. Tafelwerk Nebst Einführung
in den Organisationsplan der menschlichen ZentraInervensystems. J. F. Lehmann's
Verlag. München, 1911.
Vom Tierhirn zum Menschenhirn 1. Teil. Tafelwerk
nebst Einführung in die Geschichte der Hirnrinde. J. F. Lehmann's
Verlag. München, 1911.
Atlas del cerebro de los mamíferos de la República Argentina.
(Estudios anatómicos, histológicos y biológicos comparados sobre la evolución
de los hemisferios y de la corteza cerebral). 48 láminas y 50 figuras en el
texto. En colaboración con Clemente Onellí (Director del Jardín Zoológico de
Buenos Aires). Obra presentada al Congreso Científico Internacional Americano
de 1910 y publicado con fondos del mismo Congreso. Imprenta de Guillermo Kraft.
Buenos Aires, 1913.
Tratado de Biología General y Espacial (para uso de
la enseñanza elemental, secundaria y superior en la República Argentina).
2 Tomos. Guillermo Kraft, Buenos Aires, 1918.
Elementos de neurobiología. Biblioteca Humanidades. La Plata, 1923.
Folia
Neurobiológica Argentina: Atlas 1. El cerebro humano. Su anatomía
sistemática y topográfica. 154 láminas y 175 figuras en el texto. A. López.
Buenos Aires, 1939.
Folia
Neurobiológica Argentina: Atlas II. El cerebro humano. Su anatomía
patológica en relación con la clínica. 174 láminas y 350 figuras en el texto.
A. López. Buenos Aires, 1939.
Folia
Neurobiológica Argentina: Atlas III. El cerebro humano. Su ontogenia y
filogenia. 154 láminas y 501 figuras en el texto. A. López. Buenos Aires, 1941.
Folia
Neurobiológica Argentina: Tomo I. Neurobiología
General. A. López. Buenos Aires, 1941.
Folia
Neurobiológica Argentina: Tomo II. El Pichiciego (Chlamydophorus truncatus). 106 páginas y 126 figuras. Instituto de
Biología de la Facultad
de Filosofía y Letras de Buenos Aires, 1943.
Folia
Neurobiológica Argentina: Tomo III. El lóbulo frontal. 149 páginas y 115
figuras. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. La Plata, 1943.
Folia
Neurobiológica Argentina: Tomo IV. El Yacaré (Caiman latirostris) y el origen del neocórtex. 132 páginas y 124
figuras. A. López. Buenos Aires, 1945.
Folia
Neurobiológica Argentina: Tomo V. Documenta Biofilosófica. Folleto 1:
Biología y Filosofía; A: aspectos de sus divergencias y concomitancias. B:
Ensayo de Psicogenia orgánica. 56 páginas, 24 figuras. (El Folleto II no se imprimió).
López y Etchegoyen. Buenos Aires, 1946.
El embrión humano. Problemas de embriología (a la
memoria de mi maestro en embriología, Prof. Dr. Emil Selenka). A. López. Buenos
Aires, 1942.
El embrión humano. El proceso real de la
gastrulación en un embrión con dos somitas. (Con la colaboración de A. Jakob y
E. A. Pedace). A la memoria de los maestros W. His y F. Keibel. A. López.
Buenos Aires, 1945.
Trabajos publicados en revistas
Über einen fall vom Primärer Systematischer
Degeneration des Pyramidenbahnen mit der Symptomen einem allgemeinen Spastischen
Lähmung. Deutsch. Zeitsch. f. Nervenheil. 1894:5.
Über einen Fall von Hemiplegie und Hemianästhesie
mit gekrentzter Oculomotorius. Dtsch. Z. Nervenheil. 1894, 5, 188.
Ein Beitrag zur Lehre vom Schleifen lauf (obere
Rinden, Thalamusschleife). Neur. Centralbl. 1895, 14, 308.
Examen microscópico
de la pieza cutánea del mamífero misterioso de la Patagonia (Grypotherium
domesticum). Revista del Museo de La
Plata 1899:10, 61.
Sobre el desarrollo de la corteza cerebral.
Rev. Soc. Méd. Arg. 1899:7, 397.
Lecciones
sobre Anatomía y Fisiología del Sistema nervioso. Semana Méd. 1900:97, 325 y
sgtes.
Fisiología de los reflejos cutáneos y
tendinosos. Anales del Circulo Méd. Arg. 1900:23, 509.
Contribución a la anatomía patológica de la
forma letal del "coup de chaleur". Rev. de Sanidad Militar 1900:2,
215.
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artículo, costeada por Ricardo Jakob, fue publicada con el título Christofredo Jakob:suvidayobra en 1966 (Editorial Mundi, Buenos
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Electroneurobiología
ISSN: 0328-0446