Gobierno de la ciudad de Buenos Aires

Hospital Neuropsiquiátrico "Dr. José Tiburcio Borda"

Laboratorio de Investigaciones Electroneurobiológicas

y Revista

Electroneurobiología

ISSN: 0328-0446

 

Efectos de movimientos relativísticos en el cerebro

y su importancia biológica

por

Mariela Szirko

 

Electroneurobiología 2003; 11 (2), pp. 14-65; URL <http://electroneubio.secyt.gov.ar/index2.html>

También capítulo en Helmut Wautischer, ed., Ontology of Consciousness: Percipient Action (por publicarse: A Bradford Book, The MIT Press, Cambridge, Mass., December 2005)

Nota añadida: para algunos aspectos concernientes a la relatividad, quien lea inglés puede hallar útil consultar Why Time is Frame-dependent in Relativity?, también de la autora, en este mismo sitio de Red o en el de la University of Pittsburgh, http://philsci-archive.pitt.edu/archive/00002462

 

Copyright ©2002 del autor / by the author. Esta es una investigación de acceso público; su copia exacta y redistribución por cualquier medio están permitidas bajo la condición de preservar esta noticia y la referencia completa a su publicación incluyendo la dirección de red (URL) original.

Contacto: Postmaster [-yat--] neurobiol.cyt.edu.ar

 

SUMARIO CASTELLANO: El órgano cerebral funciona siguiendo las mismas exigencias físicas de cualquier materia ordinaria. Igual que cualquier otro material, también los cerebros tienen dentro de su tejido componentes muy pequeños, llamados componentes microfísicos. Algunos de estos dan vueltas entre los granos más chicos del material (“átomos”) o dentro de ellos y se desplazan casi a la velocidad de la luz. Cuando uno se ubica sobre cosas que se mueven tan rápidamente y desde allí quiere figurarse lo que pasa alrededor, los intervalos de lo que ocurre afuera se miden como si tiempo y espacio fueran de goma. Distancias, tamaños y demoras se alteran en tal descripción. Se ajustan en relación con el movimiento de quien los observa, es decir, relativamente al observador. Por eso los movimientos suficientemente veloces como para mostrar perceptiblemente tal efecto se llaman “relativísticos” y los describe una parte de la ciencia física llamada “teoría de la relatividad”. Por ejemplo, los intervalos aparecen dilatados y los espacios acortados. Este efecto también ocurre dentro de las cosas, y podría apreciarse en el interior de una piedra o de un trozo de madera. Dentro del tejido cerebral pasa lo mismo. ¿Ocasionan estos movimientos internos algún efecto en los seres vivos? ¿Crean alguna característica del pensamiento? La cuestión decisiva, si – y de qué manera – tal movimiento genera efectos fisiológicos y cómo ello se empalma con el funcionamiento de la mente, alcanzó notables resultados. Dilatadas investigaciones en nuestra tradición neurobiológica implican una respuesta afirmativa y asimismo describen cómo llegan a formarse algunos rasgos del pensamiento. Desde mediados del siglo XVIII en el Virreinato del Río de la Plata la neurobiología cultivó especialmente un enfoque electroneurobiológico, impulsado en sus comienzos por el estudio de los peces eléctricos de las cuencas de los ríos Paraná, Pilcomayo y Paraguay. Este enfoque se mostró especialmente apropiado para revelar efectos de ese tipo. Integrando resultados más antiguos, hace más de tres décadas esta tradición concluyó por desarrollar una perspectiva científica acerca de cuestiones mente-cerebro involucradas en los procesos del recobrarse de desmayos, coma, estados vegetativos, hibernación, anestesia general o sueño ordinario. Tal perspectiva asume que las patologías de desacople que desconectan a las personas de sus circunstancias comparten cierto mecanismo común con el dormir y con las variaciones de la desatención. Dicho mecanismo involucra cambios en una dilatación fisiológica de los intervalos, que es efecto relativístico de movimientos de componentes microfísicos del tejido cerebral y es operado por vía de acople con los estados electroneurobiológicos de este tejido. Este modelo explicativo neurobiológíco es asimismo de especial interés para los físicos, ya que el acople que opera tal mecanismo ejemplifica una variación de la masa dinámica en los portadores de la acción de cierto campo de fuerza, variación lograda por vía de la superpuesta variación en la intensidad de otro campo de fuerza. Sustentados por hechos clínicos y neurobiológicos, estas investigaciones y hallazgos han sido académicamente enseñados en la Argentina por décadas; sólo recientemente alcanzaron la atención de la comunidad científica internacional. Tales hallazgos y sus aplicaciones clínicas son valiosos para neurobiólogos, psicofisiólogos y humanistas dedicados a cuestiones mente-cerebro así como para los científicos que investigan sistemas dinámicos biológicos, biofísica, biología matemática y modelada por computadora y asimismo biología molecular, quienes podrán reconocer en ellos datos relevantes para su respectiva área de especialización.

 

 

Observaciones preliminares

 

Este trabajo sinóptico examina observaciones neurobiológicas y clínicas que pueden considerarse consecuencias directas - antes que biologicamente mediadas - de la capacidad del instante físico de componer cambios causales, engendrando así el llamado “flujo del tiempo”. Situar en contexto físico tales observaciones biomédicas depara resultados originales. Lo que permite hacerlo es la validez de las transformaciones de la relatividad especial aun para la escala temporal más pequeña. Tan amplio rango de validez habilita, para observadores en movimiento, la dilatabilidad relativística tanto de intervalos de cualquier duración, incluso aquellos tan breves que resultasen insuficientes para que durante ellos ninguna fuerza física pudiera realizar cambio alguno, cuanto la dilatabilidad relativística del propio instante físico en sí mismo.

 

El interés de este hecho, es decir de que el conocido efecto relativístico de dilatabilidad o estiramiento temporal exhiba su validez sobre un rango tan amplio de intervalos cronológicos, es como veremos científico, humanístico y clínico. Apoyado por las evidencias recapituladas en el presente trabajo, el reconocimiento de tal rango de validez directa en el que ocurren las transformaciones relativísticas (desde intervalos prolongados hasta el más fugaz físicamente posible) también refuta la creencia en que el instante físico es desemejante a los intervalos, es decir la creencia de que el instante físico es “infinitesimal” en el sentido específico de no ser integrable en intervalos. Estos intervalos que resultan de la dilatación del instante por cierto pueden resolverse temporalmente (es decir, son divisibles y mensurables) por cualquier cronómetro en reposo fuera del observador. Por el contrario siguen siendo irresolubles para un observador - un psiquismo o mente - cuyas interacciones operativas se localicen en los componentes microfísicos que dentro del tejido fino del cerebro se mueven con velocidades cercanas a la velocidad de la luz. Para tales observadores, cuyo movimiento es lo que dilata los instantes físicos tornándolos intervalos de – por ejemplo – uno o dos centésimos de segundo, estos intervalos quedan como módulos indivisibles de su acuidad o agudeza de distinción temporal.

 

Este estado del movimiento, de los componentes microfísicos en que se localizan las interacciones entre cerebro y mente, transforma pues el instante físico – que es un minusculísimo período, considerado el último módulo de posible cambio transformacional: a saber, el intervalo mínimo sobre el que una transformación causal es del todo posible o puede ser señalada por dos instantes diferentes – en la agudeza transformacional mínima o resolución temporal de las mentes, la que se observa rondar el centésimo de segundo. Eso es lo que observamos y es de veras muy digno de notarse. Nosotros no vivimos y recordamos instantes físicos; vivimos y recordamos momentos, y la diferencia entre un instante y un momento es una dilatación que estira al instante físico cierto número establecible de veces.

 

El particular número de veces proporciona información preciosa acerca de todo el proceso. Informa también acerca del papel del cambio de marco de referencia relativístico (relativistic transframing) como herramienta biológica. Tal dispositivo o artilugio biológico es empleado para variar la granulación del tiempo (resolución mínima) de experiencias y memorias adecuando esa resolución mínima a las operaciones que el animal con psiquismo puede efectivamente ejecutar por medio de su cuerpo; y, como subproducto, es empleado para variar también las características atencionales de esas experiencias y memorias. Generalmente no conectado con la psicología, este salto de marco relativístico de referencia (transframing) es un efecto del movimiento naturalmente esperado en el estado actual de nuestra ciencia física - salvo donde es descalificado por la creencia en que el instante físico es desemejante a los intervalos. A esta creencia he de atender brevemente ahora mismo.

 

Como es sabido en historia de ideas - aunque configura un tema que el presente trabajo no analizará especialmente - esa creencia empíricamente refutada que supone desemejantes al instante físico y los intervalos surgió en dispares épocas y culturas, en América precolombina, Oriente, África y contextos europeos antiguos y contemporáneos. Dichas épocas y culturas pueden hallarse escasamente conectadas entre sí pero se asemejan en ciertas características. Una de ellas es el compulsivo interés en tener por ilusorio el irreparable paso del tiempo. La asignación al instante físico de la referida infinitesimalidad, o incapacidad para componerse (o integrarse) en tiempo real o desemejanza intrínseca del instante a los intervalos, asignación que se conoce como “la noción de instante de Chrysippus, Newton y Sommerfeld”  (“Chrysippus-Newton-Sommerfeld notion of instant”) suministra el razonamiento para un deseo latente de encontrar ilusoria la irrevocabilidad del decurso temporal. En otras palabras ese razonamiento abolicionista de lo fugaz, o “anticrónica” creencia en la fundamental disimilitud entre los intervalos y el instante físico, requiere asignar un límite inferior para la validez de las transformaciones de Lorentz-Fitzgerald que expresan el fundamento de la relatividad especial. Permítaseme explicar brevemente este punto.

 

Para las duraciones que pueden medirse, se verifica empíricamente que cierto número de instantes físicos, es decir una sucesión de transformaciones causales posibles, aparece dilatada si la duración total se valora desde los registros de la sucesión (un reloj) efectuados por observadores móviles. La creencia anticrónica trae consigo suponer o postular algún estorbo que impida este efecto dilatacional para menores números de instantes físicos. Los intervalos cortos, según esa perspectiva, no deben dilatarse, prohibición aplicada especialmente al instante individual. Si esta prohibición existiera, justificaría razonar que el paso del tiempo deba ser apenas subjetivo: extramentalmente ficticio.

 

La falta de fundamento en suponer este estorbo se hace palmaria cuando consideramos que ninguna fuerza en el universo observable es eficiente para causar alguna transformación en menos que alrededor de un ~10-25 de segundo (imagínese el lector 0,000 000 000 000 000 000 000 000 1 de un segundo), duración que se puede expresar también como su equivalente en unidades tal vez más naturales, a saber como unos ~10-18 (diez trillones de) instantes de Planck. Cada transformación en el tiempo es, de este modo, ritmada en intervalos siempre más grandes que éste. Un intervalo tan breve es accidentalmente inmensurable (porque cualquier cambio de registro en un reloj debe ser causado por alguna fuerza física, pero ninguna fuerza física observada puede ocasionar su efecto tan rápidamente). No obstante, nada sugiere que este intervalo de ~10-25 segundo o alguna fracción del mismo sean intrínsecamente rebeldes a las transformaciones de Lorentz-Fitzgerald.

 

Dicho diferentemente, nada insinúa que este intervalo de ~10-25 segundo o alguna fracción del mismo sean refractarios a dilatarse y extender proporcionalmente sus intervalos componentes delimitados por cualquier sucesión de marcas que los subdividiesen, revelando así incluso la duración de aquéllas de sus fracciones (instantes físicos) en que jamás se podrían poner marcas subdivisorias – fracciones que una vez dilatadas habrían de seguir apareciendo como discretos tiempos en blanco, causalmente impenetrables aun cuando quienes los valoran sean observadores en movimiento, capaces de resolverlos. ¿Dónde y por qué podría esperarse que empezara tal estorbo a la dilatación, impidiendo la validez de las transformaciones de la relatividad especial para intervalos fugaces? La perspectiva anticrónica requiere este estorbo para proclamar al instante físico irreal. En contraste, a menudo se juzga que el instante de Planck o tiempo de Planck (ħG/c5)1/2 = 5.3916... x 10-44 segundo, una pequeñísima fracción de segundo (cuya escritura común requiere cuarenta y tres ceros después del punto decimal antes de empezar con los números indicados), puede denominar un límite para que cualquier fuerza física posible en nuestro subuniverso sea eficiente en causar una transformación causal; júzgase, pues, que en la naturaleza que alcanzamos a observar el instante de Planck denota el espesor interválico de la realidad, cuyas transformaciones causales – las que siempre toman muchos de tales instantes debido a la debilidad cosmológicamente adquirida de las fuerzas eficientes – generan tiempo real. Pero esta perspectiva es temible y desoladora para un enfoque que lucha contra el tiempo. Tal enfoque desea más bien un universo “en bloque” donde todos los intervalos sean simultáneamente verdaderos, el instante presente no difiera en nada de los instantes pasados y futuros, y el tiempo que pasa resulte apenas subjetivo o ilusorio.

 

Históricamente tal anhelo aparece ligado a la misma estratificación social de donde surgieron los fundamentos físico-matemáticos de la ciencia moderna que fomentan la noción no-interválica de instante. Esta noción, alimentada pues por ciertas complexiones sociológicas, es contradicha por observaciones científicas. Estas observaciones ocurren en el estudio de sistemas muy complejos, a saber en neurobiología y su investigación clínica de base, cuyo estudio pertenece a una rama separada del saber y fuerza a los científicos a considerar asuntos distantes de la física de la relatividad. Por tal razón el contexto y las observaciones presentados en este trabajo raramente se ponen a disposición de físicos y biofísicos, a pesar del primario interés de estos en las características del instante físico y las hipótesis acerca de ellas. Esta sinopsis se redacta, por ende, con miras a contribuir al remedio de la situación.

 

La investigación científica de cuestiones mente-cerebro en la Argentina entronca en una tradición neurobiológica de 250 años que ha enfocado lo que hoy se llamaría el “esculpido” dinámico de intensidades del campo eléctrico en el tejido interior del cerebro. Este esculpido - no la función conectiva también servida por los ganglios nerviosos integrados en tal tejido - forma los estados dieléctricos de los órganos electroneurobiológicos. El enfoque centrado en estos estados difiere de la investigación neurocientífica ultramarina, donde el foco primario está en la red de circuitos empotrada en las masa del tejido de cerebro – una red de circuitos cuya actividad lleva a cabo tal “esculpimiento” dinámico. Al igual que la conformación o dibujo de los mismos circuitos, tampoco este esculpido del campo eléctrico proporciona los procesos físicos a los que las mentes pueden reaccionar entonándose subjetivamente con sensaciones. En cambio, tal “esculpimiento” moldea los estados de otro campo físico, sobre los cuales las mentes a más tienen efecto directo y a los cuales reaccionan: los estados locales de este campo, no los del campo eléctrico, proporcionan la localización cerebral de las operaciones de la mente – tema examinado más abajo. Nuestro reconocimiento de este campo de fuerza además de los establecidos habíase representado en el exterior, e incluso por estimados electroneurobiólogos locales – en modo bastante coherente con la ciencia del siglo XIX – como si este campo hubiese sido un principio vital (vitalismo). Nuestra desambiguación de estos conceptos aclaró que tal retrato era inadecuado; el mismo sin embargo sobrevivió como estorbo adicional para comunicar nuestros resultados a través de la contraposición de enfoques neurobiológicos (nuestro énfasis en neurodielectricidad contra el énfasis en redes neurales en el exterior). Este trabajo se propone disipar también esa representación errónea, proporcionando una sinopsis panorámica y general.

 

Originalmente llevados a cabo en laboratorios privados y universitarios, los programas de investigación cumplidos en nuestro país fueron trasladados en los años de 1880 a hospitales generales y hacia 1899 llegaron a ser conducidos en su mayor parte en hospitales neuropsiquiátricos. Tales inicios legaron a la investigación argentina de las relaciones mente-cerebro una combinación de aspectos científico-naturales y humanísticos: una amalgama inspirada por el reconocimiento del valor intrínseco de cada mente. Juega también una dimensión cultural en nuestra investigación y su perspectiva respecto a las mentes, cuya articulación conceptual hallamos porfiadamente rotulada en ultramar como “la teoría tango”, “the tango theory.” Dale que dale al rótulo, aquí terminamos por encontrarlo perceptivo y, cual antaño los primeros propugnadores de la “teoría de la gran explosión” o “big bang theory”, a la postre nos acostumbramos a la etiqueta. En nuestra investigación el psiquismo o “consciousness” no es visto como un material libremente canjeable, reemplazable en todo o en parte por cualquier otra porción de naturaleza semejante – la naturaleza de un “material fungible,” tal como un campo físico o una masa de agua fraccionable en porciones homogéneas. Así cada mente jamás se define como mero desempeño intelectual sino como sinónimo de una psique particular, psiquismo o existencialidad finita. Para enfatizar este importantísimo punto, en lo que sigue [del original inglés] la mente o el psiquismo serán aludidos como “ella” (“her”), no como “eso” (“it”).

 

Cada mente se encuentra principalmente como una inconexa, y no fusionable, eclosión o “pop-out” de finitud existencial. Aunque rara [en inglés], la palabra “eclosión” no obstante aparece a menudo en este trabajo. La frase “finitud existencial” denota para científicos naturales cada realidad capaz de sentir y mover una porción de la naturaleza mientras va alterándose al sedimentar esas participaciones causales fuera de la temporalidad – lo que se refiere a un “instante” y no a una sucesión en el tiempo. La designación “fuera de la temporalidad” así significa “no en un curso de tiempo sino dentro del instante,” especificando dónde tal realidad (el psiquismo) ocurre y simultaneiza las sucesiones sedimentadas (las “memorias”) de sus reacciones a sus interacciones causales. De ahí que cualquier realidad que se conozca a sí misma deba poseer memoria: por cuanto la naturaleza se vacía por fuera de su propia realidad y consecuentemente cada cosa en la naturaleza, inclusive cada mente, existe sólo dentro del instante físico, la conservación de memorias es un efecto debido a la ausencia de curso temporal y no a la presencia de engramas o formaciones grabadas en el cerebro.

 

Por medio del órgano cerebral, la sedimentación de memorias llega a incluir una representación del curso temporal que afectó las circunstancias circundantes. (Para eso sirve el cerebro, así como para insertar en el entorno acciones de origen mental y también para desplegar regulaciones orgánicas del subsiguiente más alto nivel regulatorio, que son acciones de origen extramental; para lo que no sirve, es decir lo que el cerebro no puede hacer, es "almacenar" en su tejido tal representación mnésica – ni hay ninguna necesidad de que lo haga en organismos biológicos cuya adaptación se logra por medio de la selección evolutiva de la eclosión de psiquismos.) Característica notabilísima, las circunstancias del entorno difieren para cada psiquismo. Cada eclosión de finitud existencial se encuentra en una circunstancia fija, es decir, en algún cerebro, cuerpo, familia, época y posibilidades de relaciones interpersonales, por lo cual cada existencialidad circunstanciada aprehende sensoperceptualmente la realidad como diferentemente centrada. Esto compone un encasillamiento bien definido o precisamente determinado. Sin embargo, el mismo no se puede determinar – antes que la alternativa de que esta finitud existencial no hubiera eclosionado para nada, o que hubiera aparecido, sí, pero en otra circunstancia – por las condiciones de frontera ni por el itinerario histórico que llevaron a componer tal circunstancia y formaron en ella el cerebro del caso. Más simplemente dicho, ningún cerebro puede determinar quién será la persona que habrá de sentir sus estados y ejercer su apropiación activa.

 

En consecuencia, eclosión no es “emergencia” y la constitución óntica de las mentes o psiquismos no ha de ser confundida con sus contenidos mentales. Contenidos mentales son las distinciones, en la complexión óntica o constitución de las mentes o psiquismos, que sólo la mente individual incumbente puede respectivamente conocer y distinguir, pese a que algunos de estos contenidos mentales puedan también ser conformados por medios no-exclusivos y fungibles. Tales medios se basan en la acción de campos físicos de fuerza, utilizados por cada órgano cerebral para demarcar contenidos mentales en cualquier mente eclosionada a dicho órgano cerebral; como ya vimos, ningún cerebro puede especificar cuál finitud existencial deberá interactuar con él mismo antes que con algún otro cerebro. Mas esta incapacidad orgánica se torna indetectable cuando cada mente es supuesta consistir tan sólo en sus contenidos mentales – el proceso de cuya formación (es decir, la formación de estos contenidos) es erradamente reputado la totalidad de las relaciones de cerebro-mente. Como remedio a este descuido, la palabra “existencialidad” sirve también para designar una mente sin consideración especial hacia el contenido adquirido que esa mente diferencia en su propia realidad o consistencia óntica. Esta realidad es óntica y también ontológica, es decir también directamente conocible a sí misma con respecto a su estado y a la generación causal de sus contrastes interiores y las demarcaciones de éstos, tornando así observables esos contenidos. Estos contenidos mentales son las disponibilidades adquiridas que con el tiempo se desarrollan y quedan en todo mundo mental; están compuestos de elementos estructurales (es decir, que poseen estructura) y no estructurales. Los elementos no estructurales (sin estructura interna, pero externamente estructurables o aptos para ser posicionados en estructuras que los contengan) de los contenidos mentales se generan como reacción del psiquismo o bien a acciones externas (entonaciones, fenomenología fosfenal o del tipo propio de los fosfenos) o bien a sus propios actos (reacciones no entonativas o no fenomenales); la estructura de los contenidos mentales proviene también o bien de la extramentalidad o bien de la misma mente, por ejemplo como estructuración exterior de las acciones causales que generan sensaciones o bien como combinaciones de los propios actos causales de la mente que resultan en generar algunas de sus sensaciones. Otras disponibilidades son inherentes o primarias y así no son llamadas contenidos sino constituyentes de cada existencialidad.

 

En suma, todo psiquismo disfruta de disponibilidades que pueden dividirse en cinco clases: dos habilidades inherentes, a saber sentirse y moverse (que componen una “transformabilidad conocible” por la que la mente conoce su estado y cada cambio causalmente eficiente que tiene lugar en ella) y tres clases de ingredientes adquiridos o contenidos mentales (“las diferenciaciones”) que en tal psiquismo o mente resulta posible conocer y manejar. Las tres diferenciaciones se superponen bastante con lo que muchos autores llaman “sensopercepciones”, “memorias episódicas” y “praxias.” Estas tres clases de contenidos mentales son conocidas y manejadas sólo por la existencia subjetiva finita incumbente; es decir, sólo por la existencialidad de cuya consistencia óntica las tres clases de contenidos son modificaciones disyuntivas. Sólo una de estas tres clases es afectada regularmente por las acciones causales que proceden de sus alrededores.

 

Las sensopercepciones – sensaciones y percepciones – son estas disponibilidades a las que también pueden afectar directamente las series causales que vienen de la extramentalidad circundante. Puesto que tales contenidos mentales sensoperceptuales son demarcados por medios fungibles, su estudio – que es visto como la totalidad de la psicología allí donde se presume que las mentes consisten sólo en los contenidos mentales así demarcados – llega a ser una ciencia natural: una subdivisión de la neurobiología. Las otras dos clases de contenidos mentales, es decir las memorias episódicas y las praxias, no pueden ser afectadas de tal manera. Además, las memorias episódicas y las praxias son no sensoriales en la medida en que implican acciones no fenomenales de la mente en la extramentalidad. Pero estas acciones pueden en cambio retroalimentar causalmente a la mente con sensopercepciones frescas; y en ello pueden ser rastreadas por las ciencias naturales que investigan las producciones logradas con medios fungibles.

 

Las mentes o psiquismos, pues, no se tornan interiormente diferenciados en actos mentales y "objetos" mentales para contemplar – al estilo de los lenguajes que presuponen habérselas con lo que es significado por verbos y por sustantivos; o al estilo de los platonismos, que reparten la realidad en transitoriedades cambiantes y realidades permanentes. Los objetos son combinaciones particulares de acciones causales eficientes. También los "objetos" mentales , o mejor dicho contenidos que pueden ser tornados sensoperceptuales, son actos o acciones causales de la mente, combinados formando diversas estructuras (configuraciones motoras atendibles o atencionales, que bien pueden o bien no pueden desencadenar configuraciones motoras neurales), más sus posibles entonaciones no estructurales que son reacciones de la mente del caso a sus propios actos o bien a acciones externas; estas acciones externas pueden también estructurar la originación reactiva de las entonaciones no estructurales que ellas mismas inducen, aportando así a las sensaciones un componente estructural proveniente desde lo extramental – que resulta en sensaciones configuradas. Dejando de lado estas sensaciones frescas, todos los demás "objetos" mentales más viejos (memorias episódicas y praxias aprendidas), que son combinaciones disponibles de actos mentales, pueden ser cognoscitivamente identificados y referidos como tales combinaciones, no importa si apenas desplegadas, incoativamente, o si han llegado a ser ulteriormente "desempaquetadas" en diverso grado de completamiento. Además, la mente, en su ejercicio de estas combinaciones particulares de sus actos que prestan completamiento a sus "objetos" mentales, pueden tornarse entonadas, bien con plena sensación o bien sólo en alguna medida o "cuota" de esa plenitud (noergia, que se explica más abajo); y las combinaciones puestas en ejercicio, de actos mentales o "objetos" mentales, pueden operar sólo sobre la misma mente, o bien asimismo sobre el cuerpo, o incluso allende este – en el entorno. De tal modo, mientras las memorias episódicas trabajan sobre el cerebro a cuyos estados la mente reacciona, las praxias trabajan allende este cerebro, en sus alrededores extramentales que la mente vigila e inspecciona.

 

Así, las memorias episódicas son disponibilidades no sensoriales pero sensorialmente imaginables aptas para ser reconstruidas en sensopercepciones imaginadas – es decir, sentidas como reacciones de la mente a estados del cerebro que ella misma engendra – localizadas en la biografía propia y reconocidas, pues, como “de uno”. Las praxias, a su vez, son sucesiones prácticas de acciones propias que desenvuelven un contenido mental distinto, el que de tal manera resulta reconstruíble en la conducta - fuera del cerebro. En esta reconstrucción conductual de un contenido mental distinto, las praxias se reúnen con las sensopercepciones y las memorias episódicas reimaginadas tornándose materia de estudio de la mencionada psicología como ciencia natural, o subdivisión psicológica de la neurobiología: la subdivisión que estudia los contenidos mentales demarcados por medios fungibles o reemplazables. Desde otro punto de vista, las memorias episódicas no difieren apreciablemente de las praxias respecto al desenvolverse mismo, desenvolverse operativo explicado más abajo.

 

Las otras dos clases de disponibilidades, a saber las habilidades inherentes (sentirse y moverse), no son contenidos mentales adquiridos sino habilidades constitucionales o primarias de cada mente. Una - sentirse - es la aprehensión gnoseológica o cognoscibilidad: la habilidad de experimentar o tener conocimiento de la propia realidad constitutiva o consistencia óntica de uno mismo - aunque sólo de los cambios causales en uno - y así de diferenciar las demarcaciones que fueron adquiridas por la propia existencialidad por medio de la eficiencia causal, bien de las circunstancias exteriores o bien de la mente. Moverse, la otra disponibilidad constitucional del psiquismo, es la semoviencia: la habilidad inherente o primaria de cada mente encontrada en la naturaleza (es decir, de cada psiquismo circunstanciado o finitud existencial integrante de un organismo personal) de empezar series causales nuevas y no meramente continuar sucesiones causales transmitidas desde otra parte.

 

En estas condiciones, los estados del órgano cerebral al que se encuentra circunstanciada una existencialidad finita afectan sólo la nueva formación de contenidos mentales de la primera clase de disponibilidades (es decir, las diferenciaciones llamadas sensopercepciones), incluyendo las sensopercepciones de los nuevos estados del cerebro que la mente impuso para reimaginarse recuerdos voluntarios. Estas disponibilidades son los únicas moldeadas por medios fungibles, o en otras palabras reemplazables. Estos estados del cerebro son así centrales para describir qué es lo que se restaura en la recuperación del desmayo, del coma, de los estados vegetativos, de la hibernación, de la anestesia general o del sueño ordinario.

 

Los estados del cerebro llevan a cabo este moldeamiento en conformidad tanto con

 

(a) la semoviencia inaugurante de series causales de la existencialidad finita que se halla circunstanciada precisamente a este órgano cerebral (no la semoviencia de cualquier otra mente finita o existencialidad circunstanciada a ninguna otra parte: por ejemplo, uno no puede mover directamente el cuerpo de otro, formar ni mirar sueños de otro, ver fosfenos electrostimulando el cerebro de otra persona o utilizar no el cerebro de uno sino el de otro para reimaginar recuerdos propios),

 

cuanto con

 

(b) la causación que continúa las series causales que operan extramentalmente (esto es, independientemente de ser conocidas por ninguna mente circunstanciada) y cuya legalidad, o nomicidad, proviene precisamente de esta continuación.

 

Aunque el cerebro es el sitio, o tópos, donde la mente incumbente se halla circunstanciada para los cambios causales con el entorno, como ya se mencionó ningún cerebro podría determinar quién será la persona que haya de sentir sus estados y ejercer la propiedad activa de ellos. En tal contexto, pues, ¿qué es exactamente lo que se restaura al recuperar el apoyo cerebral a las funciones mentales?

 

El funcionamiento cerebral, por analogía, recuerda la operación de regular la velocidad apropiada al reproducir una banda sonora mientras simultáneamente se está descargando de una fuente o registrando la música – la grabación puede llevar o no el mismo paso que su reproducción, “unciendo” a veces o bien “desenganchando” la fuente de la música. Igualmente, cada órgano cerebral, en sus componentes inmediatamente conocibles y afectables por la mente (o psiquismo) circunstanciada a él, sólo puede perder o recuperar su aptitud (que es electroneurobiologicamente mediada) de proporcionar la resolución temporal adecuada para la grabación (una actividad representiva del entorno que es otra función electroneurobiológica del mismo cerebro) de los acontecimientos venideros de los cuales tener algún aviso (o conocimiento o referencia gnoseológica) ha adquirido importancia evolutiva por ser conducente a nutrirse o a reproducirse. Así, la primera aptitud o función brinda acceso a (gates) la apropiada resolución temporal de las entregas fisiológicas (que son los productos de la segunda función y no son inmediatamente cognocibles por sí mismos) que provienen de los órganos de los sentidos y representan acontecimientos pertinentes.

 

Al contrario de esta segunda función (la actividad cerebral que representa los alrededores) y para ajustar la resolución temporal de los productos de esta segunda función, la primera función (gating, el brindar acceso) utiliza los efectos de la dilatación temporal relativística que requieren el acople de los portadores de acción de un campo físico de fuerza con otro campo. Tal como hacen falta dos para bailar el tango, también brindar acceso a las sensopercepciones requiere dos distintos campos físicos fungibles, superpuestos e interactuantes pero diversos y segregados.

 

Ningún campo único basta. La aplicación de estos efectos relativísticos de dilatación temporal es el núcleo de la interacción de las influencias corticocorticales “de arriba hacia abajo” con las entradas sensorias “de abajo hacia arriba”. La función de brindar acceso (gating), lejos de regular la “pérdida del conocimiento,” ejecuta las modificaciones de la desatención selectiva y en sus valores pico “enciende” y “apaga” las noticias del cuerpo, como se explica más abajo.

 

 

Sinopsis de los principales tópicos

 

Toda semblanza cabal de los psiquismos circunstanciados que encontramos en la naturaleza ha de dar cuenta de cuestiones básicas que incluyen las preguntas y respuestas siguientes. Las respuestas utilizan conceptos de nuestra tradición y luego se estudiarán con más detalle. Debe prevenirse que la presente exposición sinóptica es muy compacta y algunos conceptos especializados se presentan de modo asaz sintético, sólo para introducir una descripción neurobiológica previamente no familiar.

 

 

 (1) ¿Qué son las mentes?

 

Las realidades que se transforman en el tiempo basadas en una selección de sus antecedentes antes bien que en todos ellos.

 

[N. del T.: La precedente formulación, expuesta en Crocco 1971, es nada menos que la definición objetiva de psiquismo o mente, que cierta reiteradísima propaganda neurocientífica pretende hacer creer “imposible de formular”.]

 

 

 (2) ¿Qué hacen las mentes?

 

Reenfocan semovientemente la atención. Cuando este reenfocamiento se halla causalmente unido al cuerpo, engendra la conducta voluntaria.

 

 

 (3) ¿Dónde están localizadas en la naturaleza las acciones de las mentes?

 

En los portadores de fuerza de un campo físico, debido a lo cual las mentes pueden empezar conductas y reaccionar sensoriamente a cambios en estos portadores de fuerza.

 

 

 (4) ¿En qué clase de componentes físicos encuentran las mentes su localización más inmediata?

 

En aquellos portadores físicos de fuerza cuyas características específicas engendran las dilataciones relativísticas observadas de las unidades de intervalo, también llamadas dilataciones del “grano” (“graining”) temporal.

 

 

 (5) ¿Pueden los cambios en el cerebro borrar las memorias episódicas y práxicas, modeladas en cualquier grano temporal o unidades de intervalo?

 

No, porque las cosas con memoria (mentes) y toda otra cosa en la naturaleza sólo co-ocurren en el tiempo un solo instante por vez y no más. Como dentro de tal co-ocurrencia instantánea no transcurre ninguna transformación causal (tiempo), ninguna cosa con conocimiento de sus diferenciaciones interiores (memorias) puede perder la disponibilidad de estas como resultado de una transformación causal (tiempo) que las arrasara o borrase.

 

 

 (6) ¿Por qué medios dormirse, desmayarse, caer en coma y estados semejantes desconectan las mentes de sus alrededores?

 

Varian la resolución temporal con que la mente penetra las secuencias neurodinámicas del cerebro. El cerebro engendra esta variación desconectante alterando las dilataciones relativísticas creadas por la velocidad de los portadores de fuerza donde las mentes hallan su más inmediata localización extramental.

 

 

 (7) ¿Por qué mientras las sensaciones soñadas están siendo sentidas las sensaciones que vienen de los órganos de los sentidos no lo están?

 

Porque las primeras se modelan con la resolución de las sucesiones de tiempo extramental propia de una mente que sueña, mientras las segundas siguen siendo modeladas con la resolución de tiempo extramental empleada para atender los procesos exteriores de importancia biológica.

 

 

 (8) ¿Cómo se disipan las características percibidas bajo falta de atención?

 

Por vía de alterar las dilataciones relativísticas creadas por la velocidad de aquellos portadores de fuerza en las áreas del cerebro que engendran las características perceptuales acerca de las cuales la mente ha de tornarse poco atenta.

 

 

 (9) ¿Cómo uno determina atencionalmente un movimiento voluntario?

 

Por reenfocamiento atencional que altera la densidad de portadores de fuerza – del campo físico donde la existencialidad de uno encuentra su más inmediata localización extramental; alterar la densidad de los portadores de fuerza de cualquier campo físico es lo que se observa como cambiar la distribución espacial de sus potenciales locales – en las áreas de cerebro que están causalmente ligadas a los órganos que uno escogió mover.

 

 

 (10) ¿Adónde vuelven a desvanecerse las memorias, una vez que se las ha recordado y se les ha prestado atención?

 

Tanto cuando ya han dejado de estar siendo reimaginadas (es decir, mientras no se las está repitiendo más en la imaginación) cuanto mientras su reimaginación estaba siendo montada neurofisiologicamente, las memorias permanecen como combinaciones operacionales diferenciadas en la consistencia óntica de la mente, formando - en tanto tales - parcelas constitutivas de dicha consistencia.

 

 

 (11) ¿Cómo la falta de atención causa amnesia?

 

Texturando la consistencia óntica de la mente con contenidos cuyo grano temporal no es resoluble en la resolución temporal de aquellas combinaciones operacionales disponibles en la mente que conservan el objeto.

 

 

 (12) ¿Cuando es no-consciente la neuroactividad?

 

Cuando la sucesión temporal de sus distinciones no se conserva también en la dinámica del campo físico en cuyo portadores de fuerza las mentes encuentran su localización más inmediata.

 

 

 (13) ¿Cómo los recuerdos de uno son semovientemente recordados y reconocidos como propios?

 

Llegando semovientemente a enfocar la atención en la misma posibilidad para combinar operaciones equilibrables que uno tenía cuando vivió originalmente el episodio. Puesto que esta operación de recordar queda definida por las posibilidades operatorias constitutivas de uno mismo que tornan a sus elementos reconocibles o entendibles para uno mismo, tal operación de recordar conlleva alusión a la propia biografía y puede repetirse en la imaginación cualquier número de veces.

 

 

 (14) ¿Por qué tras aprender algo dormirse enseguida es mejor para retenerlo que quedarse despierto?

 

Porque la organización de memorias refleja la resolución temporal con que se vivieron las experiencias originales: cada resolución temporal permite reimaginar las experiencias originalmente obtenidas con resoluciones temporales diferentes, pero sólo como contexto desatendido. Así, el sueño previene que interfiera la vida vigil siguiente, mientras que la mentación del sueño – fisiológicamente sostenida con una diferente resolución temporal – no interfiere ella misma. Esta combinación resguarda los contenidos estudiados y no se dispone para las materias de estudio aprendidas sin el consiguiente rato de sueño.

 

 

 (15) ¿Qué se “presta” cuando uno “presta” atención a algo?

 

El operacionalizamiento u operacionalización de sus sensaciones. Con lo cual uno aplica, a un sector del campo sensorial, el sistema adquirido de operaciones equilibrables sedimentado en la consistencia óntico-ontológica de uno mismo.

 

 

 (16) ¿La superposición de resoluciones temporales engendra automáticamente recuerdos?

 

No; el efecto de la acuidad o agudeza temporal sobre la memoria no es directo. Sólo interviene en el recordar en cuanto el apropiado emparejamiento de las acuidades temporales – las acuidades de la adquisición original y de su conocimiento actual – permite aplicar el sistema de operaciones equilibrables incluido al tiempo de recordar en la consistencia óntico-ontológica del psiquismo recordante. Tal aplicación puede ser impedida por otras circunstancias (por ejemplo si la adquisición original ocurrió antes de desarrollar el sistema de operaciones equilibrables, como es el caso en la amnesia infantil).

 

 

 (17) ¿Qué es la recordación voluntaria?

 

El recordar voluntario, llamado también recordación conativa, es el acto semoviente de recuperar alguna memoria particular adquirida originalmente en un tiempo anterior. Tras reconocer gnoseológicamente su estructura operacional, la memoria buscada es reimaginada estableciendo, en mamíferos muy probablemente con intervención de los lóbulos frontales, un estado electroneurobiológico dinámico cuya disposición además de tales lóbulos implica normalmente otras estructuras cerebrales. Este estado electroneurobiológico ha de emparejar primero la agudeza temporal con que la memoria buscada se experimentó originalmente; entonces en segundo término debe engendrar, en la mente circunstanciada a ese cerebro (no en otra) y por vía de acople con el campo físico donde todas las mentes circunstanciadas encuentran alguna localización inmediata, las reacciones sensoriales (entonaciones, es decir fenomenología de tipo fosfeno) estructuradas para emparejar la memoria particular tal como se la identificó previamente en la visio generalis (es decir, al escogerla para recordar); y entonces, en tercer lugar, este estado electroneurobiológico es semovientemente utilizado para modificar el proceso de reimaginación en base a los equilibrios operativos que conserven esa memoria particular como objeto de estas modificaciones - la que es reconocible por medio de tales equilibrios.

 

 

 (18) ¿Qué es aprehensión gnoseológica?

 

[N. del T.: La presente cuestión es también nada menos que una de las más cruciales del área.]

 

La aprehensión gnoseológica en general, es decir el acto de conocer o acto noético independientemente de quien sea el psiquismo que lo realiza, es la característica de las interacciones causales eficientes por la cual las reacciones no-estructurales suscitadas entonan, a la entidad que reacciona, en gamas cuya manifestación agota la eficiencia causal.

 

 

 (19) Asumiendo un aceptable entendimiento de la causalidad, ¿cómo los acontecimientos mentales sólo privadamente accesibles pueden causar - o ser causados por - acontecimientos físicos que son no-privadamente accesibles?

 

Porque la causalidad eficiente es una sola para acontecimientos mentales y físicos, así como a través de ellos. La interacción causalmente eficiente entre mente y cerebro no es más desconcertante que lo que llamamos la generación de variaciones en los potenciales locales de los campos físicos. Al establecer, como eslabón causal inicial para poner en marcha algún curso de efectos extramentales regulares generalmente llamado “conducta voluntaria,” los potenciales locales del campo cuyos portadores son utilizados por las mentes para lanzar esta serie causal, cada psiquismo circunstanciado hace lo mismo que todos los campos segregados hacen cuando, desde un conjunto inlocalizable de determinaciones, se ponen a eclosionar más, o menos, de sus portadores de fuerza en cada sitio de su volumen - con lo cual cambian la distribución espacial de sus potenciales locales. Por otra parte, al establecer sensaciones, el campo inmediato a la mente circunstanciada engendra, con la misma causalidad eficiente, reacciones entonativas en dicha mente. El verdadero problema no es éste sino por qué una mente eclosiona a sentir y mover ese cerebro antes que otro.

 

 

 (20) ¿Qué se restaura al recuperarse del sueño ordinario, hibernación, anestesia general, “ausencias” epilepticas, desmayo, coma o estados vegetativos?

 

Mientras que la conservación de memorias es efecto de la ausencia de curso temporal, su reimaginación modificable puede explotar la presencia de estructuras cerebrales para “reconstruir” las memorias añadiendo nuevas entonaciones sensorias a la ejecución del entendimiento operacional que las define. Para la práctica clínica, ello significa que el asunto de la “pérdida de conocimiento” (“impaired consciousness”) se decanta en la cuestión de controlar la actividad electroneurobiológica del tejido que brinda acceso a la acuidad apropiada, restaurando con ello el emparejamieto de resoluciones temporales. Esto permite “acoplar” o “uncir” el cuerpo para “despertar” la mente finita que – por diferente causa – se encuentra eclosionada allí.

 

 

Exposición sumaria de estos tópicos

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An essential preprint: "Effects of relativistic motions in the brain and their physiological bearing" (To be published in Helmut Wautischer, ed., Ontology of Consciousness: Percipient Action, The MIt Press, Cambridge, Mass., slated to appear about Dec. 2005) (English)

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Cálculo de potenciales dentro de las células

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     Table of Contents (partial) of "Sensing: a new fundamental action of nature" (English) -- Índices

Recepción de los aportes de Chr. Jakob en la neurobiología germana

De "La citoarquitectonía de la corteza cerebral" -- Constantin von ECONOMO y Georg KOSKINAS (1925) - Kommentar über die Forschungsergebnissen von Prof. Christfried Jakob (Alemán)

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The comments on Professor Christfried Jakob's contributions made in 'The Cytoarchitectonics of the Adult Human Cortex' by Professors Constantin, Baron von Economo, and Georg N. Koskinas, rendered in English by Prof. H. Lee Seldon (Inglés: páginas en construcción)

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Los comentarios de Economo y Koskinas sobre las contribuciones de Christofredo Jakob, traducidos por M. Szirko (Castellano: todavía no disponible)

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Morphogenetic versus morphofunctional theory -- Franz J. Irsigler's intervention in the Behavioral and Brain Sciences' discussion on the implications of the "initial brain" concept for brain evolution in Cetacea (1988) (English)

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Recepción de los aportes de Chr. Jakob en la neurobiología y la sociedad argentina

Piva y Virasoro - Christofredo Jakob, neurobiólogo: científico en diálogo filosófico (Spanish)

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