Gobierno de la ciudad de Buenos Aires
Hospital Neuropsiquiátrico
"Dr. José Tiburcio Borda"
Laboratorio de Investigaciones Electroneurobiológicas
y
Revista
Electroneurobiología
ISSN: ONLINE 1850-1826 - PRINT 0328-0446
Hace
medio siglo aún asumíamos indistinción entre vida y existencialidad.
Tres
trabajos que lo manifiestan:
La definición científica de la vida
por
Christofredo Jakob
Originalmente publicado en la Revista del
Museo Social Argentino,
Año XXXVI, Nros. 313-314, pp. 193-203,
julio-agosto de 1948
Seguido de un Apéndice:
¿Qué es la vida?
por
Ramón Carrillo
Segmentos de la versión taquigráfica de la disertación del 1º de agosto de 1949,
"Palabras a los futuros estudiantes de medicina"
y
precedido de una Noticia
preliminar:
La definición de vida
durante el olvido de la
inhesión y
la confusión de semovientes
con automóviles,
en la escuela neurobiológica
argentino-germana
por
Mariela Szirko
Electroneurobiología 2000; 7 (1), pp. 1-43; URL
<http://electroneubio.secyt.gov.ar/index2.htm>
Recibido 1º de diciembre de 1999 – Aceptado: 1º de
enero de 2000
Copyright
© 2000 Electroneurobiología. Esta texto es un artículo de acceso público; su
copia exacta y redistribución por cualquier medio están permitidas bajo la
condición de conservar esta noticia y la referencia completa a su publicación
incluyendo la URL (ver arriba). / This is an Open Access article: verbatim
copying and redistribution of this article are permitted in all media for any
purpose, provided this notice is preserved along with the article's full
citation and URL (above).
Imprimir
este archivo puede no mantener formatos ni la numeración de página original. Puede
obtener un archivo .PDF (recomendado:
0,5 MB) o .DOC
para
leer o imprimir este artículo, desde aquí o de
/ You can download a .PDF (recommended:
0.5 MB) or .DOC
file
for reading or printing, either from here or http://electroneubio.secyt.gov.ar/index2.htm
Noticia preliminar, por Mariela Szirko:
La definición de vida
durante el olvido de la
inhesión y
la confusión de semovientes
con automóviles,
en la escuela neurobiológica
argentino-germana
1. Factores que
promovían la indistinción de vida y psiquismo
A
poco de los fallecimientos de Jakob y Carrillo en 1956 y de Moyano en 1959, nuestra
tradición neurobiológica centró su reflexión en los problemas pendientes que
nos legaron. Renovó, ante todo, la consideración de tres decisivos asuntos inconclusos, todos concernientes al
nivel integrativo-regulatorio superior y a la psicofisiología. Profundizó así
la cuestión de las barreras que la pura reacción pasiva impone a la adquisición
de contenidos rememorables; el examen de las anomalías clínicas que en tal
escenario constituyen los recobros de las amnesias; y las cuestiones de
intervalo perceptual mínimo y neurobiología de la temporalidad. Validó sus
conclusiones con los hechos del panorama evolutivo que habrían de descubrirse
recién durante los años de 1960 (filogenia, desde el control ciliar, de ese
nivel integrativo superior de regulaciones orgánicas) y con otras nuevas observaciones
clínicas y experimentales. El resultante cuadro de la naturaleza ha sido
materia de numerosas publicaciones, en Electroneurobiología
y la Folia Neurobiológica Argentina
varias de ellas.
Es
conveniente retroceder, para su análisis, a la etapa anterior previa a las
últimas reflexiones y fecundos cambios aportados por esos tres científicos ya
entrando en la década de 1950, porque dicho cuadro resultante contrasta aun
mejor con las perspectivas locales de los años de 1940. Ya por entonces, y en
especial hace medio siglo, a fines de esa década, se disponía de todos los
datos fundamentales y planteos problemáticos necesarios para la correcta
distinción entre vida y psiquismo. Habían sido acumulados en particular en el
medio siglo anterior (1899-1949), con la guía de Christofredo Jakob y aportes o
críticas de muchos otros investigadores. Algunos de esos datos y problemas,
incluso, ya eran o habían sido subrayados aisladamente, por otros científicos
de nuestra tradición o por los mismos nombrados. Sin embargo, no era posible
hacer su síntesis más completa, debido a ciertos factores relacionados entre sí
que, todavía al presente, operan tenaces en no pocas comunidades académicas del
mundo. Añadidos al ocultamiento cultural
de la cadacualtez de los psiquismos o existencialidades, tales factores
eran sobre todo otros dos: el olvido de
la inhesión, y la confusión de
semovientes con automóviles. Iniciemos con su escueta aclaración este
comentario preliminar.
2. El olvido de la
inhesión
El
olvido de la inhesión consiste en
desatender que los contenidos mentales inhieren o pertenecen a un psiquismo o a
otro – y que no pueden existir fuera de alguno. Fuera de los psiquismos que estudiamos
están las extramentalidades, observación digna de Pero Grullo; y si como
ejemplos de extramentalidades tomáramos papas o cebollas, nada raro sería
imaginar alguna de esas hortalizas encima de la mesa. Pero no podríamos también
poner allí un contenido mental. Esto es así, no sólo en razón de carecer de
alguna técnica para lograrlo, sino primordialmente porque los contenidos
mentales no pueden existir separados de este o de aquél psiquismo, donde inhieren.
Eso
es lo que da por tierra con todas las conjeturas acerca de polvo psíquico,
átomos psíquicos, u otros materiales
elementales anímicos que, aglomerándose, llegaran a constituir a los
psiquismos como añadidos, o coligativamente. Como esa opinión tiene uso político
y valor en conocidas contiendas extracientíficas, a algunos causará pena que a
fuerza de componentes no sea posible construir psiquismos: la imposibilidad de
pretender que estos sólo existan por aquellos. Es que a esos componentes
elementales precisamente se los propone para eludir el falso problema de cómo
podrían los psiquismos enteros ser producidos por un sistema nervioso entero
(no hay tal cómo, ya que lo falso es
tal supuesto de la productibilidad o constructibilidad: los psiquismos son
eclosiones, no emergencias; tal como las eclosiones en el "vacío" de
las partículas portadoras de la acción de los diversos campos físicos, los
psiquismos no son tampoco determinados o construidos por la organización de sus
circunstancias espaciotemporales, con las que sin embargo podrán luego interactuar).
Pero aquellos imaginarios "componentes elementales" necesitarían ser
ya postulados como anímicos – y entonces tendrían que inherir ya de antemano en
un psiquismo o bien en otro. Y en tal caso no podrían aglomerarse o juntarse,
como en cambio lo hacen papas o manzanas o el puré compuesto tras disgregarlas,
porque las existencialidades no se han mostrado aditivas. Jamás, ni con el
vínculo afectivo más estrecho o más intenso, vimos coligarse ónticamente dos psiquismos.
Además
de no ser aditivas, en un nivel aun más profundo las existencialidades o psiquismos
no son tampoco fungibles, sino cadacuálticas: ya antes de diferenciar
contenidos mentales cada psiquismo difiere de los demás, tanto cuanto dos
sensaciones (por ejemplo, dos rojos, aun cuando pudiéramos concebir que fueran
colorimétricamente idénticos) difieren si uno entona mi psiquismo y el otro
rojo inhiere en cambio en el psiquismo del lector.
Aristóteles,
especialmente en Kateegoríai y en el
Libro IV de la Metafísica, al
distinguir entre la categoría de substancia y las de los accidentes que en ella
inhieren, señaló la inhesión; pero lo hizo en las extramentalidades. (Por
ejemplo, el accidente cualitativo de "verde" o "madura"
inhiere en una manzana). Eso ya de por sí contribuyó a dejar de ver la inhesión
como característica esencial de las diferenciaciones o contenidos de las existencialidades
o psiquismos. A tales psiquismos o existencialidades, como surgirá claramente
al mencionar más abajo su definición, Aristóteles no los pudo discriminar entre
los demás fenómenos vitales (ya que necesitaba conceptuar homogeneamente a
todos los seres vivos, para fundar una ciencia común a todos ellos: la
biología). Además de generalizar oscuramente su inhesión, dicha funesta
circunstancia, el énfasis aristotélico en la inhesion de todo accidente en
alguna substancia, presentó al mismo hecho natural de la inhesión como si
estuviera ligado o fuera dependiente de abrazar la doctrina aristotélica, donde
irónicamente no se lo refiere a las existencialidades. Toda futura referencia a
la inhesión de los contenidos mentales a su psiquismo quedó, de esa manera, gratuitamente
expuesta a los combates de la Modernidad contra el "aristotelismo"
escolástico y a las consecuencias de las guerras europeas llamadas "de
religión". Llegó así a hacerse olvidable el hecho, empírico y nada
doctrinal, de que ningún contenido mental puede estar suelto o to stand
alone, sino que al contrario debe ser de
una existencialidad o bien de otra.
Pero eso es sólo un fragmento de la historia. Aparte de los conocidos intereses
extracientíficos o ideológicos en hacer tener por verdadera alguna versión sectorialmente
conveniente del asunto, el olvido de la inhesión – tan deletéreo para una
perspectiva de neutralidad en la investigación científica de estas realidades –
se hizo posible debido a los otros dos factores. El más remoto es el más básico
o general, la ocultación cultural de la cadacualtez, que pone en marcha a los
otros dos, se retroalimenta con ellos, y merece aquí la siguiente breve referencia.
3. La ocultación
cultural de la cadacualtez
Los pueblos recolectores-cazadores
de climas benignos trabajan poco. Algunos logran su sustento con una hora y
media de labor diaria, otros con dos o tal vez dos horas y media. A fin de
sacarles excedentes hay que coercionarlos para trabajar más. Biológicamente esa
exacción entre organismos de la misma especie es un fenómeno que integra el desarrollo
de las cadenas tróficas biosféricas (pertenecer a la misma especie linneana no
impone solidaridad) permitiendo así previsiones, como ha mostrado Mario Crocco;
la violencia adopta fomas progresivamente más sutiles hasta la guerre de velours ("guerra de terciopelo",
basada en materiales educativos y propaganda), como la ha llamado Claude Rifat.
En ello mucho ayuda la lucha contra el tiempo: la ideología platonista ha
operado como auxiliar de la coerción social para aumentar y mantener la
estratificación en culturas muy distantes y diversas entre sí, incluída la nuestra.
Su utilidad social sustenta a los platonismos y nada tiene de extraño que, como
suena y suena, el platonista Alfred N. Whitehead advirtiera en 1929 que «La
caracterización general más segura de la tradición filosófica europea consiste
en una serie de footnotes to Plato»:
notas al pie, puestas a la obra de Platón.
Pero los platonismos sólo
conceptúan a los individuos como "instancias" de géneros o especies,
que son "Ideas" de mayor valor que cualquiera de "sus"
ejemplos o instancias (concepto o letra
esta que, en lo político, resulta muy útil tanto a aquellos socialismos que la
recibieron de la superficial inversión de Hegel que realizó Marx, como al
"capital salvaje"). Esa limitación para referirse conceptualmente a
la no fungibilidad o intrínseca diferencia de cada existencialidad se reflejó
en los idiomas ("sustantivos-bloque") y asimismo en la cultura
("de individuos, no hay ciencia"), obstaculizando conceptualizar y
hasta aludir a esa característica fundamental de los psiquismos, la
cadacualtez. ¿Cómo, se arguye en ese modo de pensamiento, el psiquismo de un
perro va a diferir de otro ya antes que cada uno adquiera conocimientos o
hábitos dispares?
Amparando tal modo de pensar
ocultante de lo esencial del individuo, Platón sostuvo y refinó ese auxiliar de
la coerción laborífica, el prexistente pensamiento poietizante pitagórico-parmenídeo-platónico-puritano.
("Poietizante" significa que, para compensar en la fantasía el
aumento padecido en la coerción, dicho modo de ver la realidad alienta creer
que "ser" es sólo predicabilidad y que todo lo que "es" puede
pues ser producido –póiesis– por mera
necesidad lógica, por ejemplo la coexistencia de pasado y futuro a lo largo de
un longilíneo móvil relativístico. En otras palabras, a la coerción laborífica
le favorece desvalorizar culturalmente al tiempo que le quita a la gente y
esa lucha contra la realidad e
irreversibilidad del tiempo perdido favorece concebir la eficiencia causal como
si fuera sólo lógica). Para progresar en ciencias empíricas, rechacemos pues a
Platón. Pero además Platón también apuntó y hasta subrayó hechos, asimismo
apuntados por algunos de sus predecesores, que socavaban dicho pensamiento.
Para progresar en ciencias empíricas, volvamos pues a Platón.
Claro está que la resultante
cultura silenció estos últimos señalamientos platónicos inoportunos, aunque verdaderos.
Privilegió en cambio los señalamientos platonistas que, aunque falsos, le son
útiles: en efecto, en materia de relaciones cerebro-psiquismo, promovió las
tesis platonistas de
·
la
accidentalidad del nexo psicofísico,
·
la
concepción del cerebro como ceramento para grabar memorias, sobre el
prestigioso modelo de las tabletas incisas de arcilla cocida, substituídas para
uso escolar, postal y comercial en Grecia y Roma por tablitas enceradas
reutilizables (ptychoi), que podían
reencerarse o borrarse dejando la tabula
otra vez rasa (como para escribir la respuesta y devolver la misiva con el
mismo muchacho correo),
·
la
fungibilidad o intrínseca substituibilidad de cualquier psiquismo por cualquier
otro salvo en lo que atañe a los diferentes conocimientos que ya hubiesen
adquirido; y posteriormente la reducción de cada uno de esos psiquismos a tales
contenidos cognoscitivos suyos o mente,
·
la
reducción de toda causación eficiente a necesidad lógica, acorde con el
entendimiento de "ser" como predicado y apta para presentar la irreversibilidad
del tiempo como ilusoria,
·
la
presentación, como substrato último de toda realidad, de un Lógos o articulación de Ideas, mientras
todo lo demás es presentado como un pensamiento pensado por aquel Lógos (subjetivismo-transcendentalismo).
Pero silenció la semoviencia.
4. La confusión de
semovientes con automóviles
En efecto, en lo que se ha querido ver como un
atavismo animista, "impropio" del resto de su doctrina, Platón había
reconocido la semoviencia como característica diferencial de los psiquismos que
animaban el cosmos. Este cosmos era entendido como "una verdadera realidad
viviente, dotada de alma e inteligencia" (Tim. 30c); en él se reconocía la separada existencia de una
multitud de psiquismos particulares, que son los que nos interesan aquí,
también caracterizados específicamente como único tipo de realidad capaz de iniciar
movimientos y moverse por sí mismos, sin depender de la continuación de movimientos
ajenos que les fueran impartidos desde afuera. Pero frecuente fue la confusión
entre la iniciación interna del cambio y la energía puesta en este.
En tal ambigüedad, antes de Platón
ya Tales de Mileto veía la capacidad de hacer moverse a otras cosas como lo
propio de lo psíquico: "el magneto tiene alma". Después, Aristóteles
la contrastaría con una realidad de otro tipo, la materia inerte y no viviente,
capaz de moverse sólo por reordenamiento externo y jamás por interna iniciativa.
Pero para Platón en su madurez filosófica, todas las cosas individuales poseían
cada una su psiquismo y, en particular, los cuerpos celestiales como el Sol o
las estrellas eran vivientes. Se trata de la misma articulación que, más abajo
oiremos del Ramón Carrillo en una etapa intermedia del desarrollo de su
antropología filosófica,
en la que afirmaba: "Porque, jóvenes, todas las cosas
viven, todos los objetos viven. Si la vida es un fenómeno universal, viven las
estrellas, igual que viven esta mesa y estas sillas. Sólo el ritmo es distinto."
Aquí nuestro contemporáneo Carrillo
pensaba en el bullicioso movimiento molecular dentro de la silla, movimiento
que el aristócrata ateniense no conoció. Pero lo que interesa ahora no es si la silla, el perro o un
marciano están biológicamente regulados por psiquismo. Establecerlo es cuestión
aparte. Lo que interesa para distinguir vida y psiquismo es cómo hemos de
caracterizar al psiquismo, a cualquier psiquismo, por supuesto allí donde por
otros medios se establezca que en verdad esté. Respecto a este asunto de la
caracterización, Platón es rotundo. No importa lo que sea, para el Platón maduro
lo que se mueve a sí mismo está vivo, por
cuanto está dotado de psiquismo (que es lo que provee la semoviencia) y
este psiquismo es lo que imparte su transformación a la realidad inerte, animándola.
De hecho, en el Libro X de Νόμοι ή Περί
Νομοθεσίας
(Las Leyes) los segmentos que conocemos
como capítulos 10 y 11 están dedicados,
respectivamente, al automoverse como primero de todos los movimientos y al automoverse
como lo esencial del alma – precisamente por donde el alma o psiquismo resulta
ser primigenia y, también (pero como especie
o tipo de realidad; no olvidemos que,
conceptualmente cerrados a la cadacualtez, los platonismos ven en las cosas
sólo instancias y no pueden distinguir intrínsecamente un psiquismo de otro por
fuera de las diferentes modificaciones que circunstancialmente adquieran),
causa primigenia de todas las otras cosas. La definición de alma que brinda Platón
es la de una realidad que tiene la facultad de moverse por sí misma.
"Cuando una cosa se mueve a sí misma, hemos de decir que está viva… Cuando
vemos que una cosa tiene alma, la situación es exactamente la misma… hemos de
admitir que está viva." "La definición de la cosa que llamamos alma estriba
en eso de moverse por sí misma." "El alma, pues, en virtud de su
propio moverse que nosotros llamamos voluntad … gobierna y suscita al
movimiento todas las cosas en los cielos, sobre tierra y en el mar." (Leyes X, 895c, 896a y 896c)
Luego Zenón de Cición y Crisipo
desarrollarían los cuatro elementos empedócleos en dos pares, uno (fuego y
aire) de materia 'activa', y otro (agua y tierra) de materia 'pasiva', que la
Modernidad reflejaría en la perspectiva de energía (activa) y masa inercial
(pasiva). Con el peripatetismo esta pasiva masa inerte caracterizaría a toda la
naturaleza y dejaría los psiquismos fuera de ella – salvo que se los concibiera
como puramente reactivos, es decir sólo reaccionantes o robóticos. Esto planteó
a los platonistas la dura tarea de distinguir cuando algo realmente se mueve a
sí mismo y cuando lo hace porque ha cargado combustible y pareciera semoviente,
sin serlo.
Confundir la iniciativa
autoactivante con la mera disponibilidad de energía, al estilo resorte
("acumulación" de carga nerviosa, de Jakob, Richard Sudnik, José T.
Borda, Braulio Moyano, Raúl Garabelli, Lanfranco Ciampi, Ramón Carrillo, Roque
Orlando y tantos más, en esta etapa; reserva energética proveniente de
prehistóricas fotosíntesis, en los combustibles fósiles) pareció útil a tirios
y troyanos desde la tardía Antigüedad. A muchos platonistas, fueran árabes,
cristianos, escépticos o judíos, les pareció una manera de eludir esa dura
tarea distincional. Asimismo les pareció un modo de sosegar la disputa a los
modernos fautores, algo menos platonistas, de modelos de la necesidad «psicohidráulica»
que operaría tanto en el nivel de activación
(neurobiólogos Bremer, Hebb, Moruzzi, Magoun, Malmo …), regulado por un neurosistema
bulboprotuberancial-mesodiencefálico reticular ascendente activador del control
más superior del organismo (y recordemos que el electrofisiólogo Rafael Lorente
de Nó, 1902-1990, discípulo de Ramón y Cajal y maestro de Hebb y de Malmo, en
los años de 1930 y 1940 enseñaba en Norteamérica la idea de Jakob de
"circuitos reverberantes"), cuanto en el nivel mismo de este control
más superior o motivación. Entre
estos se cuentan Sigmund Freud (1856-1939, acumulación tensional ante falta de
descarga y desplazamiento transvincular de montantes catécticos), William
McDougall (1871-1938, presión neuromotivacional de innatas urgencias hórmicas
propendientes a fines), Bent Russell (el ingeniero-psicólogo que en 1913 diseñó
un autómata hidráulico a aire comprimido, para modelar el sistema nervioso
empsiqueado y modificado por su "experiencia") y los etólogos Konrad
Z. Lorenz (1903-1989, quien acuñó el concepto del angeborener Auslösemechanismus que ante signos específicos libera
energías específicas para cada tipo fijo de acción) y Nikolaas Tinbergen
(1907-1988, que reconoce la jerarquización de esos mecanismos instintuales). Así,
mientras que para Platón las almas eran la única y sola fuerza y también la
fuerza original, ya a Simon Stevin (1548-1620) y Galileo Galilei (1564-1642) no
les preocupaba distinguir entre la genuina originación del movimiento o, en
cambio, su continuidad tras lo que hoy describiríamos como alguna conversión en
potencia seguida de reconversión en movimiento.
En esa línea de abordaje, lo que se
puede cuantificar es cuánto
movimiento cabe conseguir de cierta fuente; no si ese movimiento proviene de
una decisión actual o sólo de combustible fósil. Bicicleta y motocicleta son comparables.
Pero, ¿cómo fundamentar baconianamente que todo lo que origina series causal-eficientes
es una existencialidad? ¿Cómo explicar que los psiquismos en la naturaleza
siempre se encuentran donde hay un corte de la continuidad causal, allí donde
las reacciones entonativas o sensaciones terminan el aflujo incitante y la
autoactivación para continuarlo o no con tales o cuales acciones inicia una
serie causal nueva? Precisamente por eso el cerebro fue seleccionado evolutivamente
también como órgano para producir sensaciones (inherentes al psiquismo allí eclosionado)
ligadas a eventos externos y, de tal manera, permitir el desarrollo intelectual
de psiquismos semovientes que habilitaran, al organismo empsiqueado, para
superar los límites de las máquinas de Turing y así transformar accidentes en
oportunidades, en la lucha por la vida. Pero esta distinción no interesaba ni
estaba al alcance de Stevin, Galileo y sus sucesores en la neurofisiología – ni
pronto tampoco lo estaría la querella de peripatetismo y nominalismo que
profundizó al citado olvido de la inhesión.
En esa querella, aunque las
posturas se presentan sumamente matizadas, o bien se ponía (caso de los herederos
escolásticos de Aristóteles, los peripatéticos) al psiquismo como una
substancia que tiene al conocimiento como accidente, o bien, tras la reducción
que Locke (1632-1704) y Hume (1711-1776) hicieron del psiquismo a sus
contenidos mentales, se ponía a estos contenidos mentales (sus conocimientos,
que supuestamente para existir no necesitan ya inherir, doctrina que adquiere
valor político para oponerse a la doctrina escolástica de la inmortalidad de la
substancia alma) como el único constituyente del psiquismo. Ello exige la
inexistencia de semoviencia (doctrina también de circunstancial valor político,
en cuanto retira la base para atribuir mérito o demérito moral a los individuos)
y, platónicamente, el carácter meramente apariencial de la sensibilidad. Por donde
se empieza a hacer visible cómo, en base al silenciamiento cultural de la
infungibilidad, y en las politizadas circunstancias históricas del caso, se articulan
los dos olvidos: el de la inhesión y el de la semoviencia – los que a su vez al
brindar "explicaciones" racionalizan y consolidan aquel
silenciamiento.
Tanta doctrina exigió a nuestra
tradición neurobiológica emprender una dura tarea de deconstrucción (que no
habremos de historiar ahora) a fin de dejar ver los hechos, conservando su
perspectiva empírica. Resumamos algunos de estos hechos. La semoviencia opera
moviendo o en cambio manteniendo la consideración esemplástica de un sector de
los contenidos mentales que están disponibles para un psiquismo en razón de
haberse diferenciado entonativo-operacionalmente ese psiquismo en aquellos
contenidos. Por ejemplo, la semoviencia opera en cierto momento recordando una
vieja imagen, o cómo se mueven las piernas para andar en bicicleta, o dejando
de buscar un recuerdo refractario, o persistiendo en su búsqueda. El cambio
esemplástico, que altera la integración del conjunto de contenidos mentales al
que se selecciona para su atención diferencial, permite alternar entre los
cuatro ejemplos, pasando del uno al otro en el orden que uno impone, tal como
también ocurre al conducir una fantasía más rica y compleja. El psiquismo
selecciona qué diferenciaciones internas incluirá a cada momento como antecedente
para el curso de su variación atencional y en qué nivel de despliegue operativo
(noergia) ha de considerarlas; como enseña Crocco, esemplástico significa capaz de plasmación semoviente del foco atencional, cuya distancia
de un contenido mental determina el despliegue operativo con el que se hace
disponible a ese contenido mental. Foco
atencional es pues el "estado en
que los contenidos mentales despliegan el máximo de su acuidad operativa disponible"
en la definición de Crocco. Un buen ejemplo lo brinda recordar una canción o
poema disponible (es decir, que uno conoce), a cuyas estrofas se pone sucesivamente
en el máximo de noergia o despliegue operativo para darles expresión y
volverlas enseguida a sumergir en la referencia aun distintiva pero
operacionalmente indiscriminante. Lejos de poderse reducir a una aboutness o mera intencionalidad
estática escolástica o brentaniana, es esa capacidad de dirección intencional
de una sucesión de cambios esemplásticos lo que caracteriza a las existencialidades
o psiquismos – el "moverse" del viejo Platón. Cuando una operación
que ella determina sobre el parénquima cerebral afecta áreas habilitadas para
la ecforia, detemina mediatamente cambios exteriores (por ejemplo, en la
postura de los miembros, a través de los nervios motores; o en algún equipo
electrónico controlado por el estado eléctrico de ese parénquima, a través de
circuitos integrados implantados).
Esta semoviencia es lo que se
olvida junto con la inhesión. La resultante ciencia
de la dinámica, pues, sólo versa sobre la energía o capacidad de realizar
trabajo, no sobre la semoviencia o capacidad de autoactivarse por iniciativa propia
para ponerse o no a realizar algún trabajo – o ninguno, como al dejar de buscar
en la memoria un recuerdo por el momento olvidado.
Pero los platonismos, y
neoplatonistas como Proclo, de cuando en vez insistían en la realidad de
semoviencias autoactivantes sin confundirlas con la energía que emplean. Tanto,
que el mismísimo Kant de la Kritik der Urteilskraft
(1790), no poco cercano a ellos, se sintió obligado a aclarar que la
posibilidad de materia viviente no puede ni siquiera ser pensada porque su concepto
encierra contradicción – ya que es la carencia de vida, la inercia, lo que
constituye el rasgo esencial de la materia: el moverse sólo por iniciativa
ajena, que diría Proclo (in Eucl. 15.26 ss).
5. Cuando los años
cuarenta morían …
La escuela neurobiológica
argentino-germana emergió de ese trance conceptual, cuya descripción es lo que
ahora nos interesa, en base a viejas y nuevas observaciones y sus validaciones
empíricas dentro de la perspectiva plasmada por su propia labor. Las dos conferencias
que aquí siguen, de Jakob (1948) y de Carrillo (1949), describen bastante bien
los rasgos positivos de aquel paisaje, aunque sus problemáticas no resaltan
igualmente a la vista. Esto se debe tanto a la naturaleza de las dos
exposiciones cuanto a lo apremiante de esos problemas para ambos expositores.
5.1. Las ideas de Jakob. En su definición científica de la vida, Christofredo Jakob
hilvana los siete siguientes conceptos:
J1. Clausura causal de
la naturaleza. Paul
Dirac, dechado de platonismo, ya había expuesto hacía mucho su concepto del
vacío, en que partículas comunes y otras más efímeras ("virtuales"),
portadoras de cuántos de acción causal-eficiente, eclosionaban en ese
"vacío" sin provenir de alguna determinación en las series causales
que se venían continuando espaciotemporalmente en las inmediaciones del sitio
de cada eclosión. Pero Jakob, que superficialmente menciona ese bullir de los cuántos de acción en una conferencia del año
siguiente y, como aquí se verá, era sumamente consciente de la continuidad entre
los ámbitos empírico y transcendental (ver comentario a la figura de su
conferencia, más abajo), aún temía que cualquier apertura causal de la
naturaleza pudiera tornar a la ciencia empírica dependiente de verdades reveladas.
Y las incognoscibles determinaciones resultantes en los cuántos se prestaban,
para introducir interacciones anómicas entre substancias casualmente
articuladas, tan bien como el clinamen en la caída de los átomos de Demócrito o
el "balanceo" de la pineal en su pedúnculo. Sabemos que Jakob les
desconfió y optó por la clausura causal de la naturaleza. Por eso enfatiza aquí expresamente: «La vida es un proceso tan
natural como cualquier otro, si bien se distingue de los demás por su complejidad.»
«En él no influyen factores supernaturales.»
J2. Energetismo. Tras la antes citada mixtura conceptual,
de la autoactivación semoviente (exclusiva de las existencialidades o psiquismos)
con una autoenergetización u oportuna puesta en juego de cualquier combustible
acumulado y disponible (propia también de las máquinas), se desarrolló una
línea de pensamiento biológico que, sin desglosar los psiquismos de la
vitalidad, promiscuamente entendía a los organismos vivientes como capacidad de
trabajo físico (energeía)
organizada. La expresión en espacio y tiempo de esta energeía
pasaba por fuente
y fundamento apodíctico de lo real. Fue, pues, una biología
del movimiento como expresión de la acción causal en el espacio y tiempo
también concebidos como originarios. Por lógica, tal biología sólo podía
abordar la descripción de los psiquismos con los instrumentos conceptuales para
describir eventos en el hiato hilozoico.
En
otras palabras, tal biología sólo podía describir los psiquismos con los
instrumentos conceptuales para describir eventos fuera de los psiquismos; esto
es, con los instrumentos para describir eventos acaecientes en el espacio extramental – supuesto fundamental
u originario – en base a la continuidad de historias integradas macroscópicamente
o tiempo – también supuesto
fundamental u originario. (Hoy es claro que tanto ese espacio como ese
macro-tiempo, lejos de ser originarios o fundamentales, son meros accidentes de
nuestra evolución astrofísica, mientras que psiquismos y cuántos de acción
causal son constituidos en un nivel más básico de lo real). Se creía pues que
lo fungible originaba lo cadacuáltico, reducido esto a sus diferenciaciones
internas causalmente producidas por una organización espaciotemporal: la
neuroactividad, propia del cerebro.
Tras
Boscovich (1711-1787), en cuya realidad óntica primigenia y fungible no se distinguía
fuerza y energía, Priestley (1733-1804), Herder (1745-1803), Goethe (1749-1832)
y Schelling (1775-1854) describieron dinamísticamente la realidad en
articulación con panpsiquismos. En 1799 este último expresaba que "los
fenómenos magnéticos, eléctricos, químicos, y por fin también orgánicos han de
tramarse en una gran textura … sobre la totalidad de la naturaleza." Pero
después de radicarse la energeía del movimiento biológico en los
alimentos consumidos, se descartaron las fuerzas (Kräfte) y se confesó en cambio a la energía como base primordial de
la realidad. De esa manera, y en oposición al mecanicismo ("cartesianismo"), desarrollóse el
energetismo con Johann Christian August Heinroth (1773-1843, de especial influencia
sobre la neurobiología posterior), así como con Schopenhauer (1788-1860, que ya
igualaba la consistencia óntica de la voluntad con las fuerzas físicas de la
naturaleza), Spencer (1820-1903), Fechner (1801-1887), Maxwell (1831-1879),
Mach (1838-1916), Haeckel (1834-1919), Ostwald (1853-1932) y numerosos autores
que privilegiaban la energía tanto por sobre la materia cuanto por sobre el
espíritu. Luego,
la organización de esa energía se describiría informáticamente. Jakob, para la
fecha de esta conferencia ya distanciado de la pasajera influencia que sobre él
tuvo el paralelista psicofísico Theodor Ziehen (1862-1950), asume con plenitud
la línea energetista: «Definimos los fenómenos físicos, en general, como
procesos energéticos»; «La vida puede expresarse por medio de las fórmulas de
la energética».
J3. Supramecanicismo. Consecuente ahora con
el energetismo (y en etapas anteriores, salvo el interregno zieheniano, con el
vitalismo), Jakob rechazó siempre el mecanicismo: «La vida no se puede definir
mecánicamente: podrá representar un mecanismo en su construcción estática, pero
nunca en su proceso evolutivo dinámico.» Pero a diferencia de otros colegas,
sobre todo de habla inglesa, que habían tomado al "cartesianismo"
como prototipo de la visión mecánica de las entidades biológicas y volcaban
sobre él ancestrales aprensiones, Christofredo Jakob, que también era
catedrático en facultades de Filosofía y Letras y de Humanidades ricas en
cultura hispánica, había conocido y aprendido aquí sobre los "naturalistas"
del Siglo de Oro español. En sus clases, tras ubicar a Alonso de Fuentes (1515
- ca. 1550), a Juan Huarte de San
Juan (ca. 1529 - ca. 1588), al Bachiller Sabuco (1525 - después de
1588; ¡no
a Oliva Sabuco!) y a Gómez Pereira (ca.
1500 - después de 1567) como quienes – parafraseando la conocida frase de
Méndez Bejarano – pusieron en el cerebro
el órgano material de la inteligencia y explicaron por la diversidad biológica
la diferencia de capacidades, Jakob ponía sobre todo a Gómez Pereira como
responsable del desarrollo moderno del automatismo animal y requería de sus
estudiantes interpretar la base argumental de la tesis pereiriana, así como ver
sus ideas en Willis y Glisson. En el presente trabajo lo menciona al referir el
diálogo de Cristina de Suecia con «Descartes, el cual entre otras cosas le
enseñaba – con la solemnidad consiguiente del filósofo – que los animales eran
puros autómatas mecánicos (su teoría central, tomada de la doctrina estoica y
que antes de él había también formulado el médico español Gómez Pereira: los
animales no tienen alma).»
J4. Autorregulación, poder antientrópico y continuidad organizativa.
«Su autorregulación hace del mecanismo un dinamismo, de poder antientrópico.»
«Desde estructuras subcelulares hasta colonias y asociaciones utiliza los
mismos principios de diferenciación y centralización progresiva». «Cada
individuo es la realización de la potencialidad germinativa representada por
sus genes. La vida es un complejo energético y natural de genes, con regulación
y reproducción autónoma aparentemente ilimitada, único perpetuum mobile conocido; y que este concepto debemos encuadrarlo
en la energética universal que según leyes cósmicas universales construye,
también, la vida. A estas unidades (quizá nuevamente compuestas por cargas
energéticas infinitesimales: los quanta), a las cuales nos las imaginamos, debido
a su constitución elemental, dotadas en cada momento de una reacción que actúa
en una sola dirección, se las puede considerar como vectores
"unidimensionales" y representarían por lo pronto los factores más
elementales de la energética del universo, formando en el cosmos las nebulosas
precursoras de los sistemas solares. Como los átomos son considerados
"sistemas" polielectrónicos, representarían ya una fase superior en
la maduración de la energética cósmica. Su acción y sus movimientos serían en
cada momento bidimensionales y engendrarían los sistemas solares. Con los
planetas, un grado más en la evolución de la energética cósmica, llegamos a la
tercera fase, la fase molecular, sin lugar a duda, tridimensional. Y por lógica
"extrapolación" llegaremos a encontrar que nuestra fórmula Ev =(fq)x
es forzosamente un grado ulterior, cuadridimensional y superior en el proceso
de la maduración de la energética cósmica.»
J5. Psiquismo. Christofredo Jakob en esta etapa
reconoce, en forma imprecisa en cuanto respecta al psiquismo, que los
organismos vivientes efectúan un empleo particular de la temporalidad para su
propia transformación. Si aquí Jakob hubiera hecho referencia a "el
psiquismo instintivo y consciente que utiliza intervalos del tiempo pasado para las reacciones instantáneas del futuro", se
hubiera acercado mucho a uno de los desarrollos posteriores a su fallecimiento,
la definición de Mario Crocco (1971) de las mentes, existencialidades o
psiquismos como aquellas realidades que
cambian en base a más de una situación presente por vez; o en su otra
formulación, como las realidades que se
transforman sólo en base a una selección de sus respectivos antecedentes: no
necesariamente en base a todos ellos. En cambio, las expresiones de Jakob
fueron «…a esta "encarnación superdimensional" debemos, igualmente,
las formas superiores de regulación por el psiquismo instintivo y consciente
que utiliza tiempo pasado para las reacciones del futuro.» Sin duda, en este
punto el problema que impidió el adelanto fue que Jakob se había impuesto
pensar una única forma de transformación temporal para ambos, cerebro y
psiquismo; mientras que el rol jugado, por la selección natural del cerebro
también como instrumento para permitir el desarrollo intelectual de los
psiquismos allí eclosionados, permitió a Crocco distinguir el diferente modo de
transformación temporal de cada uno.
Así,
cabe hoy asumir integralmente la manifestación de Jakob, al afirmar que «la función
vital culmina en la esfera psíquica», interpretando que en efecto la
culminación regulatoria de la función vital consiste en sus interacciones con
el psiquismo. Esa formulación jakobiana deja abierta la posibilidad de considerar
como producto del cerebro no al psiquismo, que no lo es, sino a las reacciones
entonativas del psiquismo. Estas constituyen sus experiencias sensoriales y el
objeto de sus operaciones mentales – la disponibilidad de cuyo sistema habilita
el desarrollo intelectual y el ajuste no turíngeo al ambiente, motivo de la
selección natural de las anátomofisiologías cerebrales que sirven, en cada
especie, a la función de (a) producir oportunamente las particulares reacciones
entonativas en el psiquismo allí eclosionado, y (b) a la función de introducir,
en los procesos temporales macroscópicos que cursan en la extramentalidad, las
series causales nuevas originadas por el psiquismo y que constituyen la conducta
voluntaria del organismo, de la que este se vale para superar los límites
intrínsecos de las máquinas de Turing y, culminando la biofilaxia, transfomar
accidentes en oportunidades.
J6. Alma aristotélica (Forma) indiscerniente de la existencialidad.
Pese a expresarse Jakob en esta etapa en modo, maguer impreciso, tendiente a
reconocer la realidad particular del psiquismo, en el germano-argentino aún
prima un entendimiento aristotélico, del alma como forma del cuerpo, que vela
el reconocimiento operativo y las características de la existencialidad. Con
ese entendimiento es posible pensar, como se ha dicho, que tal "alma"
duerme en la piedra, sueña en la planta, se mueve en el animal y despierta en
el hombre. Además, hecho fundamental, para Jakob los organismos son elementos almados de su respectivo germinoplasma.
Este plasma germinativo, en cuanto podía concebírselo como inactivo o estático
(faltaba un lustro para que la colaboradora de Linus Pauling revelara a Watson
y Crick la imagen crucial indicativa de la doble sinusoide), posee información o estructura aunque, en sí, no
tiene alma.
Pero
la Forma específica – de gato, perro,
pino, humano – que adopta el despliegue dinámico del plasma germinativo es el
alma del organismo, cuya energética tal alma informa espaciotemporalmente. Una ilustración de biología general,
bastante repetida en los textos jakobianos (por ejemplo, en 1915, 1922 y 1941),
muestra una línea de tiempo continua en la que persiste el germinoplasma y una
pluralidad de desarrollos laterales, que en cambio crecen y mueren: los individuos.
Se
trata por supuesto de la concepción weismanniana, que contrasta plasma germinal
y somático. El plasma germinal está formado por las células reproductivas,
potencialmente inmortales al transmitirse de una generación a la otra; el
plasma somático lo componen los cuerpos, mortales, que de generación en
generación se desarrollan lateralmente a la línea germinal. El organismo
aparece así como un epifenómeno del plasma germinal, una fugaz excrecencia
suya, tal como un erudito sería el instrumento a través del cual centenarias bibliotecas
hacen otra biblioteca. De allí proviene la idea – típica en la clásica genética
de poblaciones – del organismo como contenedor temporario de genes, así como la
conocida teoría del "gen egoísta" promovida por Richard Dawkins, en
la que el organismo es un vehículo o a lo sumo un colaborador de los genes
replicadores. En tal esquema el organismo puede ser considerado la expresión
última de un mensaje, esto es de un sistema de instrucciones e informaciones genéticas
(idea defendida por Jacques Monod, 1970), o la realización de un programa
prescripto en el genoma, estadio transitorio entre ancestro y descendientes
(François Jacob, 1970). En esas opiniones, no sólo al psiquismo del organismo –
si es que allí existe uno y su existencia se reconoce – se lo entiende reducido
a sus contenidos mentales que pueden ser generados por acción del cerebro, de
modo que al organismo entero pueda concebírselo como derivable de los materiales
genéticos; sino que también al entero organismo se lo pretende carente de consistencia
ontológica: lo que importa, en el curso del inmenso río de la vida, no son los
organismos en su corporeidad, sino abstractas relaciones que combinan
informaciones o instrucciones genéticas.
Es
de leerse así la citada idea de Jakob, "la vida es un complejo energético
y natural de genes, con regulación y reproducción autónoma aparentemente
ilimitada, único «perpetuum mobile»
conocido". "Los genes, son así, en el fondo, los reales spiriti rectores en los biotipos
vegetales, animales y humanos, creadores de todo lo que ha vivido, que vive y
que vivirá – y eso sí que es o podrá llamarse «alma». La verdadera alma
inmortal, ilimitada en tanto persistan las actuales condiciones biofóricas, que
científicamente podemos reconocer como tal y esto en todos los sistemas
vitales, es la actuación vivificadora y dirigente de los genes en el plasma
germinativo y su energética hereditaria a
través de los tiempos, encontrando así también en su solución lógica y
natural el problema de la transmisión del alma individual y colectiva." Es
visible la completa adhesión que por entonces mantenía el mentor de nuestra
tradición al
ocultamiento cultural de la cadacualtez de los psiquismos o existencialidades,
concebidos como constituídos por materiales fungibles.
J7. Reducción del
psiquismo a su mente; o, espíritu como conjunto de contenidos mentales.
Ya esbozamos antes de qué modo, y por cuáles caminos en la historia de las ideas, la ocultación cultural de la
cadacualtez de los psiquismos llevó al olvido de la inhesión y a la confusión
de semovientes con automóviles. Jakob en esta etapa aún lo muestra claramente.
Habla de un embrión temprano, cuya integración dinámica constituye su alma,
aristotelicamente entendida: la Forma
inmanente del cuerpo (que no es Forma
substancial peripatética) como organización espaciotemporal de su energética.
Lo compara con el mismo embrión ya neonato, cuyos sentidos en desarrollo le han
venido proporcionando diferenciaciones anímicas o contenidos mentales, y con Johann Christian August Heinroth
llama a su conjunto espíritu,
mientras para su previa integración dinámica carente de diferenciaciones de origen
sensorial reserva aquel nombre de alma,
cuyo concepto se acaba de delinear.
Nótese
bien que lo que aquí genera los contenidos mentales son los sentidos solos, no
en dialéctica articulación con ninguna iniciación semoviente de series causales
nuevas en los tanteos conductuales externos e internos con los que el feto o el
neonato exploran lo propio y lo circundante. No es que Jakob ignorase la
función de estos tanteos en la construcción de la experiencia; de hecho a los externos
los describe desde mucho antes de 1927, cuando Piaget, también experto en el
criticismo kantiano, repara en su rol. Pero para Jakob esos tanteos no eran
semovientes: no inauguraban genuinas novedades causales, sino resultaban de la acumulación neural de las aferencias o
cargas sensoriales.
De
donde resulta que esos contenidos mentales no difieren del modo de ser de las
hortalizas – olvido de la inhesión
– y que el psiquismo es puramente reactivo, moviéndose sin diferir del modo de
moverse de los automóviles
– olvido de la semoviencia. Dice Jakob: "¿Y
el espíritu? ¿Dónde lo ubicamos? ¿Qué es? En el fondo, no pertenece la cuestión
a nuestro tema, porque ya hemos encontrado nuestra «alma», y espíritu no es sino una forma superiormente
desarrollada y madurada del dinamismo vital. Bastaría para convencerse, ver a
un embrión humano de cuatro semanas, al cual seguramente le reconoceríamos
alma, pero no menos seguramente le negaremos espíritu, que ocho meses después
lo reclamaría con toda razón y naturalidad – debido únicamente a esa su
preformación energética evolutiva inmanente para la realización de los
fenómenos de regulación psíquica superior; y al conjunto de ellos llamamos espíritu." "Así, espíritu es
simplemente lo «cósmico universal simbolizado» por el proceso neurovital,
regulador del equilibrio entre organismo y ambiente. Es tan natural, necesario
y autónomo como la vida misma de la cual nace, a la cual sirve y sin la cual no
es posible ni necesaria su existencia. Es un «acto de fe» de comunidad entre
criatura y creador y una apoteosis del creador en la criatura."
Y
aquí podría terminar con los hermosos versos de Goethe (Vor dem Tor, "Faust I", versos 323/4) al comienzo de su
grandiosa concepción de Fausto:
Ach! zu des Geistes Flügeln wird so
leicht
Kein körperlicher Flügel sich gesellen
«¡Ay! Ningún ala corpórea acompaña tan fácil a las alas del
psiquismo», para recordar el clarividente suspiro goethiano que en
un parque de Praga en 1880 ya prestó tan buenos servicios al joven Nikola Tesla
(1856 – 1943; "Some
Personal Recollections", Scientific American, junio 5 de 1915), llevándolo a
dibujar con un palito en la arena los diagramas que ilustrarían su fundamental
patente de mayo de 1888.
5.2. Las ideas de
Carrillo. A su vez,
en su definición
científica de la vida, Ramón Carrillo enhebra los siete siguientes
conceptos, a los que pasaremos revista más breve por cuanto mucho de lo
comentado al tratar de Jakob se aplica también a ellos:
C1. Diferencia entre organización
y estructura. En la misma conferencia de 1949 que aquí parcialmente se transcribirá,
pero anteriormente (p. 19), Carrillo había expresado su conocida distinción entre
organización y estructura, repetida en numerosos textos y obras y adoptada tres
décadas más tarde por la doctrina peripatético/idealista-germana de la "autopoiesis".
Entrando en tema, pues, señaló Carrillo la diferencia entre organización y estructura, la primera común y esencial a todo viviente y la segunda
variable, específica y concreta. Aquí, dirigiéndose a su joven audiencia, el
ministro Carrillo había expuesto: «Erroneamente se habla de organismos como expresión de organización.
Pero yo hablo de organización, pues esta significa la disposición más adecuada
de las cosas para cumplir un fin. En cambio, el organismo es tan solo la
estructura en que se sustenta ese orden, es decir, la estructura del organismo
que da vida a la organización.» Luego hilvana la siguiente ilación:
C2. Factores cósmicos en el concepto
de "vida": «factores cósmicos
que acabo de mencionar: tiempo, espacio y duración.»
C3. Energetismo y organización informatizable: «Letamendi dió también, como es natural,
su definición. Dijo que la vida es una forma de energía. Para mi, la vida es exteriorización
activa, espacial y temporal, de una organización. »
C4. Relaciones cuerpo-psiquismo. «Las leyes de la física y de la
química reglan la vida, y la vida regla, a su vez, las leyes de la inteligencia.
» «… la inteligencia nace en los seres más simples y alcanza sólo en el ser
humano su plenitud —el espíritu— como forma pura de la energía.» «… superando esas
vidas orgánicas, que surgen de lo cósmico, de la energía y de la materia, entre
lo cual no hay diferencia —como no hay diferencia entre la energía y la vida—,
nos encontramos ante el quid divinum,
que llaman los escolásticos, ante la inteligencia o el espíritu, que está
sobre la vida y es un desprendimiento de ella…» «La inteligencia
es una forma vibratoria de la energía vital.»
C5. Indistinción de vida y existencialidad. Omite Carrillo exponer problema alguno concerniente a la discriminación
de subjetividad, y directamente la atribuye a todo sistema orgánico que desempeñe
las funciones superiores de relación. Específicamente supone subjetividad a los
insectos, cuyo ganglios cerebroides y cuerpos fungosos habían sido objeto de
especializado estudio por Jakob y colaboradores. Afirma que «por ejemplo, las abejas, …, todos los animales, tienen otro mundo
distinto del nuestro. Ellos ven, oyen, gustan, etc., otras cosas.»
Por los desarrollos culturales arriba comentados, esa postura contaba con innumerables
epónimos, muy matizados en otras cuestiones pero en esta, entre otras,
coincidentes. En tren de brindar un solo ejemplo, elijamos la perspectiva de Gustav Fechner (1801-1887) de la vida, y de una "almación"
dadora de vida, como una jerarquía anidada omniabarcativa en Nanna, o sobre la vida anímica de
las plantas (1848): todos los seres eran imaginados vivientes,
la vida era concebida como incluyendo cierta fungible subjetividad, y esa es la
razón por la que ningún organismo podía carecer de cierto mundo subjetivo experienciado. Ramón Carrillo continúa esta idea extendiéndola, no ya respecto
al subjetivo mundo experienciado sino a la vida de la que todo participaría,
con las platónicas expresiones ya indicadas: «Porque,
jóvenes, todas las cosas viven, todos los objetos viven. Si la vida es un
fenómeno universal, viven las estrellas, igual que viven esta mesa y estas
sillas. Sólo el ritmo es distinto. Por eso siempre me ha resultado pueril y absurdo
ese famoso capítulo de ingreso, de biología, que dice: "Diferencia entre
los cuerpos vivos y los muertos"»
C6. Individuos como desarrollos laterales de la
continuidad del plasma germinal. Ramón Carrillo expone
la enseñanza de Jakob acerca del esquema weismanniano, de una línea de tiempo
continua en que persiste el germinoplasma y una pluralidad de desarrollos laterales,
que en cambio crecen y mueren, los individuos. Afirma
así Carrillo que «Nosotros podemos morir porque somos formas. Pero la vida perdura. Es
decir, como forma, morimos; como vida, somos inmortales. De tal manera, no hay
ninguna diferencia entre lo que nosotros llamamos vida y lo que llamamos muerte.»
C7. Integración homogénea de toda la naturaleza. Se advierte aquí en la armonía universal, que sólo esa homogeneidad
hace posible y Carrillo la enfatiza, como rasgo típico de los pocos años en que
permaneció influído por el pitagorismo pappiano. Enseña así Carrillo que,
hablando de «la comunidad biológica, resulta
que ella es la resultante de la vida y de la inteligencia —hecho energético— y
de la armonía universal, pues sus leyes son las de todo organismo vivo.»
6. Colofón
Admitiendo pues sólo una forma de materia
– átomos, moléculas, campos físicos, energía y matería oscuras, o lo que sea,
pero sólo una –, ¿cuándo una porción de esa materia ha de decirse
"viva"? ¿Cuándo no?
El interrogante preexistía a las actuales
definiciones en la escuela neurobiológica argentino germana, pero en ciertas etapas
históricas era imposible adelantar las síntesis. Los materiales estaban, la situación
cultural y conceptual lo prevenía. Esta Noticia preliminar
procura desentrañar
los principales hilos conductores que tramaban esos impedimentos y mostrar los
tres factores que los consolidaban. Veámoslos ahora operar en estas dos exposiciones,
que bien reflejan aquella etapa de nuestro desarrollo.
La definición científica de la vida
por
Christofredo
Jakob
Originalmente publicado en la Revista del Museo Social Argentino, Año XXXVI, Nros. 313-314, pp. 193-203, julio-agosto 1948.
Abrumador es el número de problemas mundiales sin
solución que continúan atormentando el espíritu del hombre, marcados ya sea por
su antigüedad – o novedad – e inherente complejidad por un lado, ya sea por lo
limitado de la técnica física y psíquica de nuestro intelecto, por el otro.
Desde la microdinámica del átomo hasta el ritmo macrocósmico del universo, se
extiende una serie infinita de interrogantes y respuestas provisorias y fugaces,
en las inmensurables direcciones del saber y del ignorar humano.
Apenas creemos haber llenado una laguna, se
abren, en su lugar, diez nuevas; y no faltan los que afirman que lo que ganamos
al respecto, lo pagamos con pérdidas crecientes. Por lo menos se puede sostener
que, corrientemente, resolvemos una hipótesis planteando en su lugar dos, pero
en cambio aprendemos a formular mejor las nuevas preguntas.
Pero a pesar de todo, persiste el optimismo – del saber que
consciente del ignoramos, no acepta
como definitivo el et ignorabimus ["… y habremos de seguir ignorando"]. Y afirmamos que este nuestro
optimismo es tan inagotable como la fuente de los problemas por resolver,
porque también nosotros hemos nacido de la misma fuente.
Bien, entre este enjambre de problemas hay uno
que, desde la aparición del homo sapiens en nuestro planeta, siempre
llamó su atención poderosamente. Es el del «fenómeno vital», del cual participa
el hombre mismo en cuerpo y alma y del cual no puede desprenderse, ni en sus
concepciones espirituales más elevadas.
Porque el «problema de la vida» está
evidentemente en el centro de todos los demás problemas, situado entre el
micro- y el macrocosmos. Y teniendo contingencias con ambas esferas, representa
en el fondo una combinación tan misteriosa de todo lo existente que arrancó la
célebre exclamación de Pascal,
«quelle chimère est-ce donc que
la vie (l'home)».
Y tendríamos ya aquí una primera definición, la que, como tantas otras, no nos
dice casi nada – si no fuera que manifiesta secamente la magnitud del problema
«vida», el que, una vez resuelto, aclararía todos los demás misterios.
Naturalmente buscamos aquí, no una definición
formal, verbalista o tautológica, sino una que descubra y circunscriba
realmente su contenido, alcance y posición dentro del universo, como base heurística
estable para el conjunto de las investigaciones científicas acerca del
«complejo vital».
Existe una cantidad de definiciones formales y
sustanciales, que ya presenté en el año 1914, en mis conferencias de la
Facultad de Filosofía y Letras, y que a continuación reproduzco, completadas.
Primer grupo:
tautológicas.
La vida es el conjunto de manifestaciones de los seres vivos.
La vida es la función del protoplasma (la asimilación, la reproducción,
etc.).
La vida es el resultado de la función de la fuerza vital, del psicoides,
de los dominantes, de la entelequia orgánica, de los principios organicísticos
del «campo celular», etc. (Paleo- y neovitalismo, organicismo y otros
verbalismos).
Segundo
grupo: literarias.
La vida es sueño (Calderón de la Barca).
La vida es actuación (Carlos Octavio
Bunge).
Vivir es vencer (Le Dantec).
Tercer
grupo: fisiológicas.
Vivir es respirar. (La Biblia; el «soplo
divino»).
Vivir es nacer.
Vivir es morir.
Vivir es sobrevivir (resistir a la
muerte).
Vivir es nadar (en el suero plasmático y
sus fermentos: omne vivum ex aqua).
Vida es «fuego orgánico» (por el proceso
oxidativo, reductivo, rítmico, fermentativo del metabolismo).
Cuarto
grupo: psicológicas.
Vivir es moverse (teoría del hilozoísmo).
Vivir es gozar (Hartmann).
Vivir es sufrir (Schopenhauer).
Quinto grupo: energéticas.
Vivir es despertar energías orgánicas de
lo anorgánico.
Vivere est
laborare et laborare creare (Jakob).
Sexto grupo:
biológicas.
Vivir es asociarse.
Vivir es adaptar continuamente las
condiciones interiores a las exteriores (Spencer).
La vida es el conjunto de las fuerzas
regeneradoras que resisten a la muerte (Bichat).
La vida es la manifestación de la
energética evolutiva de los genes del germinoplasma.
La vida es realización de las
posibilidades físico-químicas ultramoleculares cósmicas, debido al método de
los ensayos (tanteos) en número abrumador, de la naturaleza (trial
and error, Jennings).
Séptimo
grupo: filosóficas.
La vida es la cuarta fase de la
maduración natural de la energética cósmica (Jakob; ver «Apuntes del Curso de
Biología dictado por el Profesor Chr. Jakob», coordinados por Gregorio Bermann
y Juan Carlos Astolfi; publicación del Centro Estudiantes de Filosofía y Letras,
1914).
Muchas de las definiciones o mejor dicho
aforismos, anteriormente citados, adolecen del defecto de la unilateralidad,
pues contemplan el fenómeno vital desde un punto de vista particular. Por
ejemplo la definición «vivir es trabajar» explica el objeto de la vida, puesto
que ella constante y autónomamente tiende a producir valores nuevos, ya en sustitución
de valores consumidos, ya para acumularlos: en este sentido la definición
citada concuerda con la de Bichat.
Para encontrar la más adaptada y la más concisa,
debemos buscarla sobre la base de las siguientes comprobaciones:
a) La definición de la vida, como fenómeno del
universo, debe tener en cuenta ante todo la relación de la vida con los demás
fenómenos peri- o infravitales con los cuales tiene contacto. Y como el organismo
– sea este planta, animal u hombre – participa de elementos terrestres (de sus
diferentes constituyentes químicos, y sus influencias mecánicas y de la gravitación)
y de las relaciones extraterrestres, solares y otras (energías radiantes, luminosas,
eléctricas, etc.), es menester encuadrar su posición especial frente a las
energías electrónicas, atómicas, moleculares y molares que la forman, rodean e
influyen.
Sin entrar en
detalles podemos inferir de esto que, por lo tanto, la vida es un proceso tan natural como cualquier otro, si bien se
distingue de los demás por su complejidad. Una prueba de esto lo constituye el
hecho de que el organismo y su protoplasma es, físicamente, un sistema
polienergético que integra la acción de varias fuerzas o tipos de energía,
producto de las conocidas formas naturales y que, químicamente, encierra un
poco más de una docena de los elementos que constituyen nuestra Tierra. De modo
que la «biósfera» encuentra su lugar natural entre la litósfera, la hidrósfera
y la atmósfera, cuyos elementos utiliza en libre selección.
Pero en el
proceso vital los elementos terrestres se combinan, en una forma completamente
desconocida en el mundo anorgánico, con la energía solar (con intervención del
proceso fundamental
asimilador vegetal), de tal manera que «vital» significa una síntesis su¡ géneris de energías químicas
terrestres con energías radiantes solares. Elévase así la «energética vital» a una jerarquía superior
«geoheliogenética».
La
vida es, pues, en su esencia constitutiva, «hija legítima de la tierra, fecundada
por el rayo solar». Rechazamos por eso el concepto bíblico que le asigna un
origen puramente terrestre, pulvis eris;
y lo hacemos además extensivo desde el primate hombre, hasta la última alga
azul.
Dibujo en pizarrón efectuado
por Christofredo Jakob, del círculo de lo empírico en el que los humanos (H, al
centro) interactúan (flechas de doble dirección). La versión taquigráfica no incluyó
sus indicaciones sobre el dibujo. En los cuatro cuadrantes, numerados del I al
IV, se distribuyen los objetos de las ciencias: cosmos (kósmos), vida (bíos), psiquismo (psyjeé) y orden (nómos). Leyéndolos en el sentido de
su numeración, comprenden las energías físicas
y químicas (cuadrante I), los procesos
botánicos y zoológicos (II), los fenómenos
psíquicos y estéticos (III) y los fundamentos
económicos-sociales y políticos-éticos (IV). Nótese que todos los objetos de
las ciencias transcienden (flechas) el círculo de lo empírico. La cuestión,
esencial para interpretar los desarrollos del "joven" Jakob, se comprende
mejor comparando este dibujo con el mismo esquema ya publicado en diversas ocasiones,
por ejemplo en El cerebro humano: su
significación filosófica (Revista Neurológica de Buenos Aires 10, pp.
89-119, 1945), cuya reproducción aquí se agrega (figura siguiente). Allí, antes
bien que los objetos, se indican las disciplinas científicas mismas. Se
explicita también un importantísimo detalle. A saber, que en la perspectiva jakobiana
los objetos que estudia la filosofía se encuentran fuera de lo empírico, pero
que sin embargo todas las ciencias llegan
hasta esa esfera extraempírica por la prolongación de sus flechas. La presencia
de dos de las ciencias naturales en particular es mencionada expresamente en
esta esfera extraempírica, destruyendo el mito del Jakob positivista: la astronomía (A), que aborda lo extraempírico
por su problemática cosmológica, y la neurobiología (N) que lo hace por su
problemática de lo subjetivo. Nótese muy bien la idea básica, sumamente
enfatizada en la tradición oral, que estas dos problemáticas especiales
constituyen polos opuestos de un único
continuo investigativo que con fundamento fáctico-científico ha de abordarse
filosóficamente. La conexión entre ciencias políticas y astronomía es la
historia (evolución astrofísico-biológica); por tradición, el esquema se
utiliza para ordenar en ouroboros (sin discontinuidad) cualquier variedad
temática, como los materiales para producir amplios ensayos, separatas de
artículos o libros de una biblioteca [Ed.]
b)
Debido a esa su ya citada complejidad, la vida encierra – además de los
problemas que comparte con las energéticas físicoquímicas extravitales – un
contingente de fenómenos nuevos, propios y específicos, que dependen de su
especial constitución polienergética. Y por esto sostenemos, con razón, que una
definición puramente mecánica, como suma de tales energías, no podría nunca
revelar el centro del problema.
Si definimos los fenómenos físicos, en general,
como procesos energéticos intercorpusculares
(interelectrónicos, interatómicos, intermoleculares) y los químicos como intramoleculares, tenemos que el
protoplasma vivo es una combinación nueva de grado superior, porque revela una
energética tanto inter- como intramolecular a la vez y que se manifiesta
en cada uno de sus últimos elementos vitales (biomolatos supracoloidales).
El fenómeno vital se encuadra, pues, en el
segundo cuadrante de la esfera universal de los fenómenos empíricamente
accesibles al espíritu investigador humano (H), por encima de las energías
físicoquímicas puras que ubicaremos en el primer cuadrante, el del Cosmos.
Se subdivide en energética vegetal y animal; y la
reunión de lo físico y químico en el proceso vital resulta tan íntima, e
inseparable, que la fórmula vital no se puede expresar como una suma (V = f +
q), sino como un producto (V = f . q). Pero debido a su complejidad, por lo
pronto desconocida, habría que completarla en la siguiente forma: (V = fq)n,
fórmula en la que el exponente «n» representa el factor ignorado de la
complejidad en juego y que las ciencias biológicas tienen a su cargo, para
resolverlo, según el filósofo Kant ya nos lo ha adelantado.
Al sistema de energías cuya combinación evoca el
proceso vital lo entendemos bajo el nombre de «energética» y por lo pronto,
para mejor comprensión de nuestra formulación, podemos sentar – naturalmente
sólo en forma ficticia y con fines ilustrativos – como fórmulas de la
energética a las siguientes:
·
La fórmula animista de la energética
vital, como: Ev = M+ A
(materia más alma).
·
La formulación materialista sería: Ev =
f... + q... (varias energías físicas más las químicas).
·
La fórmula paleovitalista: Ev = f... +
q... + X (X es igual a fuerza vital).
·
La fórmula mecánica: Ev = f + f1 + f2... + fx +
q1 + q2 +q3... + qx = xf + xq = (f + q)x.
·
La neovitalista: Ev = f... + q... + E
(E = entelequia o psicoide) = xf + xq + E = (f + q)x + E.
·
Y nuestra fórmula dinamista resulta
entonces (con fq = energía físico-química combinada) así: Ev = (fq)1
(fq)2 (fq)3... (fq)x = (fq)x.
En esta última, la incógnita no figura ya como
factor constitucional básico, sino como exponente y su potencial sería, de este
modo, accesible a un ulterior análisis empírico – al igual que otras manifestaciones
energéticas que, en su constitución real, quedan inaccesibles también (luz,
electricidad, gravitación, energías químicas, etc.).
Conforme con esa constitución especial y superior
a la energética orgánica, el fenómeno vital ocupa legítimamente una jerarquía especial
y más elevada en complejidad y potencialidad que la de los fenómenos del primer
cuadrante. Y de esto deriva una metodología especial – además de las aplicadas
en las ciencias físicas y químicas – que se adapta especialmente a la
peculiaridad de los procesos vitales elementales y superiores: como lo son los
métodos experimentales morfo- y fisiogenéticos, así como los neuro- y psicogenéticos,
normales y patológicos.
c)
Lo expuesto hasta ahora es ya aplicado, en su totalidad, al último elemento
orgánico: la célula végeto-animal. Pero este elemento tiene pronunciada
tendencia a asociarse con otros semejantes y formar, por encima de los seres
unicelulares (protofitos y protozoarios), los pluricelulares (metazoarios). Y
usando en gran escala el principio de la división del trabajo, con la
consiguiente especificación y polarización axial de las estructuras determina
la afloración de los organismos superiores vegeto-animales, hasta el hombre –
formados todos por idénticos principios naturales – al mismo tiempo que se
perfeccionan en ellos los fenómenos vitales vegetativos elementales de
asimilación y disimilación. El «exceso» de estos más allá del metabolismo,
acumulado como reserva ultraindividual en los núcleos, garantiza la multiplicación
celular bajo las leyes de la centralización intraindividual de los sistemas vitales
superiores (centralización físico-química y regulación nerviosa) que
sucesivamente se perfeccionan en la jerarquía.
Y como todo esto no basta, los organismos se
reúnen nuevamente entre sí. Y formando colonias y asociaciones, cada vez más
perfeccionadas (utilizando los mismos principios de diferenciación y
centralización progresista, ya expuestos) se llega a las formas superiores simbióticas
y sociales, de plantas y animales y naturalmente del hombre.
Los «sociólogos» se encargarían de solucionar la
cuestión de sus fórmulas regulativas, o sea las «normas» y «leyes»
bio-sociales, cuyas noticias son aún las más atrasadas de todas.
d)
Lo expuesto, por importante que sea, no toca todavía el centro verdadero del problema.
Pero era necesario dejarlo establecido, porque recién ahora podemos discutir
con provecho la magna pregunta: ¿La vida, se puede o no definir mecánicamente?
Del tenor de nuestras comprobaciones nace rotunda
respuesta: ¡No! La vida podrá representar un mecanismo en su
construcción estática, pero nunca en su proceso evolutivo dinámico.
Un mecanismo es limitado, se agota, se gasta por
su función en relación a la carga de su contenido energético; y lo mismo
acontece con el organismo, pero este dispone aquí, como vimos, de principios
especializados reguladores, regeneradores y centralizadores, que eliminan
constantemente los efectos funcionales y estructurales del desgaste de su
propio esfuerzo, renovando su organización. Y esa autorregulación hace del mecanismo
un dinamismo.
En tanto que todos los demás procesos
físico-químicos están sujetos a la ley de la entropía (pierden constantemente
capital energético, desvalorizándose), el organismo evidencia en cierta manera,
por lo menos temporariamente, un poder antientrópico,
porque es capaz, a pesar del desgaste, de crecer y madurar en sus
organizaciones. Si bien también aquí hay límites, no lo olvidemos; nuestro precioso
dinamismo pierde poco a poco su poder regulador – lo llamamos «envejecer» – y
finalmente muere.
Le pasa, a la postre, lo que al mecanismo. Es
pues un dinamismo limitado; pero felizmente
eso le ocurre sólo considerado como individuo. No así como integrante de su especie,
porque en este sentido se continúa, debido al dinamismo reproductor de su
plasma germinativo. Y con esto nos acercamos, recién ahora, al punto céntrico
del problema.
e)
La reina Cristina de Suecia recibía lecciones del más famoso filósofo de su
tiempo, el gran Descartes, el cual entre otras cosas le enseñaba – con la solemnidad
consiguiente del filósofo – que los animales eran puros autómatas mecánicos (su
teoría central, tomada de la doctrina estoica y que antes de él había también
formulado el médico español Gómez Pereira: los animales no tienen alma). A lo
cual contestó la reina, «Qué raro, que mis relojes nunca hayan tenido cría».
Efectivamente, eso es lo decisivo: un principio
nuevo, que no ostenta ninguna combinación mecánica. Para realizarlo sería necesario
una máquina que continuamente produjera, por sus propios recursos, otras
máquinas análogas y hasta que las perfeccionara automáticamente. Ningún genio
humano realizará esta obra, ¡ni con la imaginación!
La «continuidad dinámica del germinoplasma» con
su complejo funcional de genes (portadores de las calidades hereditarias) es el
verdadero problema y el milagro universal y supremo de la vida – y sólo se le
podría comparar, en grandeza, con el de la culminación de la función vital en
la esfera psíquica.
Porque resulta que cada especie de planta y
animal, hasta el hombre, está caracterizada por una determinada combinación de
genes, cuyo complexo engendra el organismo respectivo según se trate del
biotipo de un alga, un árbol, un gusano o un hombre. Cada individuo es,
entonces, la realización de la potencialidad germinativa representada por sus
genes. Podemos hoy día aceptar en dicho complejo (ver Ch. Jakob,
Aspectos biológicos de la biotipología humana, publicación
del Museo Social Argentino, 1933) tres ciclos correlacionados:
1) Un ciclo céntrico de los genes que garantizan
la organización genérica - que define, entonces, si el nuevo ser será tal
avertebrado o tal primate, «genes de la especie».
2) Un ciclo periférico de cuya realización
dependen los rasgos raciales dentro del biotipo de la especie, «genes de la
raza».
3) El ciclo superficial que engendra, en el
organismo, las características individuales y familiares dentro de la misma
raza y especie.
Los primeros no pueden variar normalmente en
corto tiempo; los otros varían según los cruzamientos y condiciones del
ambiente.
Y ahora disponemos de los elementos con que
intentar nuestra definición. Hemos hallado que la vida es un complejo
energético y natural de genes, con regulación y reproducción autónoma aparentemente
ilimitada, único «perpetuum mobile»
conocido; y que este concepto debemos encuadrarlo en la energética universal
que según leyes cósmicas universales construye, también, la vida.
La base energética última, hasta ahora, hallada
por los físicos, está constituida por los componentes atómicos, los electrones
(con protones, neutrones, positrones, etc.).
A estas unidades (quizá nuevamente compuestas por
cargas energéticas infinitesimales: los quanta), a las cuales nos las imaginamos,
debido a su constitución elemental, dotadas en cada momento de una reacción que
actúa en una sola dirección, se las puede considerar como vectores
«unidimensionales» y representarían por lo pronto los factores más elementales
de la energética del universo, formando en el cosmos las nebulosas precursoras
de los sistemas solares. Como los átomos son considerados «sistemas» polielectrónicos,
representarían ya una fase superior en la maduración de la energética cósmica.
Su acción y sus movimientos serían en cada momento bidimensionales y engendrarían
los sistemas solares. Con los planetas, un grado más en la evolución de la
energética cósmica, llegamos a la tercera fase, la fase molecular, sin lugar a
duda, tridimensional. Y por lógica «extrapolación» llegaremos a encontrar que
nuestra fórmula Ev =(fq)x es forzosamente un grado ulterior, cuadridimensional
y superior en el proceso de la maduración de la energética cósmica.
El fenómeno vital representa así, evidentemente,
el cuarto grado de esta seriación natural evolutiva. Y no podemos dudar de su categoría
cuadridimensional, en la acción de cada momento, pues en cada una de sus reacciones
más íntimas, el proceso vital aprovecha, fuera de las tres dimensiones del
espacio, en el cual la zigota se orienta desde sus primeras segmentaciones, en
forma especialísima, también la cuarta: el tiempo. Y a esta «encarnación
superdimensional» debemos, igualmente, las formas superiores de regulación por
el psiquismo instintivo y consciente que utiliza tiempo pasado para las
reacciones del futuro.
Porque todo lo orgánico nace, se desarrolla,
madura y se sostiene por energías germinativas acumuladas en períodos cronológicos
anteriores (función cronotrópica vital), mientras que los fenómenos
anorgánicos, tridimensionales, sólo «perduran» pero no «maduran» – si bien sufren,
naturalmente, transformaciones secundarias.
La verdadera alma inmortal, ilimitada en tanto
persistan las actuales condiciones biofóricas, que científicamente podemos
reconocer como tal y esto en todos los sistemas vitales, es la actuación vivificadora
y dirigente de los genes – entiéndese bajo «genes» los más elementales
dinamismos germinativos, de cuya constitución y combinación depende la realización
evolutiva de los diferentes biotipos végeto-animales, en jerarquía ascendentes
y descendentes – en el plasma germinativo y su energética hereditaria a través de los tiempos, encontrando así
también en su solución lógica y natural el problema de la transmisión del alma
individual y colectiva.
Porque, de la existencia y combinación de esos
elementos almados del germinoplasma –
los organismos – depende no sólo el origen y evolución del ciclo individual y
el constante proceso regenerativo durante la «supervivencia individual»,
reemplazando autónomamente esas «reservas germinativas» contenidas en los
núcleos celulares (carioplasma activo y latente), el plasma gastado; sino que,
igualmente, está aquí la fuente inagotable de la reproducción genérica, de las
especies con su ciclo filético, la que, proveyendo además las condiciones
endógenas para los fenómenos de la variación y la adaptación orgánica progresiva,
actúa como centro realizante en la dinámica vital de todas sus formas y fases.
Los genes, son así, en el fondo, los reales spiriti
rectores en los biotipos vegetales, animales y humanos, creadores de todo lo
que ha vivido, que vive y que vivirá – y eso sí que es o podrá llamarse «alma».
Así, pues, nuestra definición sería la siguiente:
La vida representa un sistema
geo-heliógeno, polienergético físico-químico, un complejo sui generis supermolecular, regulatoriamente
autonomizado por su capital y reservas germinativas, y de acción cuadridimensional,
manifestándose así en ella el cuarto grado de la maduración natural de la
energética cósmica.
Ignórase si es aún posible un grado superior de
maduración, por el origen de nuevos genes, de este proceso universal. Pero seguros
estamos ahora de que en él no influyen factores supernaturales, en ninguna
forma, por no ser necesarios.
Una última aclaración antes de terminar, porque
leo la pregunta en los ojos de los presentes: ¿Y el espíritu? ¿Dónde lo
ubicamos? ¿Qué es? En el fondo, no pertenece la cuestión a nuestro tema, porque
ya hemos encontrado nuestra «alma», y espíritu
no es sino una forma superiormente desarrollada y madurada del dinamismo
vital. Bastaría para convencerse, ver a un embrión humano de cuatro semanas, al
cual seguramente le reconoceríamos alma, pero no menos seguramente le negaremos
espíritu, que ocho meses después lo reclamaría con toda razón y naturalidad –
debido únicamente a esa su preformación energética evolutiva inmanente para la
realización de los fenómenos de regulación psíquica superior; y al conjunto de
ellos llamamos espíritu.
Así, espíritu es simplemente lo «cósmico
universal simbolizado» por el proceso neurovital, regulador del equilibrio
entre organismo y ambiente. Es tan natural, necesario y autónomo como la vida
misma de la cual nace, a la cual sirve y sin la cual no es posible ni necesaria
su existencia. Es un «auto de fe» de comunidad entre criatura y creador y una
apoteosis del creador en la criatura.
Y aquí podría terminar con los hermosos
versos de Goethe (Die seligen Knaben, "Faust
II", 5to Acto) del final de su grandiosa concepción de
Fausto:
Schon ist er schön und groß
von heiligem
Leben...
«Ya todo es bello y grande porque está lleno de
la santa vida». Santa,
porque nunca deja de creer, de esperar y de crear.
Apéndice:
¿Qué
es la vida?
por
Ramón Carrillo
Segmentos de
la versión taquigráfica de
la disertación pronunciada el 1º de
agosto de 1949 en la inauguración de los Cursos de ingreso
a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. Estos
fueron organizados por el Círculo Médico Argentino y Centro de Estudiantes de
Medicina en circunstancias en que ejercía su presidencia un querido discípulo
de Ramón Carrillo, el Dr. Miguel Ragone, décadas después gobernador de la provincia
de Salta secuestrado y muerto por motivos políticos. Una transcripción de la disertación completa, bajo el título de
"Palabras a los futuros estudiantes de medicina", fue originalmente publicada
en Contribuciones al conocimiento
sanitario del hombre: Departamento
de Talleres Gráficos del Ministerio de Salud Pública de la Nación, Buenos Aires, octubre de 1951, páginas 9-28.
N. del
E. Parece casi seguro que el entonces Secretario de Salud Pública de la Nación con rango de
Ministro y discípulo de Christofredo Jakob, Prof. Dr. Ramón Carrillo, estuvo presente en la precedente conferencia. Cabe
incluso reconocer en la figura presentada en el pizarrón, que con variaciones
Jakob venía empleando didácticamente por más de cuatro décadas, una fuente de
los desarrollos gráficos de Carrillo en "Los espacios del hombre".
Cabe también recordar el afecto y apreciación intelectual
que el Ministro y sus hermanos médicos profesaban hacia el Prof. Jakob, así
como la estrechísima relación que los vinculaba con Braulio Moyano, con el tío
segundo de este, José Arce, y muchos otros discípulos del maestro
germano-argentino y principal mentor de nuestra tradición neurobiológica.
Es asimismo de recordar y
agradecer que, aun más tarde, el ministro procurara promover y facilitar las
actividades académicas de Jakob, que recién se limitaron al trabajo en su hogar
a partir de la enfermedad y fallecimiento de su esposa, en 1953. Por brindar un
ejemplo: la "Memoria del Ministerio de Salud Pública de la Nación, Junio
de 1946 a Mayo de 1952", a página 368, con fecha 16 de junio de 1950
consigna la siguiente "Noticia: El Dr. Ramón Carrillo
parte a la ciudad de Santa Fe a inaugurar el Instituto Regional de Oncología.
Asistirá a los actos por el 60mo aniversario del Hospital Italiano
de Santa Fe y Colonia y presentará, en su carácter de Presidente del Departamento
de Graduados al Prof. Dr. Christofredo Jakob, quien se hará cargo en la
Facultad de Ciencias Médicas de la asignatura Biología Superior." Por
entonces Jakob contaba ochenta y tres años y medio; falleció el año en que iba
a cumplir noventa.
El 1º de agosto de 1949, año siguiente al de la precedente conferencia
de Jakob, Ramón Carrillo había inaugurado a pedido de su discípulo Miguel
Ragone el curso de apoyo que ofrecía el Círculo Médico y Centro de Estudiantes
de Medicina para rendir con éxito el examen de ingreso a la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires.
Disertando pues ante todo para estudiantes
que aun cursaban quinto año secundario, la mayoría de sólo diecisiete o
dieciocho años de edad, aportó con brevedad la siguiente sinopsis sobre el
tema, en lo que puede considerarse una evocación de la conferencia de Christofredo
Jakob sobre la definición científica de la vida en aquella etapa. Carrillo por
entonces transitaba coincidentemente por una particular etapa de su itinerario
intelectual, la cuarta, y se hallaba influido por Desiderio Papp, el joven Raúl
Sciarretta (por entonces entusiasta de la cibernética y lustros después
introductor de Jacques Lacan) y los cibernetistas, que ante todo proponían el
estudio unificado de organismos y máquinas. Posteriormente en su itinerario intelectual,
Carrillo la abandonaría y se retractaría de ella y en la tradición de Jakob
tendrían lugar desarrollos similares, mientras que, en lejanos ámbitos, aquella
perspectiva descartada reemergería con la doctrina peripatético/idealista-germana de la "autopoiesis".
[p. 21] /…/ ¿Qué es la vida? Existen millares
de definiciones. Yo he encontrado pocas tan acertadas como la de Letamendi, un
español a quien Cajal calificaba de charlatán
genial. Letamendi realizó un estudio singular de todas las definiciones que
se habían hecho hasta él, en función de los factores cósmicos que acabo de
mencionar: tiempo, espacio y duración. Criticó al francés Bichat, aquél que
trataba de descubrir las causas de la vida realizando la autopsia de los
cadáveres para afirmar que la vida no es más que el conjunto de factores que se
resisten a la muerte.
Letamendi dió también, como es natural,
su definición. Dijo que la vida es una forma de energía. No voy a reseñar todas
las definiciones, pero tampoco eludiré la mía. Para mi, la vida es exteriorización
activa, espacial y temporal, de una organización.
Para que exista vida, es preciso que haya
organización, esto es, que exista un orden determinado. Sin este orden, no hay
vida.
[Anteriormente en esta misma conferencia
de 1949 (op. cit., p. 19), Carrillo
había expresado su conocida distinción, repetida en numerosas obras y textos y
adoptada tres décadas después por la mencionada doctrina peripatético/idealista-germana
de la "autopoiesis", estableciendo la diferencia entre organización y estructura: la primera común y esencial a todo viviente y la segunda
variable, específica y concreta. Aquí, dirigiéndose a los jóvenes ingresantes,
el ministro Carrillo había expuesto: "Erroneamente se habla de organismos
como expresión de organización. Pero yo hablo de organización, pues esta significa
la disposición más adecuada de las cosas para cumplir un fin. En cambio, el
organismo es tan solo la estructura en que se sustenta ese orden, es decir, la
estructura del organismo que da vida a la organización." Y prosigue:]
Entonces, la vida es igual a un símbolo V, que llamaremos Vida; a O, que es organización, multiplicado por
A, que es Ambiente, y por T, que es Tiempo. De tal manera, la vida,
la energía, la materia, todo, resulta ordenado, como decía aquel mago Trismegisto: lo que está arriba es igual
a lo que está abajo. Y también en el medio es igual. Por eso, si la vida es
función del tiempo, de la materia y de la energía, tenemos la siguiente
fórmula:
V = Mo / Om
Esto es: la vida es igual al medio activo
más el organismo adaptado al medio, en función inversa del organismo no
adaptado.
Mo es el determinismo: el poder que impone
el medio. Om es el organismo en el
cual el medio está dominado, es pasivo. La vida está en función inversa a la
capacidad del organismo a dominar su medio, y directa a la capacidad del medio
para dominar al organismo.
Por eso, la muerte favorece la vida de
otros. Piensen ustedes que cuando morimos, nuestra forma perecedera es
alimento de los gusanos. Favorecemos la vida de los gusanos.
[p. 22] La vida, pues, se transforma en otra
cosa. Y siempre en energía. Resumo. Desaparecemos y damos origen a otra vida.
La vida no es más que una forma de la energía cósmica: transformación, en su
aspecto orgánico, del carbono y el hidrógeno que son los elementos originales
Pero he aquí que, superando esas vidas orgánicas, que surgen de lo cósmico, de
la energía y de la materia, entre lo cual no hay diferencia —como no hay diferencia
entre la energía y la vida—, nos encontramos ante el quid divinum, que llaman los escolásticos, ante la inteligencia o
el espíritu, que está sobre la vida y es un desprendimiento de ella.
C) Leyes
del Hombre
No entremos ahora en más disquisiciones.
Baste decir que la inteligencia nace en los seres más simples y alcanza
sólo en el ser humano su plenitud —el espíritu— como forma pura de la energía.
… La inteligencia no es sino el modo de
ver el mundo según nuestras vivencias. El animal tiene su mundo. Cada uno de
nosotros tiene su mundo, de acuerdo con sus sentidos.
Ustedes ven el mundo en relación con el
nervio óptico, y oyen las cosas del mundo de acuerdo con el nervio acústico,
etc. Pero, por ejemplo, las abejas, los pájaros, todos los animales, tienen
otro mundo distinto del nuestro. Ellos ven, oyen, gustan, etc., otras cosas.
El águila ve cosas que nosotros no vemos, el perro oye lo que nosotros no
oímos, la paloma se orienta de modo diferente de nuestro sentido de
orientación. De modo que cada ser tiene su mundo distinto del nuestro. … [p.
23]
Retomo, pues. La vida es una onda cósmica
que no tiene principio ni fin, y que reconoce desde sus orígenes todos los
ámbitos del planeta. Es, simplemente, una forma de la vibración, de la
energía, y es inmortal. Nosotros podemos morir porque somos formas. Pero la
vida perdura. Es decir, como forma, morimos; como vida, somos inmortales. De
tal manera, no hay ninguna diferencia entre lo que nosotros llamamos vida y lo que llamamos muerte.
Van ustedes a estudiar, ahora, los libros
de biología, en los que hay largos y soporíferos capítulos para demostrar la
profunda diferencia que existe entre los cuerpos vivos y los muertos. Pero yo
les puedo anticipar que, en realidad, la diferencia entre la vida y la muerte,
entre los cuerpos muertos y los vivos, entre lo inorgánico y lo orgánico, se
reduce a la diferencia de velocidad con que transcurre el proceso.
Mientras el proceso de la vida se cumple
a una alta velocidad en los seres vivos —por la combustión y todos los
elementos químicos que encontramos en ella—, en los cuerpos inorgánicos [p. 24]
o muertos, los procesos se producen a una velocidad tan lenta que, prácticamente,
para nosotros no existen.
Porque, jóvenes, todas las cosas viven,
todos los objetos viven. Si la vida es un fenómeno universal, viven las
estrellas, igual que viven esta mesa y estas sillas. Sólo el ritmo es distinto.
Por eso siempre me ha resultado pueril y absurdo ese famoso capítulo de ingreso,
de biología, que dice: "Diferencia entre los cuerpos vivos y los muertos",
y que, seguramente, ha producido una hecatombe de aplazados en los exámenes.
La inteligencia es una forma vibratoria
de la energía vital. Los seres más evolucionados son los que han vivido más. El
progreso humano resulta de la evolución de la inteligencia. Los seres más evolucionados
tienen mayor capacidad de adaptación porque tienen más inteligencia y por eso
son superiores. Una ley establece que el que no se adapta perece.
Veamos un ejemplo con ustedes. Al
ingresar a la Facultad de Medicina, el que no se adapte al ritmo biológico de
los estudios, fracasará. Esto, que puede suceder con ustedes como alumnos, es
ley universal. La ley universal de la vida y de la inteligencia es la adaptación.
¿En qué se diferencia, pues, un ser vivo
inferior, de uno superior? En que el superior tiene mayor capacidad de adaptación.
El hombre es el animal que de mayor poder dispone para modificar su propio
ambiente, y, por lo mismo, corre el riesgo de inadaptarse por exceso de poder.
… Las leyes de la física y de la química reglan la vida, y la vida regla, a su
vez, las leyes de la inteligencia. Esto es lo que da al hombre capacidad para
defenderse. En este sentido, la inteligencia es también inmortal; sólo se
transforma, y su muerte, su aniquilación, al propio tiempo que lo orgánico, es
sólo un fenómeno de adaptación a nuevas formas. Por ello, ustedes comprenderán,
a lo largo de la vida, cómo es cierto aquello de que "los muertos mandan".
El cúmulo de reflexiones que esto suscita, naturalmente, debe ser omitido por
mí en esta circunstancia.
[p. 25] Sin embargo, todo cuanto acabo de
enunciar de un modo general sobre el mesocosmos, es decir, sobre el hombre, nos
lleva como de la mano a los principios y leyes fundamentales del hombre
considerado en conjunto, en la sociedad, en la colectividad. Del hombre
reunido, tal como estamos ahora reunidos nosotros.
Se puede demostrar, en forma irrefutable,
que ningún ser humano puede vivir solo, aislado y que debe vivir en sociedad,
por razones energéticas. La energía, para ser tal, tiene que estar unida por
muchos otros elementos. Si no, no existiría y no existiría tampoco la colectividad
humana, la sociedad de los hombres. La comunidad biológica es la resultante de
la vida y de la inteligencia. La sociedad no es sino la organización de la
vida y la inteligencia, frente a las necesidades y el peligro. La comunidad es
la protección inteligente del individuo. La organización social permite la
acción para la defensa propia y para la subsistencia de la vida-energía, que
debe ser activa. De modo contrario, no podríamos subsistir. Debemos estar
unidos, porque la razón de nuestra subsistencia es que formamos una suma
energética. Las mismas leyes que rigen el macrocosmos y el microcosmos, rigen
la subsistencia de la vida humana y de la colectividad de los humanos. Aquello
del Trismegisto, en una palabra.
Todo es como acabo de expresar, a pesar
de la llamada lucha social, que debe existir fatalmente, porque en el mundo
todo es lucha y ésta es una ley universal. Por eso no hay sociedad en equilibrio
estable.
Naturalmente, existen en el hombre todas
las luchas que existen para el cosmos. La limitación del espacio vital es el
germen de la lucha social, porque dicha limitación choca contra principios
irrebatibles. Es un hecho evidente en biología, el de que no podemos subsistir
si no tenemos elementos para ello. La lucha tiene que existir, así como no hay
cuerpo cósmico que tenga libertad absoluta. Todo choca entre sí y existen
atracciones y repulsiones que determinan el orden cósmico, la ley suprema de
la existencia humana y de la existencia del mundo. La vida social humana,
entonces, está en proporción directa a [p. 26] las necesidades individuales e
inversa al progreso de la organización social.
Observen ustedes: satisfechas las
necesidades instintivas, aparece la lucha por la perpetuidad de la especie.
Satisfechas ambas, aparece a su vez la lucha por la enemistad natural, como
epifenómeno del poder.
De todos los estudios que se han
realizado sobre la comunidad biológica, resulta que ella es la resultante de
la vida y de la inteligencia —hecho energético— y de la armonía universal,
pues sus leyes son las de todo organismo vivo. De donde la familia, como hecho
biológico, es fundamental para la subsistencia de la sociedad.
Tal vez haya abusado un poco de ustedes.
Pero he querido, como dije al comenzar, brindarles una pequeña y modesta introducción
al curso de ingreso a la Facultad. Considero que los conceptos expuestos,
ustedes, más que nadie, los pueden captar. Lo único que deseo es lo que he
dicho antes: que esos conceptos los hagan pensar. No quiero que aprendan, sino
que piensen. Si yo lograra que ustedes reflexionen sobre lo que he dicho,
habré cumplido con exceso mi objeto.
Tanto el profesor Brouwer, de quien fuí
alumno en Amsterdam, como el profesor Schuster, que me enseñaba medicina en
Berlín, seguían la misma técnica. Ellos querían hacer pensar. "Ahí hay un
enfermo —me decían—; ¿quiere verlo?". Y yo, corno buen latino, veía al enfermo
en tres minutos. Y volvía. "Ya está, profesor. Se trata de esto, y
estotro, y aquello"... Entonces, ambos maestros me dejaban solo media
hora... "para que pensara sobre lo que había dicho".
Así, pues, lo único que quiero es que no
acepten lo que he expresado, como cierto, sino que mediten sobre ello. La
verdad la encontrarán ustedes por sí mismos, pensando, tras un arduo trabajo de
sus mentes.
Ustedes tendrán ahora que estudiar muchos
libros, tendrán que aprender las 45 bolillas de fisiología, las 80 de patología
médica. Pero, por favor, piensen. "Use
your brain". Usen sus cerebros.
_______
Copyright © Electroneurobiología,
January 2000. Este trabajo original constituye un artículo de acceso público;
su copia exacta y redistribución por cualquier medio están permitidas bajo la
condición de conservar esta noticia y la referencia completa a su publicación
incluyendo la URL original (ver arriba). / This is an Open Access article:
verbatim copying and redistribution of this article are permitted in all media
for any purpose, provided this notice is preserved along with the article's
full citation and original URL (above).
revista
Electroneurobiología
ISSN 0328-0446
21 DE AGOSTO – CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE BRAULIO MOYANO
2006 – CINCUENTENARIO DE LA MUERTE DE CHRISTOFREDO JAKOB – 2006
2006 – CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE BRAULIO MOYANO – 2006
2006 – Año de homenaje al Dr. Ramón Carrillo – 2006
en el quincuagésimo aniversario
de su deceso y el centenario de su nacimiento.
Decreto 1558/2005 de la Presidencia de la Nación
Ver debajo las publicaciones
concernientes al mismo
2006 – A TREINTA AÑOS DE LA PATENTE BRITÁNICA 1.582.301 – 2006
Noticia: El 30 de octubre ppdo. el "Speaking Out for Justice Award" que confiere la Feminists Against Academic Discrimination Organization (FAAD) le fue discernido a Graciela Chichilnisky, UNESCO Professor of Mathematics and Economics en la Universidad de Columbia, Nueva York. Graciela es hija de Salomón Chichilnisky, a quien reconoce adeudar su impulso en la lucha contra la discriminación injusta y en pro de minorías y disminuídos. Las políticas que impulsó su padre con Ramón Carrillo (ver por ejemplo, "Terapia ocupacional familiar", más abajo) manifiestan el paralelo entre los esfuerzos de padre e hija. El premio feminista por su labor le será otorgado en la próxima National Women's Studies Association Conference en Chicago, EE.UU., en junio de 2007.
Haga doble
"click" en el título de cualquier artículo, para leerlo ahora -
Double-click on any article to read it now:
SOCIOLOGÍA DE LAS NEUROCIENCIAS
Pour comprendre
l'enjeu : L’anthropologie ganglionnaire, un psychovirus démasqué (français)
Puede leer, imprimir o
guardar en su disco duro esta investigación en versión .PDF (190 kB:
recomendada) o .DOC (76 kB).
L'aliénisme en
Argentine : Diego Alcorta (1827) : Dissertation sur la manie... aiguë?
(français)
Puede leer, imprimir o
guardar en su disco duro esta investigación en versión .PDF (600 kB: recomendada)
o .DOC (320 kB).
Metaphors at odds in conceiving organismal-societal government: The Political Structure of the Brain: Cerebral Localization in Bismarckian Germany
(English)
Puede leer, imprimir o
guardar en su disco duro esta investigación en versión .PDF (228 kB: recomendada)
o .DOC (175 kB).
One of the earliest recorded works in Biological Psychology presents a synthetic system of psychology weaved from positivist philosophy and the principles of physical chemistry
: The Biological Psychology of José Ingenieros, some biographical points, and Wilhelm Ostwald’s (Nobel Prize Chemistry, 1909) Introduction to the 1922 German edition
(English)
Puede leer, imprimir o
guardar en su disco duro esta investigación en versión .PDF (990 kB: recomendada)
o .DOC (1258 kB).
en archivo .PDF (101 kB) o bien .DOC (84 kB)
Salomón Chichilnisky: Viñetas. Primera parte (1812-1946) de sus Aventuras pampeanas en salud mental: la dirección de la cura – y sus vueltas – en la historia de la psicología clínica, psiquiatría y psicoanálisis en la Argentina
(Castellano), precedida de una Noticia preliminar por Mario Crocco.
Puede leer, imprimir o
guardar en su disco duro esta investigación en versión .PDF (1,9 MB: recomendada)
o .DOC (1,5 MB).
ELECTRONEUROBIOLOGÍA
Efectos
relativísticos en biofísica cerebral:
Puede leer, imprimir o guardar en su disco duro esta investigación en versión .PDF (496 kB: recomendada) o .DOC (227 kB)
SUMARIO Y
PÁRRAFOS INICIALES EN CASTELLANO
Diversificación
de recursos electroneurobiológicos en la evolución del sistema nervioso:
Puede leer, imprimir o guardar en su disco duro esta investigación en versión .PDF (733 kB: recomendada) o .DOC (406 kB)
auch als .PDF (285 kB) oder .DOC (161 kB)
Tema: el electroencefalograma de los reptiles invierte una relación básica en el electroencefalograma de los mamíferos: con frecuencia el de los reptiles pasa a presentar sincronías cuando están despiertos y a desincronizarse cuando están dormidos, mientras que en mamíferos es al revés. Así, esta sincronización del electroencefalograma reptil no concurre con la desconexión sensitiva del entorno, que encontramos en el sueño mamífero.
Puede leer, imprimir o guardar en su disco duro esta investigación
en versión .PDF (354 kB:
recomendada) o .DOC (236 kB).
Cálculo
de potenciales dentro de las células
Calcule
intensidades eléctricas y magnéticas en cada compartimiento neuronal: The nervous principle: active versus passive electric
processes in neurons (Explains how to calculate electric and magnetic
field strengths inside different neuronal compartments) (LONG FILE IN ENGLISH with
Bulgarian, Russian and Spanish abstracts/TOCs)
Podrá leer, imprimir o guardar en su disco duro esta investigación en versión .PDF (2 Mb): recomendada) o .DOC (1,5 Mb). También como .html comprimido (compressed .HTML folder: 0,5 Mb) .ZIP.
Evaluación de
potenciales fuera de las células
Signal analysis to exploit the information of steady-state recordings: Do’s and don’ts in Fourier analysis of steady-state potentials
(Assumptions in the discrete Fourier transform (DFT) not necessarily fulfilled in real-world applications) (English)
Minireview
The ‘Enabling’ Neural Correlates for All Consciousness: Latest Findings in the Mechanisms of Cortical ‘Arousal’
(Conditions in the neuronal and biochemical level skipping consideration of any more fundamental biophysical issues, e. g. quantum or relativistic) (English)
You can download a .PDF (269 kB:
recommended) or .DOC (128 kB)
file for printing this work
NOCIONES GENERALES
Conceptos:
Puede obtener un
archivo .PDF (362 kB:
recommended) o .DOC (150 kB)
para imprimir esta sección (catorce páginas) del trabajo anterior.
Presentación .HTML abreviada y sin imágenes de la Noticia general, sólo con las Definiciones y el texto de los dos
primeros capítulos de la Neurobiología general de Christofredo Jakob.
Comentando una "ilusión óptica" / Commenting an "optical illusion":
A visual yet non-optical subjective intonation:
una entonación subjetiva visual pero no óptica
(English and
Spanish)
UNA EXPLICACIÓN ESENCIAL: