Gobierno de la ciudad de Buenos Aires
Hospital Neuropsiquiátrico "Dr. José Tiburcio
Borda"
Laboratorio de
Investigaciones Electroneurobiológicas
y Revista
Electroneurobiología
ISSN: 0328-0446
2006 – Año de la Salud Popular – 2006
Quincuagésimo aniversario del deceso del Prof. Dr.
Ramón Carrillo
Con
el presente artículo, la revista Electroneurobiología
adhiere a la
Declaración número 64/2005 de la Legislatura
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
"21 de abril
de 2005. Declárase de Interés Cultural de la Ciudad de Buenos Aires el libro 'Ramón Carrillo, el hombre, el médico y el
sanitarista', de autoría de su hermano recientemente desaparecido, Arturo
Carrillo, que será presentado el 27 de abril de 2005 en el Aula Magna de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires."
Segmentos de
Ramón Carrillo. El hombre... El médico... El sanitarista
por Arturo Carrillo, con la colaboración de Augusto Raúl
Carrillo
Correspondencia / Correo
electrónico: acarrillo[-at]fibertel.com.ar
seguidos
de una
Noticia biográfica del
Dr.
Arturo Carrillo
Electroneurobiología vol. 14 (1), pp. 33-65, 2005;
URL http://electroneubio.secyt.gov.ar/Arturo_y_Ramon_Carrillo.htm
Copyright © 2005 del autor / by the
author. Esta publicación de acceso público reproduce con autorización segmentos
de texto registrado; la copia exacta y redistribución por cualquier medio están
permitidas bajo la condición de conservar esta noticia y la referencia completa
a su publicación incluyendo la URL original (ver arriba). / This is an Open
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aquí o de <http://electroneubio.secyt.gov.ar/index2.html
y de las
palabras del Dr. Arturo Carrillo recordando a su hermano
archivo
sonoro que puede escucharse o descargarse desde aquí.
_____
A guisa de prefacio:
Porque sentimos la necesidad de dar respuestas ciertas a muchos
argentinos a quienes interesa conocer parte de la verdad. No deseamos
hacer una mera biografía de Ramón, sino volcar en una síntesis
muchos de sus libros y conferencias; rescatarlas y ubicarlas en su justo lugar,
para que las nuevas generaciones las conozcan y no queden en el olvido.
Creador del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la
Nación, su labor fue de gran trascendencia pues no sólo abarcó el país sino que
se proyectó a toda América Latina y el mundo, de modo tal que sus principios
constituyen una de las bases de la Organización Mundial de la Salud, en
especial cuando declara a la Salud como un
derecho inalienable de los pueblos y obliga
al Estado a garantizarlo en forma indelegable.
Dicha tarea le insumió ocho años de trabajo intenso (1946-1954), en
beneficio del pueblo argentino y, fundamentalmente, de los más humildes.
Su figura cobró real dimensión con el tiempo, transformándose en un
símbolo de la creatividad, altruismo y sacrificio honestos puesto al servicio
de la comunidad. Vivió por una causa justa y murió pobre en el exilio, firme en
sus convicciones.
Transcurridos cincuenta años de su desaparición, es importante destacar
el reconocimiento de muchos de sus compatriotas. Hoy queremos publicar el libro
para reivindicar su figura como arquetipo de luchador social. Sabemos que
un hombre de tal magnitud deja de pertenecer a la familia para transformarse en
patrimonio de su pueblo.
Su nombre plasmado en hospitales, centros de salud, sociedades
científicas, asociaciones de bien público, calles, barrios …
nos llena de natural orgullo y satisfacción; pero esto también nos obliga a ser
guardianes de su buen nombre y honor.
Queremos que se sepa cómo planificó este gigantesco trabajo. Demostrar
que se puede y que hubo gente que entregó su vida y conocimientos en bien de su
patria, sin pedir nada a cambio.
Cuando Ramón se comprometió políticamente, postergó su actividad como
médico e investigador de prestigio internacional. Como docente universitario,
nunca la resignó. Consideró que había llegado la oportunidad y era el momento
de desarrollar en forma práctica sus ideas y concepciones sobre la salud.
Es nuestra intención que las nuevas generaciones de médicos sanitaristas
argentinos, tomen estas viejas - nuevas ideas que enunciara el maestro. Mejorar
la sanidad, cuando la necesidad del pueblo lo demande, es una obligación de los
gobernantes. El pasado debe ser considerado como un referente necesario, tiene
la sabiduría del tiempo. Proteger la salud, es cuidar el más valioso
patrimonio del pueblo.
Índice de
Ramón Carrillo.
El hombre… El médico… El sanitarista…
Colaboradores |
Pág. 3 |
Agradecimientos |
4 |
Prólogo reproducido
en este artículo |
5 |
Índice |
6 |
Te escribo hermano. Carta
del autor archivo sonoro adjunto, URL: http://electroneubio.secyt.gov.ar/Arturo_carta_final.mp3 |
8 |
Introducción |
9 |
Primera parte: evolución de
la Salud |
11 |
|
|
Evolución
histórica de la Salud |
12 |
Contexto
histórico: antecedentes de la Salud Pública Argentina |
15 |
Segunda parte: la
personalidad del hombre y sus ideales reproducido en este artículo |
17 |
El
hombre |
18 |
La
infancia provinciana |
19 |
Formación
médica y científica |
20 |
El
Costa Buero |
22 |
Pensamiento
y personalidad (apostillas) |
24 |
Sus
diez palabras simbólicas |
27 |
Palabra
clave: Lealtad |
29 |
-------- |
|
Tercera parte: privilegia
un moderno sistema sanitario |
32 |
Propuesta
de Carrillo para crear un moderno sistema de salud |
33 |
Plan
Analítico y de Gobierno, por Ramón Carrillo y equipo |
36 |
Nace
una nueva forma de Sanidad |
39 |
Centros
de Salud, definición y creación |
44 |
Organismos
creados durante su gestión |
54 |
Organización
de las profesiones médicas |
57 |
Concepto
del Prof. Dr. Germinal Rodríguez |
58 |
Cuarta parte: sus
relaciones |
62 |
Relación Perón-Carrillo |
63 |
Relación Eva
Duarte-Carrillo |
63 |
Sólo
un hombre fue mi maestro y de él aprendí algo transcendente: La condición
humana y la verdad – por Roberto Di Sandro. |
64 |
EL
Ramón Carrillo que yo conocí – por Aulio Sila Almonacid |
66 |
Instituto
Nacional del Quemado, una historia |
68 |
El
Tren Sanitario |
69 |
Quinta parte: Programa
EMESTA y Políticas de Salud |
70 |
Medicamentos
a bajo costo para paliar la crisis. Programa “EMESTA” |
71 |
Teoría
del Hospital |
73 |
El
Congreso Nacional sancionó en 1947 las leyes 13.012 y 13.019 |
94 |
Primer
Plan de Salud Pública |
105 |
Política
Alimentaria Argentina |
115 |
Sexta parte: exilio y
muerte |
134 |
El
exilio |
135 |
Belem.
Reflexiones de un exiliado |
139 |
Carta
a su amigo Segundo Ponzio Godoy |
150 |
La
muerte |
156 |
Carmen
Antonia “ La Chata” |
160 |
Séptima parte:
distinciones. Condecoraciones y trabajos de investigación |
161 |
Distinciones
y condecoraciones |
162 |
Repatriación
de sus restos |
163 |
|
|
Apéndice 1: Trabajos de investigación |
166 |
Trabajos
originales |
167 |
|
|
Apéndice 2: Política
Sanitaria, una necesidad |
181 |
Política
Sanitaria Argentina |
182 |
Financiación de la Salud Pública |
201 |
La organización del Ministerio de Salud
Pública de la Nación |
211 |
Centro
Sanitario |
222 |
Departamento
de Cibernología del Ministerio de Salud Pública |
225 |
Sobre
la Cibernología o el arte del gobierno |
226 |
La
Medicina Tecnológica |
229 |
|
|
¿Por qué lo publicamos
ahora? |
252 |
|
|
Bibliografía |
253 |
Publicaciones de su
actividad creativa en Salud Pública |
255 |
Prólogo a
Ramón Carrillo. El hombre...
El médico... El sanitarista
por el Prof. Dr. Armando Basso
Profesor
Emérito, Universidad de Buenos Aires
Director
del Instituto de Neurociencias Aplicadas, UBA
Presidente
Honorario de la Federación Mundial de Sociedades de Neurocirugía
Ex Director
Normalizador del Departamento de Salud Pública, UBA
"Algunos
dicen que es el corazón el órgano con el cual pensamos y el que siente dolores
y ansiedades. Pero no es así... Los hombres deben saber que es desde el cerebro
y sólo desde el cerebro desde donde surgen el placer, la alegría, la risa y las
bromas, así como también nuestras penas, dolores, tristezas y lágrimas. A
través de el pensamos, vemos, oímos y distinguimos lo feo de lo hermoso, lo
malo de lo bueno, lo placentero de lo aburrido..." Y concluía, "El
cerebro es el mensajero de la consciencia" (Hipócrates).
En este
libro excepcional escrito con objetividad sorprendente por Arturo Carrillo y
colaboradores se rescata para las nuevas generaciones una figura trascendente
de la historia contemporánea argentina. En efecto, sus páginas son un viaje por
la vida y el pensamiento de Ramón Carrillo, un hombre fuera de lo común en el
que la providencia reunió humanismo y ciencia, la capacidad de trabajo, la honestidad
y la ética para dar como resultado una obra trascendente en el campo de las
neurociencias, la salud pública, la filosofía y la política.
En un
país como el nuestro, en el cual los antagonismos políticos nos han separado en
los últimos cincuenta años, es Carrillo prácticamente la única figura que se
exime de esa lamentable división, ya que su obra monumental como sanitarista no
ha sido criticada aun por sus más enconados detractores políticos.
Ministerio de Salud de la
Nación: Evita y Carrillo a su derecha, 1950
Pero
como heredero científico de la obra de Carrillo el Neurocirujano, no puedo resistirme
a la tentación de señalar algunos aspectos de su trayectoria en ese campo.
José
Arce creó en 1930 la Sala XII del viejo Hospital de Clínicas,
que permitió a Manuel Balado y a su joven ayudante Ramón Carrillo dedicarse
plenamente el ejercicio de la Cirugía Neurológica – dando de esta manera gran
impulso al desarrollo de una actividad científica excepcional, con una
producción hasta entonces inigualada de trabajos de investigación básica y
clínica.
El 21 de
mayo de 1943 el mismo Prof. José Arce puso en posesión de la Cátedra a su
segundo Profesor Titular, el Dr. Ramón Carrillo. Al referirse al nuevo Titular
dijo Arce: “Carrillo ha sido siempre un trabajador infatigable. Tres años
permaneció en el Instituto y mientras proseguía sus estudios neurológicos con
Balado, Argarañaz y con Segura, se adiestraba conmigo en la clínica y en la
técnica. Alumno siempre sobresaliente, una vez graduado en vez de volver sus
ojos al terruño de donde saliera bachiller, dirigió su vista a los Centros
científicos de Europa. En Amsterdam, bajo la dirección de Brouwer, el primer
neurólogo de Europa; de Oljenick, discípulo de Cushing y de Ariens Kappers,
trabajo tres años. He dicho trabajo y no estudio, porque la permanencia del
joven Carrillo en Ámsterdam le permitió avanzar en el conocimiento y al mismo
tiempo enriquecerlo con trabajos originales.” Y seguía diciendo Arce: “De
vuelta al país en 1934, continuó trabajando en el Instituto a mi cargo durante
seis años con singular eficiencia. Prosiguió estudios ya iniciados en el
Laboratorio de Ariens Kappers sobre anatomía comparada del Sistema Nervioso. Sistematizo
la yodoventriculografía y dedujo, del estudio de las imágenes obtenidas,
originales puntos de vista para el diagnóstico, algunos de los cuales figuran
en publicaciones y tratados extranjeros de patología nerviosa con el nombre de
nuestro joven compatriota. A nadie extrañó por eso que su hermoso libro,”Yodoventriculografía
de la fosa posterior”, síntesis de sus trabajos sobre el tema, fuera recibido
con el mayor elogio por neurólogos y neurocirujanos, hasta el punto que se
había iniciado su traducción al alemán por Springer, el gran editor de Leipzig,
cuando estallo la guerra. Tuvo tiempo para más: inició la tomorradiografia del
encéfalo, continuó sus estudios de anatomía patológica; revolucionó los
conceptos fundamentales de las secuelas alejadas de los traumatismos craneanos;
estudió con ahínco la semiologia de la aracnoiditis e insistió sobre el tema,
llamando la atención acerca de los brillantes éxitos terapéuticos que se
obtienen en muchos casos de estas afecciones con el tratamiento quirúrgico; y
dedicó algunas monografías al estudio de las hernias cisternales”. Carrillo en
ese momento tenía treinta y seis años de edad.
Seria
muy poco lo que yo podría agregar a lo dicho entonces por el Maestro Arce. Sin
embargo, algunos años después, Dickmann en su Clase Inaugural en 1960
refiriéndose a Carrillo decía “A su visión, inteligencia y capacidad de
organización se debe la creación en 1943 del Instituto de Neurocirugía de la
Facultad de Ciencias Médicas en el Pabellón Costa Buero”.
Hoy,
habiendo tomado distancia y siendo nosotros ajenos a los antagonismos políticos
de aquel momento, podemos decir sin temor a equivocarnos que la figura de
Carrillo trascendió los limites de la universidad, para entrar de lleno con una
visión humanística y una inteligencia superior en los acuciantes problemas de
la Salud Publica. Utilizó la política, es cierto; pero a través de ella
organizó sistemas de salud y sembró de hospitales la geografía nacional, con
eficiencia y honestidad. Carrillo murió pobre en el exilio, ejerciendo como
medico general en una pequeña ciudad del norte de Brasil y paso sus últimos
días dependiendo de la ayuda de generosos colegas brasileños que lo admiraban y
respetaban.
Este
libro autentico e imparcial nos muestra a Carrillo en todas sus facetas. Como
organizador de la Salud Pública en la Argentina podemos decir que hay un antes
y un después de Carrillo; y lo recuperamos en este libro, a través de su
pensamiento plasmado en sus propias palabras, que a lo largo de sus paginas se
mezclan con las del autor en simbiosis interesante y fructífera. Esto lo
transforma en un verdadero tratado para la organización de un Sistema de Salud
que se ocupa, como él mismo lo dice, de lo individual, lo social y lo político.
Dice Carrillo, con toda razón, “No hay enfermos sino enfermedades”, porque el
concepto del hombre, su circunstancia, su entorno social y económico
condicionan sin lugar a dudas su patología.
Todos
los capítulos exigen una profunda concentración en su lectura, llena de información
absolutamente actualizada. Es que el pensamiento de Carrillo. como el de todo genio, se adelantó en décadas a su tiempo.
Por fin,
el capitulo dedicado a su exilio y muerte nos emociona en cada una de sus frases.
La
cronología de los acontecimientos que lo condujeron a un final prematuro e
injusto, sus cartas a familiares y amigos … nos muestran en fin a este hombre
superior, espíritu preclaro, sacerdote laico, que sin duda excede el campo de
la ciencia para adentrarse en la profundidad del hombre, en su espíritu y en la
razón de su existencia.
Profesor
doctor Ramón Carrillo
Segunda parte de
Ramón
Carrillo. El hombre... El médico... El sanitarista:
La personalidad del hombre y sus ideales
(pp. 17 – 29)
El hombre
Nuestra intención es destacar la natural forma de ser
y pensar de Ramón, así como su inteligencia y creatividad. Tenía muy claro que
sus conocimientos debían estar al servicio de la gente y en primer lugar de los
más necesitados: por ello se imponía exagerada actividad intelectual, para plasmar
en el papel y luego en los hechos sus ideas creativas.
Este comportamiento, muchas veces obsesivo, lo volcó
por ejemplo a la organización de la Cátedra de Neurocirugía así como el
Instituto para la formación de neurocirujanos. Esta conquista gratificó su vocación
docente.
Miraba a sus semejantes por el lado bueno y era fácil
ser su amigo. Nunca se enojaba con nadie, salvo con él mismo.
Sensato y sensible, en todo lo que realizaba intentaba
ayudar humanitariamente, utilizando a la vez sus profundos conocimientos
científicos. Un ejemplo de sensibilidad emocional y honesta conducta se
trasunta en su última carta, escrita a su amigo Ponzio unos días antes de
padecer el infarto cerebral que lo llevó a la muerte.
La febril actividad que desplegó fue una lucha contra
el tiempo; tenemos la seguridad que presentía que su vida sería corta ...
La infancia provinciana
Nació el 7 de marzo de 1906 en la ciudad
de Santiago del Estero, en la casa familiar ubicada en la calle Córdoba número
49, a dos cuadras de la Plaza Libertad.
Era hijo de don Ramón Carrillo, profesor
(docente egresado de la Escuela Normal de Paraná), periodista y político (tres
veces diputado provincial) y de doña María Salomé Gómez Carrillo.
Era el mayor de los once hermanos que
componían el resto de la familia. Su bisabuelo, don Marcos Carrillo, había sido un oficial español que cayó
prisionero del General Manuel Belgrano en la batalla de Salta. Posteriormente,
en 1819, fue liberado y se casó con doña Ascensión Taboada, para radicarse finalmente
en la ciudad mediterránea. Así comenzó la estirpe Carrillo de la que nacería
Ramón.
Realizó sus estudios primarios en la Escuela Normal "Manuel Belgrano",
de la precitada ciudad. Fue un alumno corriente hasta que rindió en carácter de
libre los grados quinto y sexto; ello le permitió adelantarse e ingresar al
Colegio Nacional de Santiago del Estero a la edad de doce años. Durante esta
etapa publicó una monografía histórica, "Juan Felipe Ibarra: su vida y su
tiempo", con la que ganó una medalla de oro, premio instituido por las
"Damas Patricias" de su provincia (1922); contaba dieciséis años de
edad. Poco después presentó otro trabajo, "Glosa de los servidores
humildes", en el cual se vislumbra su idea de la necesidad de protección
de la vejez. En 1923, a los diecisiete años, egresó como Bachiller con medalla
de oro.
Fue desde siempre lector tenaz y persona
estudiosa, pero eso no le impedía ser comunicativo y sociable: disfrutaba de
los ocios correspondientes a su edad, junto con sus amigos. En lo que respecta
a su familia, compartía junto a sus padres la responsabilidad de educar a sus
hermanos.
En 1924 se dirigió a Buenos Aires, impulsado por su vocación por la
medicina; ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires a la edad
de dieciocho años. En 1927 obtuvo por concurso el cargo de practicante en el
Hospital Nacional de Clínicas, situación que duraría hasta 1929. Durante esos
años tuvo de compañeros a estudiantes que posteriormente sobresalieron en el
mundo de las ciencias médicas. Entre otros, cabe mencionar a los doctores
Dickmann, Solanet, Piñero, Rezzano, Marottoli, Rothman y Jeanmaire.
A los veintitrés años de edad, en 1929, se
recibió de médico, con medalla de oro por sus notas: diecinueve sobresalientes
y ocho distinguidos. Por Tesis de Doctorado le fue entregado el "Premio Facultad".
El Profesor Dr. Jose Arce ofició de
“Maestro” y amigo en el Instituto de Clínica Quirúrgica. En dicho lugar también
se relacionó con el Dr. Manuel Balado y tomó contacto con la neurocirugía,
especialidad a la que se dedicó de lleno, convirtiéndose primero en uno de los
discípulos del Dr. Balado y luego en su colaborador más allegado. Durante este
período inició sus primeros trabajos basados en la técnica ideada por el Dr. Balado
(yodoventriculografía) y publicó sus dos primeros trabajos profesionales,
iniciando una serie de publicaciones sobre este original procedimiento que
luego culminaría en su obra de doctorado. Como ya se se recordó antes, esta
obtuvo el premio "Facultad", por concurso: mereció mención especial
en el premio de "Ciencias" del año 1928. Completó su formación en la
especialidad con el Profesor Argañaraz, estudiando neurooftalmología, y con el
Profesor Elíseo Segura para clínica otoneurológica, ambas vinculadas a la
cirugía neurológica.
En 1930,
sobre la base de sus antecedentes, obtuvo la beca universitaria reglamentada
por la "Ordenanza Butti" para realizar estudios de postgrado, los que
eligió llevar a cabo en Amsterdam con Ariens Kappers y Brouwer; en París, con
Guillain; y en Berlín con Carl Vogt, especializándose en neuropatología. Fueron
tres años intensos de investigación sobre esclerosis cerebral, polineuritis
experimental, mecanismo de las impregnaciones, técnicas de coloración del
tejido cerebral y estudios sobre anatomía comparada. En octubre de 1932, pese a
sus escasos veinticuatro años, Ramón participó muy activamente en el Primer
Congreso de Neurología, en Berna, Suiza. Mientras tanto observaba atentamente
la escena sociopolítica europea. En 1933, 1934, 1935 y 1936 prosiguió sus
investigaciones sobre histología del sistema nervioso, con Ramón y Cajal y Pío
del Río Hortega.
A su regreso de Europa, a
fines de 1933, los doctores Arce y Balado le confiaron de inmediato la
organización del Laboratorio de Neuropatología del Instituto de Clínica
Quirúrgica, lo que pudo ejecutar dividiendo su tiempo entre la neurocirugía a
la mañana y el laboratorio a la tarde. Durante ocho años trabajó
"full-time" en estas actividades, pues no tenía consultorio privado.
Es decir que durante todos esos años posteriores a su graduación se dedicó
exclusivamente a la investigación y estudio de las materias básicas de su
especialidad y a la elaboración de numerosos trabajos científicos, de la misma
orientación, manteniendo estrecha relación e intercambios de informaciones profesionales
con los
investigadores de la escuela neurobiológica argentina en el Hospital de
Alienadas y el Hospicio de la Mercedes, luego hospitales Moyano y Borda. Nunca,
ni siendo ministro, dejó de visitarlos e interesarse por sus investigaciones, y
hasta con aumentada vigilancia cuando quien escribe este libro fue segundo jefe
del Laboratorio del Hospicio, dirigido entonces por el Dr. Braulio Moyano.
Ramón Carrillo, Braulio
Aurelio Moyano y Juan Domingo Perón en el Laboratorio del actual Hospital Borda
Alternaba por esos años su formación científica con
una sólida actividad humanista, cultural y política. Sin descuidar sus
estudios, “vive la bohemia literaria
y filosófica de los cafetines de Buenos Aires". Leía a Enrique Banchs,
Jose Pedroni, Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones; se relacionó con Armando y
Enrique Santos Discépolo; entabló entrañable amistad con Homero Manzi,
condiscípulo de infancia; y manifestó una definida inclinación por la pintura
argentina, iniciando la formación de una importante pinacoteca. Políticamente
abrevaba en el nacionalismo de la década del 30: advirtió que somos un país
cultural, mental y económicamente colonizado, tomando conciencia de que se
hallan dispersas las fuerzas capaces de esclarecer y modificar esa situación.
Homero Nicolás Manzione (izquierda) también santiagueño – de Añatuya,
localidad a la que él llamaba Aña-mía
– fue en 1935 uno de los fundadores de FORJA, agrupación que bajo el lema
"Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre" denunció
el sometimiento del gobierno. "Santiago del Estero no es una provincia
pobre, sino una provincia empobrecida", decía reclamando las cuatro P (Patria, Pan y Poder al Pueblo).
Fue expulsado de la Facultad de Derecho, exonerado como Profesor de Literatura
y silenciado como poeta. Pero "si por sus ideas le cerraban el camino a
ser hombre de letras, él se dedicó a hacer letras para los hombres" y se
transformó en Homero Manzi. "Mientras Buenos Aires, abriendo cada día más
su puerta a la entrada del alma ajena, desoía las voces de la tierra … [e]l santiagueño ama en primera instancia a su
tierra, tiene una patria chica para ubicar su corazón. Conoce su cielo, abierto
y celeste durante el día cuando apenas lo transitan el sol y las majaditas de
nubes blancas, oscuro y profundo en la noche, cuando los tachonan los tucu-tucu
inmóviles de las estrellas. … Buenos Aires vive sorda a la belleza que destila
este polo mediterráneo en la silenciosa colmena de su vida espiritual. La gran
ciudad del Plata, enceguecida de orgullo por las caricias de la gloria
material, no sabe que lejos de ella hay argentinos que aparentan las majadas de
la leyenda". Pese a ello Manzi captó y plasmó no pocos arquetipos del
tango porteño. Manzi estaba convencido del triunfo de la cultura nacional sobre
la colonización cultural: "Todo lo que cruzaba el mar, era mejor; y cuando
no teníamos salvación apareció lo popular para salvarnos, creación de pueblo,
tenacidad de pueblo. … Por eso yo, ante ese drama de ser hombre del mundo, de
ser hombre de América, de ser hombre argentino, me he impuesto la tarea de amar
todo lo que nace del pueblo, de amar todo lo que llega al pueblo, de amar todo
lo que escucha el pueblo." Declaró en 1947: "Perón es el reconductor
de la obra inconclusa de Yrigoyen. Mientras siga siendo así, nosotros continuaremos
creyéndole, seremos solidarios con la causa de su revolución que es esencialmente
nuestra propia causa. Nosotros no somos ni oficialistas ni opositores: somos
revolucionarios". Enrique Santos Discépolo
(imágenes de la página siguiente) «era el perno del
humorismo porteño, engrasado por la angustia» (N.
Olivari). De angustia se dejó morir al reducir muchísimo su alimentación por
varios meses, muerte discepoliana
si las hay. Falleció la víspera de Navidad de 1951, con apenas cincuenta
años de edad, mes y medio después que el presidente Perón atribuyera su
reelección del once de noviembre al voto femenino y a la difusión radial hecha
por Discépolo (primera foto). El peronismo le había devuelto las ilusiones, ya
que Discépolo lo concebía como pura y exigible solidaridad. Su amistad con
Evita y con Carrillo fue el elemento esencial para ratificar esta concepción.
Así, una de las causas de la depresión del popularísimo poeta, escritor, actor
y músico (centro) fueron los ataques recibidos por esa adhesión al peronismo. Dijo de él Manzi «Te duele como propia la cicatriz
ajena» – y por eso se murió de
espanto
ante un siglo veinte que se le patentizaba absurdamente insolidario, febril,
obstinado en destruirse, sin rumbo y sin moral. Su esposa Tania evocaba así
el final: «Se fue muriendo de
ganas, de amargura, renunció a la redada tanguera de la madrugada, a la que me
acostumbró toda la vida. Dejó de comer... llegó a pesar treinta y siete kilos y
a revivir en aisladas ironías: "Pronto las inyecciones me las van a poner
en el sobretodo", fue una de las más risueñamente patéticas». Fila inferior, derecha: su
última foto, quince días antes de morir (cortesía de Tania a Alicia
Ávila). Su hermano Armando (arriba en esta página, derecha), creador del género
teatral conocido como «grotesco
criollo», le sobrevivió veinte
años.
__
Cuando en 1937 falleció nuestro padre, Ramón tomó a
cuatro hermanos menores a su cargo: los trajo a Buenos Aires para que iniciasen
sus estudios universitarios, todos a Medicina. Éramos Santiago, Alfredo, Marco
Aurelio y yo. Alfredo no pudo continuar, porque una enfermedad que tuvo no le
permitía trabajar con pacientes.
A partir de 1939 se hizo cargo del Servicio de
Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central. Su trabajo le permitió
tomar contacto con la documentación clínica de miles de jóvenes de veinte años,
aspirantes al servicio militar procedentes de todo el país. Comprobó allí los
altos porcentajes de ineptitud física que se originaban principalmente en las
provincias pobres y postergadas. Estos datos ratificaron su antigua sospecha
acerca del desmoronamiento del interior criollo.
El problema le preocupó y en consecuencia promovió
ante todo un estudio estadístico, para determinar la cantidad de camas
disponibles por cada mil habitantes en todo el territorio nacional. Los resultados
de la encuesta, realizada por intermedio del Instituto Geográfico Militar
dependiente del Ministerio de Guerra, evidenciaron grandes desniveles entre las
diferentes provincias y territorios: desde 9,61 camas por mil habitantes en la
Capital Federal, 4,66 por mil en la provincia de Buenos Aires, 0,88 por mil en
el territorio nacional de Misiones y 0,00 por mil en la Gobernación de los
Andes.
En general, la existencia de establecimientos con
servicios de internación era privilegio de las grandes ciudades. Aun así, los
hospitales gratuitos del Estado o las sociedades de beneficencia se desenvolvían
en condiciones precarias, por falta de personal, alimentación, medicamentos e
instrumental. Las zonas rurales estaban totalmente desprotegidas de asistencia
hospitalaria y el país, en su conjunto, contaba sólo con el 45 por ciento de
las camas necesarias. Los centros hospitalarios conservaban el espíritu de
caridad que las sociedades de beneficencia le habían impreso desde el siglo
anterior: muy alejado, más allá de sus buenas intenciones, del carácter de
servicio público que debían tener.
Al crearse la Cátedra de Neurocirugía en 1937 con la titularidad del profesor Balado,
Carrillo accedió en 1941 como Profesor adjunto. En 1942, al morir el profesor
Manuel Balado, se presentó al concurso para optar a la Cátedra de Profesor Titular
de Neurocirugía que hasta entonces aquel ejerciera, con un folleto de antecedentes
y trabajos que conformaban una acabada demostración de su talento. Realizó un
interinato de unos meses y luego recibió la confirmación, a los 35 años.
En su conferencia inaugural sostuvo que la formación
del neurocirujano debía ser estricta y muy cuidadosa, puesto que se requería
del profesional que abrazara esa especialidad una extraordinaria capacidad
técnica, salud física, gran entrenamiento intelectual y vastos conocimientos
adquiridos metódicamente. Debía tener además el espíritu abierto a todos los
vientos, "amasado el corazón"; no gritar, como el Mefistófeles de
Goethe, "Nada sé decir del sol y de los mundos; sólo miro cómo sufren los
hombres”.
"No señores", decía Ramón en aquel primer
contacto con sus alumnos, "debemos abrir nuestros brazos al mundo y
dirigir los ojos al sol. Debe ser el neurocirujano un hombre capaz de ocultar
su triste destino al que ya no espera nada, manteniéndole el último destello de
una ilusión. Cualquier espíritu noble estará con Santo Tomás: es preferible un
sentimiento que consuela a una verdad que ilumina".
Terminó su alocución con estas palabras:
"Vosotros, desinteresados en las contiendas, limpios de los estigmas de
las ambiciones, caeréis con sorpresa en las encrucijadas; el tiempo os
despeñará del mundo de los sueños a los ásperos caminos de la vida. Entonces
los más nobles sentimientos se pervierten en el vaso impuro del corazón humano
si un ideal altruista y de trabajo no lo embalsama, purificándolo del mal de
las codicias y de la convicción materialista de que la vida es botín legitimo
del más fuerte".
La neurocirugía y especialmente la técnica
neuroquirúrgica experimentó considerable evolución a partir de 1944 y las operaciones
de técnicas avanzadas se empezaron a realizar sin inconvenientes. Por su
extraordinaria dimensión, es imposible sintetizar aquí la labor desarrollada en
diez años en el Instituto de Neurocirugía. La antigua revista "Archivos de
Neurocirugía", que se publicó bajo la diligente atención del maestro
Balado hasta su desaparición, volvió a salir rejuvenecida, siendo por aquella
época la única publicación en Latinoamérica de este tipo.
Una vez
que se hizo cargo de la Cátedra de Neurocirugía que funcionaba en el Pabellón
Costa Buero y sabiendo que en tan pequeño espacio su cátedra no podría
funcionar, consiguió que la familia Costa Buero le donara el edificio, logrando
así plasmar este proyecto.
Fundó y a partir de 1944 dirigió el Instituto Nacional
de Neurocirugía. Fue elegido Consejero de la Facultad de Medicina en 1944 y
luego Decano Interino en 1945. Fue el creador, organizador y primer Presidente
de la Escuela de Postgraduados en la Facultad de Medicina, con orientación
hacia la medicina social y preventiva. Fue fundador de la Sociedad Argentina de
Historia de la Medicina, publicó 140 monografías sobre temás vinculados a la
neurología, psiquiatría, histología y patología del sistema nervioso, con
especial referencia a la neurocirugía y a la historia de la medicina.
Al ocupar la Cátedra de Neurocirugía continuaron acompañándolo
figuras de estimable valor dentro de la especialidad y materias afines, como
las de los Drs. Esteban Adrogué, Manuel Oribe, Ramón Pardal, Tomás Insausti,
Julio Ghersi y Fermín Barcala. A estos se agregaron los doctores Juan C.
Christensen, Raúl Matera, Raúl Carrea, J. Day, Roberto Chescota, Ángel
Cammarotta, H. Villar, Horacio Caste, Julián Prado y Magín Diez. Posteriormente
se sumó una generación de médicos jóvenes, entre los que se destacan Francisco
Rubén Perino, Lorenzo Amezúa, Diego Luis Outes, Aldo Martino, Julio César Ortíz
de Zárate, Eduardo Mendizábal, Rogelio Driollet Laspiur, Miguel Ragone, sus
hermanos Arturo y Santiago Carrillo y otros. A su solicitud, concurrió a
organizar la Sección Neuroradiología el Dr. Manuel Zamboni, prestigiado radiólogo
del Hospital de Clínicas.
El equipo en 1947 y el Dr.
Arturo Carrillo unos años después
Con tal núcleo de profesionales, en su mayoría
jóvenes, a los 36 años comenzó el Dr. Ramón Carrillo su labor docente,
asistencial y de investigación en la Cátedra. Fue un maestro en el más alto
sentido de la palabra; no sólo enseñaba, formaba. De ello dan fe sus muchos
discípulos y colegas que posteriormente pasaron por el Instituto. Por su
acción, la neurocirugía argentina honra a la Patria y trascendió sus fronteras.
En 1945, por su iniciativa y la de los doctores
Alejandro Schroeder del Uruguay, Elíseo Paglioli del Brasil y Alfonso Asenjo de
Chile, se proyectaron los congresos Latinoamericanos de Neurocirugía, que a
partir de entonces cada dos años se desarrollan con todo éxito.
La
impuesta postergación y la pobreza de Santiago del Estero le hacían decir con
ironía que sólo los santiagueños habían aprendido a amar desinteresadamente.
Era tan
fácil relacionarse con él como difícil sustraerse al brillo de su inteligencia.
Su sonrisa era una mano tendida hacia el semejante. Tenía la enorme virtud de
ser serio sin seriedades. Sensible, abierto a todos los rumbos de la inquietud
intelectual, demostraba una curiosidad insaciable para aquello que se
evidenciara como conquista del genio de la especie.
Optimista impenitente, creía en el Creador – y en el
hombre hecho a su imagen y semejanza. Nunca se le escuchó una queja sobre lo
que le habían hecho ni sobre las desilusiones padecidas, y ¡vaya si debió
soportar ataques, vilipendios y odios!
Todos sus escritos y obras, estaban impregnadas de un
extraordinario sentido humanista y cristiano. Su primera publicación "El
Elogio de los Humildes", la encabezó con una frase de Heráclito: “Todo
fluye y todo corre, nadie ha atravesado dos veces el mismo río". Su
formación filosófica la había sedimentado al lado de su padre, completándola
con la lectura de libros clásicos de los que son típicos
la "Filosofía Positiva", "La Divina Comedia", el Fausto,
"El Paraíso Perdido" de Milton, "Don Quijote de la Mancha"
y la Biblia.
Quería
un país de los argentinos para todos los argentinos. No aceptaba, por ejemplo,
la primogenitura de Buenos Aires y el melancólico ritmo de avance del Interior.
No era empero antiporteño, aunque no ignoraba que Buenos Aires impone los
intereses del puerto y de sus beneficiarios nacionales y extranjeros sobre y
contra el país en su conjunto. Intuía que las legiones de "cabecitas
negras" que arribaban a Buenos Aires eran adelantados del tiempo nuevo y
que su acción, desde las fábricas, alcanzaría los objetivos que las armas no
consiguieron.
Pensaba en eso y alguna vez supo decimos que Buenos
Aires no era sólo un puerto para que ingresaran mercadería y capitales extranjeros,
sino la gran base técnico-industrial para autoabastecernos y asegurar, junto al
resto del país, nuestra libre determinación.
Es
difícil sintetizar brevemente su polifacética actividad como ser humano, médico
distinguido y original creador de técnicas y concepciones científicas, así como
organizador sanitario y revolucionario creador de una sanidad argentina con características
propias. Pero no destacar su personalidad dejaría una injusta y fría recopilación
cronológica de su actividad. Es por eso que comenzaremos por relatar su vida
como la historia de un soñador, de un hombre de ciencia argentino, con fuerte
vocación de servir al pueblo de su Patria, que tuvo la suerte y la oportunidad
de materializar en gran parte ese sueño. Esta tarea la realizó durante los
últimos ocho años de su vida con el entusiasmo, el vigor y la entrega total de
su genio creador.
¿Cómo era Carrillo, físicamente?
“Ramón era negro; justamente el 'Negro' Carrillo – recuerda
Jorge Farías Gómez – "y puede decirse que era feo y hasta muy feo, lo cual
de primera intención no se concilia con la idea de que era atractivo para las
mujeres. Pero Ramón sabía interesar a
las mujeres con su talento, inteligencia, comprensión y su variado repertorio
de conocimientos”.
Se casó con Susana Pomar cuando ya era ministro, apadrinado
por Perón y por su esposa Eva Duarte. Corría el año 1946. Tenía cuarenta años y
Susana, a quien había conocido como alumna en un colegio donde dictaba clases,
veintiuno. Juntos habitaron la casa de French 3036.
A él le perdonaban todos los errores. Frecuentemente parecía
que no atendía y que se dispersaba. “No lo molesten” decían sus amigos, “está
pensando”. Efectivamente era así y fue así el resto de su vida. Estas
"distracciones” no deben considerarse defectos, sino como un
comportamiento errático de la atención, sobre todo si son breves; son
frecuentes en personas muy inteligentes.
Exposición en Casa de
Gobierno, 1950
Tal es así que una vez que se disponía a visitar a su
novia Susana Pomar, residente en Castelar, se le ocurrió llevar a su sobrino
Marcelito de 5 años, para que lo conociesen. Tomaron el tren en la estación de
Once y Ramón bajó en Castelar, pues la casa de Susana se ubicaba frente a la
estación; pero en un pequeño descuido … sí, “se olvidó
el chico en el tren”. Tuvo que salir corriendo en un taxi desesperadamente,
hasta que lo pudo rescatar en la estación siguiente... Olvidarse el lugar donde
estacionaba el auto y darlo por perdido era hecho frecuente. Pero nunca perdió
uno, pues siempre alguien se lo localizaba...
Atendiendo junto a Evita la asistencia social, 1949
La febril actividad – en la que vivió, dada su
extraordinaria capacidad de trabajo – lo mantuvo, generalmente, al margen de
pequeñeces y de miserias humanas. Por muchos años el laboratorio y el
microscopio fueron sus compañeros inseparables; jamás tuvo envidia de nada ni
de nadie. Por el contrario, vivió deslumbrado por la belleza y la grandiosidad
del mundo.
Poseía memoria extraordinaria, casi fotográfica y su
"gran pasión” fueron los libros, a los que consideraba como su mejor
venero de trabajo. Pero sí bien formó una biblioteca especializada en medicina,
historia, filosofía y filosofía de las ciencias, también había allí todo tipo
de libros: hasta novelas policiales, que siempre fueron uno de sus pasatiempos.
Tenía
una gran responsabilidad en el cumplimiento de su trabajo. Las tareas
hospitalarias eran sus preferidas. No generaba problemas y mantenía una gran armonía
con el personal. Con los grandes maestros de la medicina de su época, existía
una fluida y cordial amistad. Muchos de ellos llegaron a ser valiosos
consejeros en su actividad, tales como Braulio Moyano, Roque Orlando, German H.
Dickman, Ramón Melgar y otros notables. Con los amigos no médicos, los de la
bohemia, se distendía y disfrutaba: muchos eran periodistas,
escritores, pintores, poetas y músicos; alguno, médico y famoso cantor.
Generalmente se reunían en un salón que les facilitaba
don Natalio Botana, una parte de las oficinas del diario “Crítica”. Pero no era
su costumbre trasnochar; madrugaba por sus tares hospitalarias y el ejercicio
de su profesión.
Ramón, Alfredo, Marco Aurelio, Santiago y yo vivíamos
en Arroyo 1073 hasta que nos emplazaron a dejar el lugar, debido a que la casa
estaba en el trayecto del trazado de la futura Av. 9 de Julio; nos mudamos a
French 3036. Constituimos una sociedad
fraternal unida, con funciones específicas en el manejo de la vivienda. Era una
casa de hombres, más los amigos y compañeros de estudio, un verdadero “club de
caballeros”. Nunca hubo problemas ni conflictos. No obstante, ante semejante
hogar, mi madre resolvió trasladarse de Santiago del Estero junto a dos hijas
solteras, Marta Elena y Carmen (La Chata), ambas dedicadas al magisterio. La
Mamita por su edad y educación no concebía que en un hogar faltaran las
mujeres. Así fue que se reconstituyó el núcleo familiar, tal como se lo concebía
en tiempos de antaño.
Sus diez palabras simbólicas
Estas son notas sueltas encontradas después de su muerte
en el exilio y dirigidas a sus hijos, niñitos por entonces, para que fuesen
leídas por ellos en su adolescencia – que Ramón no conoció.
"1. Solidaridad:
Solidaridad
con el prójimo, aunque no sea amor porque no se puede pedir tanto a tanta
gente. Saber que siempre hay alguien más desgraciado que uno, más necesitado de
una sonrisa y de un gesto cordial o de una ayuda. No eludir la responsabilidad
del amor al prójimo que nos acompaña, nos ayuda y nos confiesa: se llama amistad.
2. Tolerancia:
a) la
naturaleza humana no es buena ni mala; es neutra y está condicionada al grupo, al desarrollo mental, a las circunstancias, al medio y a las oportunidades.
b) El
hombre tiene componentes múltiples; puede ser imbécil, idiota, perverso,
sensato, sensible, inteligente, auténtico. Para ser hombre, debe ser tolerante
con cada uno de estos productos humanos
3. Verdad:
A la
verdad hay que saberla a toda costa: la verdad sobre nosotros mismos y sobre
los demás – aceptando con humildad que la verdad conocida es sólo una aproximación
a la verdad real.
La pequeña
porción de verdad que adquiriremos con esfuerzo, sacrificio y sufrimiento, debe
ser lustrada, pulida, aumentada, perfeccionada y cepillada todos los días con
nuevas vivencias, para aproximarnos a la verdad
divina que sólo posee Dios.
Nuestras
verdades no deben ser dichas a los demás sino en lenguaje metafórico o
parabólico, porque a la verdad desnuda no la comprende nadie o la entienden mal
y se volverá contra nosotros.
4.
Conocimiento:
Para la
vida práctica, saber para actuar. Para la vida espiritual y propia nuestro
saber por saber; saber como artistas – por el goce que produce el orden lógico
de las ideas.
La armonía
o sea la belleza no es más que un orden, que debe ser creado y mantenido por el esfuerzo, ya que todo
tiende a desordenarse y a desaparecer.
5. Libertad:
La [plena]
libertad no existe; a lo sumo poseemos un poco de independencia. Existen
reflejos sociales condicionados que nos obligan a veces a ser o hacer lo que no
nos gusta o queremos hacer. Pero debemos hacerlo, porque somos animales
sociales y vivimos en la Tierra y no en el Paraíso, pero tenemos coartadas para
ser hombres individuales y no hombres masa: podemos ser libres en las pequeñas
cosas; libres del reloj, del horario, de toda racionalización y organización,
forma de mecanismos y automatización que aumenta el aguante despótico de las
masas; pero ese despotismo jamás debe afectar nuestra vocación espiritual, que
es el rincón que nos pertenece totalmente y el único en donde somos libres
realmente.
6. Amor:
Hay
que querer con pasión algo, cualquier cosa, pero querer. La única precaución:
convencerse de lo que se ama es digno de recibir el gigantesco tributo de
nuestro desinterés. Muchas cosas pueden ser amadas además de Dios, las mujeres
[esposas] y los hijos; deben ser amadas todas las cosas bellas que son síntesis
del orden cósmico: cuadros, sinfonías, paisajes, ideas nobles, bellas y
antiguas pistolas de museo, [hasta] también son bellos los tanques, los cañones
y las armas. No es bella la guerra, pero sí los elementos con que se hace, tal
como la energía atómica que debería ser empleada para cambiar y embellecer el
paisaje, no para destruirlo.
7. Fe:
Fe en sí
mismo y además en Dios; pero no contemos con Dios que nos ha puesto en la
Tierra para que construyamos o reconstruyamos nuestra vida y destino, nosotros, con trabajo y sudor; sólo nosotros
conquistaremos la felicidad, afectividad y el bienestar, sensación que conduce
a la clave de todo: al sentimiento de seguridad.
Vuestro
lema debe ser: fe, trabajo y seguridad.
8. Alegría:
La
alegría es una sensación y un sentimiento, que se origina en la actitud mental
de no tomar lo trágico de todo lo dicho en las palabras simbólicas que
anteceden. La alegría es el goce más barato... y sin embargo ¡Cuánto poder!
Para andar, cruzar el valle, el mundo de los hombres, de los pobres y de los
ricos, de los débiles y los poderosos.
Pero la
alegría no es risa, ni gritos, ni cosa de circo. Se puede estar serio, incluso
triste y sin embargo la alegría de lo bello desparramarse en nuestro corazón.
9.
Utopía:
La utopía
es pensar y anhelar algo que parece imposible algo digno de la condición de los
hombres. Ponerse a trabajar, marginalmente en la utopía, pero tomando las
precauciones para que nunca se cumpla del todo. Esto sería una fuente de
estímulos mentales.
Toda
utopía si se realizara íntegramente nos haría unos pobres desgraciados. Ser
utopistas pero sin la convicción de que todo se pueda conseguir.
De los
utopístas sociales surgió la organización de los hombres y esto que llamamos
civilización; de los viejos utopistas astrólogos nació la astronomía; de los
alquimistas la química moderna, del movimiento continuo la física moderna; de
los espiritistas, la psicología y la metapsíquica; de la cuadratura del círculo
las geometrías no euclidianas; de la numerología y la cábala, las matemáticas
superiores. Felizmente, ni los astrólogos dieron con la predicción de los
acontecimientos, ni los alquimistas dieron con la piedra filosofal, ni los
locos del movimiento continuo lo pudieron producir, ni los espiritistas se
comunicaron con los muertos, ni se encontró la fórmula de la cuadratura del
círculo, ni la cábala modificó el mundo. Hasta los magos negros y blancos
descubrieron la intuición. En cambio las utopías de Julio Verne se cumplieron y
aquí estamos, enfrentando la guerra con esas cosas que él soñó con fines menos
cataclísmicos.
Felizmente,
hasta ahora las utopías políticas de organizar al hombre sobre la base de la
razón y la sabiduría han fracasado, desde Platón hasta Thomás Moro. Moraleja:
Tener utopías es una cosa práctica siempre que no se cumplan, porque si se
cumplen o se las toman en serio cometeremos los peores crímenes
10.
Honradez:
Tema del
cual hablan todos los padres a los hijos y todos los gobernantes a sus
administrados y administradores. Pero el hecho es que la honradez se suele
mantener inmaculada según el precio que se ofrezca para comprarla. Los venales
son baratos; los honrados caros, pero para llegar a estos se requieren muchos
intermediarios y, entonces, el pobre honrado al fin de cuentas cobra como
venal. No es negocio ser venal ni honrado vulnerable.
El
verdadero hombre honrado, fuerte y firme, es una bomba atómica que explota en
manos de los forjadores de tentaciones, inspiradas por el Diablo – personaje
olvidado y que ustedes deben recordar que existe para poder amar a Dios y a la Humanidad con sus miserias y
grandezas. Esto lo escribió vuestro padre de
apuro, y los aconseja finalmente que no hay que casarse con mujer celosa, ni
dar motivo a que la propia que es buena se ponga en estado de celos, pues
entonces os moriréis de hipertensión arterial que sólo debe aceptarse como
enfermedad de los abuelos y de los hombres envejecidos.
Reciban mi
bendición; salud, honradez, fe y trabajo."
Palabra clave: Lealtad
Habiendo dejado hacía tiempo la función
pública y afectado por una enfermedad hipertensiva,
Ramón debió viajar a los Estados Unidos. De tal modo, el derrocamiento del
gobierno constitucional en septiembre de 1955 lo halló tan alejado de la
política como de su patria. En ausencia se lo acusó de enriquecimiento ilícito
y se impuso interdicción a todos los inmuebles que tenía, que resultaron ser
solamente dos departamentos; y se confiscaron sus cuadros y sus libros, pese a
la justificación que hizo de todos y cada uno de sus bienes a través de su hermana.
Para vivir necesitaba emplearse y
así lo concretó desde los Estados Unidos, en la empresa Hanna Mineralization
& Co. La empresa norteamericana tenía un emprendimiento a unos kilómetros
de Belem do Pará, en Brasil, donde fue destinado para atender a los mineros,
como médico modestamente pagado. Llegó a su nuevo lugar de trabajo el 1º de
noviembre de 1955, donde además colaboró desinteresadamente con el hospital y
leprosario local. Desde allí mantuvo sus relaciones escribiendo a familia y
amigos unas setenta cartas, que han sido empleadas en el presente libro;
recibió alguna ayuda económica de su familia, que escasamente podía
proporcionársela, y de amistades argentinas como el Dr. Salomón Chichilnisky,
mientras atravesaba diversas carencias que soportó sin quejas. Las pocas imágenes
de entonces son elocuentes.
La situación que soportó su lealtad no la
resistió su hipertensión. Como consecuencia de su enfermedad, el 28 de noviembre
de 1956 sufrió un accidente cerebrovascular. Falleció el 20 de diciembre de
1956. Fue enterrado en el Cementerio Santa Isabel de Belem do Pará hasta que,
en 1972, sus hijos repatriaron los restos para enterrarlos en su provincia natal.
Es probable que en el exilio involuntario
que padeció, a pesar de la bondad y afecto que le dispensó el pueblo de Belém,
Ramón entrara en profundos estados de meditación, analizando sus propios
comportamientos; en este caso, esa lealtad suya hacia todo lo que amaba.
Esta conducta la tenía tan arraigada que
constituía una norma clave en su pensamiento. Su intención seguramente sería
transferir esta conducta a sus hermanos e hijos aun muy niños. Por eso decía:
"La
Lealtad es cosa de la que todo el mundo habla y muy pocos la practican, por la
sencilla razón de que no es una posición espiritual al alcance de todo el
mundo, ni todo el mundo está preparado para ser leal.
La
Lealtad es virtud en unos e instinto en otros, pero es patrimonio generalmente
de un grupo de hombres que la poseen de nacimiento, congénicamente. Son leales
como son brutos, porque nacieron así.
En
todos los demás la Lealtad es una virtud que elige sacrificio, riesgo, valentía,
preocupación y cuesta, además, mucho trabajo. Si existe en un hombre
inteligente es un fenómeno no congénito sino adquirido por una maduración larga
y penosa; por maduración natural de los sentimientos inherentes a una cultura.
Se
requiere saber mucho, y conocer muchas cosas para ser leal; dentro del grupo de
hombres inteligentes es donde cuesta más esfuerzo.
La
Lealtad se encuentra sólo en dos extremos: entre los muy brutos, pero bien
brutos; y entre los inteligentes, pero muy inteligentes.
La lealtad
se consigna como símbolo principal en el escudo de los Carrillo, en los ex Ruíz
Díaz, hermanos gemelos, que lucharon espalda contra espalda defendiendo a su
Dios y a su Rey. De donde tenían el apodo de Carrillos, muy digno de un
restaurante, no obstante lo cual fueron incorporados a los nobles de España,
tal vez porque además de su lealtad eran pantagruélicos comilones, tipo Edad Media.
La Lealtad
está simbolizada por el galgo con una cadena al cuello, atado a una torre. La
torre simboliza al poder del Estado, del Ejército y del pueblo, con quienes se
comprometió a proteger sus derechos y estar alerta frente a la puerta del Rey.
La
Lealtad es una resultante de las diez virtudes del hombre:
1. La Solidaridad: Con los
humildes y desgraciados; y con todos aquellos a quienes les brinda su amistad,
simpatía o afecto.
2. De la Tolerancia: Para
saber perdonar al jefe, al amigo o al subordinado sus pequeños errores y
defectos humanos, propios de la imperfección.
3. De la Verdad: O sea la
aptitud para sabérsela decir al amigo, al jefe o al subordinado, y decirle con
la prudencia del sabio, la persuasión del maestro, la energía del hombre; pero
decirla, si es que de su conocimiento el amigo puede escapar de la traición y
la felonía.
4. Del Conocimiento: Para
extraer todo aquello, que permite saber, porque se es leal a una persona o a un
ideal o a su patria. Con las personas hay que ser sólo consecuentes, pero hay
que ser leal a lo que ellos representan o simbolizan.
5. De la Libertad: Porque
sólo siendo independientes (y dotados de valor) se puede afrontar las
consecuencias angustiosas que tarde o temprano acarrea la Lealtad.
Sólo en la
libertad se es leal sin titubeos, rápido como el galgo, no reconociendo otra
contención que la cadena de la torre famosa de los Carrillo.
6. Del Amor: Porque el amor no se
conquista, ni se retiene sin lealtad, que a su vez no es más que una forma
superior del amor, lo que no está al alcance de cualquier desgraciado.
7. De la Fe: La fe implica la
confianza, porque sólo se es leal a aquello en que se confía ciegamente.
8. De la Alegría: Porque no
hay mayor fuente de emoción íntima y profunda que la satisfacción del saberse
leal, de no haber violado jamás la palabra dada, ni el compromiso contraído, ni
el deber. Deber, palabra, compromiso, si no se cumplen, originan tristeza y
angustia. Sólo la Lealtad es fuente de alegría.
9. De las Utopías: Todo
idealista, y un grado más allá: utopista, es forzosamente leal a sus ideales y
escéptico con respecto al cumplimiento total de las utopías.
10. De la Honradez: La
honradez no es más que una forma parcial de la Lealtad. Se es honrado, porque
antes se aprendió a ser leal; la lealtad origina la honradez humanizada e
inteligente, y no la honradez estúpida y mojigata de los libros de moralina.
Hay que
ser honrado y comprender que otros no pueden serlo, sin humillarlos y
difamarlos por eso. Enseñarles y evitar que sigan la labor fácil y no crear
condiciones de organización tales que estimulen la deshonestidad.
Muchos son
deshonestos porque la oportunidad y la tentación se les brindan todos los días.
Sólo en último extremo castigar a los deshonestos. Pero entonces, sí: castigarlos
con toda la fuerza y el poder disponible.
Mucha
gente roba un pan; esa persona no es deshonesta ni un delincuente... Es un hombre."
De la pluma de Ramón Carrillo:
" … no tengo odios y he juzgado
y tratado a los hombres siempre por su lado bueno, buscando el rincón que en
cada uno de nosotros alberga el soplo divino."
"Si yo desaparezco queda
mi obra y queda la verdad sobre el esfuerzo donde dejé mi vida": el
resumen de las obras más importantes entre 1946 y 1954 enumera 141 hospitales,
60 Institutos de Especialización, 50 Centros Materno-Infantiles, 16 escuelas
técnicas, 23 Laboratorios e instituciones de diagnóstico, 9 hogares-escuela,
Centros Sanitarios y Centros de Salud en todas las provincias; duplicación del
número de camas hospitalarias en el país; "campañas integrales" para
eliminar endemias, logrando la elimnación del paludismo; formación y
organización de recursos humanos; reducción de la mortalidad infantil a la
mitad y nacionalización de la industria farmacéutica.
"Mientras los médicos
sigamos viendo enfermedades y olvidemos al enfermo como una unidad biológica,
psicológica y social, seremos simples zapateros remendones de la personalidad
humana."
"Debemos pensar que el
enfermo es un hombre que es también un padre de familia, un individuo que trabaja
y que sufre; y que todas esas circunstancias influyen, a veces, mucho más que
una determinada cantidad de glucosa en la sangre. Así humanizaremos la
medicina."
"En una sociedad no
deben ni pueden existir clases sociales definidas por índices económicos. El
hombre no es un ser económico. Lo económico hace en él a su necesidad, no a su
dignidad."
"Todos los hombres
tienen igual derecho a la vida y a la salud."
"No puede haber política
sanitaria sin política social."
"De nada sirven las
conquistas de la técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por los
medios adecuados."
"Frente a las
enfermedades que produce la miseria, frente a la tristeza y el infortunio
social de los pueblos, los microbios, como causa de enfermedad, son unas pobres
causas."
La edición del libro "Ramón
Carrillo. El hombre... El médico... El sanitarista" fue privada.
Para adquirirlo es posible tomar contacto directamente con el coautor, Lic. Augusto Raúl Carrillo
correo electrónico: augustocarrillo@hotmail.com
Tel.: 54 (11) 4792-5701 y (celular) 15 5 939 3992
calle San Lorenzo
2871, Martínez, CP (1640) Buenos Aires, Argentina
revista
Electroneurobiología
ISSN: 0328-0446
Noticia
biográfica del
Dr.
Arturo Carrillo
Nació en Santiago del Estero,
República Argentina, el 16 de enero de 1921; falleció en Buenos Aires el 16 de marzo de 2005. Casado con
Dora Esther Correa Bustos, tuvieron cinco hijos: María Salomé, Arturo, Augusto
Raúl, Juan Manuel y María Victoria.
Año
1939: Bachiller, graduado en el Colegio Nacional de Sgo. del
Estero.
Año
1942: Practicante honorario de vacuna. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Año
1948 Practicante menor por concurso de antecedentes del Hospital Alvear,
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Año
1949:
§
Practicante mayor por concurso de
antecedentes del Hospital Alvear.
§
Formación anatomopatológica con el Prof.
Braulio Moyano en este laboratorio, hoy Monumento Histórico Nacional.
§
Jefe de trabajos prácticos de la
Cátedra de Neurocirugía, UBA.
§
Miembro Titular del Congreso
Sudamericano de Neurocirugía.
§
Miembro de la Asociación Medica Argentina.
Año
1950:
§
Medico interno del Hospital de
Neuropsiquiatría, hoy "Dr. José Tiburcio Borda".
§
Jefe de trabajos prácticos de la
Cátedra de Neurocirugía.
§
Segundo jefe de de Anatomía
Patológica del Hospital de Neuropsiquiatría.
§
Miembro Titular del VII
Congreso Internacional de Cirugía ante el Congreso Ejecutivo Internacional.
§
Miembro Titular del Congreso
Nacional de Hemoterapia y Hematología.
§
Miembro adherente de la sociedad de
Neurocirugía, Psiquiatría y Neurología.
§
Neurocirujano. Primer curso para Postgraduados
en la Cátedra especial de Neurocirugía de la Facultad de ciencias Médicas.
§
Redactor de los “Archivos de
Neuropsiquiatría” del Instituto de Investigaciones Neurológicas del Ministerio
de Salud de la Nación.
Año
1951
§
Jefe de trabajos prácticos de la
Cátedra de Neurocirugía.
§
Jefe de Servicio de Neurocirugía de
la Colonia Torres.
§
Delegado suplente del Instituto de
Neurocirugía (Pabellón Costa Buero) ante la Asociación Medica del Hospital
Nacional de Clínicas.
Año
1952
§
Doctor en Medicina por la Facultad
de Ciencias Medicas de la Universidad de Buenos Aires.
§
Jefe de Trabajos Prácticos
(Honorario) del Curso Libre completo de Clínica Neurológica, a cargo del
Prof. Dr. Roque Orlando.
§
Jefe de Trabajos Prácticos
(Honorario) de la Cátedra de Neurocirugía de la Facultad de Ciencias
Médicas.
Año
1953
Año 1954
Año 1955
Año
1960
Año
1961
Año
1963
Año
1966
Año
1967
Año
1973 a 1976
Año
1974
§
Miembro Fundador de la Asociación
Argentina de Psiquiatras.
Año
1976
§
Relator Oficial de las Jornadas
Patológicas de Salud Mental.
Año
1977 a 1979
§
Jefe de Servicio de Neuropsiquiatría
en el Instituto de Obra Social de la Secretaria de Agricultura y Ganadería de
la Nación.
Año
1980
§
Participó en el Curso de
Perfeccionamiento sobre “Anatomía del cerebro humano”.
Algunos trabajos publicados:
v
Divergencia Vertical de la Mirada. Sindrome de
Herwig-Magendie. Archivos de Oftalmología de Buenos Aires, en colaboración con
los Dres. A. Sallers y Lorenzo Amezúa.
v
Degeneración retrograda
aguda con lesión medular traumática. Archivos de Neurocirugía en colaboración
con el Dr. Diego Luis Outes.
v
Girectomias, en colaboración
con los Dres. Ramón Carrillo, Raúl Matera y Francisco Perino, presentado al III
Congreso Sudamericano de Neurocirugía, 1950.
v
Consideraciones Clínicas y
anatomopatológicas y quirúrgicas sobre tumores de la serie astroblastica del
sistema nervioso, en colaboración con el profesor Dr. Ramón Carrillo y los
Dres. Matera, Pardal, Insausti, Amezúa, Prado y Casté.
v
Patología de la
aracnoiditis optoquiasmática. Correlato al relato oficial, Sección Neurocirugía,
VII Congreso Internacional de Cirujanos.
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Patología de las
compresiones medulares no traumáticas, íbidem.
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Monografía: Sobre
organización y funcionamiento del Departamento de Enseñanza Técnica e
Investigación Científica del Ministerio de Salud Pública de la Nación. (1951)
Corresponde a la materia “Organización” y fue calificada por el jurado como “Sobresaliente”
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Patología de la epilepsia
quirúrgica: En colaboración con los Dres. Carrillo R., Insausti C., Matera R.,
Pardo J., Pardal R., Perino F., Martino A, Ortiz de Zarate J.C, Casté H,
Amezúa L, Carrillo S, Cortelezzi C, Archivos de Neurocirugía año 1959. Volumen
VI, Nº1-4
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Contribución al estudio de
la degeneración paliada Haller-Spatz. Tesis de Doctorado, Facultad de Medicina
de la Universidad de Buenos Aires, calificada por el jurado como
”Sobresaliente”. Publicada en Archivos de Neurocirugía. Año 1952- Vol IX
Nº3
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Comentario sobre las
primeras autopsias en la Colonia de retardados de Torres. Trabajo en
colaboración con el Prof. Dr. Braulio Aurelio Moyano y Dr. Diego Luis Outes.
Archivos de Neurocirugía. Año 1952- Vol IX Nº1-2
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Leucoencefalosis simétrica
centrolobar por acción de la corriente eléctrica (Enfermedad de Schilder) en
colaboración Dr. Diego Luis Outes. Neurocirugía. Año 1952- Vol IX Nº1-2
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Lesiones encefálicas en los
traumatismos cerrados de cráneo. Trabajo correspondiente al primer año de
adscripción. Facultad de Medicina, Univ. de Buenos Aires. Año 1953.
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Sobre un caso de
polioencefalitis superior aguda hemorrágica de Wernicke. Trabajo correspondiente
al segundo año de adscripción. Facultad de Medicina Buenos Aires. Año 1954.
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Craniofaringiomas:
extirpación total o parcial por vía quismatica. Técnica quirúrgica. Trabajo
en colaboración con el Dr. Lorenzo Amezúa. Anales de Neurocirugía. Año
1960.
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Adenomas hipofisiarios.
Cisternografia: trabajo en colaboración con los Dres. Lorenzo Amezúa,
Dickman, Pardal, Zamboni, Basso. 5tas Jornadas Rioplatenses de Radiología. Mar
del Plata.
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Adenomas Hipofisarios y
Craniofaringiomas: en colaboración con el Dr. Lorenzo Amezúa, Dickman,
Pardal, Zamboni, Basso. 5tas Jornadas Rioplatenses de Radiología. Mar del
Plata.
revista
Electroneurobiología
ISSN: 0328-0446