Gobierno de la ciudad de Buenos Aires
Hospital Neuropsiquiátrico
"Dr. José Tiburcio Borda"
Laboratorio de Investigaciones Electroneurobiológicas
y
Revista
Electroneurobiología
ISSN: ONLINE 1850-1826 - PRINT 0328-0446
Aventuras
pampeanas en salud mental:
la dirección de
la cura – y sus vueltas –
en la historia
de la psicología clínica,
psiquiatría y
psicoanálisis en la Argentina
por
Salomón Chichilnisky
Secretario General de
Asistencia de Alienados e Higiene Mental de la Nación (1946-1947) y, conservando
la jerarquía antedicha, Director de Alienados e Higiene Mental (1947-1949),
Director de Hospitales Psiquiátricos (1949-1951), Director General del Servicio
Nacional de Extensión Hospitalaria y Hospital a Domicilio (1951-1954) y
Director de Lucha Contra las Enfermedades Neurológicas y Mentales (1954-1955)
en el Ministerio de Salud Pública de la Nación
Contacto / correspondence: vixit (1898-1971)
Parte primera: Viñetas
precedido de una Noticia
preliminar por Mario Crocco
Electroneurobiología 2005; 13 (2), pp.
14-160; URL <http://electroneubio.secyt.gov.ar/index2.htm>
Copyright © Electroneurobiología, 2005. Este trabajo
es un artículo de acceso público; su copia exacta y redistribución por
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Noticia preliminar, por Mario Crocco. La filantropía, lejos de agotarse en sus posibles usos como
·
medio de sujeción social,
·
fuente de discurso, instrumental
para que sus agentes abarquen mayores campos de acción
·
generador de clientelismo político
de los sectores con menores recursos,
·
estrategia de mantenimiento del
poder para médicos y otros gremios ya consolidados, proveedores de bienestar
real o imaginario,
·
estrategia de construcción de
poder para psicoterapeutas y otros gremios emergentes, proveedores de salud
real o imaginaria,
·
asistencialismo mercantilmente
justificado,
·
criminalización mercantilmente
justificada,
·
vía de acceso y de retención de
privilegios corporativos y supuesta autoridad técnica en sociedades fuertemente
estratificadas,
·
pacificación de la falsa
conciencia con el repetido agradecimiento individual de los tutelados,
puede también ser vista como un fin en sí mismo. Esto es, la filantropía
puede ser vista como el hallazgo de un sentido preexistente para la incoercible
realidad del existir no puesto por uno mismo. Claro, para ello es necesario
disminuir la paranoia y desactivar a los apóstoles decimonónicos de la sospecha
no sólo respecto al grupo de pertenencia – del modo como es habitual llevarlo a
cabo: confiando en los camaradas de ruta mientras mantenemos activa la prevención
hacia quienes cada uno sindica como genuinos factores de la exclusión egoísta –
sino asimismo respecto a la totalidad de lo real, relación esta que es más
básica que la que mantenemos con amigos y adversarios individuales.
Confianza básica o desconfianza básica
deciden, en efecto, entre ver los hechos de la filantropía como puro pretexto
egoísta o como realidad óntica fundamental. Ambas, confianza básica y desconfianza
básica, modulan nuestra percepción y, ofreciendo así a nuestra consideración
diferentes objetos, generan diferentes actitudes hacia las mismas acciones filantrópicas
dirigidas hacia enfermos, delincuentes de pequeña y de gran escala, mendigos,
embriones y locos – sobre todo, ahora que mucha vida (excedentes demográficos) estorba al mercado global financiarizado a
ultranza. ¿Asombrará pues la disputa sobre la madre Teresa de Calcuta? ¿Sobre
erigir y sostener hospitales neuropsiquiátricos? ¿Sobre la constante preocupación
de sus directores del siglo XIX por ampliarlos, leída como loco afán de crearse imperios o bien de brindar aire y
luz a sus queridos locos hacinados?
¿Sobre escuchar a cada paciente como genuino encuentro interpersonal, o bien
como disimulo en la coerción? ¿Sobre mantener a la gran mayoría de incapaces en
la calle, o cambiarles allí algo para que nada cambie? ¿Sobre promover el
socialismo con incentivos capitalistas? ¿Sobre filantropía que cosifica y
caridad como opresión? ¿Sobre técnicas de propaganda y mercado y técnicas de
persuasión? ¿Sobre prisiones-escuela y escuelas-prisión? Las opciones se
parecen a las de un control sintonizador giratorio: si al girarlo nos excedemos
hacia uno u otro lado, sintonizaremos distorsionadamente los datos.
Este trabajo de Salomón Chichilnisky
proporciona un ejercicio de sintonía. ¿Puede la filantropía ser algo más que letra para conquistar poder, higienismo
fulminador, tipificación exclusoria, fiscalización sanitaria en procura de prebendas o rehenes, disciplinamiento interesado, invasión
sociocognitiva componente de la lucha de clases, ortogénesis contraceptiva, el negocio de proveer salud matapobres y "darwinismo
social" estratégico? ¿O agotar la vida propia por incapaces y delincuentes es siempre y por
necesidad perverso? ¿Sólo la identificación redime? ¿Mantener al otro en la
posición de Otro es inevitablemente retorcido y censurable? ¿Sólo por ansias de
dominación o por odio superficialmente convertido en lo contrario puede uno consumirse
fundando hospitales, dedicando su vida a sacar gente de la calle para
enjaularlos en nuestra forma de vida? ¿O habríamos en cambio de ajustarlos a
alguna forma de vida que aún no existe, fantaseada tal vez? ¿O ajustar es
siempre malo y no habría que ajustarlos a nada, dejando de encauzar el poco o
mucho desarrollo que los disminuídos mentales puedan alcanzar? En particular,
¿hay que esperar la revolución, antes que hacer filantropía ofreciendo al
tutelado una vida prerrevolucionaria? ¿Y qué hemos de hacer si como en tiempos
del higienismo social está todo por hacerse, si no hay ni hospitales ni presión
económica para denunciar al asistencialismo? ¿Acaso no asistiremos a nadie ni
fundaremos segregatorios para "personas especiales"? ¿Separar,
tipificar, clasificar es siempre avieso? Todo campo obligatorio para concentrar
educandos, desequilibrados, réprobos, ¿es un campo de concentración? Y si la
propaganda los convence, ¿deja de serlo? ¿Acaso la liberación consiste en el consenso?
¿Todo disciplinamiento es explotatorio? ¿Ser genuinamente bueno escapa a las
posibilidades humanas? ¿Somos tan distintos de los adversarios como para que
nuestra relación sólo consista en debilitarnos mutuamente? ¿Es intrínsecamente
malvada la filantropía y hemos de eliminarla y substituirla por siempre por el
derecho, o es este substituto intrínsecamente malvado y hemos de eliminarlo y
substituirlo por la motivación del amor? Nada nuevo, bien se ve; Nómos versus Ágape; platonismo y exceso ritual, o benevolencia. Pero, ¿no somos
irredimible basura? ¿Es realmente posible poner al Bien como fin último del
obrar? ¿Fundar una solidaridad sin verso,
una educación o reeducación sin arremetida del control social? ¿Qué afirmar?
La preferencia, entre imaginar ulterioridades
o el valor propio del acto como motivación del obrar ajeno, depende de cuánta confianza
le tengamos al agente: de cuánto valor le reconozcamos. La Patrística y el Che pasaron, sin socavar su praxis, por
el examen último de los incentivos y del posible uso altruista del egoísmo. En
cambio, el examen del posible uso egoísta del altruismo puede usarse como arma
resignificatoria para socavar praxis y para ello el gran capital lo promueve,
con frecuencia por medio de sus menos lúcidos adversarios. Aunque el
iconoclasticismo o debunking es un
medio de vida académico, capaz de proveer toda la vida sueldos y "becas de
investigación" o, a menudo, becas por justificación de prejuicios compartidos,
de modo que las sociedades de debunking
mutuo ya podrían competir con las de admiración mutua en materia de asegurar un
sueldito, las primeras aumentan la prevención y las segundas la bajan. Obran como
un control giratorio en ciertas regiones cerebrales, como un módulo regulador o
varita mágica que ipso facto transformara
el lóbulo temporal de un manso vacuno en el de prestísima comadreja. Por eso,
si me preguntan a mí, prefiero seguir confiando. No es que en todos los niveles
institucionales no haya encontrado las psicopateadas más pérfidas, sino que se
me viene en gana no darles el gusto.
____
Este trabajo de Salomón Chichilnisky se compone de dos partes. En la primera, que
forma este artículo, Chichilnisky intentó entramar algunas Viñetas reveladoras, entresacadas de la historia de la psicología
clínica y asistencial y la neuropsiquiatría en la Argentina. En el siguiente
artículo, "el Chichi" (como afectuosamente se le apodaba en el
ambiente) narrará sus Aventuras como
Director de Asistencia de Alienados de la Nación durante el peronismo – él, que cuando Perón
volvió al manicomio a inaugurar las ingentes mejoras que a pedido del propio
Chichilnisky el Gobierno había provisto y, tras el acto, le descerrajó en
público la pregunta, "Y ahora usted, doctor Chichilnisky, ¿cuándo se
va a hacer peronista?", todavía retrucó con el famoso "Cuando usted
venga a vivir acá, señor presidente". Los dos artículos son, pues, bien
distintos y eso sólo ya justifica disociarlos.
Pero además Chichilnisky, por la
enfermedad de la que falleció en 1971, no pudo terminar el libro. El manuscrito
estaba ya casi en este estado en 1966 cuando Juan Domingo Perón lo prologó – pese
al retruque – por medio de la carta que en la segunda parte reproducimos en
facsímil. Chichilnisky agregó algunas notas (como la mención de la carta a Walter
Jakob, la del fallecimiento de Lanfranco Ciampi y la de los desarrollos hasta
1967 en el Centro Ameghino) en la primavera de 1968, pero no pudo realizar las tareas faltantes
para prensas. Parte del manuscrito circuló algo en el ambiente y hasta se
proyectó publicarlo tras el deceso del autor, realizándose para ello algunos
preliminares entre el 26 de diciembre de 1972 y el 24 de enero de 1973. No se
llegó entonces a retirar, ni tampoco hemos querido retirar ahora, algunas repeticiones
que quedaron al eslabonar las sucesivas Viñetas,
pensadas, se ve, como publicaciones individuales. Pero el primer sector de esta
primera parte, empleado mucho
tiempo antes por Chichilnisky como apuntes de cátedra para sus cursos, había incorporado largas y
nada disimuladas paráfrasis de un archiconocido libro, nada menos que de "La locura en la Argentina", obra de José Ingenieros
publicada en 1919. Con su acostumbrada franqueza Chichilnisky consideró que no
tenía nada que disimular – en el caso hubiera sido imposible, por otra parte –
y al parecer sus paráfrasis tuvieron por lógica finalidad eludir eventuales
cuestionamientos formales al apunte inicial, originados en los derechos de autor
de Ingenieros, aún vigentes en aquel momento. El resultado, esta primera parte
o artículo, es una obra no sólo agradable e interesante sino muy útil como material
de enseñanza, donde Chichilnisky articuló aquellas paráfrasis suyas de Ingenieros
con otras de varias obras historiográficas que también señala, a lo que sumó no
pocos aportes propios debido a su conocimiento personal del ambiente y los protagonistas
desde alrededor de 1930. Pero para las épocas anteriores no investigó las
fuentes primarias, ni pretendió hacerlo. Eso establece un corte historiográfico
ya dentro de esta primera parte, y un brillante contraste con el segundo
artículo: las Viñetas bien difieren de sus Aventuras. Electroneurobiología se honra con esta publicación,
para la que hemos agregado algunas imágenes, y agradece a Alberto Ramón
Chichilnisky, de California; a la Dra. Graciela Chichilnisky, UNESCO Professor of Mathematics and
Economics, Columbia University, de Nueva York; y a Tamara Chichilnisky de
Di Tella, de Buenos Aires, haber permitido que este trabajo de su padre asuma
el protagonismo que le compete en los presentes debates del campo psi en
nuestra sociedad.
Aventuras pampeanas en salud mental:
la dirección de la cura – y sus vueltas –
en la historia de la psicología clínica,
psiquiatría y psicoanálisis en la
Argentina
por Salomón Chichilnisky
Parte primera: Viñetas
·
Noticia preliminar, por Mario Crocco
·
Viñeta 1. La
primera contribución psiquiátrica comunicada en el país
o Noticia
general: el Dr. Diego Alcorta
o Personalidad
de Martín Diego Alcorta
o Evaluación
de su tesis
o Texto
completo de la tesis de Diego Alcorta (1827)
·
Viñeta 2. Instituciones de asilo y terapéutica
clínica
o Casa de
Dementes — Asilo de San Buenaventura — Hospicio de las Mercedes
o El Asilo
de Alienadas en Lomas de Zamora
o La
colonia de Luján
o El
Hospital-Colonia "Melchor Romero"
o
La
Clínica Psiquiátrica de Córdoba
·
Viñeta
3: Buenaventura (Ventura) Pedro Bosch
·
Viñeta 4: José Tiburcio Borda
·
Viñeta 5: Arturo Ameghino
·
Viñeta 6: Christofredo Jakob. Su actuación en
nuestro país
·
Viñeta
7: Braulio Aurelio
Moyano
·
Viñeta 8: Luis Esteves Balado
·
Viñeta 9: Lanfranco Ciampi
·
Viñeta 10: Algunos directores del actual Hospital
Nacional José T. Borda
o José
Teodoro Baca
o José
Maria de Uriarte
o Lucio
Meléndez
o Domingo
Cabred
o Alfredo
Scarano
o Gonzalo
Bosch
Viñeta 1. La primera contribución
psiquiátrica comunicada en el país
1.1. Noticia
general: el Dr. Diego Alcorta
Don Martín Diego Alcorta nació en Buenos
Aires el 11 de noviembre de 1801. Cursó estudios primarios en la escuela de
Francisco Argerich y fue luego becado en el Colegio de la Unión del Sur, que desde
1817 reemplazaba al Colegio San Carlos. Allí juntamente se matriculó su condiscípulo
y amigo de la infancia Manuel Belgrano, sobrino del general-doctor. Tuvieron por
profesores al poeta Juan Crisóstomo Lafinur, célebre autor del Canto elegíaco a Belgrano, que dictaba
filosofía y despertó el interés de Alcorta en la materia, y a Avelino Díaz, que
enseñaba matemáticas elementales y le aconsejó que cursara medicina.
La personalidad de Diego Alcorta se formó
bajo la inspiración y "esquema estructurante" ideológico del nuevo
espíritu científico difundido en la época de Rivadavia. Debemos pues enfocarla
desde el doble punto de vista médico-psiquiátrico y filosófico.
Cosme Mariano Argerich (1758-1820), o Cosme
Argerich padre, uno de los fundadores de la Escuela de Medicina en el año 1802,
dictaba –entre otras materias – Nosografía (taxonomía de las enfermedades y medicina
legal) y Clínica médica. Solía dar clases teórico-prácticas a los alumnos de su
curso en el Hospital General de Hombres emplazado frente a la Iglesia de San
Pedro Telmo, en la actual calle Humberto 1º; y se detenía en particular en el
Cuadro de Dementes de dicho hospital.
Cosme
Mariano Argerich (1758-1820)
Diego Alcorta había tenido inclinación
desde los primeros años hacia el estudio de la fisiología y la patología
mental. Ello determinó que el recordable día 20 de febrero de 1820 se inscribiera
en la Facultad de Medicina, concurriendo con asiduidad al Cuadro de Dementes,
donde indagaba disimuladamente – husmeaba,
por así decir – las clases que con tanta maestría brindaba Cosme Argerich.
Argerich falleció a los pocos meses de
haber ingresado Alcorta. Dos años después su hijo Cosme Francisco, que había nacido
en España en 1784 y fallecería en Montevideo en 1842, médico a la sazón de
entradas (médico de los pacientes ya entrados o internados, médico interno) en
el Cuadro de Dementes del Hospital General de Hombres, fue nombrado profesor
de Medicina legal ("Nosografía") del Departamento de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. El nombre
de facultad era aún privativo del
conjunto de los catedráticos en alguno de tales departamentos.
El hijo de Argerich, partidario de la
revolución rivadaviana y como veremos empapado en las doctrinas psicológicas
de los ideólogos, continuadores de
Cabanis, Condillac y de Tracy y de los enciclopedistas (Voltaire, Rousseau),
mostraba preferente atención hacia su dilecto amigo y discípulo, Diego Alcorta,
diecisiete años menor. El 16 de octubre de 1823, Alcorta fue nombrado practicante
menor adscripto al Cuadro de Dementes del Hospital General de Hombres, con un
modesto salario; un año más tarde pasó a ser practicante mayor. Tras finalizar
sus estudios médicos con altas calificaciones – fue el segundo promedio de su
promoción – se graduó de doctor ante
la Facultad de Cirugía y Medicina el 15 de agosto de 1827, con una tesis basada
en la observación de seis pacientes psiquiátricos internados en el Hospital
General de Hombres.
Desde el comienzo de clases de 1822
(cinco de febrero), teniendo al doctor D. Francisco de Paula Rivero como
profesor de Clínica Médica y Alienados en el Cuadro de Dementes del Hospital
General de Hombres, Alcorta empezó a formar un trío inseparable con sus
condiscípulos Martín García y Mariano Martínez, éste betlemita. A sugerencia de
Alcorta, Martín García luego escribiría su tesis universitaria sobre el tema Epilepsia, su naturaleza y curación,
cuyo texto no se conoce. Y al igual que Alcorta, fue "médico de entradas"
(médico interno) del Cuadro de Dementes, puesto que retuvo – con fama clínica
poco cabal, recomendándose en una sátira sus cuidados como buen camino para
lograr un suicidio discreto – hasta la caída de la Federación en 1852.
Apariencia de los Barbones o Padres
"Bethlemitas", según Guillermo Furlong.
A su vez el betlemita Mariano Martínez,
que había quedado de hecho privado de actuar en la dirección y administración
de los hospitales a consecuencia del decreto reglamentario de los frailes
betlemitas, resolvió ingresar en la Facultad de Medicina, siguió el curso, se
recibió en el mismo año que Alcorta —1827— y escribió su tesis sobre Operación cesárea, que Ingenieros (La locura en la Argentina III.I) indica conservado
en la Biblioteca de la Facultad de Medicina (Nº 22.510).
Apenas egresado, Alcorta fue designado "médico
de entradas" del ya mencionado Cuadro de Dementes; como llevaba varios
años de actuación entre alienados, daba clase sobre enfermedades mentales. Tuvo
muchos discípulos. Entre ellos se destacó el joven Guillermo Rawson, que a
tres años de la muerte de Alcorta publicó su célebre tesis sobre La herencia en general y la herencia
patológica en particular.
Guillermo
Rawson en su madurez
Los problemas filosóficos, debatidos en
la Universidad con motivo del nuevo espíritu científico que cundía desde el
advenimiento del gobierno de Rivadavia, lo tenían a Alcorta absorto desde
estudiante y tomaron aun más vuelo al verse libre Alcorta de sus obligaciones
de pregrado. De improviso, a menos de un año de terminar la carrera médica,
asumieron la conducción de su vida profesional. La cuestión de empirismo y
racionalismo fue el detonante. El principio de que la experiencia y la
observación son los únicos caminos de la verdad, aun en desmedro de la palmaria
deducción, reinaba entonces en el ambiente universitario (José Ingenieros: ob. cit.) Incómodo por las pugnas que
ello creaba y enredado en otros vericuetos de la red ideológica, el profesor titular de Ideología en la Universidad
de Buenos Aíres, don Juan Manuel Fernández de Agüero, que ya había sido suspendido
y luego repuesto en sus funciones, presentó su renuncia a la cátedra que de
tiempo atrás venía desempeñando.
Juan Manuel Fernández de
Agüero (1772- 1840)
Habiendo el gobierno de Manuel Dorrego
llamado a un concurso para proveerla y establecido cuatro jurados (dos
filósofos, Agrelo y Aguirre, y dos médicos, J. A. Fernández y C. Argerich), por
unanimidad de votos la obtuvo Diego Alcorta en el año 1828, es decir a los 27
años de edad. Alcanzó así el considerable sueldo de mil pesos anuales y la
lógica opción de abandonar el alienismo y, en general, la práctica profesional
de la medicina.
Aunque no existía una Facultad específica
dedicada a la filosofía, es sorprendente, "casi inconcebible en esa época,
aun en Europa" (Ingenieros), que a un médico se le confiara una cátedra de
filosofía; tanto más, cuanto que no tenía grado académico en ninguna otra
ciencia además de la ciencia médica, como ser matemática, psicología, etc. Si
bien es cierto que Alcorta poseía mayor tecnicismo médico que su predecesor, no
era esto lo que iba en juego. Es aún de creencia bastante general que el profesor
de filosofía debe ser un hábil dialéctico que explica lo inexplicable, que
suele discurrir con excesiva sutileza en cualquier asunto; vale decir, en sinonimia
positivista, que entra en el terreno de la metafísica. Tal vez esta concepción
haya tenido papel en el asunto.
Pero apartándose de los problemas que por
entonces constituían la metafísica, Alcorta dictó su curso de Filosofía y Retórica
sobre la base de conceptos psicológicos, que parecían estar pasando a tornarse fundamentales
en esas disciplinas: "con más de Cabanis que de Tracy", apunta
Ingenieros. En correspondencia imprimió a la psicología una característica marcadamente
filosófica, donde brindó importancia casi exclusiva al estudio de los órganos
de los sentidos. Ingenieros especifica que "sus lecciones eran tan impías y heréticas como las que habían
obligado a renunciar a su antecesor Fernández de Agüero; revelan, evidentemente,
mayor tecnicismo médico, pero menos vuelo filosófico, faltándoles el estilo
incisivo y punzante con que el otro las expresaba".
Este antecesor, el mencionado sacerdote y
filósofo español Juan Manuel Fernández de Agüero, había enseñado la materia de
acuerdo con la "ideología". Esta doctrina había sido inicialmente profesada
por una escuela de filósofos, psicólogos y fisiólogos mayormente franceses de
fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, continuadores de los enciclopedistas.
Su afirmación esencial y, a la vez, la menos explicitada en tal doctrina, era
que el alma consiste en lo que "contiene" y solamente en ello, esto
es en el conjunto de sus ideas.
La aceptación académica de tan grave
afirmación es visible en que la palabra ideología,
estudio de las ideas, se suponía significar lo mismo que psicología, estudio del psiquismo; y en que si bien la cátedra era
de "Psicología general" (que en esa situación era llamada "Ideología") lo que
enseñaba era ante todo ideología, esto es las doctrinas de los ideólogos,
basadas sobre todo en aquella capital afirmación que igualaba el psiquismo a la
suma de sus contenidos. Fernández de Agüero era además autor
de poesías místicas con algunos elementos románticos, pero su obra de real
mérito fue sin duda la titulada Principios
de Ideología elemental, abstractiva y oratoria adaptados a la instrucción de los jóvenes en un curso bienal de
Lógica, Metafísica y Retórica, muy en boga en su tiempo.
Influido nuestro
médico-psicólogo-filósofo, no sólo por los alienistas
(médicos de alienados, o psiquiatras) franceses Pinel y Esquirol, sino también
por Cosme Argerich hijo, su maestro, jurado y amigo, compartía con éste sus
inquietudes filosóficas. Ambos conocían a la perfección a los autores o mejor
dicho las obras donde vertían sus principios y conclusiones. Podríamos sostener
fehacientemente que eran partisanos de las doctrinas psicológicas de los
ideólogos: valga la redundancia, su red ideológica era la Ideología. Entre
otros, Condillac y Cabanis les eran muy familiares. Esteban Bonnet de Condillac
(1715-1780), filósofo francés amigo de Voltaire, de Rousseau y de Diderot, era
reconocido en su país como jefe de la escuela sensualista para la cual no
existe otra fuente de conocimiento que la sensación. Condillac por tanto sostenía
que todas las ideas penetran en el espíritu por la vía de los sentidos y de tal
modo estos son el origen de todos nuestros estados de consciencia. Era de común
asenso que el cerebro genera tales sensaciones y, como para los ideólogos las
ideas – que unicamente pueden ser generadas por las sensaciones – constituyen
toda el alma, argumentaban así que el cerebro genera al alma.
Pierre Cabanis (1757-1808), médico considerado
uno de los precursores del positivismo, se interesó en las relaciones entre los
procesos fisiológicos y los psicológicos; afirmaba que el cerebro secreta el pensamiento
en modo "similar a como el hígado secreta la bilis" y ponía de relieve
la influencia en la moral humana de los agentes físicos. Otro tanto diríamos de
Antonio Luis Claudio Destutt de Tracy (1754-1836) discípulo y ferviente admirador
de Condillac y de su obra monumental, Elementos
de Ideología. Todos ellos eran funcionalistas: miraban a la inteligencia
como la función de un órgano, con lo que supieron despertar vivo interés en los
círculos intelectuales de la época.
Pero el autor preferido de Alcorta y
Argerich hijo, diríamos "su maestro", era sin duda alguna el famoso filósofo
inglés Juan Locke, algo anterior (1632-1704), cuya principal obra, donde está
contenida su famosa teoría del conocimiento, se titula Ensayo sobre el entendimiento humano. El principio fundamental a
cuyo desarrollo dedica el filósofo inglés su extensa obra parte también del
conocimiento humano y se puede reducir a los siguientes términos: la fuente de
todas nuestras ideas es la experiencia: en ésta se halla el fundamento de todos
nuestros conocimientos. Unas décadas después esto serviría de fundamento a los
ideólogos en su argumentación citada, destinada a probar que el cerebro genera
al alma.
Buenos
Aires. "Recova Vieja y Pirámide". Acuarela de Pellegrini de
1829
Salvo los autores mencionados, Condillac,
Cabanis, de Tracy y Locke, que constituían los textos de consulta, la erudición
filosófica de los dos médicos, Alcorta y Argerich hijo, era en general un tanto
limitada. Baste decir que de los filósofos antiguos Alcorta tenía un conocimiento
sólo vago o relativo. "No era propiamente erudito, y de los filósofos antiguos
sabía muy poco", apunta Ingenieros. Suplía su falta de información con la
obra de De Gerando llamada Historia de
la Filosofía, célebre por aquellos tiempos, cuyo autor sostenía principios
de ubicación intermedia entre el psicologismo y el eclecticismo, con cierta
claridad acerca de las implicaciones prácticas de las posturas filosóficas que
abrazaban.
.
1.2. Personalidad
de Martín Diego Alcorta
Diego Alcorta había sido el quinto hijo
de un matrimonio humilde. Fueron sus padres el guipuzcoano Juan Bautista
Alcorta y María Elena Ramírez, de pobreza rayana en la miseria. A no dudar no
hubiera podido cursar estudios en la Escuela de Medicina de no ser por personas
que, en atención al ingenio y viveza que denotara desde muy joven, le brindaron
generoso apoyo (José Ingenieros, III.IV) Hallándose en el caso de recibir el
grado de doctor y careciendo de recursos para subvenir a los gastos que exigía
el acceso a esta función universitaria, apeló a la conciencia de sus méritos y
a la generosidad de los encargados de dirigir la enseñanza superior, mediante
la siguiente súplica que dirigió al rector de la Universidad, doctor Valentin
Gómez:
"El que suscribe, alumno de la
Universidad, ante V. S. con el debido respeto se presenta y dice: Que habiendo
dado todas las funciones preliminares al recibiendo del grado de doctor en las
facultades de cirugía y medicina, se halla en la imposibilidad de hacerlo por
no tener dinero necesario para el depósito. Pobre y huérfano de padre y madre,
como consta por los documentos que acompaña, no ha podido hacer llegar al término
su carrera sino a virtud de privaciones y sacrificios. Sobre su conducta moral
y escolar, se refiere a los informes que el señor rector pueda haber de los
catedráticos. Por tanto, a V. S. pide se sirva concederle el grado de doctor gratis,
si es gracia."
En consideración a "sus cualidades
preferentes" obtuvo la gracia que solicitaba con tanta sinceridad como
sencillez.
Era Alcorta hombre digno y dado a hacer
favores, sin discriminación. Su profesión de médico lo tenía a merced de sus
amigos. Y toda vez que podía ser útil, lo hacía desinteresadamente. Su
desprendimiento puede medirse por el siguiente billete, con que contestaba a
una persona de su conocimiento a quien había asistido y le pedía la cuenta de
sus honorarios:
"Mi amigo: he encontrado en mi casa
una cartita de Vd. que me apresuro a contestar, asegurándole que si hay algo
que pueda formar una idea favorable de mí mismo, es el de creerme útil a mis
amigos: No me quite Vd. esta ilusión ni la oportunidad de ejercitarla; pues en
ello recibe un placer su amigo, Alcorta."
A tal gesto de generosidad le sigue este
otro que no le va en zaga y pinta de cuerpo entero su modestia: habiendo concebido
unos estudiantes que terminaron de cursar con Alcorta la idea de costearle un
retrato, le pidieron que posara ante el artista que lo iba a ejecutar. La
respuesta de Alcorta fue textualmente la siguiente;
"Mis queridos discípulos: Me
conocéis lo bastante para saber la resistencia que oponen a lo que exigís de
mí la conciencia de mi poco mérito y mi genial adversión a dar publicidad a efectos
que son de carácter privado.
"Sin embargo, creo en esta ocasión
deber sobreponerme a mis inclinaciones en favor de vuestra resolución, que
juzgo tanto más sincera y generosa cuanto que ya nada tenéis que esperar de mí
en ningún sentido.
"La razón que determina es el saber
que todo hombre de buen sentido debe considerar la prenda de cariño que me ofrecéis,
como una señal de la fuerza en vosotros de los sentimientos que os honran, y
que en las relaciones domésticas o en un orden mas elevado serán el germen de
virtudes distinguidas.
"Vuestra gratitud sólo es para mí la
más halagüeña compensación de mis tareas, pero no una prueba de mi mérito: porque
el corazón inocente de la juventud y de la juventud porteña no puede dejar de
aficionarse a una persona que ha tratado diariamente por dos años consecutivos y
a quien no tiene motivo de aborrecer. Pero cuando este testimonio es tan
fuerte en vosotros que os lleva a hacer un sacrificio y demostrarle de un modo
singular, mostráis una bella disposición de alma que no debo contrariar con
una mezquina resistencia.
"Haced, pues, como gustéis, y estad
seguros que la certeza de vuestro amor respetuoso es el mayor bien que posee mi
corazón, y forma las principales delicias de la vida de vuestro amigo y
maestro. Diciembre 23 de 1835."
Algunos de sus estudiantes más
afeccionados fueron Vicente Fidel López, el que lo reemplazaría en 1837 en la
clase de Filosofía y Retórica; Pastor Obligado, quien aun más tarde como primer
gobernador constitucional del estado de Buenos Aires (1854-1857) obligaría al anterior al exilio; Florencio
Balcarce, Luis Dorrego, Félix Frías, el malogrado (al decir de J. A. Wilde)
doctor José Gafarot que llegara a catedrático de materia médica, Juan María
Gutiérrez considerado por Marcelino Menéndez y Pelayo el literato y crítico
americano más completo a fuer de matemático, historiador, etnólogo, educador y
político, Manuel y Fermín de Irigoyen (padre éste de don Bernardo), Julián
Larrea y el novelista, periodista y poeta romántico José Mármol que, como
Wilde, fue luego integrante de la Logia “Consuelo del Infortunio". (Esta y
otras logias masónicas, continuadoras de los jacobinos afrancesados de épocas de la Independencia que respondían
a Orientes británicos, desempeñaron un papel primario en el alienismo decimonónico
y en la importación de las doctrinas enciclopedistas y de los ideólogos acerca
del alma y su conexión con el cuerpo). De Alcorta escribió su alumno Juan Bautista
Alberdi: "¡Qué enseñanza aquella de Don Diego! ¡Qué sentido práctico¡ ¡Qué
sensatez para mantenerse en el terreno de lo inteligible y de lo útil! ¡Y qué
fuerza de influjo para darle a nuestras mentes la forma en que él concebía lo
que enseñaba!"
Vicente Fidel
López, Pastor Obligado (1818-1870)
Juan María Gutiérrez (1809-1878) como joven poeta y rector
universitario
José
Mármol y Juan Bautista Alberdi (1810-1884);
abajo, este en un sello postal de 1936.
A fines del año 1827, contando a la sazón
veintiséis años de edad, ya recibido de médico, lo sorprendió una grave enfermedad
al pecho (¿infarto cardíaco? ¿pericarditis reumática?) estando en casa de su
predilecto amigo de la adolescencia y compañero de estudios, el doctor Manuel
Belgrano, sobrino del general. Allí fue asistido con esmero y curó, al parecer
sin dejarle otra secuela que el matrimonio. En efecto, esa circunstancia hizo
que Alcorta penetrara en el afecto de la familia de Belgrano y en muy pocos
meses contrajera enlace, en la Catedral, con una de sus hermanas, María Josefa,
el 15 de abril de 1828.
En el año 1832, electo representante del
partido de San Isidro, formó parte de la Legislatura de Buenos Aires y elaboró
con Mateo Vidal y Justo García Valdés un proyecto de Constitución liberal y
favorable a los lazos con Europa. Oponiéndose a la re-elección de Rosas,
renunció en 1834.
Sólo ocho años después, al atardecer del
7 de enero de 1842, a consecuencia de un segundo infarto cardíaco, Martín Diego
Alcorta falleció en los brazos de Cosme Argerich (hijo; este también
fallecería ese mismo año, pero en Montevideo) y de su propio discípulo, el doctor
don Guillermo Rawson. José Mármol en Amalia
escribiría, "... Cada joven de nuestros amigos, cada hombre de la
generación a que pertenecemos y que ha sido educado en la Universidad de Buenos
Aires, es un compromiso vivo, palpitante, elocuente, del doctor Alcorta...
Somos sus ideas en acción … Desde la cátedra, él ha encendido en nuestro
corazón el entusiasmo por todo lo que es grande, por el bien, por la libertad,
por la justicia. Nuestros amigos, que están hoy con Lavalle, que han arrojado
el guante blanco para tomar la espada, son el doctor Alcorta, Frías es el
doctor Alcorta en el ejército, Gutiérrez, Irigoyen, son el doctor Alcorta en la
prensa de Montevideo.”
Para la neuropsiquiatría es de lamentar que
las circunstancias lo apartaran de su vocación inicial, frustrándose una
vocación en ciernes que hubiera beneficiado la asistencia de los alienados en
Buenos Aires. Dicho beneficio, es de imaginar, hubiera estado condicionado por
las insuficiencias terapéuticas
propias de todas las propuestas clínicas de la época. La opción de Alcorta en materia de alienismo, como enseguida veremos, fue de
brindar prioridad a las propuestas de Esquirol contra las de Pinel, y señaló un camino que ahora, mirando
atrás, no estamos seguros de que haya sido mejor que el otro. Esto se apreciará mejor si ensayamos una descripción y evaluación de
su tesis.
1.3. Evaluación
de su tesis
Las ideas de Pinel y de Esquirol,
gravitaron en Alcorta y determinaron la elección del tema La manía aguda para su tesis de doctorado. Manía era el nombre que por entonces se le daba a la locura de todo
tipo, o psicosis en general. El 24 de agosto de 1792 en el Hospital de Bicêtre,
Felipe Pinel (1745-1826), un médico hipocrático (entendía por curación la
re-equilibración natural de los elementos corporales) y simpatizante de la
revolución de 1789, había desaherrojado a los locos. Con esta praxis los elevó
a la simple categoría de enfermos y desde esa memorable fecha propuso como divisa
hospitalaria la trilogía de caridad, ciencia y jurisdicción. Para eso contaba
con que los maniáticos no padecen de
ninguna lesión cerebral que los haga incurables y, lejos de buscar dicha
lesión, preconizaba el tratamiento psicológico o "moral" ajustado a
la biografía del enfermo.
Igualmente en el Hospital de la
Salpétrière, donde actuó el monárquico Juan Esteban Domínico Esquirol
(1772-1840) – quien practicaba autopsias en busca de una sede lesional anatómica
de la enfermedad mental – y a iniciativa de éste, se produjo un cambio radical
en el tratamiento de las enfermedades mentales. Tan radical, que un siglo y
diez años después de la tesis de Alcorta (1937) otra tesis sobre las líneas
abiertas por el francés Esquirol fue defendida en la misma universidad de
Buenos Aires por un lúcido inmigrante alemán, Eduardo Krapf, alumno de Wundt,
Bumke y Nonne apadrinado aquí por Gonzalo Bosch, como mencionaremos luego.
Estimar que la contribución de Alcorta tuvo escaso valor técnico fue el juicio clásico. Aunque Alcorta fue
antirrosista, es posible que su actividad académica durante el gobierno de Rosas,
difamado como un intervalo de oscurantista barbarie, indujera a las
generaciones antirrosistas ulteriores a efectuar una lectura apresurada. Dijo
Ingenieros (La locura en la Argentina
III.IV) que no podemos sostener que el trabajo de Alcorta sea original ni profundo;
si bien es cierto que tiene visos de sagacidad y discernimiento, se halla totalmente
inspirado en los dos sabios citados. Afirmaba Ingenieros (V.I) que Alcorta "tenía
ya, ciertamente, noticia de Pinel; más
tarde [cursiva añadida] alcanzó a tenerla de Esquirol, eminente alienista
francés cuya fama culminó en París mientras Alcorta era estudiante en Buenos
Aires. Su 'Curso de ideología', según las versiones exhumadas por Gutiérrez y
Groussac, se inspiraba en Condillac y Cabanis". Tal inspiración podía
parecer verosímil, porque Pinel y Esquirol por entonces reinaban en la psiquiatría
de Francia y sus ideas se propalaban por todo el mundo psiquiátrico (F. Garzón
Maceda, La medicina en Córdoba), aunque
la apreciación del primero, políticamente revolucionario y propulsor de
terapéuticas expectantes y moderadas, a la sazón se hallaba en franca
declinación y la del segundo, monárquico y propulsor de terapéuticas más
agresivas e intervencionistas, en raudo ascenso: bien dice Ingenieros que
"culminó" por entonces. Paul Groussac, en enjundioso estudio (Estudios Históricos, vol.
I), afirma textualmente: "La tesis de Alcorta, como él mismo lo advierte
modestamente, es un resumen de las doctrinas entonces populares de Pinel y de
Esquirol, quienes, partiendo del concepto filosófico del mecanismo mental y apoyándolo en las numerosas observaciones que
los servicios de Bicêtre y de la Salpétriére les suministraban, se preocuparon
ante todo de reformar, en un sentido humanitario, el tratamiento bárbaro de los
asilos. Con todo, se muestran ya en las páginas del joven argentino las
cualidades de exactitud y precisión en el estilo que resaltan en las obras de
Pinel y son el reflejo de Condillac, el gran maestro de la prosa
científica". Refuerza las insinuaciones de Groussac el comentario que de
la tesis de Alcorta hace el erudito escritor Narciso Binayan: "...No
resulta ser sino una modesta glosa de Pinel, circunstancia que Groussac la hace
entender, si bien en forma benévola y velada'. (N. Binayan, "Notas sobre
Diego Alcorta", Verbum, marzo y
mayo de 1920, Nº 53).
Tal vez quepa destacar que al definir la
inteligencia como la función de un órgano el funcionalista Alcorta no sólo
repetía a sus mentores funcionalistas franceses del sigo XVIII sino que destacaba
una opinión que desde 1890 haría célebre Guillermo James [William James. N. del
E.]. Asimismo Alcorta, al esperar de la anatomía y patología que aclaren el mecanismo
de dicha función orgánica, anticipaba expectativas que en la segunda mitad del
siglo XIX serían defendidas por Virchow y grandes psiquiatras germanos. Pero a
Esquirol en realidad Alcorta no lo menciona para nada en su tesis, aunque – por
lo que luego diremos – sabemos a la perfección que lo conocía muy bien. A Pinel
lo menciona, empleando la elaborada cortesía de su época, para ejercer una fina
crítica que en realidad es una estocada a fondo contra su sistema médico, asunto
de la tesis. En terapéutica Alcorta se revela antipineliano, por más que en su
modo de ver el mundo los dos tuvieran coincidencias.
Alcorta sitúa, contra Pinel, la etiología
de la manía (locura) en un cuadro
irritativo, una gastroenteritis que según Francisco Broussais (1772-1838) sería
la patología panoriginante, y por ende indica medios curativos activos (dieta
de reducción alimenticia) y hasta agresivos (aislamiento en la oscuridad,
sangrías, cáusticos y sanguijuelas en ano y vagina de los alienados, como lo
planteaba Esquirol) en contraste con el prolongado tratamiento psicológico
("moral") que planteaba Pinel. Amplía Alcorta con esto la
medicalización de la enfermedad mental, como lo
pretendía Esquirol. Por lo demás, excepto para algún cuadro gravemente
florido en el début de la enajenación,
Pinel nunca habló de manía aguda
("locura aguda"). No hubiera podido hacerlo, porque le hubiera resultado
inadmisible referir ese concepto al estado
de alienación: en su sistema, un episodio agudo siempre es mortal y nunca
podría instituirse como enfermedad crónica, como lo es la manía. El caso se
parecería al de escribir en nuestros días "locura mortal" no obstante
pensar que, en sí misma, la enfermedad mental no es la causa inmediata y determinante
del óbito, el que a lo mejor sólo llega recién luego de una larga evolución. El
contraste moderno, entre manifestaciones patológicas de evolución aguda pero no mortal y crónicas, se debe ante todo al innombrado
Esquirol, pero se abrió paso lentamente. Recién después de 1870, o posiblemente
debiéramos decir desde 1890, se advirtió generalmente en él un concepto de gran
valor para la clínica. Adelantándose a su época Alcorta lo emplea como central
en 1827; por tanto tampoco es verdad que a Esquirol lo haya conocido más tarde.
Alcorta no lo nombra a Esquirol, acaso
porque este es un monárquico, pero lo traduce varias veces palabra por palabra,
como al referirse a la marcha de la enfermedad y, luego, a las pasiones "como
causas, como síntomas y como medios curativos de la manía" que es el
título de la tesis de Esquirol.
Para no extendernos más en ello diremos
sólo que la tesis de Diego Alcorta sobre La
manía aguda es el primer trabajo académico de índole psiquiátrica concebido
por un argentino y comunicado en el país y su singular mérito y valor reside,
desde este punto de vista, en su papel histórico. Aunque Alcorta abandonó la
psiquiatría o alienismo, la tesis, así como la enseñanza universitaria
explicitando sus perspectivas sobre alma y cuerpo en el marco filosófico,
tuvieron como consecuencia que esas ideas psiquiátricas fueran divulgadas y debatidas
y hasta hallaran seguidores en la segunda mitad del siglo. Habiendo preferido a
Esquirol contra Pinel, la opción tomada por Alcorta contribuyó a la búsqueda de
mecanismos cerebrales y a mantener la consideración local de esa búsqueda como
cuestión pendiente. De igual forma favoreció un intervencionismo terapéutico
del que, en retrospectiva, hemos de decir por lo menos que era prematuro. Es
por ese papel histórico que reproducimos aquí el manuscrito original de la tesis
de Martín Diego Alcorta.
Véase: Paul Groussac: Estudios históricos. I. Narciso
Binayan, "Notas sobre Diego Alcorta", Verbum, marzo y mayo de 1920,
N. 53. José Ingenieros: La locura en la Argentina III.IV. José Babini: Las
ciencias en la historia argentina, pág. 71. Juan María Gutiérrez: Origen y
desarrollo de la enseñanza pública superior.
1.4. Texto
completo de la tesis de Diego Alcorta (1827)
Añádese, para la presente edición en Electroneurobiología, la copia facsimilar del Reglamento para su
defensa y la carátula de la publicación oficial que integra, que es el primer
tomo de la famosa compilación producida por Pedro de Angelis (1836-1841, tres
tomos más uno de índice):
DISERTACIÓN
SOBRE
LA MANÍA AGUDA
Presentada pr el qe
suscribe pa recibirse del grado de Doctor en la Facultad de Medicina
Universidad de Buenos Aires, junio 26/827
La inteligencia con qe está dotado el hombre ha sido spre
un punto del mor interés pa el filósofo: primer atributo
de la especie humana, no ha podido menos qe atraerse la atención del
hombre pensador, pa rastrear su mecanismo y darse cuenta de sus fenómenos
variados. En la imposibilidad de hacerlo pr no tener datos ciertos
de donde sacar consecuencias justas, hombres, pr otra parte
célebres, se han extraviado, y sin sujetarse á los pocos conocimients
sólidos qe poseían, han dado de mano á las inquisicions
ulteriores, y las han supuesto como efecto de una causa qe obra de
un modo distinto de todo lo qe es material. Los médicos modernos,
libres de las trabas qe les ponía una tal suposicn, miran
á la inteligenca como la función de un órgano; ayudados de las luces
de la anatomía y patología, ellos procuran saber su mecanismo; se hacen ensayos
pr todas partes, y quizá no está lejos la época en qe
nuevas luces adquiridas á este respecto hagan tomar á la medna un
grado de certidumbre en las enfermedads mentales de qe
hasta ahora carece notablemte.
Si la fisiología no ha podido hasta ahora descubrir el mecanismo de la
inteligencia, la patología no ha sido más feliz con respecto á la causa próxima
de las alteraciones mentales; po como el espíritu del hombre no puede
soportar pr mucho tiempo la incertidumbre sin buscar medios, aunque
sea ilusorios, pa salir prontamte de la duda,
suposiciones igualmte gratuitas se han hecho pa explicar
esta última, ó si ella se ha atribuido á una indisposición ígnea ó maligna de
los espíritus, á la existencia de una materia pecante, de un humor maléfico qe
era preciso preparar pr medicamentos preliminares pa
expelerlo.
En su curación se hacían entrar ciertos específicos misteriosos qe
la superstición miraba como sagrados, y qe como tales, era un delito
el averiguar su modo de acción; el eléboro es una sustancia cuya historia se ha
hecho remarcable pr la propiedad qe se le ha atribuido de
expeler la atrabilis.
Pº dejando á un lado los delitos de los hombres, yo procuraré presentar
el estado actual de los conocimtos médicos en este punto importante
de la patología. Hablando de las alteraciones mentales en general, hago la
historia de la manía aguda, qe es el objeto de mi disertacin.
En Inglaterra fue donde primero pr una especie de empirismo
se comenzó á tratar regularmte á los maníacos, po sin
dejarse ver un cuerpo de doctrina qe comprendiera las infinitas variedades
de las especies de enajenacn. El Dr. Perfect formó una obra qe
comprendía diversos casos de enajenación relacionados á las causas qe
las habían producido. Greding, en Alemania, ha seguido el camino qe
se creyó más conveniente en el día pa el estudio de las
enfermedades: observó los síntomas durante la vida y procuró establecer las
lesiones de estructura qe les eran propias; él no llegó á
conseguirlo, puesto qe esto no podía ser la obra de un solo hombre.
Pinel, en Francia, es quien pr último debe fijar la
atención bajo el punto de las alteraciones mentales; él ha recogido los datos qe
le suministraban los médicos qe anteriormte á él habían
tratado este asunto. Médico en gefe pr muchos años de los hospitales
de Bicêtre y de la Salpêtriére, se ha encontrado en disposición de observar las
infinitas variedades de la manía, la influencia de un tratamiento moral y de un
orden de cosas constante y arreglado. Él ha hecho realmte un gran
servicio al arte y á la humanidad variando el tratamiento de los maníacos y librándolos
de las manos empíricas qe miraban á estos desgraciados como á unos
criminales furiosos qe era preciso sujetar con grillos, azotarlos, someterlos
á los excitantes más fuertes sin ninguna consideración á su moral, rodearlos de
objetos espantosos, de personas crueles qe se gozasen en sus sufrimientos,
poniendo todas las precauciones pa qe ninguna afección
dulce viniese á suspender un tanto la desesperación á qe se
encontraban condenados. Así es qe se consideraba como incurable todo
el qe tenía la desgracia de venir á estos horrorosos establecimientos.
Pinel ha dado al tratamiento moral toda la importancia qe se merece,
po, ¿ha aprovechado de todas las ventajas de su posición? Creo qe
no.
Parece qe él ha dirigido sus observaciones con sólo el
objeto de colocar bien en un cuadro nosográfico las enfermedades mentales;
porque cree inútil las inquisiciones sobre las alteraciones orgánicas qe
las acompañan. Reprochaba á Greding el haber dirigido sus trabajos sobre alteracios
orgánicas del cerebro, cerebelo, las meninges, los huesos del cráneo, etc., pr
creer imposible el establecer una relación entre las apariencias físicas manifestadas
después de la muerte y las lesiones de las funcios intelectuales qe
se han observado durante la vida. Ciertamte qe en el
estado actual de la ciencia no se puede establecer esta relación, po
si él hubiera hecho la autopsia de sus enfermos, ¿no habría presentado datos qe
la hubieran hecho más fácil? ¡Cuánto no habría adelantado Pinel este punto de
la patología si se hubiera dedicado á la anatomía patológica! Quizá sus
distintas especies no vendrían á ser sino distintas variaciones de una misma
afección.
Es necesario aislar los objetos pa
poder conocerlos bien. [Alcorta ha tomado a Pinel este conocido axioma de
Condillac, que este repite en el Curso de
filosofia.] He ahí la necesidad de una clasifican en las enfermedades
mentales; y no pudiendo hacerla pr las alteraciones orgánicas qe
las ocasionan, pr no ser bien conocidas, es preciso hacerla pr
los síntomas qe las caracterizan; á mi juicio, la de Pinel merece la
preferencia. Él distingue la enajenación mental en cuatro especies distintas:
manía, melancolía, demencia é idiotismo; cada una de estas especies es susceptible
de infinitas variedades. La manía, la más común de las enfermedades mentales,
reclama pr esta razón una atención particular. Yo me contraeré exclusivamte
á ella y particularmte á su variedad aguda; indicaré sus
causas conocidas, sus caracteres y tratamiento.
Las causas de la manía son tan variadas qe á veces son
opuestas, no observándose ninguna relación entre ellas y las enfermedades á qe
dan lugar, pues, á veces causas enteramte contrarias producen una
misma alteración, mientras qe una misma causa da lugar á fenómenos
enteramte distintos. Toda impresión demasiado fuerte, tanto física
como moral, puede determinar la manía; po pa ello es
necesaria una predisposición individual qe ó es originaria, ú
ocasionada pr la educacn, la edad, la manera de vivir, el
sexo, etc.
Todos los qe han escrito sobre la manía han admitido una
disposicn hereditaria; han observado qe ella se transmite
de familia en familia á toda una generacn [Esta redacción de Alcorta
parece ser un lapsus calami, por "de generación en generación a toda una
familia"]; po creo qe es preciso no darle mucha
extensión á esta opinión; muchas veces se habrá confundido una disposición
originaria con la qe tiene lugar pr una educación
viciosa. En las dos primeras épocas de la vida todo es nuevo, las impresions
eternas; ellas deciden del carácter del individuo; mal dirigidas, ellas
determinan ciertos juicios erróneos qe no se borran, juicios qe
determinan las facultades electivas y conducen á los mayores extravíos. Una
educación romancesca dando un desarrollo prematuro á la imaginacn,
la predispone á todo lo qe es extravagante, y la separa de la realidad
de las cosas: he ahí un primer grado de la manía. Lo mismo qe en lo
físico del hombre, en lo moral la perfección parece consistir en un justo
equilibrio, un desarrollo proporcionado de las facultades del entendimiento
entre sí, y como la educacin puede tanto en el desenvolvimiento de
cada una de ellas, merece colocarse en primer lugar entre las causas predisponentes
de la manía.
Las distintas épocas de la vida vienen acompañadas del desarrollo
particular de algunas de las facultades intelectuales, y de ciertos sentimientos
interiores nacidos del estado actual de los órganos de la economía. La juventud
en presa de la imaginacn encuentra al amor y la religión qe,
dando pábulo á sus ilusions, la hace habitar en un mundo nuevo creado
pr la fantasía. Casi todos los maníacos de esta edad reconocen pr
causa uno de estos sentimtos llevados al exceso pr cualqer
causa accidental. Las mugeres tienen ciertas épocas en qe pr
lo común se hacen mui susceptibles y en qe la menor emoción puede
excitar una alteración profunda de sus facultades intelectuales: tal es la
pubertad, la preñez, el parto, el desreglo en su fluido periódico, la edad crítica.
En general, las personas de uno y otro sexo dotadas de una imaginación
ardiente, de una sensibilidad mui viva, las qe son susceptibles de
pasiones fuertes, se hallan mui predispuestas á la manía.
Entre las causas excitantes merecen la primer consideracn
las pasiones de toda clase; ellas se pueden considerar á la vez como causas,
como síntomas y como medios curativos de la manía. Ellas son unos sentimientos
interiores tan impetuosos qe absorben sobre un solo objeto todas las
facultades del entendimiento é impiden su libre egercicio; cuando son simples,
se manifiestan exteriormte pr ciertos signos qe
las hacen conocer pr movimientos espasmódicos de los músculos,
principalmte de la cara, qe un diestro anatómico puede
distinguir y qe los poetas, pintores y escultores saben imitar.
Ellas son las causas más comunes de la manía.
La historia de esta enfermedad está llena de casos producidos pr
excesos de todo género, la habitud de la embriaguez, la supresn de
una hemorragia, de un exantema cutáneo, de la gota, pr las
contusiones y como consecuencia de la gastroenteritis.
Caracteres. La manía está caracterizada pr
la perversión más ó menos general de las facultades del entendimiento, acompañada
de una excitación nerviosa con delirio ó sin él, po siempre con
actos extravagantes ó furia. Ella tiene tres períodos distintos, afecta la
marcha aguda ó crónica.
Síntomas. En la manía aguda, todos los autores traen como síntomas pródromos los
síntomas de la gastro-enteritis. Se manifiesta en la región epigástrica un
sentimiento de constricción, un apetito voraz, ó un disgusto pr los
alimentos, ardores intestinales qe hacen buscar las bebidas frescas,
una constipacn tenaz; bien pronto sobreviene el trastorno de las
ideas, qe se manifiesta pr gestos extravagantes, pr
movimientos sin objeto; de modo qe el sitio primitivo de esta
afección parece ser el estómago, y es de este centro qe se propaga
al cerebro pr una especie de irradiación. [Al reproducir
literalmente esta formulación por lo menos exagerada de Pinel – Nosographie, III, 100 – Alcorta la
exagera aun más, al suprimirle la prudente atenuación del maestro: "doivent faire présumer que le siège primitive
en est presque toujours, etc."].
Se observan también síntomas precursores qe están en relación
con el objeto del delirio qe se va á declarar; así la manía erótica
principia pr aparicions nocturnas del objeto amado, pr
visiones extáticas los accesos de una manía devota. Todo lo qe existe
en la naturaleza, y aun los productos vanos de la imaginación, pueden ser el
objeto del delirio de la manía.
En el primer período, la manía se distingue mui fácilmte de
todas las demás afecciones mentales pr diversas lesions
de la sensibilidad llevadas á un grado más ó menos elevado, pr el
desarrollo algunas veces excesivo del calor animal, y un poder extremo de
soportar un frío riguroso, la falta de sueño, alternativas de una voracidad
extrema y de disgusto pr los alimentos; algunas veces, un propósito
firme de imponerse una abstinencia absoluta, y dejarse morir de hambre. Se hace
también conocer este período pr ciertas mudanzas singular en el color
y rasgos de la fisonomía, generalmte pr una debilidad
extrema de los órganos de los sentidos, principalmte de la vista y
del oído; pr una sucesión rápida y una gran inestabilidad de ideas,
á veces todas las facultades del entendimiento están trastornadas, á veces se
presenta una ó dos solamente. La memoria puede suspenderse durante el primer período
de la manía; algunas veces se conserva en toda su integridad, y aun suele
aumentar notablemente, al punto de hacer recordar los más pequeños juegos de la
infancia. La manía más común es aquella en qe todas las operaciones
del entendimiento se hallan ilesas y el juicio trastornado, establecido un
juicio erróneo, las demás determinaciones son precisamte
extravagantes y erróneas.
¡Cuán fácil es unir dos ideas inconexas y á cuántos excesos no nos
puede llevar el error en un juicio! He ahí la razón pr la qe
merecen toda nuestra compasión los desgraciados qe involuntariamte
lo han formado. Un soldado antiguo de la Patria juzgó qe el Espíritu
Sto le había dado la misión de destruir á todas las mugeres, y como
consecuencia de este juicio se armó de un puñal, y la primera muger qe
encontró fue víctima de su manía sanguinaria.
La imaginacn juega un gran rol en esta enfermedad; aunque
pervertida, ella se halla casi siempre notablemte exaltada. Es mui
común ver en los hospitales ciertas manías qe se han llamado razonadas,
en las qe no se presenta ninguna alteración del raciocinio; po
en las qe los movimientos intempestivos, las pasions
vivas sin relacn con su estado actual, ciertos desarreglos físicos y
morales hacen conocer la enfermedad.
El carácter moral de las personas suele padecer un cambio extraordinario.
Hombres de las costumbres más puras se ven entregados á actos los más torpes de
corrupción é inmoralidad.
En fin, en el grado más alto de agudez de la manía se presenta un
trastorno completo en las ideas, la obliteración del juicio; acompañadas de
emocions bizarras y disparatadas, sin orden y sin motivo.
El período de la declinacn y de la convalecencia tiene sus
caracteres propios: él está marcado pr la desaparición gradual de
los síntomas. Las ideas se suceden con más calma, aunque con menos vivacidad y
energía, los gestos son menos expresivos pr más naturales; sufre con
paciencia las contrariedades y se ve qe la razón va poco á poco volviendo
á tomar su imperio.
Los maníacos en esta época empiezan á desear sus relaciones, y el
retorno á sus antiguas habitudes; se presentan pr lo general
tristes, taciturnos, buscan la soledad y procuran evitar las miradas de lo qe
los han asistido, como temiendo qe les echen en cara sus descarríos
involuntarios. Vuelven á la pureza de sus costumbres, y es entonces qe
se encuentran los esposos más tiernos, los padres más amantes, los hijos más obedientes.
Esto se observa cuando la manía va á terminar pr la salud;
po ella puede remitir sus síntomas y prolongarse indefinidamte
haciéndose crónica, ó terminar pr otras enfermedades funestas: la
apoplejía y la demencia son sus resultados más funestos cuando no se ha tratado
convenientemente, ó no se ha podido quitar la influencia de la causa qe
la produjo. La manía termina frecuentemte pr una
epistaxis, un flujo hemorroidal, una menorragia; igual efecto producen distintas
afecciones de la cutis y de los órganos interiores.
Es bien conocido en el hospital un maníaco qe, sujeto pr
mucho tiempo á afecciones reumáticas, desaparecieron éstas repentinamte
y sobrevino un estado tal de manía, qe no se le oyó una palabra, ni
se le vio hacer un movimiento pr el espacio de dos años. Sin ser
promovida pr falta de reseñas sobre su estado anterior apareció una
hinchazón inflamatoria en los extremos abdominales qe, siendo
revulsiva de la qe causaba la manía, hizo desaparecer completamte
esta última. Estas derivaciones saludables promovidas pr la
naturaleza ó pr el arte, dando á conocer el género de afección del
cerebro en la manía, indican los medios curativos qe se deben emplear.
La manía es la enfermedad mental en qe se observan más
curaciones. [En efecto, como bien observa Alcorta se admite generalmente que en
lo que llamaría manía idiopática simple remiten o se curan dos tercios de los
casos.] Su pronóstico es en general mui difícil: el médico no puede responder
en el mayor número de casos de los accidentes qe pueden prolongarla
y hacerla incurable. La naturaleza de la causa qe la produjo, el
objeto del delirio qe la acompaña, la época desde qe data
y las circunstancias individuales serán los datos sobre qe se basará
el pronóstico.
En el tratamiento de ninguna enfermedad tiene el médico tanta necesidad
de las luces de la filosofía como en el de la manía ¡Cuán conocida la
influencia de las pasiones y su grado de fuerza, al considerarlas como medios
curativos! ¡Y cuánto no debe desconfiar de sus propias fuerzas un Médico
filósofo al observar las infinitas variedades de la sensibilidad individual!
Obligado á tratar enfermos pr lo general indóciles, es una prudencia
ilustrada la qe solamte podrá dictar los medios de
represión sin exaltarlos, los medios suaves sin manifestarles debilidad; ¡este
tino particular es en lo qe estriba la base del tratamiento moral!
El tratamiento debe ser distinto en los tres períodos de la manía. En
el primer período todos los síntomas indican una excitación particular llevada
sobre el cerebro: entonces hai agitación, inquietudes vagas, terrores pánicos,
un estado constante de insomnio, aumento del calor animal, de la fuerza
muscular, los ojos centellean, la sed es intensa; en una palabra, todo indica qe
el médico no debe ser frío espectador de los desórdenes qe observa y
qe la medicina expectante no debe tener lugar en este periodo.
Todos los autores han observado qe en el mayor número de
casos los síntomas de la gastro-enteritis preceden á la manía; si esto se decía
cuando esta enfermedad no era bien conocida, ¿cómo no reclamará una atención
preferente el exámen de los órganos gástricos en una época en qe
ella juega un rol tan distinguido en todas las enfermedades?
Es preciso evitar todo estímulo sobre cualqr órgano de la
economía, supuestas las relaciones simpáticas qe existen entre todos
ellos y el cerebro qe padece. Se debe privar al enfermo de la luz;
los alimentos deben ser escasos y de fácil digestión. Considerando á las
pasiones como el estímulo propio del cerebro, así como los alimentos lo son del
estómago, es preciso substraer al enfermo de todo lo qe sea capaz de
excitarlas.
Las sangrías generales deben ponerse en práctica cuando la excitación
del sistema circulatorio es algo elevada; las locales, cuando aquéllas no se
crean convenientes. Cuando se crea prudentemte qe la
irritación del cerebro se halla rebajada, deberán ponerse en práctica los revulsivos,
tanto exterior como interiormente, sobre el cutis y el canal intestinal, si
éste no es el sitio primitivo de la enfermedad, en cuyo caso las bebidas
frescas serán prodigadas en abundancia. Distintas circunstancias pr
las diferentes causas qe producen la manía harán modificar el tratamiento:
así, cuando la suspensión de un flujo hemorroidal ha dado lugar á la manía se
aplicarán las sanguijuelas al ano, á la vagina cuando ha sido una amenorragia,
los cáusticos sobre las inflamaciones cutáneas cuya retropulsión ha causado la
manía.
En el segundo período ya el médico debe esperarlo todo de la naturaleza:
él no debe hacer otra cosa qe oponerse al estado de constipación
tenaz qe generalmte se observa entonces. Esta es la
crisis de la enfermedad, y tiene todo su poder el tratamiento moral; el cerebro
se halla mui predispuesto á reproducir su afección siempre qe el estímulo
fuerte dirija su acción sobre él ó sobre cualqr otro órgano de la
economía.
Se hace necesario ir retirando gradualmte al enfermo del aislamiento
en qe ha sido preciso ponerlo en el primer período, pa
volverlo poco á poco á sus antiguas habitudes; po pa ello
se necesita de un tacto particular qe sepa apreciar exactamte
las circunstancias pa no comprometer la recaída. El empleo prudente
de las facultades intelectuales del maníaco concurre poderosamte á
su curación; es menester reprimir la exaltación de la imaginacn, la
inestabilidad de las impresiones, la movilidad de las afecciones, presentándole
objetos nuevos, fijando su atención pr impresiones vivas é
inesperadas, saber cuándo se debe chocar con sus pasions y cuándo
contemporizar con ellas, sin mandarle la idea del despotismo ó de la debilidad.
En el período de la convalecencia tiene también lugar un tratamiento
higiénico. El uso moderado de las facultades físicas del maníaco concurre
poderosamte á su curación. La música ha sido en todos tiempos mirada
como un medio poderoso en el tratamiento de la manía; los medio[s de]
distracción son indispensables; los vestidos, los alimentos y todos los objetos
físicos qe rodean al maníaco deben ser dirigidos con destreza á robustecer
su razón débil; las secreciones y excreciones deben ser promovidas pr
todos los medios posibles; no deben omitirse el egercicio del cuerpo, la
equitación, la esgrima, los viajes y todo lo qe sea capaz de entretener
la atención recreándola.
En nuestro país, las enfermedades mentales se distinguen más bien pr
un abatimiento particular qe pr la excitación de la manía
aguda; así, en cuatro meses no se han presentado en el hospital sino tres casos
de manía aguda, qe con el tratamto qe llevo
indicado han terminado pr la salud. Este punto necesita mucho de las
luces de la anatomía patológica, pues los autores no están acordes en el género
de afección y las lesiones físicas del cerebro en la manía ayuda.
He dicho.
Diego Alcorta
Viñeta 2. Instituciones de asilo y terapéutica clínica
2.1. Casa de
Dementes — Asilo de San Buenaventura — Hospicio de las Mercedes
Caída la Federación en el año 1852 y
reinstalada en todas sus funciones la Sociedad de Beneficencia, a la vez organizóse
la Comisión Filantrópica, que corría con todos los asuntos relacionados con la
salud pública. Esta destacó una comisión inspectora en la Residencia de Belén,
vale decir el Hospital General de Hombres "cuyo Cuadro de Dementes era, de
hecho, el Manicomio de la ciudad" (Ingenieros), a fin de proponer las reformas
adecuadas y necesarias. Lo hizo el dos de septiembre de ese año. Al expedirse,
señaló la dificultad de llegar a nada práctico mientras subsistiera el grave problema de los dementes y
crónicos.
El bajo de la residencia. Acuarela de Pellegrini donde se ve
el Hospital General de Hombres
Hospital General
de Hombres
Lucio Meléndez y Emilio R.
Coni (Consideraciones sobre la estadística de la enajenación mental en la Provincia
de Buenos Aires, 1880, pág. 8, en Ingenieros, op. cit.) lo retratan así: "De los médicos que asistían a los alienados, el único
que seguía una terapéutica más racional era el doctor [Salustiano] Cuenca. En
cuanto al doctor Martín García, podemos asegurar que su terapéutica era muy
reducida en general, y a medida que los años pasaban se aproximaba mucho al
empirismo, porque en los últimos años se redujo al cocimiento de leños, de cebada,
de zarza, horchatas, franelas amarillas, bayetas coloradas, opio, sangría
general, el sedal, etcétera." "El tratamiento moral, en general, no
fue conocido en esos años, y si lo fue no tuvieron ocasión de ponerlo en práctica.
No tenemos noticia que se hubiera ocupado en otras cosas a los alienados que en
el barrido y limpieza de la casa. Recién en los últimos años se les mandaba con
uno o dos guardianes a la ribera del Río de la Plata, donde los entretenían en
el trabajo de la plantación de árboles". La Comisión Filantrópica
hizo lo posible por mejorar la situación de los alimentos en el Hospital
General de Hombres. Pero la estrechez del local no permitía el establecimiento
de un régimen parecido al de la Convalecencia. "En la Residencia de Belén
están reunidos 7 u 8 en un solo cuarto, donde no es posible la vigilancia y se
cometen deplorables excesos". (El
Orden, 1855, art. citado.) Pese a ello el médico, periodista y escritor
Eduardo Wilde (1844-1913, nieto, hijo, hermano de masones y sobrino del Dr.
José Antonio Wilde de la Logia "Consuelo del Infortunio", no pudo
asistir a la ceremonia de iniciación del 15 de mayo de 1866 en dicha Logia por
haber sido llamado al lado de un enfermo, ya que para la fecha en que solicitó
su afiliación se domiciliaba en el Hospital General de Hombres. En cuanto a las mujeres, narra Ingenieros, "Algunas dementes
tranquilas compartían con 'mujeres salidas de la cárcel pública' el servicio de
enfermeras y sirvientas del Hospital de Mujeres; para las inútiles había allí
mismo un patio; para alguna agitada, un calabozo con cepo. …Las encausadas y
condenadas que presentaban síntomas de locura, eran retenidas en la Cárcel de
Mujeres (Cabildo), lo mismo que todas las agitadas recogidas en la
ciudad."
En 1854 se promulgó una ley que
establecía la Municipalidad electiva y, por lo tanto, la plena administración
comunal. El Hospital General de Hombres quedó como una dependencia de la misma,
siendo la principal preocupación de ésta el hacinamiento de los alienados en el
Cuadro de Dementes, que estableciera el doctor Ventura Bosch. Sobre un total de
195 enfermos había en el hospital de hombres 120 alienados, según la estadística
de 1875. Esa cifra se elevó a 131 en diciembre del año siguiente, lo que
representaba los dos tercios de la población del establecimiento. Las
proporciones en el caso de las mujeres eran similares, lo que explica la familiaridad
de todos los médicos de entonces con la casuística psiquiátrica y el interés de
no pocos de ellos en la misma.
Algunos dementes seniles de ambos sexos
fueron trasladados al Asilo de Mendigos, creado el 27 de octubre de 1857 en el
Convento de Recoletos, contiguo a la iglesia del Pilar. Fue su primer
administrador un cofrade masón, Antonio Pillado (1809-1879). A partir de 1870
también se lo denominó “Hotel de Inválidos”. Fue inaugurado oficialmente el 17
de octubre de 1858, gracias a los empeños de la Comisión Filantrópica y el
aporte de 10.000 pesos de la logia “Consuelo del Infortunio”. A fines de ese
año había en él 79 asilados, 59 hombres y 20 mujeres. (Sobre el movimiento de
alienados en el Cuadro del Hospital General de Hombres, ver "Revista
médico quirúrgica", 1868, vol. 18, 50, 66, 98 etc.).
El Cuadro de Dementes ocupaba el lado
oeste del edificio del Hospital. Su administrador, Francisco de Paula Munita,
por sugerencia de los facultativos encargados del servicio médico, gestionó
ante la Municipalidad la obtención de créditos y fondos para el ensanche del
Cuadro de Dementes, que resultaba asaz insuficiente para alojar a los
alienados.
Así el 11 de agosto de 1857 la
Municipalidad acordó la creación de una Casa de Dementes, a cuyo fin destinó la
suma de 350.000 pesos. El edificio debía construirse en los terrenos de la
Convalecencia o en otros más apropiado.
El 16 de octubre de 1858 se promulgó una
ley dictada por la Legislatura de la Provincia, por la que se autorizó a la
Municipalidad a invertir la suma de 2.000.000 de pesos en la construcción de la
Casa de Dementes y de un Cementerio Público al sur de la ciudad. El ingeniero
municipal José María Ramos demarcó en los terrenos de la Convalecencia, en
1859, la parte destinada al nuevo establecimiento de alienados (José
Ingenieros: ob. cit.)
Estas sanciones gubernativas fueron obra
de la nueva generación médica, representada en la Legislatura y en la Municipalidad.
"Los alumnos de nuestra Escuela de Medicina, que por obligación o deber [sic] tenían que asistir al Hospital
General de Hombres, presenciaban el lamentable estado de los alienados y el
cruel tratamiento de que eran objeto. Cuando aquellos estudiantes se hicieron
médicos y fueron electos municipales por sus respectivas parroquias, llegó el
momento de la reforma, de la que habían de ser los promotores. Estábamos a
mediados del siglo XIX, es decir, había transcurrido medio siglo desde la redención
y emancipación de los desgraciados "orates". El lento adelanto en el
conocimiento y estudio de las vesanías, en Europa, hizo rápidos progresos
después del advenimiento de Pinel; sin embargo no llegó hasta nosotros y dolorosamente
vemos que transcurrieron algunos años desde la sanción creadora de este asilo
hasta su fundación." (Meléndez y Coni: ob.
cit., pág. 7).
"En 1858 hubo quien manifestaba ya
la idea de sacar la casa de locos fuera de la ciudad, en lugar próximo a una
vía férrea; pero ¿adónde pretendían conducir al alienado, si en las puertas de
la ciudad no se le trataba como tiene derecho a exigir, con la dulzura y
comodidades que se le dispensa a todas partes?
¿Cómo sería, decimos, lejos de ella, separado de toda vigilancia, y con
nuestro carácter negligente? Esta idea, tan sabia como económica desde todo
punto de vista, dará benéficos resultados cuando nuestros médicos, nuestra
Municipalidad y el público en general se compenetren de las necesidades del
insano y de la especialidad de los cuidados que reclama el estado de
locura" (Meléndez y Coni: ob. cit..
pág. 879)
Sin embargo, en el mismo año 1858 se
amplió y perfeccionó el Cuadro de Dementes del Hospital General de Hombres. Se
construyó un gran patio amplio y ventilado en el lugar que fuera la antigua
sastrería. No obstante, la medida fue insuficiente. El hacinamiento fue por desgracia
en aumento y no pocos alienados vagaban por las calles de la ciudad.
A todo esto, la obra cumbre, es decir la
Casa de Dementes, estaba en plena construcción. Para facilitar su ejecución se
resolvió anexar a la Comisión Municipal de Obras Públicas la Comisión
Filantrópica, que estaba integrada por el doctor Ventura Bosch en calidad de
presidente, y por los vocales señores Felipe Botet y Mariano Miró, quienes
tuvieron además la dirección de la Convalecencia o manicomio de mujeres.
Por fin llegamos al 11 de octubre de
1863, fecha en que al norte de la Convalecencia se terminó la construcción de
la Casa de Dementes, con entrada principal en la calle "De la convalecencia",
que en 1893 llamóse "Vieytes" y en 1968 pasó a ser "Barracas"
[y en 1991 "Dr. Ramón Carrillo" N. del E.]. Fue habilitada por el doctor
Ventura Bosch y, gracias al benemérito administrador Francisco de Paula Munita
y a su sugerencia, en rico simbolismo e invelada celebración fue bautizada con
el nombre de su fundador: Hospicio de San
Buenaventura. Posteriormente, el 8 de marzo de 1887, por iniciativa del
doctor Meléndez cuyo también rico simbolismo y celebración nos ocupará luego,
la Municipalidad acordó denominarla Hospicio
de las Mercedes.
"Del Hospital General de Hombres se trasladaron al de San Buenaventura
algunos muebles de los que usaban los alienados, tales como las camas de madera
con cepos, que felizmente fueron quemados en uno de los años en que el cólera
atacó a estos desgraciados, y que recuerdan las antiguas prisiones de los alienados,
sirviendo para unir las mesas, por los pies, a fin de que aquellos no las
movieran.
Esta era, precisamente, la situación del "loco" al fundarse el
Hospicio de San Buenaventura: el médico concurría todos los días al hospital y
así que se retiraba para no volver hasta el día siguiente, la mayor parte de
los empleados hacía otro tanto. Por las noches cerraban con llave las puertas
de las habitaciones, dejando adentro a los alienados, y regresaban a sus
casas, procurando estar en el hospicio antes de la llegada del médico.
Es duro decir que la asistencia médica no era posible en tal situación.
Las prescripciones del médico estaban de más, puesto que no quedaba ningún
empleado o enfermero para cumplirlas. Durante el día todo se encontraba en
completo desquicio y los desgraciados alienados eran las víctimas con quienes
se ensañaban los rudos e inhumanos asistentes, que parecían rentados para
cometer actos de crueldad" (Meléndez y Coni: ob. cit., pág. 879).
El mismo día en que se le impuso a la
Casa de Dementes el nombre de San Buenaventura, fueron trasladados allí,
desde el Hospital General de Hombres, 121 dementes, es decir, un enfermo más de
los 120 para los cuales había sido construido el local. (Otras fuentes dicen
que los enfermos en exceso fueron tres y no uno).
Durante varios meses hizo el servicio
médico, en calidad de director de la Casa de Dementes, o ya mejor dicho el
Hospicio de San Buenaventura, el doctor Jose Teodoro Baca.
"A un conflicto gravísimo",
dice Ingenieros, dio lugar el nombramiento del primer director del Hospicio,
puesto al que aspiraba el joven doctor Baca, casado con Francisca G. Fulco
Girado (1855-1930). Baca era Segundo
Vigilante de la Augusta y Venerable Logia "Consuelo del Infortunio"
y concejal municipal por la parroquia de San Telmo, y estaba apoyado por la
Municipalidad y la logia que integraba. A este conflicto se refiere la siguiente
información:
"Han pasado ya algunos meses desde que se hizo la traslación de
los dementes del Hospital General de Hombres (Cuadro de Dementes) a la nueva
casa de San Buenaventura, y aún (12 de diciembre) está vacante la plaza de
médico del establecimiento. No sabemos quién fue el que inició la inconducente
idea de proveerla por oposición; sólo sí sabemos que adoptada por la
Municipalidad, ésta pidió la cooperación de la Facultad de Medicina y del
Consejo de Higiene Pública para llevarla a cabo. La primera se prestó a ello,
causando la sorpresa de todos al ver que autorizaba de ese modo un desaire manifiesto
a uno de sus miembros (doctor Baca) que por muchos años había tenido a su cargo
la asistencia de los dementes y a quien se despojó por el solo hecho del cambio
de local. Señaláronse las bases del concurso y se presentaron dos candidatos,
uno de ellos el médico desairado, pero a última hora la Municipalidad volvió
sobre sus pasos y accediendo a la solicitud del antiguo médico, lo nombró para
la nueva casa. Esta resolución era extemporánea, puesto que el otro opositor
había adquirido ya ciertos derechos a la plaza, debido a las tareas y pérdida
de tiempo consiguientes a la preparación de la lucha. Todo parecía terminado,
cuando tenemos que el nombrado eleva su renuncia en los primeros días de entrar
en ejercicio, lo que hace que quede el asunto en su primitivo estado. Resuélvese
abrir de nuevo el concurso y vuelve la Municipalidad a pedir la ayuda de la
Facultad. Esta vez no la encuentra tan dispuesta, temiendo probablemente la
repetición del chasco de la vez pasada, pero ofrece a la Municipalidad otro
medio de proveer la tal plaza, y es que ésta elija en una terna de buenos
médicos de la Facultad y haga justicia a uno de los primeros opositores, poniéndolo
en la terna" ' (Revista farmacéutica:
"Hospital de Dementes", enero 1º
de 1864, pág. 369).
Fue así nombrado el doctor José María de
Uriarte, con quien mejoró un tanto la situación de los alienados. Sin embargo,
puede decirse que con el doctor Meléndez se inicia realmente el progreso y el
bienestar para los desgraciados insanos que gemían bajo el yugo de la ignorancia
y las torturas de la barbarie de otras épocas y que, al amparo del Gobierno,
fueron llevados a la categoría de enfermos, con todas las consideraciones que
hoy se les dispensan.
Entretanto, el número de asilados fue
lentamente en aumento hasta llegar, en 1881, a no poder atenderse a sesenta de
ellos, que dormían de a dos por cama y fueron trasladados por esa causa al
Hospital San Roque. Con tal motivo, se dispuso la construcción de obras ampliatorias,
contratadas con el arquitecto don Enrique Aberg, de acuerdo con sus planos.
El doctor Meléndez, en nota del mes de
septiembre de ese año, demuestra la necesidad de estas obras en virtud del
hacinamiento de los locos y agrega que desde 1863, año en que el establecimiento
fue abierto al servicio con 121 insanos —uno más del número reglamentario al
terminarse el edificio— era permitido decir, empleando su propia expresión,
que "¡el manicomio había nacido insuficiente!" Aunque la magnitud
del exceso es disputanda – unos dicen que sobraban tres, otros que sólo sobraba
uno – no lo es su hondo significado. Y para confirmar la exactitud de esta
expresión puede agregarse que, además de los insanos asilados en el Hospicio
edificado para ellos, había otros que ocupaban departamentos de los hospitales
San Roque y General de Hombres.
Hospital San Roque (actual Ramos Mejía) inaugurado
en 1868
A estar a los informes adquiridos, los
mismos asilados contribuyeron a la edificación de las nuevas secciones, pues
el maestro albañil Felipe Frugoni que tenía a su cargo la construcción estaba
facultado para emplearlos, según se colige de lo resultado por la Sección de
Higiene de la Corporación Municipal, que aprobó los planos y el presupuesto,
agregando: "Hágase saber al director del Hospicio de Las Mercedes, quien
debe poner bajo las órdenes del señor Frugoni a todos los alienados aptos para
el trabajo que se va a llevar a cabo".
En agosto de 1882 la Municipalidad
resolvió aprobar la licitación de las obras muy importantes de ensanche de
este establecimiento, proyectadas por el arquitecto Enrique Aberg. Las obras de
albañilería importaban la suma de $ 1.561.990 moneda corriente y las de carpintería,
$ 350.760 m/n. La dirección técnica de las mismas se confirió al mencionado
arquitecto, cuyos planos pueden ser consultados en la Memoria Municipal del año
1882, pág. 270.
Para poder darse cuenta de la magnitud
del trabajo que iba a realizarse, así como para apreciar el estado de la época
respecto a la importancia que se daba a estas construcciones con relación a los
progresos del porvenir, copiamos la parte pertinente del memorándum del arquitecto:
"Está hecho (el plano) en el concepto que el ensanche corresponda al incremento
que este Hospicio ha de tomar, desde que Buenos Aires es la Capital de la
República. El ensanche principal se extiende al lado Norte del edificio antiguo,
formando 4 grandes patios principales y algunos menores; de los grandes patios,
los primeros están rodeados de las localidades destinadas a alojar los
alienados tranquilos, y de los otros, unos pertenecen a los pensionistas de primera
clase y el otro a los de segunda clase. Los dormitorios están dispuestos
alrededor de los patios, agrupados de modo que una misma guardia pueda hacer la
vigilancia de dos dormitorios a la vez, teniendo éstos sus entradas al lado de
la pieza del guardián. Hay los lavatorios y demás dependencias que se
necesitan y 2 comedores espaciosos que pueden servir también para sala de
conversación. El departamento para alienados tranquilos puede contener 150 camas.
El de pensionistas de segunda clase en dos piezas de diferente tamaño, con el
comedor, sala de billar, de lectura, etc., con capacidad para 60 camas: y de
pensionistas de primera con piezas para una o dos personas con una capacidad
para 55. La parte [sic] del edificio está destinada para funcionar con
capacidad para 16 enfermos; en fin, el frente del edificio de 2 pisos está
destinado para la dirección y la administración. El total de camas proyectadas
sería de 300, y una vez terminado costará $ 7.168.500 m./c., según presupuesto
del mencionado arquitecto." En esta fecha, 31 de diciembre de 1882, el
número de insanos asilados sumaba 299, sin contar 54 que se alojaban en el
Hospital General de Hombres. En 1883 se terminaron tres salones, adonde fueron
trasladados el 20 de septiembre los alienados del Hospital General de Hombres.
En 1885 se terminaron las obras. Hay que notar que aunque el edificio primitivo
se construyó para 120 asilados, en 1881, cuando la Capital fue federalizada,
contaba 408, la misma cifra que en 1884, en que tenía 407 asilados. (José
Penna, La Administración Sanitaria y
Asistencia Pública de la ciudad de Buenos Aires II, 122 y sigs.).
Dimensiones
de la población estable de internos: no se consideran dos breves picos de más
de 4000 pacientes en épocas de la Gran Guerra
El 11 de octubre de 1863 se inauguró el
asilo para orates "De San Buenaventura", en homenaje al Dr. Ventura
Bosch, propulsor de la obra. En 1886 la Facultad de Medicina creó el Curso de
Clínica Psiquiátrica, propuesto por el Dr. Cabred, y designóse como director
del mismo al Dr. Lucio Meléndez. Luego llegó la Resolución:
"En Buenos Aires, capital de la
República Argentina, a los ocho días del mes de mayo de mil ochocientos ochenta
y siete, bajo la administración del señor Intendente Municipal Don Torcuato de
Alvear, y siendo Director General de la Asistencia Pública el señor Doctor José
María Astigueta, se procedió a la inauguración del Hospital de las Mercedes,
siendo padrino de la ceremonia el señor Director del mismo Doctor Lucio Meléndez,
nombrado por Decreto seis del corriente. En constancia de todo lo cual firmaron
esta nota las personas presentes ante mí del Secretario de la Intendencia,
etc..." En una de las formaciones simbólicas cuyo análisis en ciencias
sociales se halla algo retrasado, el Hospicio de estos varones excluidos del patrimonio
se puso bajo la advocación de la Virgen de las Mercedes, "patrona de los
reclusos y redentora de cautivos”, ampliamente conocida. Venía esto de que en Barcelona,
en 1218, Pedro Nolasco fundó bajo su advocación la orden Mercedaria para la liberación de los cristianos cautivos de los musulmanes,
a cambio de mercancías o, cuando no era posible, entregándose a sí mismos, por
lo que en un cuarto de milenio más de mil quinientos fueron ajusticiados por
los moros. Fueron famosos por ello. "Merced" quiere decir "gracia
gratuita", "regalo", y decir "Virgen de las Mercedes" significa
lo mismo que "la Virgen de los Regalos". El auspicioso nombre
"Hospicio de las Mercedes" significa pues y se entendía como
"Hospicio de los Regalos": nombre de espacio de inclusión para la
exclusión, que procuraba engendrar efectos significativos duraderos sobre el
imaginario y las prácticas en general.
Ese acto de piedad oficial durante la
presidencia de Julio A. Roca – y otro similar de una década antes, cuando el
presidente Avellaneda y el obispo Aneiros entronizaron la efigie mariana fundacional
del pueblo bonaerense de Mercedes en la nueva cárcel recién construída – es
además de notar aquí, por lo menos por otros dos motivos. Uno,
socio-psiquiátrico, es que manifiesta la afincada percepción cultural de cierta
semejanza o asimilación entre todas las personas privadas de su libertad, sea
su esclavitud de competencia médica (loco) o policial (réprobo): lo
compartido es exterior, el encierro, pero se atribuye a lo constitucional o interior
de las personas. Es así que el Lógos (la
Verdad) os hará libres. Por esa asimilación sociocultural se adscribía, a
la madre de Jesús de Nazaret, un interés conjunto como patrona de los encerrados, tanto asilados cuanto presos. El otro motivo
de nota es la particular historia en nuestro país de las significaciones
atraídas sobre sí por esta advocación mariana, aquí con los colores nacionales
cruzados sobre su pecho, en el Perú nombrada como la Mama Mechi, protomadre
reverenciada en todos los pueblos de América y atavío de muchos sincretismos
como los del andrógino Obatalá, divinidad suprema del panteón yoruba que es
culto oficial en Trinidad y Tobago, y de Tiembla Tierra – o Fuerza de paz, conciliación y concordia – en el Mayombe afrocubano.
En el mundo andino renovó y superó de inmediato a los denotantes simbólicos de
las divinidades femeninas precolombinas. Sus representaciones culturales son
diversas, así como su color. Por ejemplo, para su festividad en Latacunga, Ecuador,
lo cotidiano se metamorfosea en el llamado Sacramental de la Mama Negra. Tiene
interés cavilar sobre cómo y por qué llevó algo de esta riqueza simbólica al
nombre del gran manicomio argentino.
Estampa de la
Señora de los Cautivos con los escudos nacional y provincial en su manto
Sin la ayuda de los mapuches, que conocen
en detalle todos los recovecos de la cordillera, las campañas para la
independencia de la Argentina, Chile y Perú habrían sido un fracaso; de su lengua
viene el vocativo "che" tan extendido en nuestra patria. Uno de los
caciques de la comunidad mapuche había colaborado estrechamente con el
general-doctor, Manuel Belgrano. Cuando su ejército volvía derrotado y en
retirada, los tucumanos en lugar de dejarlo pasar le pidieron que se quedase y
diera una batalla para la que todos comprometieron su apoyo. La batalla se libró
el 24 de Setiembre de 1812 y fue una victoria de los patriotas, que lucharon
invocando la protección de la Virgen de las Mercedes y salvaron la suerte de la
Revolución que procuraba reparar la Conquista. El general-doctor puso en manos
de la imagen de la Virgen su bastón de mando, en gradación marcial ratificada
por decreto presidencial del 21 de julio de 1943, y en agradecimiento al
cacique le regaló una estatuilla de la Virgen de las Mercedes, Generala del
Ejército del Norte, con su correspondiente bastón de mando; este, a causa de su
simbolismo potestatario, fue confeccionado en oro macizo. Desde entonces a la
fecha la Virgen tiene su capilla en la comunidad mapuche y es muy venerada,
con escaso sincretismo. Pero nárrase y narrábase ya entonces que, numinosamente,
desde que está la efigie ahí, en la descendencia de la familia del cacique los
24 de septiembre, día de la Virgen de las Mercedes, se notaron muchos nacimientos;
tantos, que los nacidos en esa fecha dentro de la comunidad son designados hasta
hoy custodios de la Virgen. No pocos de los internados en este manicomio antes
del gran torrente inmigratorio eran criollos sin patrimonio, que se voceaban
entre sí de "che" y conocían de los márgenes de la cultura mapuche
este particular ascenso de la advocación mercedaria, la de la madre
conciliadora de contraposiciones. Esta situación y lo extendido de su culto
favorecía la ilusionada recepción del ya auspicioso nombre Hospicio de las Mercedes por un número adicional de ciudadanos y de
alienados, quienes verían en el nombre una fiesta:
negación de la discriminación, disolución de las diferencias y afirmación de la
diversidad.
El Gral. Manuel Belgrano
entrega el Bastón de Mando a Santa María de las Mercedes,
tras la Batalla de Tucumán,
el 24 de Septiembre de 1812.
En julio de 1899, "Para los fines de
la investigación científica se fundó un magnífico Instituto de Neuropatología,
puesto bajo la dirección competentísima del profesor Cristofredo Jakob, a cuyo
lado se formó un selecto núcleo de discípulos", señala Ingenieros. En 1900
se inicia la primera Escuela de Enfermería Psiquiátrica, siendo sus profesores algunos
de los primeros discípulos argentinos de Jakob: José T. Borda, Amable Jones y Javier
Brandam. El último sería director del Hospital entre 1916 y 1921, época en que
el número de internados alcanzó su máximo pues a veces superaba los cuatro mil,
y Borda catedrático titular de psiquiatría entre 1922 y 1930; Jones incursionó
en la política y fue asesinado aún joven, en una provincia cuyana. En agosto de
1903 se abre el consultorio de Odontología para los alienados, a cargo del Dr.
Tomás Sanguinetti. En 1904 se demuelen casi todos los edificios del Asilo de
San Buenaventura, exceptuando el del sur que pasa a ser taller de una excelente
imprenta, excelentemente dotada, donde se permite que algunos internados colaboren
y aprendan el lucrativo oficio. En 1905 el establecimiento es declarado Hospicio
Nacional. Los consultorios externos de psiquiatría y neurología se crearon en
1931, a instancias de la Liga Argentina de Higiene Mental, ya con presencia de
criterios psicológicos y psicoanalíticos en los tratamientos. A partir de 1957
se organizó la Residencia psiquiátrica. En el mes de octubre de 1949 el ministro
Carrillo modernizó aquella auspiciosa denominación, Hospicio de las Mercedes, designándolo "Hospital Nacional
Neuropsiquiátrico de Hombres", y en 1967 adquirió la de "Hospital
Nacional José T. Borda".
2.2 El Asilo de
Alienadas en Lomas de Zamora
El tenaz empeño del doctor Antonio F.
Piñero en proseguir las gestiones de su antecesor, el doctor Osvaldo Eguía,
fue coronada por el éxito al inaugurarse el nuevo Hospital de Alienadas el 23
de marzo de 1854. Conseguido esto, el doctor Piñeiro bregó con admirable tesón
para procurar la fundación de un asilo rural o suburbano, que era realmente
necesario para dar a las mujeres alienadas un tratamiento adecuado. Pero aunque
en tiempos de la fiebre amarilla se le atribuían milagros [Esta referencia la
aclara El Nacional del 14 de marzo de
1871, sección "Boletín del Día": "Es digna de llamar la atención
de las autoridades la noticia que damos a continuación. En la Parroquia de San
Cristóbal iba a ser llevado a la sepultura un cajón conteniendo a un individuo
que el Dr. Piñero había declarado en su certificado muerto de inanición, cuando
abierto el cajón, se encontró a dicho individuo con los ojos abiertos y
haciendo algunos movimientos. El certificado del Dr. Piñero está en poder de la
Comisión de aquella Parroquia, que a su pie ha puesto 'Resucitó'..." N.
del E.], en esta ocasión sus instancias no brindaron fruto.
Extractamos de las Memorias de la Sociedad de Beneficencia la referencia respecto el
hacinamiento del Hospital Nacional de Alienadas en 1854, que nos brindan el
siguiente panorama. El país tenía entonces una población de mujeres alienadas
cuya cifra aproximada podía calcularse en 3.000, sin contar ciertas formas de lo
que poco más tarde pasaría a llamarse "degeneración" —como el
cretinismo— que es endémica en ciertas regiones.
De las 3.000 alienadas del país, en el
establecimiento mencionado eran atendidas alrededor de 2.000, la mitad
incurables, con los inconvenientes graves del hacinamiento de tantos dementes
en un hospital de tratamiento. Es cierto que esas malas condiciones de
hospitalización han sido siempre atenuadas por la buena alimentación, por la
higiene personal y los cuidados individuales y colectivos que se les prodiga a
las enfermas. Pero no basta; y era indudable que aquella situación precaria y difícil
se agravaría rápidamente desde que el número de alienadas de día en día aumentaba,
mientras persistía la falta de medios para su tratamiento.
La única solución que tenía ese problema
era la construcción de asilos especiales en la campaña, sencillos y económicos,
empezando por un asilo de refugio anexo al hospital, para trasladar a él al
millar de dementes incurables hacinadas en éste con un costo de sostenimiento muy
superior al que costarían en el local solitario.
Tomando en cuenta esta situación, a
principios del año 1904, la Sociedad de Beneficencia se dirigió al Gobierno
encareciendo la cesión de una quinta, ubicada en Lomas de Zamora, a fin de
trasladar las insanas crónicas del Hospital de Alienadas, que sumaban 1.000
aproximadamente. El Dr. Esteves, junto con los doctores Cabred (vecino de Lomas
de Zamora) y Borda realizaron numerosas gestiones para mejorar la situación, El
señor ministro, doctor José A. Terry, atento al pedido, comisionó a un alto empleado
para que de visu verificara la veracidad
del hacinamiento y del lamentable estado del hospital madre, que la Sociedad denunciaba.
El informe fue lapidario. Reseñemos algunas de las observaciones verificadas:
a) El número de enfermas que se asilan y
se atienden en el hospital se halla en considerable exceso en relación a la
capacidad de las instalaciones. Hacinamiento y promiscuidad, consecuencias
ineludibles de tal exceso, se notan en todos los lugares del establecimiento,
en los patios, corredores, dormitorios, etc., lo que importa decir que son
constantes.
b) A la vez, por la causa apuntada, se
hace difícil si no imposible la observancia de fundamentales preceptos de
higiene y corre riesgo la propia seguridad de las pobres asiladas, cuya
aglomeración podría resultar serio obstáculo en el caso de cualquier accidente
desgraciado.
c) En los patios se nota igual
hacinamiento. Allí las alienadas están sentadas en bancos largos, casi una
sobre otra, o de pie, agrupadas, sin que les sea posible hacer el menor
ejercicio físico a causa de la falta material de espacio...
Tomando en cuenta el informe precedente,
el Poder Ejecutivo dictó el siguiente decreto:
Artículo 1º—Apruébase el convenio celebrado entre el Poder Ejecutivo y
el Banco Nacional en Liquidación con fecha 19 de septiembre de 1906, por el
cual este último transfiere al Gobierno
Nacional la propiedad de una casa quinta, ubicada en el partido de Lomas de Zamora,
provincia de Buenos Aires, con la extensión y linderos que dicho convenio
expresa, y por el precio de ciento doce mil novecientos cincuenta y siete pesos
moneda nacional de curso legal ($ 112.957).
Así adquirida la llamada Quinta de los Varela, la Sociedad de
Beneficencia nombró una comisión para que corriera con todo lo relativo a la
edificación del nuevo hospital. Dicha comisión, presidida por el señor Carlos
M. Casares, estaba integrada por los doctores Antonio F. Piñeiro, José A.
Esteves, Ernesto Pellegrini y y el ingeniero Manuel S. Ocampo.
El 11 de agosto de 1905 se inició la
construcción del asilo-quinta de Lomas de Zamora. La dirección técnica de la
obra fue adjudicada al ingeniero Carlos Myströmer, el mismo a quien se le había
encomendado la construcción del nuevo Hospital Nacional de Alienadas. Cuatro
años insumieron los trabajos de la obra, y al fin, el 26 de septiembre de 1908
el Asilo de Alienadas de Lomas de Zamoram, hoy Hospital Interzonal José Esteves
en la calle Garibaldi 1400, fue librado al servicio público. Una congregación
de Hermanas de la Caridad, las Hijas de
Ntra. Sra. del Huerto, se hizo cargo de la atención espiritual y psiquiátrica.
. En 1946 logró la autonomía y en 1958 pasó a depender del Instituto Nacional
de Salud Mental. Entre sus directores mencionaremos a Carlos A. Voss,
prestigioso psiquiatra de Temperley y discípulo de Christofredo Jakob, y a Luis
Esteves Balado, Presidente de la Academia Nacional de Medicina y también vecino
de Lomas de Zamora.
2.3. La colonia
de Luján
En 1860 Lucio Meléndez, refiriéndose a la
construcción de la casa de locos fuera de la ciudad, como vimos se expresaba
del siguiente modo: "En 1858 hubo quien manifestara ya la idea de sacar la
casa de locos fuera de la ciudad, en lugar próximo a una vía férrea; pero
¿adónde pretendían conducir al alienado, si en las puertas de la ciudad no se
le trataba como tiene derecho a exigir, con la dulzura y comodidades que se le
dispensa a todas partes? ¿Cómo sería, decimos, lejos de ella, separado de toda
vigilancia, y con nuestro carácter negligente? Esta idea, tan sabia como económica
desde todo punto de vista, dará benéficos resultados cuando nuestros médicos,
nuestra Municipalidad y el público en general se compenetren de las necesidades
del insano y de la especialidad de los cuidados que reclama el estado de
locura" (Meléndez y Coni: ob. cit..
pág. 879).
Pero la idea renació casi veinte años
después, en 1879, sostenida por el mismo doctor Meléndez, mediante un proyecto
presentado repetidas veces a la Municipalidad, por el que se brindaba ubicación
a la Colonia en una finca de Santa Catalina, en la provincia de Buenos Aires.
El doctor Meléndez renunció al cargo de
director del Hospicio de las Mercedes el 30 de octubre de 1892 y entró en
funciones para sustituirlo el doctor Domingo Cabred, el 19 de noviembre del
mismo año. El nuevo director retomó la iniciativa y se abocó con verdadero
frenesí a la tarea de llevarla a la práctica. En el año 1896, al regreso de su
segundo viaje a Europa, Cabred concibió el proyecto más extraordinario, desde
el doble punto de vista científico y humano, para la asistencia de los
alienados locales: nos referimos al reemplazo de los establecimientos de
puertas cerradas, carcelarios, por otros de puertas abiertas como estaban en
boga en Francia, Inglaterra y Escocia y donde la Hospitalaria Abierta,
totalmente libre, es morigerada por la correcta discriminación entre agudos,
peligrosos e infecciosos. Atento a procurar esta valiosísima discriminación, Cabred
presentó la observación clínica como un fundamento de la práctica médica en las
instituciones psiquiátricas. Bregó incansablemente ante las autoridades para
que esto fuera puesto en práctica y sus esfuerzos se vieron coronados de un
franco éxito. Efectivamente, ya en el año 1897, a su sugerencia, el eminente
profesor de obstetricia de la Facultad de Medicina de Buenos Aires y a la sazón
diputado nacional por la provincia de Tucumán, doctor Eliseo Cantón, presentó
al Congreso un proyecto de creación de una colonia de alienados fuera de la ciudad,
que con el voto favorable de la totalidad de los diputados de la Cámara quedó
sancionado por ley Nº 13.148. Fue así como el Gobierno Nacional sancionó la
primera ley que autoriza la creación de un asilo de ese tipo tan novedoso, que
no pocas aprensiones creaba. El 21 de mayo de 1899 quedó fundada la Colonia Nacional
de Alienados, llamada brevemente Open
Door, nombre traído de Escocia, donde se practicaba el sistema llamado de
"puertas abiertas". Con ello y
con la ley 4953 promulgada el 28 de julio de 1906, cuya trascendental
importancia fue la de crear asilos y hospitales regionales para la asistencia y
tratamiento de toda clase de enfermedades, quiso Cabred encarar una solución
completa al importante problema de asistencia pública nacional (Domingo Cabred, discurso, en Archivos
de Psiquiatría y Criminología, 1906). En ese marco nació la
Colonia Nacional de Alienados; cediendo a la tentación, transcribamos algunos
conceptos de la alocución inaugural del doctor Domingo Cabred:
"Damos cumplimiento a la Ley Nacional de 2 de de octubre de 1897,
que ordena la creación de un asilo de alienados, según el sistema escocés
llamado 'de puertas abiertas' (Open Door),
destinado a modificar fundamentalmente la asistencia de estos enfermos_
"La benéfica ley se debe a la iniciativa parlamentaria del doctor
Eliseo Cantón, quien, convencido de la necesidad de proceder a la reforma de
esa asistencia, levantó su voz elocuente en el seno de la cámara de diputados,
pidiendo se implantara en nuestro país este nuevo sistema de tratamiento.
"Su discurso, uno de los más brillantes que se haya pronunciado
en el parlamento argentino, llevó al convencimiento a todos cuantos lo
escucharon y, un mes más tarde de presentado, su proyecto era convertido en
ley.
"Gratitud, pública gratitud merece esa noble iniciativa, no sólo
de parte de aquellos que tienen la razón alterada —pero que un obstante
aprecian y recuerdan el bien que reciben—, sino también de todos los que
valoran las obras destinadas al alivio de la mayor de las desgracias humanas.
El nombre del doctor Cantón figurará, pues, en lo sucesivo, entre los de los
grandes benefactores del insano.
"Cumplo igualmente con el grato deber de recordar los constantes
esfuerzos del doctor Meléndez por establecer el sistema colonial de
asistencia, manifestado en frecuentes pedidos y en un proyecto que sometiera a
la Municipalidad de Buenos Aires en 1879. Aquellas iniciativas no atendidas son,
hoy, hermosa realidad y el espíritu del filántropo alienista debe llenarse de
legítima satisfacción" (Palabras del discurso inaugural de la Colonia
Nacional de Alienados pronunciado por el Dr. Domingo Cabred el 21 de mayo de
1899, con la asistencia del Presidente de la Nación, General Julio A. Roca.
Imp. y Encuad. del Hospicio de las Mercedes, Buenos Aires. 1908).
Dicha colonia
de Open Door, cuyo primer director fue el mismo Cabred, está ubicada en el
partido de Luján, provincia de Buenos Aires. De ella dijo Ingenieros "La
Colonia de Luján es hoy, en su género, uno de los más suntuosos
establecimientos del mundo". Ocupa una extensión de seiscientos cuarenta
hectáreas y consta de unas veinte construcciones, entre pabellones de alojamiento
y villas de vigilancia, talleres, usina eléctrica, administración, lecherías y
quesería, avicultura, hornos de ladrillos, etc.
Los extensos parques y jardines le dan
una hermosa vista panorámica. Más de novecientos enfermos, inteligentemente
dirigidos por empleados, están ocupados en trabajos al aire libre, de
agricultura, horticultura, jardinería, etc. Además, funcionan con asombrosa
normalidad los talleres de carpintería, sastrería, zapatería, escobería, etcétera.
También se realizan obras donde los
internados trabajan como albañiles, oficiales, pintores o peones y hay un
horno de ladrillos donde se desempeñan a la perfección las funciones de los
cortadores, cargadores y peones.
La Colonia Nacional de Alienados Open Door fue muy visitada durante la
celebración del Centenario de la Revolución de Mayo por médicos y sabios
extranjeros, en cuya oportunidad fue unánime la opinión de que esa colonia
honra a la ciencia y la filantropía argentina.
[Para esta edición, resulta ineludible el doloroso deber de
ilustrar cómo habían llegado a variar las cosas pocos años ha, con la
vandalización del lazo social en nuestra patria,. Lo haremos visualmente, con
dos imágenes de esta Colonia Montes de Oca en el año 2000 que integran diversos
expedientes administrativos, algunos promovidos por el equipo Nizkor. Ed.]
2.4. El
Hospital-Colonia "Melchor Romero"
Este hospital-colonia fue fundado el 6 de
abril de 1884, durante el gobierno del doctor Dardo Rocha, con el nombre de Hospital-Colonia
"Melchor Romero". Su primer director fue el eminente psiquiatra doctor
Julián Aguilar.
El hospital estaba entonces constituido
por un pabellón central y cuatro salas con capacidad para cien enfermos. Con
el andar del tiempo se le hicieron ampliaciones, se levantaron nuevos
pabellones con todo el adelanto de las construcciones modernas, y,
fundamentalmente, con colonia agrícola anexa, constituyendo el conjunto otra
unidad del tipo hospitalario llamado "open
door".
Con el funcionamiento del Hospital
Colonia "Melchor Romero" se pudo descongestionar algo el Hospicio de
las Mercedes, cuya primera remesa fue de treinta enfermos alienados.
Trae Ingenieros (op. cit.) las expresiones al respecto de su sexto director, el
doctor Joaquín J. Durquet, en sus "Memorias del Hospital Melchor
Romero" (La Plata, marzo 1919): "Este establecimiento posee actualmente
las condiciones elementales para llenar su misión de hospicio, es decir, que
las necesidades del servicio público, de la sociedad y de la justicia pueden
ser satisfechas, en beneficio de ellas y del enfermo que se asila. Para el
cumplimiento de su cometido, esta institución cuenta con un personal técnico-administrativo
que, en la multiplicidad de sus tareas, atiende y vigila los intereses del
establecimiento y la salud de todos sus tutelados; con pabellones cerrados para
reclusión de algunos internados, con pabellones de admisión para el tratamiento
y observación de los enfermedades mentales durante el proceso agudo; con
amplios jardines en una buena extensión de tierra y viviendas de muros bajos y
puertas abiertas que constituyen el Open
Door hospitalario; con colonias agrícolas donde los asilados con buenas aptitudes
físicas se dedican al cultivo de la tierra y encuentran campo propicio para la
realización de sus tendencias instintivas [esto es, según su afición o
inclinaciones ocupacionales. N. del E.] mientras se consiguen los efectos
saludables del trabajo físico; con sus pabellones especiales para procesados y
condenados en situación de prevenidos o de alienados; con enfermerías para
ambos sexos, donde se atiende al alienado que padece un proceso intercurrente;
con una sección hospitalaria para enfermos comunes de capacidad para ochenta
camas; con salas de operaciones y de curaciones para todos los servicios internos
y externos del hospital; con farmacia, laboratorio, etc."
2.5. La Clínica Psiquiátrica de Córdoba
El 15 de marzo de 1854, a sugerencia de
la Sociedad de Beneficencia, el doctor Ventura Bosch construyó y habilitó por orden
del Gobierno el Hospital de la Convalecencia. Desde entonces, periódicamente
solían remitir algunos dementes a Buenos Aires.
Hospital San Roque
de Córdoba (grabado)
Sala de nichos del
Hospital San Roque de Córdoba; permitía el "aislamiento" de los enfermos.
Uno de los nichos en detalle.
Fuente.
Félix Garzón Maceda
En 1870 la Sociedad de Beneficencia de
Córdoba recabó, de la similar de Buenos Aires, que autorizara la transferencia
sistemática de dementes a la Convalecencia. Pero he ahí que, debido al
hacinamiento deplorable que reinaba en este último nosocomio, de hecho se
frustraron las buenas intenciones de la Sociedad. A raíz de ello, en repetidas
ocasiones la policía de Córdoba optó por la sagacidad
de remitir varios alienados con un agente de policía y … abandonarlos en la
porteña vía pública, como pronto se comentará. En 1882, la Sociedad de
Beneficencia decidió crear en Córdoba una casa de dementes local, pero la
concreción se demoraba. En 1888, el benemérito don Antonio Rodríguez del Busto,
apiadado por la situación angustiosa de los dementes en la nombrada provincia,
ofreció construir un Hospital de Alienados y ponerlo a disposición del
gobierno cordobés. Se dio comienzo a la construcción pero, por desgracia, se la
debió suspender por imperfección de los títulos del terreno. En septiembre de
1888, la Sociedad de Beneficencia fundó el Asilo para Alienados; pero en razón
del mal estado del local se vieron en la obligación de clausurarlo en el año
1889.
Por fin, en septiembre de 1890 se
construyó y habilitó, sobre el lado sur del Asilo de Mendigos, la actual
Clínica Psiquiátrica. Félix Garzón Maceda hace la siguiente descripción de
este nosocomio de alienados: "El edificio reducíase a un salón dormitorio;
los alienados comían en el patio o en las galerías; no había baños, ni otras dependencias.
Es excusable todo comentario ante semejante indigencia, sólo comparable con la
miseria psíquica de los recluidos en aquel depósito; no otro nombre podría dársele
al primitivo Hospicio, desde donde se enviaban enfermos a Buenos Aires cuando
se conseguían recursos. No se esperaba que se tuviese autorización de la
Dirección del Manicomio de la Capital para remitirlos; muchas veces los
dementes y los locos fueron conducidos a la Capital y abandonados en la plaza
del Retiro, o en la Mayo, o en el Paseo de Julio, dejando a la policía local la
misión de recogerlos e internarlos en el Hospicio de las Mercedes". La
Facultad de Medicina de Córdoba tomó por fin a su cargo el asilo en el año 1900
y le introdujo mejoras, convirtiéndolo en Clínica Psiquiátrica y destinándolo
para la enseñanza. Fue su primer director el profesor Clodomiro Ferreyra y
Luque, emparentado con el promotor de Barranca Yaco por su matrimonio en 1887 con
Teresa Ferreyra y Reynafé. Clodomiro Ferreyra se desempeñó en dicha función hasta
el año 1915.
Viñeta 3: Buenaventura (Ventura) Pedro Bosch
Ventura Bosch fue uno de los alienistas
más importantes del siglo XIX y uno de los iniciadores de la psiquiatría
nacional. Expresó con hechos su filantropía y absorbente interés por desposeídos
y dementes. Se debe al impulso de Bosch, además, el establecimiento de los
primeros hospitales psiquiátricos (o "de alienados" como hemos visto
que se los llamaba) en la Argentina.
Bosch nació en Buenos Aires el 14 de
julio de 1814. Usó el nombre apocopado de Ventura en lugar de Buenaventura, tal
como también lo hacía Ventura
Martínez Pita, orador sagrado famoso en la década de 1860 que asimismo nació en
Buenos Aires el 14 de julio, pero de 1823. Ventura
Bosch realizó en esta ciudad sus estudios preparatorios e ingresó a la Facultad
de Medicina. Allí se graduó en 1835, es decir a los veintiún años de edad. Por
entonces su familia tenía una postura neutral respecto al rosismo: cuando en un
electorado de unos diez mil votos posibles hubo 9712 a favor de Rosas, Juan
José Bosch había puesto uno de los ocho votos en contra porque, aclaró, "entendía
que no era justo cargar a Rosas con tamaña responsabilidad". En 1839
Ventura Bosch obtuvo el doctorado con una tesis que trataba del cáncer de útero
y se hizo célebre en aquellos tiempos. Asombra lo multiplicidad de sus
inquietudes y la labor superlativa que desarrolló en diversas actividades. Eximio
cirujano, fue practicante desde 1834 en el Hospital General de Hombres y tuvo
además una descollante actuación como profesor suplente de la cátedra de Nosografia
y Clínica Quirúrgica, que dirigiría a partir de 1843 en reemplazo del doctor
Fonseca, su profesor titular.
A fines de la década de 1840 Bosch era ya
un médico muy reconocido, que atendía a lo más selecto de la sociedad porteña
en su consultorio particular, al tiempo que era visitado por numerosos
indigentes y por personas de escasos recursos, a los que atendía gratuitamente.
Unos años después, a pesar de simpatizar con el bando unitario, fue también el
médico de confianza de Rosas. El 21 de febrero de 1851 inició un memorable viaje
de un año por Europa. En Francia visitó los hospitales Santa Ana, la Salpètrière
y Bicêtre. Concurrió a las clases de Alfredo A. Velpeau y de Pablo Broca. Otro
tanto hizo en Alemania e Italia, asistiendo a las conferencias de Langenbeck,
Carlos Burci y otras destacadas figuras de la ciencia médica europea.
Profundizó su biologismo. Pero lo que mayor impresión le produjo fue el apotegma
que reinaba en Bicêtre, sede del inmortal Pinel: la sencilla y profunda idea de
que a los dementes se les debe brindar un tratamiento razonable y humanitario,
en substitución de las violencias de las que antes se los hacía víctima.
Advirtió también que en Europa crecía toda una corriente de pensamiento que privilegiaba
la atención especial de los alienados.
Su regreso coincidió con la caída del
rosismo. Medio año después, el 12 de agosto de 1852, pasó a comandar la
Comisión de Filantropía e Higiene, que había cesado en sus funciones el 11 de
julio de 1835 y ahora volvía a la acción para dirigir todos los hospitales de
la ciudad: prestaban en ella servicios el doctor Ventura Bosch como presidente
y los señores Mariano Miró y Felipe Botet como vocales. La esposa de este
último luego, ya viuda, fundaría en San Nicolás el Asilo San Felipe.
Bosch sería además parlamentario – diputado
y senador – en la legislatura bonaerense durante varios periodos. Desde allí tuvo
ocasión de reforzar su rol impulsando, en 1852, la autonomía de la sociedad benéfica
que él mismo comandaba. Los médicos ya se consideraban entonces los encargados
de salvaguardar la salud, no sólo de los individuos sino también del colectivo
social. La limitada eficacia del tratamiento individual, sobre todo frente a la
enfermedad aguda, hacía lógico proteger la salud del conjunto para asegurar la
de los individuos. Una asociación como dicha sociedad benéfica (y más tarde
otras) que nucleara cierto número de médicos, varios de ellos de prestigio, adquiría
una gran capacidad de protagonismo
para requerir o sugerir
medidas o regulaciones
que se creyeran convenientes para
proteger la salud colectiva, incluso contra diversos intereses de sector. Bosch
tenía clara idea del hecho y su potencia política y procuraba así la obtención
de beneficios para los ciudadanos más desprotegidos y vulnerables, presentando
por sí como parlamentario o bien por la Sociedad diversos proyectos de leyes
en el orden del bien público.
Ventura Bosch trabajó incansablemente.
Habiendo traído de Europa, especialmente de Francia, doctrinas y principios desarrollados
en la línea sostenida por Pinel y Esquirol, primero no dio sosiego a su
desvivir en aras del bienestar de las desgraciadas mujeres dementes que permanecían
alojadas en la Cárcel, sujetas con cadenas o metidas en el cepo, y de las que
vagaban mendigando por las calles o en derredor de los cercos de las quintas.
Su eficaz intervención hizo que el Gobierno dispusiera el traslado de las
alienadas de la Cárcel al Hospital General de Mujeres, donde habilitó un
"patio de dementes".
No bastó. No conforme pues con esto, Bosch
siguió bregando tremendamente para que se abriera un Hospital de Mujeres
Dementes, donde tuvieran cabida toda suerte de enfermas mentales. A sus
instancias, el 12 de junio de 1852 la Sociedad de Beneficencia pidió con tal
fin la cesión de la Convalecencia, antigua Chacra de Belén. Lograrlo no fue
sencillo. Tras muchas gestiones en esa función filantrópica, Buenaventura Bosch
consiguió en 1853 que Pastor Obligado, gobernador de la Provincia y antiguo
alumno de Diego Alcorta, cediera el vetusto edificio de la Convalecencia,
ubicado en las afueras de la ciudad, para instalar en él el Hospital para
Mujeres, luego Hospital Nacional de Alienadas y actualmente Hospital Braulio
Moyano.
El 14 de noviembre de 1853 se iniciaron
las trabajos de construcción del nuevo edificio para el establecimiento, que quedaron
terminados el 15 de marzo de 1854. A la semana, el 23 de ese mes, el doctor
Bosch consiguió que las mujeres alienadas fueran trasladadas definitivamente al
nuevo hospital y la Sociedad do Beneficencia se hizo cargo del mismo.
No exageramos pues al decir que el
verdadero fundador del manicomio de mujeres de la Convalecencia, al oeste de
la antigua Chacra de Belén, fue indiscutiblemente el doctor Ventura Bosch,
quien además actuó como médico y director de dicho nosocomio desde 1854 hasta
1859. Trabajó ad honorem. Le sucedió
en el cargo de director el doctor Osvaldo Eguía, ya rentado, quien se desempeñó
desde 1860. Por lo tanto debemos admitir con C. Eguía que el doctor Ventura
Bosch fue el primer director del hospital que más tarde llamóse Hospital Nacional
de Alienadas.
En 1857 otro proyecto suyo se hizo
realidad: el Hospicio de Hombres, que luego de 1863 y en su homenaje se llamó Hospicio
de San Buenaventura; luego denominaríase Hospicio de las Mercedes y actualmente
se denomina Hospital José T. Borda.
Edificio de la antigua Casa de
Moneda
donde a
partir de 1614 había funcionado el Hospital y Ermita de San Martín.
Entrada que fuera del hospital San Martín o de Santa
Catalina (Archivo General de la
Nación).
Sus raíces locales son remotas. El
Hospital Militar de San Martín, previsto en 1580 al refundar Garay la ciudad de
Buenos Aires pero creado recién en 1605, era al principio un rancho de paja y
barro que sólo figuraba como hospital para apartar como prebenda la interesante
porción de impuestos destinada por ley a
sostener su función social. Por cuanto la población seguía acostumbrada a no
reclamarla ni a esperar ninguna eficacia de un hospital público, esta función
se pasó a desempeñar sólo muy gradualmente. Pero a partir de 1748 alcanzó cierta
utilidad clínica, pasando a llamarse Hospital de Santa Catalina o de los Betlemitas.
Albergaba algunos alienados. En el año 1779 los locos del Hospital de Santa
Catalina fueron trasladados al Hospital General de Hombres, lo cual se miró entonces
como un gran progreso nosocomial.
Por el año 1852 incumbió al doctor
Ventura Bosch, en su calidad de presidente de la Comisión Filantrópica,
intervenir en el destino de estos alienados varones. Como primera medida en
1859 consiguió articular la Comisión Filantrópica con la Comisión Municipal de
Obras Públicas. Allí y ya desembarazado de la conducción del Hospital de Alienadas,
desde 1860, la comisión de hospitales que presidía bregó con verdadero ahínco
por la construcción de una Casa-hospital para dementes. El 11 de octubre de
1863 gracias a su empeño la obra pudo materializarse, que fue llamada como
hemos dicho Hospicio de San Buenaventura en su homenaje, por iniciativa de su abnegado
colaborador y administrador del mismo, don Francisco de Paula Munita. Como
vimos, recién el 8 de mayo de 1877, tras la muerte de Bosch, el establecimiento
tomó el nombre de Hospicio de las Mercedes.
En síntesis, y haciendo honor a la verdad
histórica, debemos reconocerle al excelso Ventura Bosch la construcción e inauguración
del hospital de la Convalecencia u Hospital de Alienadas y la de la Casa de
Dementes u Hospital Neuropsiquiátrico de Hombres.
Aun siendo un eminente médico, Bosch
creyó su deber participar en la inicua invasión al Paraguay (1865) a la que intereses
foráneos arrastraron a nuestro país junto a Brasil y Uruguay a poco de derrocar
(1852) a Rosas, quien jamás la hubiera permitido. Pese a lo erróneo de su
empeño al colaborar en el horrible genocidio y la liquidación del polo
industrial de Sudamérica, Ventura Bosch demostró en ello una vez más su
vocación de servicio y su abnegación, dedicando todo su tiempo al cuidado de
los invasores heridos o enfermos. De regreso en Buenos Aires, Bosch actuó como
médico en la lucha contra las epidemias de cólera de 1867-68 y de fiebre amarilla
de 1871. Esta última, provocada por la vuelta de tropas y personal del tropical
campo de exterminio donde la fiebre amarilla era endémica, causó en Buenos
Aires entre catorce mil y diecinueve mil víctimas fatales, casi el 10% de la
población.
La presencia médica era insuficiente, lo
que se agravó por el deceso de los médicos José Roque Pérez, Francisco Javier
Muñiz, Adolfo Señorans, Adolfo Argerich, Darío Alvariño, Guillermo Zapiola,
José Pereira Lucena, Caupolicán Molina, Aureliano French, Parides Pietranera,
Francisco Rivas, Vicente Ruiz Moreno y Sinforoso Amadeo, junto a 67 sacerdotes
y numerosas religiosas que curaban con ellos. Bosch también enfermó y, víctima
del cumplimiento de su deber, falleció
en San Isidro, localidad cercana a Buenos Aires, el dos de abril de 1871.
Viñeta 4: José
Tiburcio Borda
Nació en Goya, provincia de Corrientes,
el 28 de enero de 1869, hijo de Miguel G. Borda y Donata Fernández. Tras realizar
los estudios primarios y secundarios en su ciudad natal e ingresar como alumno
de la Facultad de Medicina de Buenos Aires el 14 de marzo de 1891, actuó sucesivamente
como practicante menor y mayor del Hospicio de las Mercedes desde el 9 de marzo
de 1894. Hasta 1930 vivió en el manicomio, totalmente inmerso en sus investigaciones
y las actividades clínicas
y docentes de su profesión. Una vez graduado el 31 de
mayo de 1897 con una tesis titulada Algunas
consideraciones sobre el pronóstico de la alienación mental, donde resumía
su experiencia de pregrado en el Hospicio de las Mercedes entre los años 1892 y
1896. Ya con su título, pasó a desempeñarse en el mismo Hospicio como médico
interno desde el 14 de julio del mismo año hasta el 23 de noviembre de 1916. Durante
once de esos años (agosto 1899 - julio 1911) trabajó allí con Christofredo
Jakob, su maestro, en investigaciones neurobiológicas. Permaneció como médico interno
hasta el 8 de abril de 1921, y el 19 de marzo de 1922 se acogió a la jubilación
extraordinaria para desempeñarse hasta 1931 como el tercer profesor titular de
la Cátedra de Clínica Psiquiátrica de Buenos Aires, el más ilustre de los
institutos científicos dedicados a la investigación psiquiátrica en el país,
sin dejar de vivir en el hospicio. En la oportunidad de la mencionada
transición, en 1922, completó una clasificación de las alienaciones mentales
que fue pronto adoptada en todos los países latinoamericanos.
Acerca de su persona, recuerda Nerio Rojas: "En el
trato con el doctor Borda todo era sencillo. Los jóvenes lo veíamos como a un
amigo o un hermano mayor, pues él acortaba las distancias y esa era la característica
de su actitud en el trato personal y en el trabajo docente. Su buen humor era
proverbial, con sus maneras exuberantes, su voz sonora con tonada de provincia,
en la broma o en la anécdota a veces de tema escabroso, con el sano humor de su
bonhomía optimista y sabor de sal gruesa. Así era con los colegas, los enfermos
y los alumnos."
José Tiburcio Borda (1869-1936)
Casi cuarenta años de especialización
psiquiátrica, repartidos entre el laboratorio, el hospital en que vivió treinta
y seis de esos años, y la cátedra, forman el sólido y brillante pedestal en que
se asienta con firmeza la reputación científica de Borda. Fue el primer
discípulo del maestro Christofredo Jakob, a la vera del cual se hizo en toda su
extensión y profundidad y, como su ayudante de laboratorio, mostró dotes de
colaborador incansable. Destacóse asimismo como jefe de clínica del profesor
Cabred, como profesor adjunto de la cátedra de Psiquiatría y luego titular de
la misma. Con Cabred, realizó un vasto estudio de las esquizofrenias (demencia
precoz), cuya síntesis presentaron en el Segundo Congreso Médico
Latinoamericano. Fue también profesor honorario y miembro de la Academia
Nacional de Medicina en el año 1930.
Sus trabajos anátomo-patológicos fueron
de valor y originalidad. Asi, el publicado en 1902, "Topografía de los
núcleos grises de los segmentos medulares del hombre'', fue juzgado por algunos
científicos europeos como el más completo análisis de la sustancia gris de la
médula efectuado hasta principios de siglo, y el del año 1906, "Parálisis
general progresiva: contribución al estudio de su anatomía y de su
histología", fue reconocido en América y Europa por su alto valor
científico. Ambos son realmente originales y despertaron el interés de investigadores
de fama mundial como Spielmeyer y O. Fischer, entre otros.
En agosto de 1909 llevó al IV Congreso
Latinoamericano de Río de Janeiro su célebre trabajo "Contribución al
estudio de las alteraciones celulares de los centros nerviosos en las formas graves
de la psicosis alcohólica", que incluye importantes consideraciones acerca
del delirium tremens febril, el delirio agudo alcohólico, la psicosis
polineurítica, las manías alcohólicas, etc. Este estudio llamó poderosamente la
atención y fue elogiado por L. Jacobson y por Marinesco.
Con doce años de antelación a Henri
Baruk, quien en su famosa obra de 1926 "Les troubles mentaux dans les tumeurs
cérébrales" da pauta de los síntomas neurológicos y psiquiátricos de los
tumores cerebrales, en 1914 Borda ya había descripto magistralmente los
síntomas de dichos tumores, haciendo hincapié en los del lóbulo frontal.
Digna de señalarse es su actuación como
relator oficial de la Sección Psiquiatría y Neurología del Segundo Congreso
Nacional de Medicina y como relator oficial de la primera Conferencia Latinoamericana
de Psiquiatría, Neurología y Medicina Legal, en la cual representó a la
República del Ecuador.
Por sus trabajos científicos fue
distinguido con diploma y medalla de honor en la Exposición Internacional de
Panamá, realizada en 1915. Pocos aspectos anatomopatológicos de las frenopatías
y su semiología quedaron sin estudiar por parte de Borda.
Al cumplirse un aniversario de su
nombramiento de profesor, los amigos, condiscípulos, alumnos y ex alumnos del
gran maestro Borda le ofrecieron un banquete, con la masiva asistencia de un
millar de adherentes. La Sociedad de Neurologia, Psiquiatría y Medicina Legal
realizó una sesión extraordinaria en su homenaje el 5 de junio de 1931.
José Tiburcio Borda falleció en Buenos
Aires el 6 de septiembre de 1936.
Viñeta 5: Arturo Ameghino (1880-1950)
Químico, psiquiatra y neurólogo nacido en
La Plata el 14 de julio de 1880 y sobrino de Florentino y Carlos Ameghino, este
insigne maestro es tronco de un prestigioso linaje, "one of the most remarkable in scientific history" (George
Gaylord Simpson, 1948), que honra a la ciencia argentina. Pero Arturo no
necesitó de la energía de sus tíos para brillar con luz propia y, como se verá,
algunos contraluces.
Arturo Ameghino cursó los estudios
primarios y secundarios en su ciudad natal. Por entonces ya era "absorto
y meditabundo" y reflexionaba silenciosamente, a tal extremo que recibió
el mote de "ensimismado".
A los dieciocho años, y para ser precisos
el 24 de diciembre de 1898, se graduó de químico farmacéutico. Ipso facto se inscribió en la carrera
médica y el 12 de febrero de 1904 se recibió de doctor en medicina.
Al igual que Florentino Ameghino, quien
en su tiempo dirigió la Escuela Elemental de Mercedes en la Provincia de Buenos
Aires, Arturo Ameghino fue profesor de química y de ciencias naturales en el
Colegio Nacional de dicha ciudad, amén de actuar como farmacéutico de Sanidad
Militar y médico de policía. Ejerció asimismo por algunos años en un hospital
de Mercedes.
En el año 1911 viajó a Francia, donde permaneció
estudiando tres años, hasta comienzos de 1914. En París asistió o, mejor dicho,
se matriculó y completó el curso de neurología del mundialmente célebre José Julio
Déjerine, y en el del psiquíatra Grasset, con cuyo nombre se conoce la
enfermedad "edema azul" de las histéricas. Una vez que hubo terminado
los cursos de Déjerine y de Grasset, se encaminó con evidente predilección a la
Facultad de Medicina de Montpellier, tal vez atraído por la fama del eximio
profesor Vialleton, y quizás también por ser dicha Facultad cuna del inmortal Pinel,
el famoso maestro de la Clínica de Bicétre que excluyó los métodos coercitivos
del tratamiento de alienados. Con Vialleton siguió un curso completo de
histopatología, dedicando todas las mañanas a hacer cortes con el micrótomo,
para luego colorearlos y observar detenidamente células y fibras en el microscopio.
Mariano
Alurralde (1873-1944), discípulo de Ricardo Sudnik y Christofredo Jakob
Al regreso de Europa, Ameghino no se hizo
cargo de las cátedras de química y ciencias naturales en el Colegio Nacional de
Mercedes ni de las funciones de médico de policía de dicha localidad. Pasó de
Mercedes al Hospicio de las Mercedes. En efecto, en mérito a los cursos seguidos
con Déjérine, el profesor Mariano Alurralde le ofreció la jefatura de la
clínica en la Cátedra de Neurología, nombrándolo para ello médico interno titular
del Hospicio de las Mercedes, cargo que ejerció en los años 1915 y 1916. En
este cargo y sucesivos en áreas psiquiátricas y psicológicas se desempeñó con
verdadero ahinco hasta 1931. En rigor de verdad, su relevante carrera en la especialidad
data de ese 18 de octubre de 1914, a su regreso de Europa.
Sus clases de semiología neurológica
sorprenden por el vasto y profundo conocimiento qué pone en evidencia, la
exactitud de sus observaciones y, en particular, por la originalidad de las mismas
en aquellos días. Creemos que no exageró quien dijo que Arturo Ameghino fue el
mejor semiólogo del sistema nervioso de esa época. La solidez del saber que
poseía y la vastísima experiencia que fue adquiriendo al lado de la cama del enfermo,
en continuo contacto con éste, estudiando e interpretando con maestría todos
los síntomas de la enfermedad, forjaron su extraordinaria personalidad como
psiquiatra.
Su actuación en el Hospicio de las
Mercedes, le permitió comenzar un estudio sistemático, racional y metódico de
los enfermos mentales. Durante muchos años los ve, los escucha, los observa y
los interroga dentro y fuera del hospital, les hace, en suma, un cabal y
completo examen objetivo.
Ameghino poseía ya un inmenso caudal de
conocimientos anatómicos e histológicos. No le iban en zaga los conocimientos
psicológicos y psicopatólógicos. Ello no obstó para que, en su afán de
perfeccionarlos, en particular en lo referente a la semiología psiquiátrica,
acudiese a maestros extranjeros consagrados: Grasset, Gibert Ballet y Chaslin,
de la escuela francesa; Pick, Nonne y en particular Kraepelin, de la escuela
alemana, y Pende, Moselli y Lugaro de la italiana. Su actuación en el Hospicio tampoco
le impidió desarrollar, al mismo tiempo, múltiples actividades relacionadas con
la especialidad. En 1920 fue adscripto a la cátedra de Psiquiatría y el 16 de
julio de 1931, al retiro de Borda, quedó como profesor titular de la misma, que
ya había comandado Meléndez, Cabred y Borda, y en la cual lo sucedería Gonzalo
Bosch.
Ameghino formaba parte de la Cátedra
desde 1917, cuando fue nombrado jefe de la sección de Psicología Experimental;
se mantendría en ella hasta 1943. Durante este tiempo, además de acreditarse
como el mejor semiólogo para las enfermedades psiquiátricas, se convirtió en un
gran médico legal, muy reconocido por los informes que hacía de las autopsias
realizadas y por sus explicaciones acerca de la alienación y la emoción violenta.
En su conferencia inaugural hizo alusión
al benemérito Lucio Meléndez, quien a sugerencia de Domingo Cabred creara el 8
de abril de 1886 la cátedra de Patología Mental (cátedra de Psiquiatría). Entre
otros conceptos, dijo Ameghino: "La cátedra de Psiquiatría, en mi sentir, le
debe un acto recordatorio a su genuino creador y genial propulsor, el doctor Lucio
Meléndez, conspicuo personaje de la ciencia argentina, que se apagó en silencio
harto duradero, después de haber derramado, como maestro y como hombre,
raudales de luz y de bondad".
Durante los doce años en que se desempeñó
como titular de Psiquiatría y hasta que se jubiló en 1943, la ímproba labor desarrollada
por Ameghino fuera de la cátedra ha sido muy variada, controvertida y de
trascendental importancia.
En 1923 fue miembro fundador de la
Sociedad Argentina de Neurología, Psiquiatría y Medicina Legal, de la cual se
lo eligió presidente, por unanimidad, para el bienio 1927-1928. Como tal cúpole
ser el editor de las "Actas de la primera Conferencia Latino-Americana de
neurología, psiquiatría y medicina legal, auspiciada por los ministerios de
Justicia e Instrucción Pública y Relaciones Exteriores y Culto, Buenos Aires,
14-17 noviembre, 1928" (Buenos Aires: Imprenta de la Universidad, 1929),
dos volumes con 708 y 965 páginas en quarto.
También fue miembro fundador de la "Sociedad de Medicina Legal y Toxicológica
de Buenos Aires" y se lo distinguid con las designaciones de miembro correspondiente
de la "Liga Brasileña de Higiene Mental", de miembro honorario de la
"Sociedad Chilena de Psiquiatría y Medicina Legal" y de profesor honorario
de la cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, cuando
dejó de actuar como titular de la misma.
En 1936, Ameghino viajó al Chaco, donde
visitó las poblaciones aborígenes de la región. Estuvo allí varias semanas, y
produjo un excelente trabajo acerca de las costumbres de tobas, chiriguanos y
matacos. Pero Ameghino justificó sus propias ideas socialmente conservadoras atribuyendo
muchos "desórdenes sociales" a causas biológicas más activas en
ciertos grupos humanos que en otros. En tal creencia, promovía las políticas
estatales de selección artificial de los inmigrantes provenientes de grupos con
mayor prevalencia de rasgos indeseados y la oferta diferencial de las
oportunidades y recursos escasos, como defensa "higiénica" para
contener el crecimiento demográfico de aquellos rasgos en la sociedad. No
obstante que condenó las leyes racistas del Tercer Reich y aun cuando entre sus
metas la solidaridad humana era primordial, la carencia en Ameghino de profundización
política y su franca reiteración de dichas ideas pragmáticas y malthusianas, en
el crudo lenguaje académico de una época en que en todos los países aun era
habitual la defensa de ciertas formas de eugenesia y tipificación de los
individuos, le generó muchos enemigos políticos y una apreciación no neutral de
sus aportes científicos en otras temáticas.
Fue un gran escritor, con prosa de alto
vuelo literario en la que demostraba las influencias de su amigo Leopoldo
Lugones cuyo hermano, Santiago Lugones, tenía estrecha relación con la familia
de Ramón Carrillo y fue padrino del mayor de los hermanos de éste, Santiago
Carrillo. Con este estilo literario, Ameghino presentó varias obras de
importancia, como "Datos para la profilaxis mental en la República
Argentina" (1923); "El incremento de la locura en la República
Argentina después de la guerra" (1923); "Catatonía y demencia"
(1923); "La educación de anormales en la República Argentina" (1924);
y una gran cantidad de artículos para periódicos y revistas. Actualizando a
Borda, realizó una clasificación pre-DSM de las enfermedades mentales en seis
categorías básicas, de acuerdo al origen funcional u orgánico de los síndromes.
Numerosos trabajos científicos de la especialidad
y otros de distinto jaez publicó Arturo Ameghino, y todos llevan el sello de la
originalidad. He aquí la mera enumeración de algunos títulos, por orden cronológico:
1916 — "La amnesia en lo criminal".
1917 — "Cuestiones médico-legales sobre la locura transitoria".
1920 — "La ebriedad en los descendientes de
alcoholistas".
1921 — "Anatomía patológica del cuerpo tiroides en la
demencia juvenil idiopática".
1922 — "Valuación mental por el método de
Rossolino".
1923 — "El valor medio del perfil psicológico'.
1924 — "Locura familiar homócroma entre
hermanos".
1925 — "Conductores ferroviarios y navales
alienados"
1925 — "Estado mental de los choferes de Buenos
Aires'.
1927 — "Notas sobre las relaciones entre psicosis y
paludismo en la República Argentina".
1927 — "Carácter y extensión de la locura en las
diversas regiones de la República Argentina".
1928 — "Exploración regional de las aptitudes
mentales en la República Argentina'.
1931 — "Inmigración y locura; estadística comparativa
1905-1925".
Después de servir abnegadamente al país,
la vida del ilustre maestro Arturo Ameghino se extinguió el 16 de octubre de
1950.
Viñeta 6: Christofredo Jakob. Su actuación en nuestro país
Christfried
Jakob (1866-1956)
A Rivadavia y Sarmiento les cabe el
mérito de haber traído al país hombres de ciencia, de letras o de arte. Una vez
aclimatados al ambiente local dieron fruto sazonado de su saber y, por qué no
decirlo, de su genio. Igual mérito le cabe al insigne maestro Domingo Cabred
por haber contratado a Christofredo Jakob.
Este sabio neurobiólogo y anatomopatólogo
alemán llegó a Buenos Aires el 17 de julio de 1899 y se alojó por varios años
en el Hospicio de las Mercedes, donde nacieron todos sus hijos.
El 17 de noviembre de 1893 Cabred había
notificado a la Municipalidad, de la cual dependía por entonces el Hospicio,
que éste contaba con un "Museo de Antropología y Patología". El mismo
consistía, en verdad, en un maltrecho ambiente o con más propiedad en una cocina
donde se practicaban las autopsias, con una de las paredes cubiertas de jarros
con los restos patológicos de interés, que podían servir para hacer comparaciones.
La misión de Jakob fue la de hacerse
cargo del flamante sucesor de ese Museo, edificado en 1898 para hacer buena
ciencia. Pero el cambio edilicio no bastaba: gracias a su talento y tenacidad
al poco tiempo se convirtió en un verdadero Instituto de Investigaciones, que
llegó a cobrar fama en toda Sudamérica y, enseguida, en todo el mundo; no sólo
por haber sido el primero que funcionaba en esta parte del continente, sino
también por su organización y la ardua labor de alto nivel científico que en él
se cumplía.
No exageramos; basta citar la memoria que
el 12 de noviembre de 1901 elevó Cabred a la Facultad de Medicina. En ella dice
con énfasis que "en dos años de trabajo inagotable, desde que Jakob está
al frente del Laboratorio, en los armarios y archivos se consignan 26.630
cortes histológicos, entre los cuales hay 17.270 del sistema nervioso normal,
4.622 patológicos, 3.748 de embriología, etc. Y si tomamos en cuenta que no
disponía de ayudantes técnicos en histología, cabe reconocer que la obra de Jakob
es extraordinaria'',
Una pléyade de médicos notables de
aquella época – Borda, Roque Orlando, Noceti, Amable Jones, Demaría, etc. –
acudieron para sus trabajos de tesis y realizar otros que les servían de aprendizaje.
Al aproximarse el vencimiento del
contrato, Cabred le propuso a Jakob renovarlo. Esto se hizo dos días después
del informe, el 14 de septiembre de 1901, en las siguientes condiciones: el
sueldo pasaría de 600 a 800 pesos mensuales y – para alegría aun mayor del
contratado – se agregaba atender también el estudio o mejor dicho la investigación
anatomopatológica de los materiales provenientes del Hospital San Roque, cuyo
jefe era el doctor José María Ramos Mejía.
Mientras tanto, Jakob desplegaba una
actividad inusitada: dictaba clases y cursillos, pronunciaba conferencias,
efectuaba autopsias, veía pacientes, trabajaba en material cerebral y neuroperiférico
humano y animal. Publicó trabajos de extraordinario mérito y absolutamente
originales en nuestro medio, tales como sus Lecciones
de anatomía y fisiología nerviosas, Desarrollo
de la corteza cerebral, Fisiología y
patología de los reflejos cutáneos y tendinosos, y sus modelos teóricos
sobre Localización del alma y de la inteligencia.
Un hecho que tomó trascendencia
internacional, la celebración el 25 de Mayo de 1910 del primer centenario de la
fecha magna en que nuestro país se dio por primera vez gobierno propio,
proporcionó motivo para que se organizaran toda clase de actos y homenajes. Echóse
la casa por la ventana. El más significativo de estos fue el memorable Congreso
Científico Americano Internacional, presidido por las figuras máximas de la
ciencia nacional, Florentino Ameghino y Francisco Pascasio Moreno. En dicho congreso
tuvo actuación descollante Christofredo Jakob, quien aportó varios trabajos de
gran importancia, entre ellos "El hombre sin cerebro", con una
insuperada clasificación de los anencéfalos en sus famosos cuatro rangos de
anencefalia, que leyó en las Sesiones
Psicológicas y que por su originalidad y profundidad concitó la admiración
de los presentes.
La obra cumbre de Jakob, que vale toda
una vida de paciente dedicación, es sin duda su Atlas del cerebro de los mamíferos de la fauna argentina. Es la más
trascendental de todas sus producciones, máxime si tomamos en cuenta que
revela sus descubrimientos sobre la evolución de la corteza cerebral, desde su
sencillez rudimentaria en los animales inferiores, hasta la complejidad y
perfección que alcanza en el ser humano.
Impulso regresivo a su patría. La determinación de Jakob de volver a Alemania, de donde era
oriundo, fue en verdad un "impulso regresivo" y no el resultado de un
sentir ni de una detenida y acabada meditación. La tristeza que lleva al
imperioso deseo del retorno a la patria no rezaba con su carácter exento de
nostalgias, más bien entusiasta y un tanto avasallador.
Lo cierto es que el excepcional conocedor
de la embriología, de la histología y de la anatomía humana, en particular del
sistema nervioso, quiso – nada más justo – extender sus horizontes en el campo
de la neurobiología atento a las doctrinas y teorías en aquel entonces en boga,
en particular en el país germano. Pensó en realizar su trabajo en aquel fecundo
ambiente, con muchos investigadores del más alto nivel y hasta mayor edad. El
hecho escueto es que, habiendo llegado el 17 de junio de 1899 a Buenos Aires,
como ya dijimos, abandonó el país el 24 de agosto de 1910, es decir once años
después. Durante este lapso implantó aquí la investigación neurobiológica y
publicó trabajos científicos originales de un valor inestimable.
Los médicos más destacados de nuestro
medio en aquellos momentos, como ser Ramos Mejía, Ingenieros, Cabred, Aráoz Alfaro,
etc., se sintieron muy conturbados ante el alejamiento de Jakob, para quien
Domingo Cabred reclamó de la Facultad de Medicina el nombramiento de doctor
"honoris causa". El ilustre científico hasta entonces ciudadano alemán
sin duda alguna se había hecho acreedor a la distinción, pero este pedido no
cuajó. Igual suerte corrló la iniciativa del doctor José María Ramos Mejía,
quien había sugerido la designación del supremo hacedor de la neurobiología en
la Argentina como jefe honorario del Laboratorio de la cátedra de Clínica de
Psiquiatría y otros cargos de la misma índole y significado. De todos modos,
los homenajes de despedida fueron múltiples y de diverso jaez.
Pero ya en Munich Jakob tropezó con
serias dificultades para lograr, como lo merecía, una ubicación digna de sus
antecedentes científicos. Durante los once años de su alejamiento, él se había
alejado, por así decir, de los cargos descollantes en la ciencia y en la
enseñanza, que en Alemania estaban todos ocupados por gente de gran mérito. Sumábase
a esta circunstancia cierta situación incómoda para el repatriado. En el Laboratorio
de Neuropatología de Munich y otros institutos, a cuyo frente había personalidades
de fama mundial como los Spielmayer, Vogt, Alzheimer, etc., no se coincidía en
varios aspectos con los principios o teorías sostenidas por Jakob, todavía
incompletamente comunicadas o recién recibidas, dando lugar todavía la mayoría
de las veces a las polémicas enojosas con que suelen recibirse en las corrientes
întelectuales poderosas los resultados originales llegados desde afuera. De
hecho, varios descubrimientos de Jakob corregían a figuras señeras de la neurobiología
germana, sin nombrarlos nunca pero con las implacables microfotografías que
comprobaban públicamente su error. No pocos de los colegas maduros vieron a Jakob,
la pujanza y magnitud de sus investigaciones y, para peor, la amplitud de sus
perspectivas, como un poderoso rival de cuarenta y cuatro años de edad, sin ataduras
o compromisos y capaz de quebrar carreras, a quien era prudente mantener alejado.
La noticia en el semanario médico de Munich sobre su descubrimiento de la doble
corteza y las dos obras gigantescas, sobre el cerebro humano y la serie de
cerebros animales de faunas "exóticas", publicadas también de
inmediato en Munich ya que Jakob había precedido su regreso con el envío de los
materiales para publicar, produjeron un efecto aplastante. Se vendieron estas
obras con mucho éxito pero, fuera de algunas reseñas de compromiso, al principio
y especialmente mientras Jakob estuvo en Alemania generaron un demostrativo
silencio. Jakob advirtió muy pronto la situación y, pese a su índole animosa,
suspendió inteligentemente las inútiles entrevistas con las que buscaba empleo
en las universidades germanas. Envidia y celos se percibían en varios de los
institutos más importantes, que movilizaron sus relaciones para que semejante
monstruo científico no volviera a radicarse en Alemania; algunas cartas lo
revelan. Quienes no se erizaban a la defensiva no dirigían institutos adecuados
y para Jakob se hizo evidente que era necesario esperar algunos años hasta que
sus aportes fueran recibidos desde una perspectiva puramente científica. A la
vez Jakob comprendió que si permanecía en Alemania iba a perjudicar la
comunicación de su obra científica, con los celos que generaba su presencia
cercana. Este grave motivo fue concluyente. Debía alejarse otra vez. Era necesario
dar tiempo para que a su obra la apreciaran investigadores alemanes un poco más
jóvenes y que no compitieran con él para mantenerse en sus cargos académicos. En
resumidas cuentas y para no ahondar más, se encontraba "descentrado"
en Alemania y no estaba dispuesto a perder para su labor un tiempo
significativo. Por eso optó por separarse de su familia europea y regresar
adonde sabía que contaba con discípulos maduros, independientes y capaces para
continuar avanzando en las investigaciones, mientras los círculos
universitarios de su patria iban absorbiendo sus aportes anteriores. Se sumaron
en esta decisión las solicitudes que seguían formulándole los argentinos.
Volvió, esta vez en forma definitiva.
De regreso al país. No nos debe extrañar pues el
regreso de Jakob. Igual suerte corrieron Bonpland, Burmeister, y otros. Esta
vez le cupo el mérito de su contratación al profesor José A. Estevez, titular
de Neurología y a la sazón director del Hospital Nacional de Alienadas, donde
se le construyó in absentia un laboratorio-réplica
del de su universidad de Erlangen, pensado para ser confiado al científico alemán.
Salvadas ciertas formalidades de rigor,
el 1º de febrero de 1913 asumió Jakob la dirección del mencionado Laboratorio.
cargo en el que se desempeñó en forma ininterrmpida por un lapso de 32 años,
es decir hasta agosto de 1945, cuando se acogió a la jubilación – aunque luego
siguió escribiendo aportes hasta el fallecimiento de su esposa, en 1953. Al
tiempo su presencia cercana (apenas los separaba poco más de doscientos metros)
orientaba las labores en el antiguo laboratorio, dirigido siempre y hasta hoy
por alguno de sus discípulos de confianza. Su labor fue tan descollante, que el
par de centros de investigaciones y de enseñanza alcanzó una fama mundial, de
la cual la ciencia neurobiológica argentina puede estar asaz orgullosa a justo
título.
Debernos agregar, en honor al sentido
común, que Jakob gozaba de "libertad de acción", vale decir que no
solamente se dedicaba al trabajo de laboratorio ni mucho menos a justificar
administrativamente las direcciones que sus investigaciones tomaban o tomarían,
sino también a la enseñanza teórica, de tanta fecundidad e importancia. En
efecto, a partir del año 1913 tuvo a su cargo la catedra de Biología en la
Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, en calidad de primer titular de
la misma; y las de Anatomía y Fisiología Patológicas y de Biología en la Facultad
de Humanidades de La Plata.
Clemente Onelli.
Clemente Onelli, director de la Revista del Jardín Zoológico, lo contaba
entre sus dilectos colaboradores. Escribía asiduamente sobre anatomía
comparada. Entre los años 1915 y 1920 aparecieron los dos tomos de su Tratado de Biología General y Especial,
que compendia toda la obra hasta entonces escrita por él sobre la materia.
Profesor titular de Anatomía Descriptiva. El 21 de abril de 1919, el Consejo Directivo de la Facultad de
Medicina de Buenos Aires lo propuso a Jakob como profesor titular de Anatomía
Descriptiva, y el cinco del mismo mes el Poder Ejecutivo Nacional confirmó la
designación. Fue un caso de excepción, pues Jakob no figuraba entre los
miembros del cuerpo docente. Pero se obvió tal inconveniente con dos tercios
de votos a favor y de este modo pudo entrar en terna. Esta designación tenía
gran importancia intelectual, ya que para Jakob la anatomía es un proceso
temporal, no opuesto a una melodía, lo que se ve del modo más claro en las
transformaciones de la anatomía embrionaria.
Había pues llegado el momento de
concretar un viejo anhelo: que !a embriología pasara a desempeñar un papel
fundamental en el aprendizaje de la morfología humana y los cambios en la
formación de los cuerpos desde tiempos prehistóricos (heterocronía evolutiva)
entraran en la formación médica básica. El sistema nervioso dejaría de
constituir un concepto abstracto y esquemático para mostrarse como la ejecución
de alguna forma actual de esa sinfonía, la neuroactividad y algunas de las fugaces
estructuras transitorias organizadas por su solapamiento pasarían a ser órganos
del pensamiento, y el alumno participaría activamente en la enseñanza, puesto
que en adelante debería probar que lo asimilado era un hecho real ... Se
abrieron posibilidades portentosas en la docencia médica argentina.
Pero la turbulencia de la reforma universitaria
estaba en marcha. La renuncia del decano de la Facultad de Medicina, profesor
Julio Méndez, fue motivo para que al profesor Christofredo Jakob le pidieran,
desde luego cortésmente, que abandonara la cátedra, a lo que él accedió sin interponer
objeción alguna. Evitó el conflicto y posibles graves desgastes en ese ambiente
y reservó su capacidad para producir nuevas obras. Ningún miembro del Consejo
Directivo se percató de la significación de lo decidido. ¡Lástima grande que
este inesperado desenlace malograra tantas buenas intenciones!
Pese a tal desaire, Jakob no se amilanó y
el 25 de febrero de 1925 dio a conocer su obra cumbre sobre la histoarquitectura
cerebral, de una originalidad que llama poderosamente la atención. Luego
vinieron sus síntesis, más exploraciones y nuevas síntesis durante casi tres décadas
más.
Ya anciano – más de ochenta años – dictó
un curso de Biología para profesores de la Facultad, en el que hizo gala de los
conocimientos más profundos y variados de la ciencia contemporánea. Aún
después, en 1952, acordó brindar cursos fuera de Buenos Aires, lo que
finalmente no realizó por haberle sobrevenido a su esposa la enfermedad de la
cual el año siguiente falleció .
En cuanto a los méritos de su labor
científica, basta leer las Publicaciones de la Cátedra de Historia de la
Medicina de Buenos Aires del año 1940, donde el prestigioso anatomista español Pedro
Ara Orla expresa la admiración que le suscitara el Museo Neurobiológico del
Instituto de Christofredo Jakob. Y añade que al visitar posteriormente los más
importantes institutos neurobiológicos del continente, ya no podía evitar una
sonrisa al compararlos con el que había conocido en la República Argentina.
Rapidos del Río Puelo, camino a Chile, explorados por Jakob a lomo de
mula.
Excursión científica a través del país. Recordemos el nacimiento y juventud de Jakob. En la parte meridional
de Alemania, al pie de los Alpes Bávaros y al sur de la cercana ciudad de
Nördlingen, se encuentra una pequeña aldea llamada Wernitz-Osthein. En ella
vivían desde hacía largo tiempo Godofredo Jakob y su esposa Babette Körber de
Jakob. Allí les nació un hijo el 15 [sic] de diciembre de 1866, día de Navidad
y, en homenaje a la fecha, le dieron el nombre de Christfried.
Desde su mocedad, según cuenta su propio
hijo Ricardo, Christofredo tenía una inclinación preferencial por la gigantesca
cordillera de los Alpes. Con otros jóvenes de su edad solía participar en
verdaderos torneos que se organizaban entre orquestas o bandas de música.
integradas por flautas, guitarras, tambores, etc. y con tal motivo recorrían la
montaña y hasta se internaban en la región alpina de Italia, donde acostumbraban
pasar los fines de semana.
Esto contribuye a explicarnos el origen
de la pasión de Jakob por la naturaleza y, en especial, por las regiones
montañosas e inhóspitas de nuestro país y también de Chile, el Perú y Bolivia.
Allí, en las alturas, gozaba del descanso espiritual que le brindaba la
majestuosidad de la cordillera y, al mismo tiempo, podía satisfacer hasta la
saciedad su sed por el conocimiento de lo biológico.
Su ansia de viajar, oculta por largos
años, comenzó a ponerse otra vez de manifiesto a los cincuenta y siete años, a
partir de 1923. Fue así como recorrió la parte continental de nuestro país de
punta a punta y conoció la Mesopotamia, las provincias del Noreste, todo el sur
y muy especialmente la cordillera andina y regiones circunvecinas: Nahuel
Huapi, San Carlos de Bariloche, Puerto Madryn, Puerto Pirámides, Comodoro Rivadavia,
Ushuaia, y finalmente las islas Malvinas.
Serán datos que nos proporcionó su hijo
Ricardo Jakob, inició la primera expedición dos días antes de cumplir cincuenta
y siete años, el 23 de diciembre de 1923, fecha en que se embarcó en el
"Cap Polonio" con rumbo a Tierra del Fuego. Aprovechó los días de la
travesía para redactar una nueva introducción a los Elementos de Neurobiología. Visitó Comodoro Rivadavia y Puerto
Madryn observando con vivo interés la geografía y la hidrobiologia de la
región, recogió materiales – especialmente algas y peces – y estudió la fauna y
la flora patagónicas, todo lo cual registraba en maravillosas fotografias y
diapositivas en vidrio, que documentan su largo e interesante viaje. En
latitudes australes redescubrió caminos otrora transitados por los indios chilenos
en sus incursiones a nuestra tierra.
Finalmente Jakob se detuvo en las subyugantes
islas Malvinas, a las que recorrió en toda su extensión. Una vez de regreso en
Buenos Aires, seleccionó y clasificó todo el material recogido, espléndida
colección de la que en las postrimerías de su vida hizo donación al Museo de
Biología la Facultad de Filosofía y Letras, donde a poco de su muerte por
incuria o malevolencia fue perdida.
En 1930 lo encontramos acompañado por
unos baqueanos en Puerto Blest, pequeña población de la provincia de Río Negro
a orillas del lago Nahuel Huapi, en la cordillera de los Andes. En el siglo
XVII, indios y jesuitas transitaban esa zona por un camino angosto y rocoso que
atravesaba el promontorio andino al sur de Vuriloche (Bariloche) y les permitía
llegar al océano Pacífico.
Ansioso por descubrir ese camino de cuya
ubicación sólo quedaban vagas referencias, Jakob se puso en campaña con entusiasmo.
Valido de su amistad con un andinista de gran experiencia, Otto Meiling, y con
la ayuda de baqueanos o arrieros, logró llevar a cabo la atrevida hazaña
después de inagotables sacrificios de toda índole.
Así, gracias a su esfuerzo, hoy puede
hacerse el viaje por tierra entre Nahuel Huapi y Todos los Santos, utilizando
ese camino que une a Bariloche con Reloncavi, al sur de la provincia chilena de
Llanquihué.
(Izq.) Descenso del cerro Brecha Negra hacia el lago Jakob (Der.)
Descenso de la Picada Jakob. Cruce del arroyo que drena del mismo Lago. (Abajo): Lago
Jakob y Refugio General San Martín, Río Negro
A raiz de la primera excursión
orientadora a los lagos del Sur, organizó su conocida serie de viajes a los
Andes patagónicos, entusiasmado por la belleza del paisaje de los recónditos y
prácticamente desconocidos valles que allí hay en número apreciable. En los Anales del Club Andino de Bariloche hay
una nota necrológica de Jakob escrita por el conocido andinista J. F. Fenó,
quien señala que los viajes representaban una faceta característica del
desaparecido hombre de ciencia.
Jakob era un turista independiente que
gustaba planear sobre el mapa sus excursiones, eludiendo siempre los caminos
trillados. Buscaba los baqueanos, organizaba una tropilla y se internaba en la
serranía. Fue así como exploró los valles del Casa Lata, Azul, Claro, etc. En
1929 redescubrió el perdido paso que une el valle del Manso con Cayeras
(Chile). Cuando el ferrocarril llegó a las proximidades de San Carlos de
Bariloche, se alejó de la zona. "Hay demasiados turistas —decía—,
demasiado ruido".
Visitó también los Andes cuyanos.
Alojábase en Mendoza en la estancia de un amigo franco-alemán, tío de quien por
entonces era un niño (nacido el 20 de febrero de 1923) y sería luego un distinguido
psiquiatra transcultural discípulo del bávaro Ludwig Binswanger (1881–1966, el
introductor del análisis existencial o Daseinsanalyse
de significativo impacto en psiquiatría, conectado con las antropologías de
Edmund Husserl y Martin Heidegger), W.
Ross Ashby, W. Grey Walter y Luis Esteves Balado; nos referimos al profesor Fernando
Pagés Larraya. Cuando niño y adolescente este lo acompañaba a la vivienda de
unos aparceros de su tío, algo alejados del alojamiento principal. Allí Jakob
cada verano que llegaba estudiaba con sumo interés a la familia donde había
ocho hermanos con grave retardo del desarrollo intelectual, sordomudez y
cuadriplejía espasmódica familiar. Jakob, pasados ya los 74 años, cruzaba a
lomo de mula los portillos de Tunuyán (4.200 m) y Piuquenes, estudiando los accesos
sur y este del Tupungato.
Cuando en enero de 1941 el que esto
escribe visitaba junto con Otto Meiling la hermosa región de los Cuernos del
Diablo, se juzgó que como merecido recuerdo debía imponerse el nombre de Jakob
a la laguna situada en la unión de los valles del Casa Lata y Casa Piedra,
señalada gracias a su esfuerzo como Laguna Honda en los mapas militares, y a
cuyas márgenes se alza hoy el refugio del Club Andino de Bariloche, que se
avista junto al lago.
Por nota del 5 de junio de 1968, el
Instituto Geográfico Militar hizo conocer a Walter Jakob la disposición por la
cual se establece que "en lo sucesivo, figurará en los mapas el nombre de
Lago Jakob en reemplazo del de Laguna Honda".
Pero fuera de sus lecciones y
conferencias públicas nosotros no habíamos tenido el honor de alternar en modo
particular con el eminente neurobiólogo. Un breve artículo, publicado en La Prensa,
nos permitió animarnos a conocer personalmente al doctor Jakob en su tradicional
casa de Belgrano (comprada mucho después a sus hijos por el Dr. Carlos Outes),
en cuyo "hall", adornado con fotografías de sus amados cerros,
muestras de rocas, cristales de cuarzo y un hermoso piano, lo escuchamos hablar
con entusiasmo de la cordillera y de los inolvidables momentos allí vividos.
Quince años han transcurrido desde
entonces, pero la profunda impresión que nos dejara su recia personalidad se
mantiene intacta, y todo aquel que ascienda a lo largo del Casa Piedra podrá
hallarla reflejada en la hermosa laguna, cuyas aguas profundas y plácidas, en
un marco de austeras montañas, evocan vívidamente el recuerdo del científico,
del andinista y del hombre. Christofredo Jakob entró en la inmortalidad el 6 de
mayo de 1956.
Viñeta 7: Braulio
Aurelio Moyano
Braulio
Moyano (1906-1959)
La muerte relativamente prematura, a los
53 años, de Braulio Aurelio Moyano, ha conmovido a sus colegas, condiscípulos y
alumnos. Y, digámoslo sin ambages, ha cubierto de luto a la neuropsiquiatría
argentina.
Expliquémonos: es cabalmente cierto que
Christofredo Jakob fue el padre y maestro de la neurología argentina, vale
decir que le cuadra de modo terminante el calificativo de non plus ultra. Pero su obra imperecedera iba a ser continuada por
el doctor Braulio Aurelio Moyano, puesto en sus manos, quien, erigiéndose en su
auténtico sucesor y futuro representante de nuestra neuroanatomía y
anatomopatología psiquiátrica, heredaría la misión de llevar adelante el
estudio de las mismas.
Un cuadro de
Fantuzzi: “Anestesia raquídea. – Lección del Dr. J. Arce"
Moyano era oriundo de Villa Mercedes
provincia de San Luis, donde había nacido el 21 de agosto de 1906. Su padre, el
doctor Braulio Dolores Moyano (1876-1935), era un famoso y legendario médico de
Villa Mercedes. Su madre, Clemira Arce (1880-1963), distinguida dama descendiente
de gaditanos, intervenía como instrumentista y principal auxiliar quirúrgico de
su marido. Era prima de otro discípulo de Chistofredo Jakob al que tocara ser
el primer rector (1922-1926) de la Universidad de Buenos Aires elegido según
los principios de la Reforma – aunque no a favor de ellos – y, aun más tarde,
representante argentino ante las Naciones Unidas (1946-1949) y Presidente de su
segunda Asamblea General: el médico y legislador por el Partido Conservador,
doctor José Arce (1881-1968). Estos modelos familiares propusieron algunos de
los ideales de Braulio Moyano. Después de cursar los estudios primarios y
secundarios en su ciudad natal, anticipando siempre los primeros años de cada
ciclo como libre y perdiéndolos luego en ciertas peripecias de los ingresos
universitarios, el joven Braulio se inscribió en la Facultad de Medicina de
Córdoba el 16 de febrero de 1924. Tiempo después, pasó a la de Buenos Aires.
La subyugante personalidad científica del
sabio alemán Christofredo Jakob gravitó, incuestionablemente, sobre el futuro
del joven estudiante de medicina puntano. En efecto, un año antes de recibirse
de médico, es decir en 1927, Moyano logró el nombramiento de ayudante honorario
en el Laboratorio de Neurobiología del Hospital Nacional de Alienados, cuyo jefe
era Jakob.
El célebre trabajo de este último, en el
cual sostenía la tesis de la "doble corteza" —Vom Tierhirn zum
Menschenhirn—, publicado en Munich en 1911, como así también otros de no
menor cuantía, fascinaron a Moyano a tal punto que se hizo un adicto incondicional
de su jefe y maestro.
Para empezar, estudió el idioma alemán
con tanta perseverancia, que llegó a conocerlo a fondo. En los años 1929 y 1930
hizo un viaje de estudios por Europa. Trabajó en las clínicas neurológicas del
Hospicio de Salpetriére, en París, y principalmente en el Laboratorio de la
Clínica de la Universidad de Munich, a las órdenes de los maestros Hugo Spatz y
Max Hallervorden.
De regreso de Europa a mediados de 1930,
se adscribió al Laboratorio del Hospital Nacional de Alienadas. A principios de
1932, con el padrinazgo de Christofredo Jakob, realizó sus tesis del doctorado
que lleva por título La demencia senil y
demencias preseniles, la cual fue aceptada por el jurado de la Facultad de
Medicina el 30 de septiembre del mismo año.
Esta tesis, publicada en 1932, alcanzó
tal celebridad que la fama de su autor se extendió por el mundo entero.
Conforme a lo que sostiene en la misma, Moyano fue el primero en atribuir a un
trastorno del lenguaje interior el comienzo de la afección conocida como
"enfermedad de Pick"
En 1934 se adscribió a la cátedra de
Clínica Psiquiátrica y, trabajando asiduamente, publicó trabajos cientificos de
real valía. Con posterioridad fue nombrado jefe de la Sala de Crónicas del
Hospital Nacional de Alienadas, alternando dicha jefatura con la del
Laboratorio del mismo establecimiento.
El 13 de octubre de 1939 obtuvo por
concurso el cargo de jefe del laboratorio del Hospicio de las Mercedes y desde
entonces dividía su tiempo, diríamos olímpicamente, entre la Sala de Crónicas
del Hospital de Mujeres y el Laboratorio del Hospicio.
Estamos en lo cierto al afirmar que
Braulio Aurelio Moyano fue el creador, en la práctica, del vocablo full time en la Argentina. Y de este
modo fue desarrollando el quehacer cotidiano a través de toda su vida, en una
constante dedicación al estudio y la investigación en el campo de nuestra
psiquiatría. En tal sentido fue un respetable y conmovedor ejemplo para los que
vinieron después y siguieron la ruta por él trazada.
En rigor de verdad, la psiquiatría y la
neurobiología argentinas no tuvieron otro hombre de ciencia que se dedicara a
ellas tan exclusivamente, consagrando su vida entera al quehacer silencioso en
la Sala de Crónicas y en el Laboratorio del Hospicio.
Sus discípulos asimilarían la doctrina
del maestro, vale decir, una profunda creencia en el progreso de las ciencias
neuroanatómicas, aferrándose e insistiendo con tenacidad en el apotegma
sostenido por Wernicke: Las enfermedades mentales son enfermedades del cerebro
(Geisteskrankheiten sind Gehirnkrankheiten).
En pequeña rueda de discípulos, se le oía
decir: "Es ridículo pensar que las distintas formas de esquizofrenia sean
una misma enfermedad. Entre la esquizofrenia catatónica y la paranoide hay un
abismo. Como no conocemos el substrato anatómico de ellas, nos confundimos y
las agruparnos en una sola entidad". Algo parecido a lo que sucedía con la
nefritis y la nefrosis antes de Volhard y Fahr. No dudaba Moyano de la base
orgánica de las esquizofrenias. En cambio, no estaba seguro de que algún día
pudiese hallarse el substrato de los desarrollos paranoides puros: "Quizás
dentro de siglos... quizás nunca'', anunciaba. [Diego L. Outes: Braulio Moyano].
Su habilidad rayaba en la perfección en
sus preparados de la técnica histológica. Marcel Caron. en su clásica obra Étude clinique de la maladie de Pick
(Contribution a l'étude des démences préseniles) hace resaltar precisamente
esta característica y considera el hecho del defecto del lenguaje interior,
puesto en evidencia en los magistrales preparados neurohistológicos de Moyano.
En el año 1944 se le adjudicó el Premio
Nacional de Ciencias, por su trabajo sobre La
anatomía patológica de las enfermedades mentales. Haremos una sucinta
enumeración de sus trabajos científicos, escritos y publicados durante el lapso
breve pero asaz fructífero de su existencia.
Detengámonos, en particular, en su tesis
de doctorado, sobre demencias seniles y preseniles o enfermedad de Pick. Tuvo el maestro argentino una particular
predilección por esta enfermedad degenerativa y sistemática del presenium. En
general, no muchos especialistas la comprenden bien aún, ni han medido sus
alcances, ni se explican el porqué de esta obsesión de Moyano por ella. Pero la
explicación la dio él mismo, sobre todo en su trabajo Aspectos clínicos de la atrofia de Pick (atrofia circunscripta del cerebro).
Sobre la desintegración de las funciones del lenguaje. Allí dice textualmente:
"La atrofia de Pick, proceso degenerativo de carácter
abiotrófico de aparición tardía, afecta de mañera simétrica determinadas regiones
del cerebro, las destruye lentamente, siendo la localización más frecuente la
temporal; le siguen la frontal y la parietal, es rara la occipital y se
observan a menudo formas combinadas témporo-frontales o témporo-parietales. Las
regiones afectadas son las que tienen funciones de organización más compleja.
No ataca por ejemplo, las circunvoluciones rolándicas; no altera directamente
la motilidad o la sensibilidad, pero destruye los centros vecinos que elaboran
complejos motores o sensoriales (gnosias, praxias). Las regiones que elige no
dependen, como en los reblandecimientos, de un riego vascular, ni las toma a
ciegas, como el traumatismo. No infiltra ni comprime, como las neoplasias, la
vecindad. A estas ventajas hay que agregar que no interrumpe los sistemas de
fibras, de proyección o de asociación, de la substancia blanca adyacente."
"Todo hace pensar que la atrofia de Pick es una
afección sistemática. Donde radica destruye de manera selectiva agrupaciones
neuronales que sirven a una función. Este 'designio' sistemático es manifestado
en las formas temporales y parietales y algún día se entenderá mejor en las
formas frontales."
En estos párrafos está dicho todo. No hay
una palabra que sobre, hecho característico de los escritos de Moyano. Tal como
era, parco y reservado, así escribía. A poco de andar en su vida científica, se
había dado cuenta el joven argentino que la enfermedad de Pick era muy a propósito
para arrancar algunos secretos al plan funcional de la corteza cerebral. La
afección atacaba electivamente las zonas "intelectuales" propiamente
dichas y, como era relativamente lenta en sus progresos, daba tiempo al clínico
para estudiar la función que así iba decayendo.
Electividad y lentitud, he ahí la clave.
El clínico presenciaba un experimento neurofisiológico, pero producido en el
hombre, sin el menor traumatismo quirúrgico y con una selectividad de ataque
neuronal imposible de lograr en animales.
Provisto de esta idea neurobiológica
fundamental, atacó Moyano el problema. La tarea era ardua y agotadora. Durante
pacientes años estudió la clínica de las enfermas preseniles del Hospital de
Alienadas y fue escogiendo en su sala a las desgraciadas portadoras de esta
enfermedad.
El trastorno del lenguaje en estas
pacientes estaba en primera fila. A medida que transcurría el tiempo, el
lenguaje era cada vez más inteligible, más jergafásico; al final, sólo rudimentos
quedaban de él. En las autopsias efectuadas por Jakob, hallaba Moyano
preferentemente atacado el lóbulo temporal, por lo que dedujo que aquellas
variedades clínicas, con marcados trastornos del lenguaje, eran formas
temporales del Pick [Diego L. Outes, obr. cit.].
Que la lesión del lóbulo temporal
condujese a un trastorno del lenguaje no era ninguna novedad, por supuesto. Ya
el ilustre Wernicke había comprobado en 1874 que una lesión que tomase la
primera temporal en su segmento posterior y la zona del pliegue curvo y
supramarginal provocaba una particular perturbación del lenguaje de recepción,
que desde entonces dio en llamarse la afasia de Wernicke o afasia de recepción,
contraponiéndosela a la afasia anterior o de Broca o motora, donde el trastorno
del habla ocurría en los sectores expresivos o eferentes.
El mismo Arnoldo Pick, en sus estudios
sobre esta enfermedad, comprobó los trastornos del lenguaje de tipo receptivo.
Por el tiempo de los estudios de Pick —fines del siglo pasado y principios del
actual— ya el descubrimiento de Wernicke estaba bien asentado e influía poderosamente
sobre los investigadores.
Pitres, uno de los neurólogos que más
estudiaron las perturbaciones del lenguaje por focos en zonas témporo‑parietales,
señala un trastorno del habla muy llamativo, que tendría gran trascendencia en
la obra de Moyano. Lo bautizó con el nombre de afasia amnésica y su bella descripción puede leerse en su trabajo L'aphasia amnésique et ses varietés
cliniques, publicado en el "Progrés
Medicale" del año 1898. El portador de una afasia amnésica presenta
una particular falla de la memoria de las palabras, olvidando el nombre de los
objetos sin dejar de reconocer su significado; es un trastorno de la memoria
del símbolo que es la palabra.
Wernicke no la había descrito de modo
específico en su complejo semiológico y, por ello, se discutió largamente si el
cuadro de Pitres pertenecía o no a la afasia de Wernicke. Aunque sin mencionar
a Pitres —sus trabajos son casi contemporáneos—, un neurólogo estadounidense,
Ch. S. Mills, insistió mucho en la existencia de un centro para el recuerdo de
las palabras y se basó sobre todo en su caso leído en la Sociedad de Neurología
de Filadelfia en noviembre de 1894 y que apareció publicado en el "Journal of Nervous and Mental Diseases",
en 1895, con el título The naming centre
with the report of a case indicatíng its location in the temporal lobe.
Vale la pena transcribir algunas ideas de este espíritu sagaz:
"La separación de un área especial con la designación
de naming centre está de acuerdo con
las ideas de Broadbent, Kussmaul y Charcot. De acuerdo con Broadbent, la formación
de la idea de cualquier objeto externo se lleva a cabo por la combinación de la
evidencia que de él traen todos los sentidos. Para el empleo de esta idea en
las operaciones intelectuales, ella debe ser asociada y simbolizada por un
nombre. Él (Broadbent) suponía que, anatómica-mente, el proceso estaba
relacionado con la convergencia de haces de todos los centros receptivos en una
determinada zona del sector sensorial del sistema nervioso, que puede ser
llamada naming centre.
"La destrucción de este centro provocaría la pérdida
de la memoria de los nombres o sustantivos. Provisionalmente, Broadbent colocaba
su centro en un lóbulo innominado situado en la cara inferior del lóbulo
temporal, cerca de la unión con el lóbulo occipital, donde él creía que convergían
fibras desde todos los centros sensoriales."
La paciente de Mills presentaba una
típica afasia amnésica: "... Ella no podía nombrar los objetos que veía
ni los que tocaba". Cuando un lápiz, lapicera, tijeras o dinero le eran
presentados, o bien cuando se le permitía que los tocase, no podía dar sus nombres,
aunque evidentemente conocía lo que eran; en una ocasión llamó a las tijeras
"aquello con lo que yo coso", y al dinero, "con lo que yo
compro". En la autopsia se descubrió un tumor duro que comprimía y
destruía el cuarto posterior de la tercera circunvolución temporal y, en mucho
menor grado, la primera, segunda y cuarta.
En la actualidad, Kleist acepta que el
centro de la afasia amnésica reside en la parte posterior de las circunvoluciones
temporales primera, segunda y tercera, en lo cual también concuerda Henschen.
Una vez estudiado el Pick y habiendo
llegado a las mismas conclusiones, Moyano afirma:
"La atrofia de Pick hace desaparecer la memoria de
las palabras. El retentum asienta en la primera temporal; la región que buscaba
el viejo Mills para su naming centre queda en la cara externa, en los dos
tercios posteriores del lóbulo temporal. Falta determinar hasta donde llegan
sus fronteras, si abarcan toda la primera temporal o si invaden hacia la base,
sobre la fusiforme. La corteza del polo temporal parece ser ajena a esta
región. En mi trabajo relacionado con las demencias preseniles traía, a propósito
de esto, una observación anatomoclínica: la atrofia, bien ceñida al polo,
dejaba indemne los dos tercios posteriores del temporal. Los exámenes
realizados poco tiempo antes de la muerte habían dejado constancia de la ausencia
de la afasia amnésica.
"El estudio de la atrofia de Pick demuestra que el
clásico reducto temporal del lenguaje, limitado al tercio posterior de la
segunda temporal, es mucho más extenso y comprende por lo menos a los dos
tercios posteriores de la cara externa del lóbulo."
Pero lo que aclaró fundamentalmente
Moyano en su tesis con respecto a la atrofia de Pick, es que la afasia nominal
o amnésica es la iniciación de la desintegración del lenguaje de recepción; en
otras palabras, es el comienzo del complejo afásico de Wernicke: "Para
nosotros, la afasia amnésica es la primera claudicación de la función del
lenguaje, exterioriza el primer grado de sufrimiento de la zona de
Wernicke". Y vuelve a afirmar en un artículo de 1951:
"Desde los trabajos de Arnoldo Pick se ha señalado,
en casos de atrofia temporal (en su mayoría hallazgos de autopsia), la existencia
de trastornos del lenguaje de carácter amnésico o sensorial (Stertz,
Schneider), pero no se ha comprendido el significado, como síntoma constante,
de la afasia amnésica en su carácter transitorio, evolutivo, hacia la afasia
sensorial de Wernicke."
En otras palabras, la obra de Moyano
analiza y desmenuza el cuadro de Wernicke provocado por lesiones vasculares de
la zona parieto-temporal.
A medida que progresa la afección, van
añadiéndose nuevos síntomas: "Primero, el empobrecimiento del lenguaje se
inicia con la pérdida de los sustantivos y sigue con los adjetivos, verbos,
adverbios, etc. Sucumben antes las palabras que encierran significación más
precisa, que son de elaboración más trabajosa y que están sujetas a mecanismos
neuronales más complejos, por consiguiente más vulnerables. La afasia amnésica
domina mucho tiempo, durante años, el cuadro clínico, hasta que comienza a borrarse
uno de sus caracteres, la capacidad del enfermo de reconocer el nombre
olvidado. Las palabras comienzan a carecer de sentido, pierden su contenido
simbólico y ya nada significan para el paciente. Aparecen entonces la parafasia
(empleo de una palabra por otra) y la jergafasia (palabras deformadas)."
El descubrimiento de Moyano de que la
afasia amnésica marca el comienzo del complejo de Wernicke es de valor en la
complicada patología del lenguaje. En la República Argentina —nadie es profeta
en su tierra— no fue bien valorado este hallazgo y tuvo que ser Th. Lüers,
alumna de Hallervorden y Spatz, quien confirmara en 1947 los descubrimientos de
Moyano, llegando a sus mismas conclusiones.
Gracias al hecho de que la afasia nominal
es inicial en el Pick temporal y que dura mucho tiempo, enseñó Moyano a diagnosticar
clínicamente la enfermedad, lo cual se hizo por primera vez en 1932.
Nadie lo había efectuado hasta ese
momento y es una glorias de que legítimamente puede enorgullecerse la escuela
neuropsiquiátrica argentina. Los primeros diagnósticos se realizaron en el
Hospital Nacional de Alienadas, donde "hallaban entonces una comprobación
anatómica severa en la ciencia del profesor Christofredo Jakob, que dirigía el
Laboratorio de Anatomía Patológica del Hospital".
En sus últimos años preocupaba al maestro
argentino el problema del Pick frontal: ¿cómo poder diagnosticar en vida un
Pick frontal?, ¿cuáles son sus síntomas? Si bien reconocía que casi siempre la
atrofia del Pick era témporo-frontal a predominio temporal, había casos en que
la atrofia quedaba limitada a la primera circunvolución frontal. Y cifraba muchas
esperanzas en que esta afección pudiese aclarar algo del funcionamiento frontal.
Por eso decía: "En la práctica, la participación frontal imprime al cuadro
clínico el sello de una demencia profunda; el análisis de los factores que la
provocan es uno de los mensajes que trae la atrofia de Pick para ser. descifrado
por los psiquiatras de nuestro tiempo. Se perturban, sin duda, la altas
funciones del juicio y de las asociaciones lógicas”,
La ya citada Lüers dice al respecto:
"No sobrevienen síntomas de afasia amnésica; tampoco trastornos en el
entendimiento del lenguaje, mientras el estado mental del enfermo posibilita el
examen''. Tampoco sobreviene un estado de logorrea; por el contrario, una de
las características más sobresalientes es la aparición, desde el comienzo, de
un desgano para hablar, de un escaso impulso al lenguaje. Coincide en esto
Lüers con la idea de Kleist. No se trata en el Pick frontal de una afasia
motora, sino de una falta del impulso para hablar.
Desde el punto de vista histopatológico,
Moyano fue el primero en demostrar, en su artículo Histopatología de la esclerosis lobar progresiva y simétrica
(1931), que en el Pick también existen placas seniles y la típica degeneración
neurofibrilar del Alzheimer, hechos hasta entonces tomados como privativos de
la demencia senil y de la enfermedad de Alzheimer. En casi todos los Picks
examinados halló estas alteraciones, y los preparados que muestra en su tesis
de doctorado son indiscutibles.
Muy importante para les futuros
investigadores es el hecho comprobado por Moyano y otros autores, de la
frecuente existencia de apraxia ideatoria en las demencias preseniles: "La
hemos constatado en todos los casos en que los trastornos del lenguaje eran
pronunciados" (Tesis del doctorado, pág. 61). Estaba de acuerdo con la
concepción de Foix, quien decía que en la afasia de Wernicke era casi
infaltable la apraxia ideatoria. No se extiende Moyano sobre el tema y no
parece haber profundizado sobre el problema —en verdad apasionante— de la
exacta localización de esta apraxia ideatoria de Liepmann (¿pliegue curvo?,
¿parietal inferior?).
Patogenia
del signo de Argyll-Robertson en la parálisis general progresiva
"En las Jornadas Neuropsiquiátricas Rioplatenses,
realizadas en la ciudad de Córdoba en el año 1935, hemos presentado, conjuntamente
con Roque Orlando, un trabajo sobre Semiología y farmacología de la pupila de Argyll
Robertsou en la parálisis general progresiva. Nuestras observaciones
semiológicas y farmacológicas se llevaron a cabo en una serie de 240 enfermos
afectados de parálisis general progresiva, habiendo llegado a las siguientes conclusiones:
Pudimos comprobar que las pupilas de Argyll Robertson se
comportan, con respecto a las drogas, del mismo modo que la pupila normal. Por
lo tanto, aceptando en las pupilas de Argyll Robertson una lesión de las fibras
nerviosas del iris, esta perturbación no modifica en absoluto la capacidad de
actuar de las fibras musculares intrínsecas del iris, como, por otra parte, ha
sido ya demostrado experimentalmente.
Con respecto a la patogenia propiamente dicha del iris de
los paralíticos generales, descubierta en 1869 por Argyll Robertson, hay varias
teorías.
La hipótesis sostenida en el año 1904 por Marina, es decir
lesiones del ganglio ciliar, no se ha confirmado, en primer lugar, por la
extrema pequeñez del ganglio en cuestión.
En 1905, Dupuy Dutemps había notado, en el iris de los
paralíticos generales, despigmentaciones y atrofias en relación al sistema
nervioso.
La teoría enunciada por Wilson en el año 1914, es decir
una lesión mesencefálica, tampoco tiene asidero."
La disartria en
la parálisis general progresiva
En el año 1906, José Tiburcio Borda, en
un célebre trabajo aparecido en la "Revista de la Sociedad Médica
Argentina" y que versaba sobre Contribución
a la histopatología de la parálisis general progresiva, consagró la famosa
denominación de "desmielinización en abras".
Moyano, a su vez, enalteció su prestigio
científico por el esclerecimiento del signo de aparición precoz, es decir la
disartria paralítica. Tres zonas, de entre las más probables, se consideran admisibles:
I.
La zona motora del lenguaje,
afectada en la meningoencefalitis frontal;
II.
La corteza cerebelosa, cuyas
lesiones fueron descriptas en 1906 por Alzheimer en la parálisis general progresiva;
III.
La vía extracerebelosa o, con mayor
precisión, las corrientes eferentes al cerebelo, según lo admite Moyano en su
célebre trabajo Las lesiones de la oliva bulbar en la parálisis general
progresiva, publicado en el año 1936. Su microfotografía, en donde muestra una
gliosis cicatrizal al Holzer, revela una técnica rayana en la perfección.
También pertenecen a Moyano las
siguientes obras:
Atrofia de cerebelo. Sobre un tipo especial de lesiones de las células
de Purkinje (abril de 1936).
Anatomía patológica de las enfermedades mentales (1943). La componen cinco capítulos: 1- Introducción, elementos de
histopatología general; II - Idiocias; III - Parálisis general progresiva; IV
- Arterioesclerosis cerebral: V - Demencia senil (colaboración en el Manual de
Psiquiatría, de E. Mira y López).
Comentarios sobre las cien primeras autopsias en la Colonia de Retardardos
de Torres. Un estadio sobre las anomalías y lesiones
en el cerebro de los idiotas, en colaboración con los doctores D. L. Cutes y
A. Carrillo (1954).
Otros trabajos de no menor valía dan la
pauta de la trascendental obra realizada por este gran anatomopatólogo argentino.
Braulio Aurelio Moyano falleció en Buenos
Aires el 7 de julio de 1959.
Viñeta 8: Luis Esteves Balado
Luis Esteves Balado, a quien ya
mencionamos con motivo de haber dirigido la tesis doctoral del mendocino
Fernando Pages Larraya ("Sociedades
Experimentales de Animales"), había nacido en la Capital Federal el 15
de enero de 1887. Después de terminar los estudios secundarios en el famoso
Instituto Vértiz, en razón de las revueltas estudiantiles que cundían en
aquella época en !os claustros universitarios de Buenos Aires se inscribió en
la Facultad de Medicina de Córdoba. En 1905, cuando ya había cursado el cuarto
año, fue nombrado practicante en el Hospital Militar de la IV Región, en la
mencionada provincia. Tiempo después regresó a la metrópoli, para continuar sus
estudios en la Facultad de Medicina de Buenos
Aires. En 1910 se incorporó al servicio del Hospital de Alienadas, donde se
desempeñó como practicante menor y mayor hasta el momento de su graduación, el
14 de diciembre de 1911, con tesis de doctorado sobre La erisipela.
Deseoso el flamante egresado de realizar una
práctica provechosa e intensiva de su profesión se trasladó a Formosa, pese a
que por siete años más aún la provincia seguiría corriendo graves riesgos de
malones (el último ocurriría en 1919), para actuar como médico en el Regimiento
9 de Caballería. Habiendo regresado a la Capital Federal en 1913, el mismo año
que desde Alemania lo hizo Jakob para dirigir allí el segundo laboratorio de
neurobiología, Esteves Balado fue nombrado médico interno del Hospital Nacional
de Alienadas el 16 de octubre de ese año.
Dicha fecha fue trascendental para
Esteves Balado, porque a partir de la misma mantuvo algunas diferencias
personales que lo alejaron de varios discípulos de Jakob. Pero desde entonces Esteves
Balado también se sumergió en múltiples actividades médicas que se irradiaron
por todos los ámbitos en que obraba la Sociedad de Beneficencia. En efecto, se
extendieron hasta los confines más lejanos del pais e inclusive hasta las naciones
limítrofes. Lo testimonian su actuación profesional psiquiátrica, su labor docente,
títulos honoríficos, trabajos y publicaciones, conferencias pronunciadas,
padrinazgo de tesis, etc. etc. Con retención de su cargo de médico interno del
Hospital Nacional de Alienadas, en el año 1917 asumió las funciones de médico
subdirector del Hospital "Melchor Romero" y, al mismo tiempo, la
jefatura del Servicio de Observación de Delincuentes de la Policía Federal
Argentina. En 1919 obtuvo por concurso el nombramiento de profesor en la Escuela
Técnica de Enfermeras del Hospital de Alienadas. En este nosocomio en el año
1920 renunció al cargo de médico interno, en virtud de su designación – también
por concurso – como médico jefe del "Ventura Bosch Oeste", función en
la que se desempeñó hasta 1935 con el beneplácito de las autoridades y profesionales
de la casa. En 1924 había sido también distinguido con el nombramiento de médico
subdirector del susodicho Hospital de Alienadas.
En el año 1925 Esteves Balado realizó un
viaje a Europa con la misión de informar a la Sociedad de Beneficencia sobre
el modo en que en esos momentos se desenvolvía la asistencia de alienados en el
Viejo Mundo. Explorando lo que ocurría en el Viejo Continente, concurrió entre
otros al Instituto de Anomalías Constitucionales del adelantado endocrinólogo profesor
Pende en Génova, que acababa de ser inaugurado en el hospital neuropsiquiátrico
"Pammatone", observando allí con interés que incluso su abominable
racismo, que trece años después proveería uno de los principales manifiestos a
la campaña fascista antisemita, repudiaba el rígido biologismo lombrosiano, a
tal punto que incluso para la disparatada idea de "razza italiana" procuraba hallar justificaciones de tipo
histórico, geográfico y social (Histadruth Hamorìm - Asociación Italiana de Docentes
Judíos, Milán, 1961). En diciembre del mismo año Esteves Balado visitaría el
Servicio "abierto" de Enfermedades Mentales del Asilo "Santa
Ana" de París, dirigido por el profesor Toulouse. A su regreso al país, a
comienzos de 1926, presentó a la Dirección del Hospital Nacional de Alienadas
un informe con las observaciones recogidas durante su permanencia en Europa.
El 1º de agosto de 1934 ascendió al cargo
de médico director en Alienadas y, al mismo tiempo, fue nombrado médico director
del Asilo de Lomas de Zamora que de él dependía. En el año 1935, fue el primer
jefe del Servicio de Psiconeurología del Hospital Ferández. Por último, en
1940 contribuyó a los "Cursos de Cultura Católica", que se proponían
dar a conocer "otra campana" que el laicismo, el positivismo y el liberalismo
imperantes en la Universidad argentina. En 1946 el doctor Luis Esteves Balado renunció
a sus cargos, para acogerse a los beneficios ele la jubilación.
Trabajos
científicos publicados. He aquí la nómina de algunos de
los trabajos científicos publicados por el doctor Esteres Balado, en orden
cronológico, concretándonos a citar parte de lo más destacable de su magna
obra:
1923. — Un caso de parálisis general
progresiva a forma ciclotímíca. Presentado en la sesión celebrada en honor del
profesor Nonne por la Sociedad de Neurología y Psiquiatría.
1928. — Sistema de asistencia de
psicópatas, en colaboración con el doctor Julio Oliveira Esteves. Presentado
en la Primera Conferencia Latinoamericana de Neurología, Psiquiatría y Medicina
Legal.
1929. — La malarioterapia en la parálisis
general progresiva. En colaboración con el doctor Julio Oliveira Esteves,
presentado en la sesión realizada por la Sociedad de Neurología y Psiquiatría
en homenaje al profesor Lepine publicado en la "Revista de Especialidades
de la Asociación Médica Argentina" y la "Revista de Criminología,
Psiquiatría y Medicina Legal".
1932. — Los delirios secundarios
considerados como secuela del paludismo terapéutico en la parálisis general
progresiva. Rn colaboración con el doctor Julio Oliveira Esteres, presentado en
la reunión extraordinaria de la Sociedad de Neurología y Psiquiatría de
Rosario.
1931. — Necesidad de que cada provincia y
grandes municipios atiendan a sus alienados. En colaboración con el profesor
Alberto E. Rossi y presentado en la Primera Conferencia Nacional de Asistencia
Social.
1931. — Discurso pronunciado en la
primera sesión extraordinaria de la Sociedad de Neurología y Psiquiatría.
realizada en homenaje a Ramón y Cajal el 16 de noviembre de ese año.
1936. — Sobre la obra psiquiátrica del
profesor Borda, una de las alocuciones leídas en la sesión extraordinaria
realizada en homenaje al profesor doctor José T. Borda por la Sociedad de Neurología
y Psiquiatría de la Asociación Médica Argentina.
1939. — Consideraciones sobre la
asistencia del alienado, en colaboración con e! doctor Luis M. Martínez Valbe.
Trabajo presentado en el Sexto Congreso Nacional de Medicina, celebrado en
Córdoba.
Adscripciones: En 1924 fue adscripto a la
Cátedra de Clínica Psiquiátrica, con cuyo motivo presentó un trabajo sobre el
Resultado de la observación anatomopatológica de ciento sesenta cerebros de
decientes seniles.
En 1932 con el voto unánime del H. Consejo
Directivo, la Facultad de Medicina de Buenos Aires lo designó profesor adjunto
de Clínica Psiquiátrica. Años más tarde, en 1943, fue profesor extraordinario
de la misma cátedra.
Representaciones: 1938. — Delegado de la Sociedad de Beneficencia de la Capital a las
Jornadas Módicas Panamericanas, celebradas en Montevideo.
1938. — Designado por el rector de la
Universidad, a propuesta de la Facultad de Medicina, para integrar la
delegación que representaría a la misma ante el Primer Congreso Panamericano de
Endocrinología de Río de Janeiro.
Cargos
honoríficos: 1929. — Vicepresidente de la Primera Comisión
Directiva de la Liga Argentina de Higiene Mental.
1933-1934. — Presidente de la Sociedad de
Neurología y Psiquiatría.
1934. — Presidente de la subsección de
Psiquiatría del Quinto Congreso realizarlo en Rosario de Santa Fe.
1932. — Designado miembro titular
honorario de la Sociedad de Neurología y Psiquiatría.
1935.— Presidente de la Conferencia de
Médicos del Hospital Nacional de Alienadas.
1936.— Miembro titular de la Sociedad de Psiquiatría
y Medicina Legal de La Plata y de la Academia Nacional de Medicina.
1958. — Miembro de Honor de la Saciedad
de Ciencias Criminales y Medicina Legal de Tucumán.
1958-1959. — Presidente de la Academia
Nacional de Medicina.
1965. — Electo
miembro titular de la Academia de Ciencias.
1966-1967. — Presidente de la Academia
Nacional de Medicina, por segunda vez.
Como se verá desde el puesto más modesto,
el de médico interno del Hospital Nacional de Alienadas en que se iniciara en
el año 1913, hasta el más encumbrado, como lo fue la presidencia de la Academia
Nacional de Medicina que ejerciera en dos oportunidades, registra una serie de
títulos honoríficos, trabajos científicos, labor docente, etc. etc., que nos
honramos en señalar. La vida de este relevante protagonista de la psiquiatría
argentina se extinguió el 26 de marzo de 1968.
Viñeta 9:
Lanfranco Ciampi
La llegada al país del reformador social
y psiquiatra italiano Lanfranco Ciampi, que desde 1922 fue el introductor
académico de Sigmund Freud y el psicoanálisis en las cátedras y praxis psiquiátrica
de nuestro país, dio un fuerte impulso al desarrollo de la disciplina al crear
una cátedra de Psiquiatría Infantil, en la Facultad de Ciencias Médicas, en
Rosario, así como instituciones para la internación y tratamiento de los "anormales graves", niños y jóvenes
con serios retardo del desarrollo.
Lanfranco Ciampi nació en San Vito in
Monte, Italia, el 21 de febrero de 1885. Con una innata vocación por la
psiquiatría infantil, cuando aún era estudiante de medicina de la Real Universidad
de Roma ya se preocupaba por la curación o mejora de los niños anormales,
débiles, mentales y retardados, por cuya razón a partir de 1905 y durante tres
lustros se desempeñó en el Instituto para el Tratamiento Médico-pedagógico de
Niños Nerviosos y Retardados, que dirigía en Roma el profesor Sante de Sanctis.
Primero lo hizo como practicante interno. Al graduarse en Medicina y Cirugía en
1913, Lanfranco Ciampi asumió la vicedirección de ese establecimiento, cargo
que ejerció hasta 1920. Durante este último lapso se desempeñó, además, como
médico de la especialidad en otras instituciones médico-pedagógicas romanas
dedicadas a la asistencia y tratamiento de niños anormales, retardados y
neuro-psicopáticos; y, asimismo, como jefe de la Sección Psicología de los
Anormales, del Instituto de Psicología Experimental de la Real Universidad.
En marzo de 1922 vino a nuestro país, inicialmente
contratado por un periodo de tres años por el Poder Ejecutivo Nacional para la
organización de la Escuela de Niños Anormales y Retardados y como jefe del Laboratorio
de Psiconeuropatología de la Facultad de Medicina de Rosario. Habiéndose impulsado
y creado con su presencia en dicha casa de estudios la cátedra de Psiquiatría
Infantil, le tocó inaugurarla como profesor titular el 12 de marzo de 1923. El
año siguiente, el Consejo Directivo de la Facultad le confió la cátedra de
Psiquiatría de adultos, en ambas de las cuales quien esto escribe se contó
entre sus alumnos. El 8 de octubre de 1927 se hizo cargo de la dirección del
Hospital local de Alienados. En 1930 Ciampi fundó la filial rosarina de la Liga
de Higiene Mental.
A partir de la idea clásica de la
categoría de idiotas, Ciampi estableció un modelo de abordaje médico-pedagógico
con elementos psicoanalíticos y, al mismo tiempo, un diagnóstico para la
psicosis infantil, la demencia precocísima, para el que se basó en las
enseñanzas de su maestro Sante de Sanctis. Para Ciampi las enfermedades
mentales desarrolladas durante la niñez presentan características clínicas específicas,
diferentes de las de los adultos.
Ciampi obró con plena conciencia como un
reformador de la "vieja psiquiatría asilar" decimonónica centrada en
el individuo. Definía el rol del psiquiatra como un agente de intervención social,
preocupado antes por la prevención que por la enfermedad misma. El elemento que
según él definía a la "nueva psiquiatría dinámica en oposición a la psiquiatría
del viejo manicomio" era la higiene mental, que se proponía "luchar contra
todos los factores exógenos de las enfermedades mentales" cuyo impacto se
ha de reconocer, en cada caso, a través de la escucha y el encuentro personal
con cada unos de los pacientes. Su tratamiento médico-pedagógico incorporaba
elementos de psicología profunda (de Sigmund Freud y de otros psicoanalistas), la
experiencia francesa en el tratamiento de retardados graves, los aportes de
Sante de Santis y sus propias innovaciones y experiencia.
Son incontables las publicaciones
científicas del maestro Ciampi. Las primeras, que dio a imprenta cuando aún
era estudiante, a justo título llamaron
poderosamente la atención en el ambiente médico de Roma. Por ejemplo, los
trabajos titulados "Rendiconto delle malattie trattate nelle casa di cura
e di educazione per fanciulli nervosi" (1909) y "Relazione sul corso
magistrale per l'insegnamento ai deboli di mente". A la par que originales,
ambos revisten asombrosa actualidad.
Ya en nuestro país, dio a conocer un
nuevo trabajo científico: "La asistencia de los menores: consideraciones
médico pedagógicas", publicado en la Revista de Criminología, Psiquiatría
y Medicina Legal de Buenos Aires, en el cual revela el porqué de su contrato en
la Universidad del Litoral. Luego le siguieron: "La asistencia de los enfermos
mentales según los criterios reformadores modernos" y "Los retardados
pedagógicos", que aparecieron en 1923 en la Revista de Ciencias Médicas de
Buenos Aires. Suman un total de sesenta los trabajos publicados en nuestra patria
que llevan su firma y todos tienen el sello de la originalidad, a la par que
evidencian profunda erudición.
La vida científica de L. Ciampi fue
múltiple y variada. Su vasto conocimiento de la especialidad de psiquiatría
infantil y su vocación por el encuentro con el paciente como persona individual
trascendieron los limites de nuestro país. De su saber y experiencia dan prueba
además diversas comunicaciones y su participación en congresos realizados en
el Uruguay, Panamá, Ecuador, Brasil, etc De las sesenta comunicaciones
presentadas por él aqui y en el extranjero, sólo mencionaremos: "Las infecciones
y la delincuencia infanto-juvenil", leída en la II Conferencia de Neurología,
Psiquiatría y Medicina Legal, que tuvo lugar en Río de Janeiro en 1930;
"Todavía sobre el tratamiento bismútico-endorraquídeo en las afecciones
neuro-luéticas", Montevideo, 1932, y "Santo de Sanctis: el maestro y
el hombre", leída en el Ateneo Neuropsiquiátrico del Hospicio de las Mercedes
en 1935, etcétera.
La Liga Argentina de Higiene Mental tuvo
en Ciampi, desde su creación, un
ferviente inspirador. Gracias a él, fue inaugurado el 30 de noviembre de
1938 el Instituto Neuropsiquiátrico de la Liga. Esta nueva institución, que
lleva el nombre de la presidente de la Comisión Auxiliar, doña Cecelia Estrada
de Cané, está dedicada a los niños mentalmente enfermos. Pero en verdad, de
esta magna obra el doctor Lanfranco Ciampi fue primero instigador y luego su
fundador y director ad vitam.
En un justo homenaje que se le rindió a Ciampi,
la señora Haydée Rodríguez Novelle de Arias tuyo felices y acertadas expresiones
cuando se refería al maestro: "Es indudable que los hombres perduran a
través de sus obras, pero también perduran a través de sus sentimientos y los
muros de nuestro Instituto vieron a lo largo de años a nuestro querido doctor
Ciampi derramando tanto amor, tanta ternura, tanta bondad, tanta
comprensión".
Esta última caracterización era
proverbial: al profesor Ciampi siempre se lo veía con una sonrisa y franca
humildad tanto en el trato como en el vestir, presto a acudir adónde creyera
ser útil y casi siempre incapaz de cobrar por su asistencia. Leía muchísimo
robando horas al sueño y solía llevar a las instituciones a su cargo a sus dos
pequeñas hijas Lucy y Olga, para inspirarles simpatía y solicitud hacia
quienes, con el lenguaje de la época, debían llamar "niños anormales".
Afabilidad y buen trato le granjearon amistades en todo el espectro político.
Mantuvo cordial amistad con el décimo director del Hospicio de las Mercedes
(1931-1947) y activo higienista psiquiátrico, Dr. Gonzalo Bosch, bajo cuya
atildada presencia y algunas características contrapuestas a las de Ciampi,
este aun pudo ver los valores humanos que apreciaba. Cuando en impiadoso acto
administrativo Ciampi quedó cesante fue el ministro Ramón Carrillo, de un gobierno
cuya ideología Ciampi no compartía, el que supo convocarlo para facilitarle su
situación. Ya anciano, Ciampi advirtió que pese a la importantísima tarea
cumplida en lo personal carecía de medios económicos para mantenerse y debió
tramitar una jubilación graciable por incapacidad para trabajar.
Hemos consignado los hechos principales
de la actuación y los hechos sobresalientes de esta figura máxima de la
neuropsiquiatría infantil e introductor del psicoanálisis en la República Argentina.
Por empezar dijimos que fue el fundador de la cátedra de psiquiatría infantil y
al mismo tiempo director del Hospital de Alienados. Con respecto al Instituto
de Psiquiatría del que también fue fundador, creemos oportuno señalar el
concepto que mereció del profesor Pierre Janet, del Collége de France, en oportunidad
de su visita al Instituto: "...con toda mi admiración por la pequeña
Clínica Psicopatológica; es el sueño de toda mi vida que veo aquí
realizado...". Lanfranco Ciampi falleció en Buenos Aires, el 19 de juio de
1968. Tenemos referencia de que su señora esposa, doctora Matilde Teresa
Flairoto, rectora del Liceo N° 2 de la capital federal y docente de vasta
cultura, preparó un artículo sobre "La vida y aportación científica de Lanfranco
Ciampi":
Viñeta 10:
Algunos directores
del actual
Hospital Nacional José T. Borda
Primer Director
Doctor José
Teodoro Baca
(11 de octubre de 1863 — 14 de mayo de 1864)
Al crearse el Cuadro de Dementes en el
Hospital General de Hombres, el 11 de octubre de 1863 se hizo cargo del mismo,
como médico-director, el doctor José Teodoro Baca, quien desde que se graduara
en la Facultad de Medicina se había especializado en enfermedades mentales.
Además, era concejal del Municipio por la parroquia de San Telmo.
Poco después, a iniciativa del
administrador del establecimiento don Francisco de Paula Munita, el Cuadro de
Dementes tomó el nombre de Asilo de San Buenaventura, en homenaje al doctor
Ventura Bosch, infatigable precursor de la psiquiatría.
Allí se inauguraron cursos para la
enseñanza de esta especialidad, cuyo primer docente fue el doctor Martín García
y su primer jefe de trabajos prácticos el propio director del Asilo, doctor Baca.
Este seleccionaba los casos característicos para llevar a las clases prácticas
que se daban a los estudiantes de medicina. Ambos actuaban ad honorem. El doctor Baca permaneció al frente del Asilo de San
Buenaventura hasta el 14 de mayo de 1864.
Segundo Director
Doctor José María de Uriarte
(15 de mayo de I864 — 30 de octubre
de 1892)
La logia “Unión del Plata” fue una de las
siete que conformaron la Gran Logia de la Argentina. El 15 de mayo de 1864
asumió la dirección del Asilo de San Buenaventura el integrante (junto a
Domingo Faustino Sarmiento) de esta logia, doctor José María de Uriarte. No fue
para ello óbice el hecho de que, al graduarse en el año 1851, hubiera
presentado una tesis sobre tisis pulmonar debiéndola encabezar, por supuesto,
con los lemas de uso obligado: "¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran
los salvajes asquerosos unitarios! ¡Muera el loco traidor salvaje unitario Urquiza!".
El doctor Uriarte, empeñando en sus
humanitarias funciones toda su actividad y talento, consiguió algunas mejoras
en el establecimiento. En aquel tiempo las mismas constituyeron un adelanto
extraordinario. Pero la indiferencia gubernativa le impidió realizar el vasto
plan que se había propuesto.
No obstante con su dirección comenzó un
período de verdadero progreso médico en el Asilo de San Buenaventura. Aun
cuando al principio le fueron transplantados algunos de los sistemas
coercitivos que se emplearon en el Cuadro de Dementes del Hospital General de Hombres,
no tardó en adoptarse un método de tratamiento basado en prescripciones científicas
avanzadas.
Debe tenerse en cuenta que en Europa el
tratamiento de la locura y los sistemas de aislamiento se hallaban en plena
evolución. El doctor Uriarte procuraba adoptar la terapéutica especial que se
experimentaba en los asilos extranjeros. En este sentido realizó una obra
admirable para aquella época: puede decirse que él implantó en la Argentina el tratamiento moral del alienado, o
psicoterapia en denominación moderna, juntamente con el tratamiento médico; e
instituyó el trabajo entre los locos (jardinería, taller, etc.) como importante
recurso terapéutico.
Pero las buenas intenciones del doctor
Uriarte se estrellaron contra una dificultad primordial: la estrechez del
edificio. Este no podía alojar más de ciento veinte enfermos. Se colmó desde
el primer día y al poco tiempo el número de asilados se triplicó. Se inició
entonces el hacinamiento de los enfermos, que malograba en gran parte los
progresos implantados en cuanto al tratamiento y a los nuevos sistemas puestos
en práctica.
El local del Asilo de San Buenaventura que,
con el tiempo, pasó a denominarse la "casa vieja", era una construcción
levantada de acuerdo al tipo de establecimiento ya definitivamente reemplazado
en Europa por el sistema de pabellones. El primitivo edificio se componía de
celdas cerradas por completo y aisladas del exterior, que hacia la parte
interna de la casa se abrían sobre un corredor cuadrangular, una especie de
claustro sombrío, conventual, que rodeaba un gran patio desarbolado. Los alienados
vagaban por este patio durante el día, y por la noche eran conducidos a las
tristes celdas. Para sus ojos alucinados sólo había, continuamente, la misma visión
sombría del corredor conventual. Los únicos que escapaban a la influencia de
ese monótono y triste espectáculo diario eran los enfermos más tranquilos, a
quienes se empleaba en trabajos de jardinería en los terrenos circundantes del
establecimiento y en las plazas públicas cercanas.
En resumen, podernos sintetizar la obra
magnífica del doctor José María de Uriarte en los siguientes hechos:
1) Implantó un sistema curativo basado en
prescripciones científicas avanzadas;
2) Implantó el tratamiento moral y médico
del alienados;
3) Instruyó el trabajo entre los locos,
como importante recurso terapéutico: talleres, jardinería, etc. Fue, en ese
sentido, el pionero que instituyó el trabajo entre los alienados, es decir, la
laborterapia.
El Dr. Uriarte falleció en funciones, el
16 de octubre de 1876.
Tercer Director
Doctor Lucio
Meléndez
(1876-92)
Lucio
Meléndez (1844-1901)
Después de la muerte del doctor José
María de Uriarte fue nombrado director del Asilo de San Buenaventura el
doctor Lucio Meléndez, un médico distinguido, de espíritu culto, lleno de constancia
y de elevadas intenciones, que sin resignar el somatismo de la época también
buscaba con cada paciente un encuentro personal, sintiendo el sufrimiento ajeno
como propio.
Lucio Meléndez nació el 13 de febrero de
1844 en la provincia de La Rioja. Cursó los estudios primarios y secundarios
en Córdoba, en el famoso Colegio de Montserrat. En el año 1863 pasó a Buenos
Aires, en cuya Facultad de Medicina se graduó en 1872. Su tesis versó sobre Aneurismas externos, trabajo que causó
sensación en aquella época.
Durante los dieciséis años que ejerció la
dirección del manicomio, Meléndez se consagró por completo a la obra de mejoramiento
de la situación del alienado. Los mayores obstáculos que se oponían a su tarea
empeñosa y seria eran la estrechez del local, cada vez más grave a medida que crecía
la población de alienados; y la indiferencia con que generalmente se consideraba
el problema de la asistencia hospitalaria del insano.
Auguste
Voisin, cuyas Leçons cliniques de 1876 influyeron mucho sobre Meléndez
Narra Ingenieros que "el doctor
Meléndez parecía ser la única persona en Buenos Aires que se preocupaba de este
problema. En el público, la idea del manicomio y de la de su director suscitaban
conjuntamente una sonrisa. Eran un motivo de chiste, un alimento del comentario
benevolente y familiar. La tremenda realidad de la locura, la sombra enorme del
dolor que esparce su proceso fatal en las familias desesperadas, las presunciones
sociales y el pesimismo inquietante que surgen ante la vida artificial socialmente
conducida, el malestar que insinúa la sola idea de este espectro que reduce la
armoniosa inteligencia humana a la estúpida vida bestial del idiota o la arroja
en el delirante frenesí que desencaja ideas y ennegrece las cosas; todo esto y
las consideraciones sensatas que inspiraban la obra del doctor Meléndez, desaparecían
en la superficialidad del ambiente, bajo la vaga impresión general que
asociaba al manicomio con una idea de novedad, de exotismo, casi de literatura.
Y la personalidad de Meléndez también desaparecía en la imaginación pública,
que lo tenía como un hombre de otra especie, condenado a cuidar locos por una
idiosincrasia ingénita, una especie de loco él también."
Bajo la rueva dirección comenzó a
evolucionar lentamente el pequeño Asilo, que en 1887 tomaria el nombre de Hospicio
de las Mercedes. En 1879, para solucionar la estrechez del local, Meléndez
pidió que en los futuros ensanches se hicieran pabellones aislados, separados
del antiguo edificio por medio de jardines espaciosos que servirían de recreo a
los insanos y a la vez permitirían fácil entrada de la luz y el aire, de
los que aquellos carecían en alto grado.
Los planos que Meléndez presentó, ideados
en Francia por los doctores Esquirol y Desponte, son impecables para su época.
En ellos se aplica el principio de la distribución clínica de los alienados,
separados los agudos de los crónicos, los convalecientes de los agitados, los
dementes, los epilépticos, los paralíticos, los semiagitados, los crónicos
tranquilos, los desaseados, etc.
De acuerdo con este criterio pabellonario,
el nuevo edificio contaría con los siguientes
departamentos: uno para alienados tranquilos, otro para alienados
delincuentes y agitados, otro de alienados gotosos, enfermería, baños y
cocina, todos ellos numerados en forma correlativa; un piso para casa
habitación del médico director y una planta para la oficina administrativa.
Pero el doctor Meléndez no podía realizar
la modernización del Hospicio por la estrechez de los recursos que le asignaba
el Gobierno. De este modo iban pasando los años, sin que los ensanches que proyectaba
en el antiguo edificio y las mejoras que soñaba implantar en las futuras
construcciones llegaran a concretarse.
Durante el lapso comprendido entre 1879 y
1887 Meléndez reiteró las notas y gestiones personales ante la Municipalidad de la cual dependía el Hospicio, y procuró
por todos los medios interesar a los poderes públicos en la obra necesaria e
imprescindible. Por fin, al cabo de diez años de empeñosos esfuerzos, de dedicada
vocación humanista y desinterés sin igual, sus deseos quedaron satisfechos en
gran parte y, por añadidura, también por entonces se creó la Cátedra de
Psiquiatría en la que designósele primer titular.
El 8 de marzo de 1887 vio inauguradas las
obras de ensanche tantas veces aconsejadas, librádose la siguiente acta ya mencionada
que las dio por habilitadas oficialmente como constitutivas del Hospicio de las
Mercedes: "En Buenos Aires, capital de la República Argentina, a los ocho
días del mes de marzo de mil ochocientos ochenta y siete, bajo la administración
del señor Intendente Municipal don Torcuato de Alvear, y siendo Director General
de la Asistencia Pública el señor doctor José María Astigueta, se procedió a la
nauguración del Hospicio de las Mercedes, siendo padrino de la ceremonia el
señor Director del mismo, Dr. Lucio Meléndez nombrado por decreto del día 6 del
corriente.. En constancia de todo lo cual firmaron este acta las personas
presentes, ante mí el Secretario de la Intendencia. Fdo. Torcuato de Alvear -
José María Astigueta - Lucio Meléndez - Domingo Cabred - A. Pellegrini - Benjamín
Paz - etc. etc.".
Iniciada así la serie de nuevas obras, se
pudo al fin dar ex- pansión a la enorme población acumulada en el antiguo local
falto de luz y de higiene. Los métodos nuevos de tratamiento moral sustituyeron
al chaleco de fuerza y al cepo; los amplios corredores suprimieron la húmeda
lobreguez de los antiguos claustros; los jardines comenzaron a circundar los
pabellones, cambiando la monotonía de la vida de los asilados en el amable
encanto que producía la vista de plantas y flores. Trabajando incansablemente,
Meléndez suavizó cada vez más los medios curativos, amplió los talleres,
instaló una imprenta para publicar con mayor eficacia el trabajo como medio de
tratamiento moral de la cura y solicitó la creación de una colonia de asistencia
familiar por el estilo de la que existía en Bélgica. Puede decirse que tuvo la
visión de todo lo que habría de hacer más tarde su sucesor, el doctor Cabred.
Además de su cargo de director del Hospicio
de las Mercedes, que le acreditaba como especialista, Meléndez poseía títulos
docentes y profesionales de singular relieve. Profesor suplente de Clínica Dermosifilográfica
en 1875, había pasado en 1876 a ocupar en igual carácter la cátedra de Patología
Externa que dictó hasta 1885, año en que fue reemplazado por el doctor Guillermo
Udaondo.
Domingo Cabred, mientras estaba en
Alemania durante su primer viaje a Europa en 1886, sugirió al entonces decano
de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, doctor Ara, la conveniencia de que
el doctor Lucio Meléndez fuera el titular de la nueva cátedra de Patología
Mental, hoy cátedra de Psiquiatria. Se llamó a concurso e integraron la terna
Lucio Meléndez, Eduardo Pérez y José María Ramos Mejía. El primero, Meléndez,
fue designado el 8 de abril de 1886 y desde la cátedra se encargó de afirmar la
idea de la importancia de la herencia en la patología mental, así como de
sentar como norma para los estudios psiquiátricos la práctica de la medicina
forense.
Desde su juventud se había destacado
Lucio Meléndez como prolífico escritor científico, publicando numerosos trabajos
sobre psiquiatría en las revistas médicas del país. Compuso más de 110 trabajos
especializados con los que fue durante años colaborador de los Anales del Círculo
Médico Argentino y de la Revista Médica Quirúrgica. Señalemos, en particular,
que en 1876 sobre la base de sus estudios y proyectos relacionados con la
asistencia de los alienados, elaboró conjuntamente con el doctor Emilio Coni la
citada memoria titulada Consideracíones
sobre la estadística de la enajenación mental en la provincia de Buenos Aires,
que ambos presentaron ese año al Congreso Internacional de Medicina reunido en
Amsterdam, Holanda. Por sus datos informativos y por la importancia de sus
conclusiones desde el punto de vista estadístico, esta monografía figura entre
las obras de mayor trascendencia que registra la historia de nuestra psiquiatría.
Meléndez insistió en varios de sus
escritos sobre la necesidad de metodizar el trabajo de los alienados, encarándolo
como un medio de reeducación mental más bien que como fuente de recursos; y en
este punto su obra acompañó a su pensamiento. En 1879 presentó a la Municipalidad
un proyecto para la fundación de una colonia de alienados en Santa Catalina,
provincia de Buenos Aires, donde los enfermos no peligrosos podrían dedicarse a
trabajos agrícolas. Tan previsoras ideas fueron llevadas a la práctica tiempo
después de su muerte. Otro tanto hizo para la Sala de Observaciones de la
Policía.
Al creador de la enseñanza académica de
la psiquiatría en nuestro país se le debe la formación de un destacado grupo de
discípulos. Estos aprovecharon eficazmente los frutos de su obra docente y
científica, orientada en las corrientes de la escuela francesa, a la que
agregaba los aportes de las doctrinas inglesa e italiana. Participó como
flebotomista y médico general en la invasión de la Triple Alianza, movida por
intereses europeos, que exterminó a más del noventa por ciento de la población
de la hermana nación del Paraguay. Salvo ese enorme error de juicio político, la
intensa actuación del doctor Meléndez fue benéfica. En ella que deben anotarse
asimismo los grandes servicios de asistencia pública que prestó desde el
Hospital General de Hombres por los años 1869 y 1871, durante las epidemias de
cólera y fiebre amarilla, se vio interrumpida en 1892 a causa de una grave
enfermedad. Esta lo obligó a retirarse de la dirección del Hospicio y de la
cátedra. Falleció nueve años más tarde, el 7 de diciembre de 1901, en Adrogué,
provincia de Buenos Aires. A su muerte la comunidad científica le realizó un
sentido homenaje y, como vimos, en su honor se ha bautizado al hospital zonal
del partido de Almirante Brown, en la ciudad donde falleciera.
(Véase Benjamín T. Solari, "El
doctor Lucio Meléndez" en "La Semana Médica", 12 de diciembre de
1909; Arturo Ameghino, "Lucio Meléndez", Revista de Criminologia,
Psiquiatria y Medicina Legal", octubre de 1931; José Ingenieros, ob. cit.; Lucio Meléndez y Emilio R.
Coni, Consideraciones…, 1880,
Cuarto Director
Doctor Domingo Cabred
(1º de noviembre de 1892 — 29 de octubre de 1916)
Domingo
Cabred (1859- 1929)
Es el doctor Domingo Cabred figura cumbre
de la psicología clínica, psiquiatría y asistencia en salud mental argentinas,
a la que colocó a la cabeza de la América del Sur y a nivel europeo. Su obra
ciclópea, que se extendió al campo docente, científico y asistencial, es sólo
comparable con la humanitaria de Felipe Pinel (1745-1826), la científica de
Juan Esteban Domingo de Esquirol (1772-1840) y la concerniente a la terapéutica
asistencial o laborterapia de Otto Binswanger (1852-1929, tío del mencionado mentor
de Pages Larraya, Ludwig Binswanger).
A igual que en el caso de Pinel, también
al nombre de Cabred se le asoció un poco de la leyenda popular y la gente se
acostumbró a considerarlo envuelto en la bizarría de una incomprendida misión.
Así, tropezando con toda clase de obstáculos y con la indiferencia de los poderes
públicos, lejos de amilanarse, con clara visión y tenacidad obstinada, llevó
adelante una tarea que en su época no fue apreciada en su verdadero significado
y en su humanitaria trascendencia.
Al asumir la dirección del Hospicio de
las Mercedes, el 1º de noviembre de 1892, la primera preocupación de Cabred, a igual
que la de sus antecesores y siguiendo las ideas de Esquirol, fue la de ampliar
la capacidad del establecimiento. Implantó, para las construcciones, un sistema
que consultaba los nuevos criterios y las nuevas ideas sobre asistencia de alienados,
cada vez más caracterizadas en Europa por una tendencia terapéutica y un progresivo
perfeccionamiento de las instalaciones propias para la hospitalización del
insano.
Como vemos, la magnificencia de la
ingente obra de Cabred reside en la múltiple y extraordinaria labor
desarrollada durante los veinticuatro años que dirigió el Hospicio de las
Mercedes, y en los numerosos establecimientos hospitalarios que en su calidad
de presidente de la Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales fundó por
todo el país.
Digamos, finalmente, que Cabred es autor de
numerosos estudios sobre antropología criminal, psiquiatría, clasificación de
enfermedades mentales, así como de trabajos relativos al alcoholismo, a la
parálisis, etc., que constituyen valiosos aportes a la bibliografía científica
argentina.
A continuación daremos detalles de su
obra fecunda y multiforme. Sólo agregaremos la expresión que le cuadra: Quid divinum.
Nació el 26 de diciembre de 1859 en Paso
de los Libres, provincia de Corrientes. Cursó los estudios primarios y secundarios
en la Capital Federal e ingresó en la Facultad de Medicina en el año 1875.
Desde casi su iniciación en la carrera médica fue practicante del Hospicio de
las Mercedes, al comienzo también de la magnífica gestión de Meléndez a su cabeza.
Cabred se graduó de médico en 1881 y su tesis versó sobre Locura refleja. La carrera médico-hospitalaria y docente puede
sintetizarse en esta forma: médico interno del Hospicio de las Mercedes desde
el 1º de diciembre de 1884 hasta el 15 de abril de 1886; subdirector desde el
16 de abril de ese año hasta el 1º de octubre de 1892. Fue director desde el 1º
de noviembre de 1892 hasta el 29 de octubre de 1916, fecha en que se retiró por
razones de salud. El 12 de septiembre de 1887 fue designado profesor suplente
de Patología Mental, habiendo desempeñado el cargo de Jefe de Clínica, siendo
discípulo también allí de su eminente antecesor el doctor Meléndez. El 19 de
abril de 1893 fue nombrado profesor titular de Clínica Psiquiátrica.
Primer viaje y creación de la Cátedra de Psiquiatría. Enviado a Europa por el gobierno argentino, en 1886 hizo el primero de
sus viajes, donde no solamente estudió los problemas psiquiátricos de su época
sino también la organización de la enseñanza. Realizó permanencia de trabajo
en los institutos de psiquiatría de Berlín y de Heidelberg, en Alemania, y de
la Salpetrière, Santa Ana y Bicêtre, en Francia. Estando en Alemania, recabó
desde allí de nuestra Facultad de Medicina la creación de la cátedra de Patología
Mental (cátedra de Psiquiatría), de la cual a sugerencia suya, como ya
dijimos, fue nombrado profesor el doctor Lucio Meléndez, el 8 de abril de 1886.
De regreso de Europa se reintegró a sus
funciones de subdirector. Con la cabeza llena de proyectos e innovaciones, el
17 de febrero de 1895 organizó una banda de música compuesta por veinticinco
enfermos y dirigida por el maestro Vicente Mersina. En 1896 se retiraron las hermanas
de Caridad, pertenecientes a la congregación Hijas del Rosario, que estaban
en el establecimiento desde 1890. Por mediación de la señora Isabel A. de Elortondo
fueron sustituidas por las hermanas de la congregación Siervas de Jesús Sacramentado,
que ya atendían en el Hospital General de Hombres.
Segundo viaje y aporte germano a la tradición neurobiológica
argentina. Desde el año anterior Cabred intervino
eficazmente y consiguió se dé término a la construcción del muro de
circunvalación del Hospicio y sus aberturas de ingreso frente al jardín
botánico del Sur, para lo que lentamente iba tomando forma en su mente: el
futuro complejo de investigaciones. El 11 de julio de 1896 Cabred realizó un
segundo viaje, excusivamente a su costa, para informarse de la asistencia de
los enfermos mentales de acuerdo con los métodos reinantes en Europa. Pero
cayó en la cuenta que hacía falta un elemento primordial para que el estudio fuera
completo: el empleo de la neurobiología, es decir de la anatomía patológica y
su entorno funcional, que permitiría establecer la relación del síntoma con la
lesión orgánica causante y el origen de la enfermedad.
"Esa inmensa laguna no era fácil de
llenar — explica Cabred —, porque en nuestra facultad no se habían hecho
debidamente, hasta esa época, estudios de la anatomía normal del sistema nervioso,
y mucho menos de la anatomía patológica del mismo.
"Por eso concebí desde ese momento
la idea de fundar un instituto completo de anatomía patológica, esto es, una
escuela en la que se pudiera estudiar clínica y anatomopatológicamente, las
enfermedades mentales; y lo he llevado a cabo no sin que para ello tuviera que
vencer muchas dificultades".
Se dirigió a Inglaterra, a Francia y,
finalmente, a Alemania, la cual poseía los institutos psiquiátricos mejor
organizados y dignos de ser presentados como modelos.
Con este fin envió una nota desde Berlín,
el 30 de octubre de 1896, al entonces decano de la Facultad de Medicina, doctor
Leopoldo Montes de Oca, recabando autorización para contratar los servicios de
un técnico especializado en el estudio de la anatomía normal y patológica del
sistema nervioso. Y como no se contaba en el presupuesto con partida alguna
para remunerar dichos servicios, puso a disposición de ellos su sueldo de profesor.
A su regreso, merced a insistentes
gestiones patrocinadas por el doctor del Arca para que la Facultad de Ciencias
Médicas aceptara sus ideas, el entonces ministro de Instrucción Pública, doctor
Osvaldo Magnasco incluyó en el presupuesto una partida —hoy es el sueldo del científico
director del laboratorio — para cuyo cargo y a su propuesta fue contratado en
Alemania el sabio neurobiólogo Christofredo Jakob.
Como en el Hospicio no existía edificio
apropiado para este laboratorio, y menos aún instrumental, Cabred, de su
peculio privado, adquirió este último en Europa por valor de varios miles de
francos, e hizo donación del mismo a la Facultad mediante una nota de fecha 18
de marzo de 1897. Hizo diligencias y obtuvo en 1898 que la intendencia
Municipal, a la sazón a cargo de don Adolfo Bullrich, construyera una parte del
actual laboratorio, atento a los planes europeos y recibiendo el agua caliente
desde las calderas del majestuoso edificio ya en construcción para la cátedra. El
edificio del centro de investigaciones, en un plano algo menos elevado, se
labró en el talud de la ladera sobre el arroyo convertido en la actual avenida
Amancio Alcorta. Por este medio para la planta principal, y con un techo
sobreelevado de pizarra para la planta superior, se obtuvo, en una época en que
no existía el aire acondicionado, la temperatura adecuada para sus tareas
científicas. Allí comenzó sus tareas Christofredo Jakob,
Al nacionalizarse el Hospicio de las
Mercedes, Cabred consiguió del ministro de Relaciones Exteriores y Culto, de
quien pasaron a depender las obras de caridad como se consideraba a estos
nosocomios, la terminación del laboratorio construido por la Municipalidad.
Finalmente vio colmados sus deseos al re-inaugurarlo completo, bien dotado, ya
famoso y dirigido por un científico de resonancia mundial a quien acompañaban
seguidores locales algunos de los cuales ya tenían diez años de formación
discípular, el 20 de noviembre de 1910, con la asistencia del ministro de la
nombrada Secretaría de Estado, doctor Epifanio Portela, del rector de la
Universidad, don Eufemio Uballes, y del decano de la Facultad de Medicina,
doctor Eliseo Cantón. Este pronunció un conceptuoso discurso. Con el proceso de
creación y erección del Laboratorio puesto bajo la dirección de Christofredo
Jakob y con su obra desde 1899, se dio comienzo a una nueva era en los estudios
de la psiquiatría, la psicología y la neurología, que comenzó con las contribuciones
de dicho laboratorio al estudio y solución de los problemas de histo- y
citoarquitectura del sistema nervioso. Actualmente [1968], no sólo está dotado
de la sección Anatomía Patológica, sino también de las de Fisiología y de Física
y Química Biológica. Christofredo Jakob permaneció al frente del Laboratorio
once años. En julio de 1910 como ya vimos renunció a su puesto y volvió a
Alemania, donde publicó un crecido número de resultados basados en sus observaciones
neurobiológicas y psiquiátricas recogidas en el Hospicio de las Mercedes. En
reemplazo del doctor Jakob fue contratado el sabio alemán Luis Merzbacher,
profesor suplente de la Universidad de Göttingen, y luego el Dr. Kuhn, en una
tradición solidamente integrada con Jakob alternando su presencia desde el
nuevo y cercano laboratorio en el Moyano, hasta que los naturales relevos
fueron dejando la labor en las capaces manos de los discípulos argentinos.
Open Door. También en el año 1896, al regreso
de su segundo viaje a Europa, Cabred concibió el proyecto que ha hemos visto
antes, de sustitución de los establecimientos de puertas cerradas, conventuales,
por otros de puertas abiertas como estaban en boga en Francia, Inglaterra y
Escocia. Como dijimos, bregó incansablemente ante las autoridades para que esto
fuera puesto en práctica y sus esfuerzos se vieron coronados por un franco éxito.
Efectivamente, ya en el año 1897 el Gobierno Nacional sancionó la ley Nº 13.348,
la primera que autorizaba la creación de un asilo de ese tipo. Así nació la
Colonia Nacional de Alienados de Open Door ("puertas abiertas"),
fundada el 21 de mayo de 1899, cuyo primer director fue Cabred. Ubicada en el
partido de Luján, ocupa una extensión de seiscientas cuarenta hectáreas
Pabellón de los delincuentes. Entre los
primeros frutos de las tan activas como incansables gestiones de Cabred en el
Hospicio de las Mercedes, debemos mencionar la construcción de un pabellón de
alienados delincuentes en 1899, al cual después de fallecido Lucio Meléndez, se
le impuso su nombre como póstumo homenaje al ex director del Hospicio. Este
pabellón reune todas las características necesarias para esta clase de alienados
o presuntos alienados, muchos de ellos sumamente peligrosos y obsesionados de
ideas de evasión. Es el único que existe en la República con dicho destino,
presta importantes servicios a la justicia y a la ciencia y es una de las
grandes innovaciones en el criterio con que se encara el tratamiento de la
alienación mental.
Primera escuela de enfermería psiquiátrica. Como se detalla más arriba, en 1900 puso en funcionamiento la
primera Escuela de Enfermería Psiquiátrica, cuyos cursos eran dictados por los
doctores Tiburcio Borda, Amable Jones y Javier Brandam.
Liga contra el alcoholismo. En 1902 Cabred
fue socio fundador de la Liga Argentina contra el alcoholismo y de inmediato
coordinó sus actividades con las nosocomiales y académicas que le garantizaran
eficacia.
Consultorio odontológico. El 5 de
agosto de 1903 creó Cabred el Consultorio Odontológico, bajo la jefatura del
doctor Tomás Sanguinetti.
Derivaciones: piel, urinarias, otorrinolaringología. Además, desde esa fecha los internados pasan a ser enviados al
Hospital Rawson, para el tratamiento de las distintas enfermedades que
padecían, establecieéndose consultorio de derivación con las siguientes
especialidades que se detallan. Piel: doctor Juan Angel Farini. Vías urinarias:
doctores Federico Texo y Bernardinó Masini. Garganta, nariz y oídos: doctores
Justo Viera y Federico Oscamou.
Nacionalización del Hospicio de las Mercedes Por su tenacidad y visión, Cabred gestionó y consiguió, en 1904, que
el Hospicio de las Mercedes, hasta entonces dependiente de la Municipalidad de
la Capital, se nacionalizara y pasara a depender del Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto. El trámite se ratificó luego por ley, el 11 de diciembre
del mismo año. Por lógica consecuencia el director del Hospicio fue nombrado
presidente de la Comisión Asesora de Asilados y Hospitales Regionales. Con este
hecho comienza otra época de la actividad del Dr. Cabred: se procede con
rapidez a realizar nuevas obras de ampliación, se construye el hermoso pabellón
de Clínica Psiquiátrica y los edificios necesarios en todos los hospitales de
la Capital e interior del país. También en este año se procede a la demolición
del edificio que ocupara el Asilo de San Buenaventura. En 1909 se creó el
servicio de Rayos X (Radioscopía), bajo la jefatura del Servicio de Cirugía, a
cargo del profesor Leandro J. Valle.
Clínica de Psiquiatría. El 29 de
noviembre de 1910 se inauguró el hermoso pabellón de Clínica de Psiquiatría, el
cual nos da la pauta de la visión humanista y psiquiátrica que tuvo el precursor
de esta rama de la ciencia médica argentina. Provoca maravilla la amplitud y la
aireación, digamos el exquisito confort de este pabellón; asombra, si tomamos
en cuenta la época en que se construyó. No exageramos si decirnos que no va a
la zaga de las clínicas privadas de categoría, pues esta dedicado a los enfermos
que deben ser tratados por el sistema de reposo en el lecho. Más o menos en el
mismo estilo inspirado en exquisito confort fue construida en Oliva, provincia
de Córdoba, la Colonia Regional de Alienados, para ambos sexos, con una
capacidad de dos mil enfermos, la cual quedó habilitada el 15 de junio de 1914.
Neurología, neurocirugía, lavadero, casa de médicos. Cabred fue el verdadero precursor de la Neurología y Neurocirugía en
el Hospicio de las Mercedes, al fundar el Servicio de Orgánicos, en donde se
atendían enfermos de afecciones orgánicas y neurológicas, a cargo del profesor
de neurología doctor José Antonio Estevez. Otro tanto se hacía respecto a
neurocirugía, operando enfermos que padecían de afecciones cerebrales, Dicho
servicio estaba a cargo de los profesores Leandro J. Valle, Herrera Vegas,
Gandolfo, Prando, Medina y Viñas. El 18 de marzo de 1915 se habilitó la casa de
los médicos internos y, al mismo tiempo se puso en servicio el lavadero.
Asilo Colonia de Retardados. En 1905 se le
compró al señor Julio Fernández los campos de su propiedad en la localidad de
Torres, partido de Luján, provincia de Buenos Aires, para construir allí el
Asilo Colonia Regional de Retardados. El 18 de julio de 1915 se habilitó el mismo,
a poca distancia de Open Door, destinado para el alojamiento de unos mil
quinientos niños retardados de ambos sexos. Para esta clase de alienados no
había existido hasta entonces ningún asilo especial en la República.
La magnificencia de Ia obra de Cabred reside
en la multiplicidad extraordinaria de la vasta y fecunda labor desarrollada.
Sentó también las bases institucionales para prolongar estas obras de
filantropía. Así, Cabred fue fundador de la Sociedad de Psiquiatría, Neurología
y Medicina Legal el 1° de julio de 1915, con sede en la cátedra de Psiquiatría,
y además su primer presidente, actuando como secretario doctor Francisco Morixe
y como Tesorero, Julio Nogués. El 16 de mayo de 1917 asumió la presidencia de
la Academia Nacional de Medicina y conjuntamente con los académicos Eliseo
Cantón y Martín Torino gestionaron y obtuvieron del presidente Alvear el decreto
merced al cual la Academia funcionaría como entidad de carácter civil y gozaría
de la autonomía que atañe a su misión. En su calidad de presidente de la
Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales recorrió todo el país,
sembrando monumentales asilos y hospitales por doquier, con una prodigalidad
que asombra y maravilla al mismo tiempo. Daremos en sinopsis las obras
realizadas desde 1892 hasta 1928:
·
Colonia Nacional de Alienados,
Open Door, provincia de Buenos Aires.
·
Sanatorio Nacional de Tuberculosis
de Santa María, provincia de Córdoba.
·
Asilo Colonia Regional Mixta de
Alienados de Oliva, provincia de Córdoba.
·
Hospital Común Regional del
Centro, de Bell Ville provincia de Córdoba.
·
Asilo Nacional Nocturno, de la
Capital Federal.
·
Hospital Común Regional Andino, en
la provincia de La Rioja.
·
Hospital Regional Común de
Misiones, en la ciudad de Posadas.
·
Hospital Regional Común de Río
Negro.
·
Asilo Colonia Regional Mixta de
Retardados, de Torres, provincia de Buenos Aires,
·
Asilo Colonia Regional de Niños
Abandonados, de Olivera, provincia de
Buenos Aires.
·
Hospital Común Regional del Chaco,
en la ciudad de Resistencia.
Un benefactor, Eustaquio Cárdenas,
admirador de la ímproba labor realizada por el excelso y abnegado maestro
Cabred, hizo un legado donando una fración de tierra (45 hectáreas) en
Manzanares, provincia de Bueno Aires, para convertir en realidad el sueño dorado
de Cabred, que era un reformatorio para bebedores habituales. Pero en 1922
Cabred se encontraba ya en las postrimerías de su vida y puso el legado en
otras manos que no supieron o no quisleron proseguir su obra. Final lamentable,
el país se privó de tener una obra como el reformatorio para bebedores
habituales, es decir, un asilo-colonia para alienados alcoholistas estilo
suizo, tipo Klicón.
El 27 de noviembre de 1929, Domingo
Cabred entró en la inmortalidad.
(Véase: Libro de Oro ofrecido al Prof. Dr. Domingo
Cabred en el Homenaje Público tributado por la Academia Nacional de
Medicina de Buenos Aires Buenos Aires, Ediciones de la Academia Nacional de
Medicina, 1927, 596 pp)
Octavo Director
Doctor Alfredo Scarano
(8 de abril de 1921 - 2 de febrero de 1931)
El 8 de abril de 1921 se hizo cargo de la
dirección del Hospicio de las Mercedes el doctor Alfredo Scarano.
En 1922, el doctor Scarano habilitó cinco
salas que anteriormente ocupaban los talleres de sastrería, fotografía,
lavadero e imprenta, ubicando en ellas setecientas camas, y transportando los
talleres al edificio sin terminar de la usina eléctrica, reformado para el
caso. Además, habiéndose reemplazado los coches de tracción a sangre por
automóviles, el edificio de la caballeriza dejó de ser útil, por cuya razón fue
reformado y convertido en una sala de Cirugía, con todos los adelantos de la
época y una capacidad para setenta camas. También se aprovechó un edificio construido
para ampliación de la panadería, con todo lo cual se le dio al Hospicio una capacidad
para dos mil enfermos, el doble de la que tenía hasta entonces.
En 1925 se echaron abajo los pabellones
de madera llamados de crónicos y
también la sección denominada "Media Luna", cuyo estado de ruina era
un peligro constante.
Para estos años, el Dr. Scarano tenía
actividad política partidaria. El 18 de septiembre de 1924 se había reunido el
Comité Central del partido Unión Cíviva Radical cuyo presidente, el Dr. Alfredo
Scarano, había suspendido unas elecciones internas. El Comité se dividió y declaró
haber tomado "la decisión inquebrantable de impedir que el personalismo desvirtúe
su acción cívica", ratificando su confianza al presidente de la República,
Marcelo Torcuato de Alvear. Los personalistas, presididos por Pedro Podestá,
calificaron a Scarano como insano y "alzado contra la carta orgánica",
eligieron presidente del Comité a Héctor Bergalli y lanzaron un manifiesto titulándose
"única fuerza que garantiza y defiende las grandes conquistas alcanzadas
durante la presidencia histórica de don Hipólito Yrigoyen". Las
diferencias doctrinarias repercutieron en los particulares y el dirigente
personalista Diego Luis Molinari sostuvo un duelo con Le Breton, del que ambos
salieron heridos. Poco después triunfarían los antipersonalistas en sendas elecciones,
pero los personalistas constituirían el Comité Nacional de la U. C. R. y
expresarían su más absoluta adhesión a Yrigoyen. A consecuencia de ello, a
fines del año 1930 se dispuso la intervención del Hospicio de las Mercedes,
designándose con tal objeto al doctor Ricardo Valenzuela, quien se hizo cargo
del mismo el tres de febrero del año siguiente.
Décimo Director
Doctor Gonzalo Bosch
(27 de abril de 1931 - 7 de mayo de 1947)
Ochenta
y tres días más tarde, el 27 de abril de 1931, un sobrino-nieto de Buenaventura
Bosch, el doctor Gonzalo Bosch (1885-1967), asumió Ia dirección del establecimiento.
Unos años después, también pasó a comandar la Colonia Nacional de Alienados
"Domingo Cabred". Después de dirigir el Hospicio de las Mercedes durarte
dieciséis años, renunció el 7 de mayo de 1947.
Graduado
en 1903 de bachiller en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza, por entonces encuadrado
en la filosofía del positivismo, Gonzalo Bosch se doctoró en Buenos Aires en
1913 con una tesis sobre el "Examen morfológico del alienado". Ese
mismo año, junto a otros colegas, abrió en Buenos Aires un sanatorio para enfermos
mentales que aún subsiste, el Instituto
Frenopático. Para 1915 ya había realizado dos viajes a Europa, recorriendo
distintos institutos psiquiátricos de Francia, Alemania y Austria. En 1922 fue
nombrado al frente de la recién creada Cátedra de Psiquiatría de la Facultad de
Medicina de Rosario, trabando allí conocimiento con su par en la Cátedra de
Psiquiatría Infantil, Lanfranco Ciampi. Bosch se mantendría en su cargo hasta
1930.
Gonzalo Bosch fue el primer presidente de
la Liga Argentina de Higiene Mental, fundada en 1929 por el doctor Juan Manuel
Obarrio. Dicho con precisión, a iniciativa del doctor Obarrio se había llevado
a cabo una asamblea de destacados médicos de la Capital, con el fin de abocarse
a la creación de una Liga de Higiene Mental. Después de un detenido deliberar,
el 6 de diciembre de 1929 resolvieron por unanimidad fundarla, con el nombre
de Liga Argentina de Higiene Mental. De modo que el doctor Obarrio fue, en
rigor de verdad, el real fundador de la Liga. El doctor Gonzalo Bosch fue el
primer presidente de la misma. Esta Liga fue criticada porque su fichas de
datos personales podían emplearse para excluir a los interesados de los empleos,
estudios o beneficios sociales, en beneficio de las elites dominantes, y la
personalidad exterior de Bosch así lo hacía temer; pero generó las primeras
estadísticas sanitarias del país y, como observan sus defensores, también para
hacer el bien se debe clasificar a la gente a la que se le va a brindar educación
y sanidad, de modo de adecuarlas a cada individuo. Debido a la influencia que
sobre Bosch lograron Obarrio y Ciampi, el primero responsable de la creación de
consultorios psiquiátricos externos en el Hospital Rivadavia y el segundo introductor
del psicoanálisis en la enseñanza psiquiátrica argentina, Bosch en el Hospicio
de las Mercedes fue inducido a varias concesiones, que generaron el avance de
las terapéuticas que incluían psicologías profundas y la atención ambulatoria
de neuróticos. Con ello Gonzalo Bosch resultó uno de los líderes del movimiento
para la modernización terapéutica de los manicomios, que en la Argentina fue
dirigida por sus mismas autoridades y los catedráticos que enseñaban en ellos.
Asimismo, en la etapa profesional en
Rosario, Lanfranco Ciampi había logrado modificar algunas ideas excesivamente somaticistas
de Gonzalo Bosch y ambos en conjunto establecieron la tercera clasificación de
enfermedades mentales efectuada por autores argentinos, la que quedó relegada
recién en 1949 (al adoptarse legalmente la de Ramón Carrillo); fue organizada
en cinco grupos de enfermedades o afecciones, de modo de clasificar a los
enfermos mentales tomando como base el grado de autonomía psíquica del enfermo.
Esa permeable disposición de Bosch hacia
las propuestas de sus colegas se manifestó también en el caso de Fernando
Gorriti, a quien Bosch autorizó a conducir estudios de parapsicología en el
Hospicio de las Mercedes. Entre su extensa lista de contribuciones publicadas
en las etapas de Rosario y de Buenos Aires, Bosch se ocupó mucho de las
técnicas interventivas contra los cuadros de alienación, y una vez designado
director del Hospicio elegía en lo posible colaboradores especialistas del
calificado plantel. Así, por ejemplo, investigó la malarioterapia contra la
parálisis terminal sifilítica con estudios histológicos aportados por Braulio
Moyano; publicó con Enrique Pichon-Riviere y Julio Peluffo "Terapéutica
convulsivante con cloruro de amonio" (Actualidad Médica Mundial, 1942,
XII, 122) y con J. Montanaro "Nueva terapéutica convulsivante por Electro-shock" (La Semana Médica 1942,
Vol 2, 1580). Siendo Bosch director del Hospicio, el doctor Enrique Pichón Riviere
realizó allí el primer electrochoque llevado a cabo en la ciudad de Buenos
Aires. Se trataba de un procedimiento médico recién inventado en Italia, que
algunos presentaban como capaz de "curar" numerosas enfermedades.
Aunque, a poco, cuidadosos estudios realizados en el mismo Hospital aconsejaron
descartarlo con excepción de uno o dos cuadros específicos, Gonzalo Bosch recibió
numerosas críticas por haber permitido su introducción. Esas críticas vinieron
especiamente desde la psicología clínica y el psicoanálisis, donde se veía
inaceptable que en vez de escuchar al paciente se lo ensayara "curar"
electrizándolo o se empleara este procedimiento como castigo. Se generó así un conflicto
de opiniones duradero y acre, en que cada bando presentaba al otro como malicioso
y fanático, lo que persistió por varias décadas.
En 1942, Bosch había logrado la creación
de un curso de formación integral de médicos psiquiatras que significó un verdadero
avance en la enseñanza de la psiquiatría en el país. Sucediendo a Arturo
Ameghino (1931–1943), Gonzalo Bosch fue
profesor titular de la Cátedra de Psiquiatría
durante una década, entre 1943 y 1953.
Además de docente y científico, Gonzalo
Bosch fue logrado escritor, interesado especialmente en los temas sociales o "psicosociales".
Fruto de este interés son más de 130 publicaciones, entre las que se cuentan
tres libros y varias obras de teatro, como La
extraña, La huelga, En la corriente, Agua mansa y Los venenos. Estas obras manifiestan
una percepción desusada de las enfermedades de la mente y capacidad para comprender
la vivencia individual en las demencias, no como una patología común sino como
algo mucho más profundo. "Locura – decía Gonzalo Bosch – es un estado de
la mente, es la conciencia desviada de sus normas habituales, es espejismo del
conocimiento, fenómeno extraño de carácter objetivo y subjetivo, que nos da placer
o displacer, que pone desarmonía en los mecanismos afectados y los recursos
intelectuales del psiquismo. Es menester que estudiemos la unidad humana,
amparados en el criterio de la personología (...). El hecho psíquico es una integración,
a no ser que se pierdan sus características esenciales. El elemento psíquico es
la persona."
Pabellones A y B del Hospicio de las Mercedes. Ya nos ocupamos en otro lugar de los entretelones respecto a los
verdaderos gestores de los dos pabellones en cuestión, cuya piedra fundamental
fue colocada en 1937 por el entonces presidente de la República, general
Agustín P. Justo. Tres años después, en 1940, el ministro de Relaciones Exteriores
y Culto, Julio A. Roca hijo, los inauguró oficialmente.
Visitadoras sociales. El doctor
Mario Sbarbi, en su tesis de doctorado publicada en 1944, hizo un estudio
acabado de la función de la visitadora social en la asistencia del alienado.
Con ese motivo y por intermedio del doctor Bosch, consiguió que la Comisión
Asesora de Asilos y Hospitales Regionales solicitara al ministro de Relaciones
Exteriores y Culto, doctor Ruiz Guiñazú, de quien dependía el Hospicio de las
Mercedes, la designación de visitadoras sociales ad honorem para dicho establecimiento.
Fin de la
Parte primera:
Viñetas
_______
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One of the earliest recorded works in Biological Psychology presents a synthetic system of psychology weaved from positivist philosophy and the principles of physical chemistry
: The Biological Psychology of José Ingenieros, some biographical points, and Wilhelm Ostwald’s (Nobel Prize Chemistry, 1909) Introduction to the 1922 German edition
(English)
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ELECTRONEUROBIOLOGÍA
Efectos
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SUMARIO Y
PÁRRAFOS INICIALES EN CASTELLANO
Diversificación
de recursos electroneurobiológicos en la evolución del sistema nervioso:
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Cálculo
de potenciales dentro de las células
Calcule
intensidades eléctricas y magnéticas en cada compartimiento neuronal: The nervous principle: active versus passive electric
processes in neurons (Explains how to calculate electric and magnetic
field strengths inside different neuronal compartments) (LONG FILE IN ENGLISH with
Bulgarian, Russian and Spanish abstracts/TOCs)
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Evaluación de
potenciales fuera de las células
Signal analysis to exploit the information of steady-state recordings: Do’s and don’ts in Fourier analysis of steady-state potentials
(Assumptions in the discrete Fourier transform (DFT) not necessarily fulfilled in real-world applications) (English)
Minireview
The ‘Enabling’ Neural Correlates for All Consciousness: Latest Findings in the Mechanisms of Cortical ‘Arousal’
(Conditions in the neuronal and biochemical level skipping consideration of any more fundamental biophysical issues, e. g. quantum or relativistic) (English)
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NOCIONES GENERALES
Conceptos:
Noticia general -- ¿Qué es electroneurobiología? -- La atmósfera intelectual (all in Spanish) -- Main Technical Ideas / Conceptos técnicos principales (English and Spanish) -- El descubrimiento de la Doppelrinde (German and Spanish)
Comentando una "ilusión óptica" / Commenting an "optical illusion":
A visual yet non-optical subjective intonation:
una entonación subjetiva visual pero no óptica
(English and
Spanish)
UNA EXPLICACIÓN ESENCIAL: